«A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre».
Pablo Neruda
Lo esencial es sobrevivir; lo dice la genética de la especie.
Al principio volaba despreocupada. Casi aprendí a cantar como los canarios, pero lo sonoro no es lo mío.
Me sentía bella con mi traje, por más que no tuviese los colores llamativos de las migratorias.
Hay que adaptarse. Pero me temo que sea casi imposible.
Apenas llueve. El calor del verano es sofocante ya en primavera.
Poco a poco van cayendo mis sustentos. Todos dejan de ser, desde pequeñas hierbas (con semillas menguantes) a invertebrados.
Da la impresión de que una no vive en la realidad que cree, o no cree la realidad que sobrevive en el tiempo. Ni el baño en tierra me tranquiliza.
A veces me siento como apátrida; no me veo reflejada en otros pájaros.
Queda la sombra, cada vez más oscura; como el porvenir.
Voy a perecer en los suburbios del tiempo. Además los humanos ya no nos echan en falta en sus casas y ciudades.
Una ruina, porque el más allá de la especie está lleno de miserias, como hacer las casas humanas sin agujeros donde anidar.
Me sabe mal morir, no haberme adaptado. Solo quedará mi testamento óseo.
Voy perdiendo la conciencia de mi cuerpo pues la mente se me desordena.
Ya no me sitúo en el espacio de las cosas que son; los recuerdos me nublan el futuro.
Me puede la nostalgia. Siempre tuve añoranzas de lo que J.M. Serrat me cantó, que bien podría ser mi epitafio. Seguro que lo llevará a la ONU cuando desaparezcamos del todo; si se llega a ese momento.
NOTA SOBRE ESTA ENTREGA DE CUENTOS DE VERANO APÓCRIFOS DE UN DOCUMENTO 2030: Algo me contó un eremita que vivía por allí con tres gorriones desparejados. Con parte de lo que dijo y algo inventado dejo este escrito a mano en la tapa que cierra el legajo. Era de un tamaño grande. Lo encontré en una caseta de monte de la sierra de mi pueblo, medio tapado por la paja ya castigada por los artrópodos. El legajo mostraba notables deterioros; seguro que había servido de sustento a pequeños invertebrados y algún ratoncillo. Apenas conservaba las dos tapas, de cartón fuerte y las primeras hojas. Se trataba de Mitos y leyendas de la extinta Celtiberia. Primeras conclusiones de la incidencia de las transgresiones climáticas y la agricultura extensiva en la población de volátiles asociados en tiempos pasados a la vida de las poblaciones sedentarias humanas. Tomo I.». Incluía una especie de apéndice escrito por otras manos sobre la masacre maoísta de los gorriones en China. Decía que el iluminado autor de su famoso cuello de camisa consideraba a los gorriones como animales del capitalismo, pues se comían el grano que debería servir para que sus súbditos no muriesen de hambre. Por eso había decretado su exterminio.
SEGUNDA NOTA: Esta ya es cosecha del anónimo trascriptor. El Diccionario de la Real Academia (RAE) describe a los gorriones como muy abundantes en España. Les escribiremos para que lo cambien por “en peligro de extinción”.