Como Narciso, el clima se zambulle en los océanos

Cuentan que Narciso, hijo de divinidades griegas asociadas al río y sus circunstancias, interesó a un poeta romano llamado Ovidio. En la cultura romana dicen que el tal Narciso –que era un guaperas- estaba cazando un día en el bosque cuando fue visto por una ninfa llamada Eco, una criatura especial ligada a las montañas, de donde entonces y ahora vienen los ríos. Por avatares diversos, Eco perdió su fuerte voz, y se volvió una criatura tímida. Hasta que un día se atrevió a confesarle a Narciso su amor, teniendo como pago un desprecio absoluto. Eco –nunca hemos sabido si ese nombre indujo el fenómeno físico o el amor por lo natural, la ecología en interacción- huyó desconsolada. Pero resulta que siempre hay en la mitología dioses y diosas vengadoras; en este caso Némesis. Las tretas de esta engañaron a Narciso. Más o menos diríamos que el buscador eterno de la belleza corporal recorrió el mundo conocido para comprobar su hermosura reflejada en las aguas, se supone que cristalinas. Parece ser que tanto intentó sublimar el atractivo que acabó atrapado por las aguas; se ahogó.

Eco y Narciso

Eco y Narciso, por John William Waterhouse (GOOGLE ART PROJECT)

Como Narciso, el clima se expande, se mira y nos mira, en las aguas, pero de los océanos. Pero no para admirar su belleza, sino para atemperar sus ritmos. El aire juega con el agua de los océanos en una interacción constante. La cultura popular ha despreciado el papel del agua global en la generación de cambios atmosféricos, ni siquiera entiende que en el aire hay una cantidad del agua robada al mar, o prestada por este, además de la evapotranspirada. El clima de hoy se entiende mirando al agua de los océanos y mares; lo miramos observando para ver y aprender. Hubo un poeta que dijo que lo que refleja el agua del mar son efectos de las acciones humanas, que forman una especie de efigies humanas transformadas; una abstracción de lo concreto o una concreción del abstracto.

El poeta quiso rehacer su obra cuando se enteró de que las aguas marinas estaban tan sobrecalentadas que habían dejado de ser ellas mismas. Estaba al tanto de que la calentura climática era la mayor catástrofe jamás anunciada, ni en las plagas de Egipto ni en los tétricos escritos de las religiones catastrofistas. El mar y los océanos, como en el caso de Narciso, se tragan el calor del aire antropizado por los nuevos adoradores de la belleza material y económica, que ni por esas han dejado de mirarse el ombligo, permítaseme la expresión.

Climate Reanalyzer

Climate Reanalyzer.

Leí en algún sitio que los océanos entraban en territorio desconocido, no decía para las masas de agua específicamente sino para las criaturas que en él habitan –en continuo declive por los calores, y la sobreexplotación que denuncia Ipbes (Informe de Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas). También por otras ataduras, las nuestras. Nos aprovechamos de sus bondades y sufrimos sus devaneos como le sucedió a Eco con Narciso. Dice la ciencia que el pasado 8 de abril el calor almacenado en los mares y océanos hizo elevar su temperatura media hasta los 21 ºC. Lo nunca visto, al menos desde hace 45 años que los satélites que viajan por el aire nos escrutan y miden casi todo –serían como los dioses de los antiguos griegos y romanos-. Aunque hay que avisar que la diosa La Niña, había refrescado la temperatura media los años anteriores y ahora ha perdido una parte de su función. La cantidad de calor –inducido en parte por nosotros-, que se traga el agua va en aumento. Tanto que los más catastrofistas auguran que nos va a pasar como a Narciso. Solo añadir que el horno actual llamado mar Mediterráneo soportó olas de calor en pleno enero. “Nemo y Dory se estarán cociendo”, como decía un interesante artículo de climática.lamarea.com. ¡Qué decir de las otras criaturas marinas que les daban cobijo!

Los episodios meteorológicos adversos son una consecuencia de calor que se han tragado mares y océanos. Lo saben bien los habitantes de la murciana Los Alcázares que sufrió se hizo famosa por padecer tres inundaciones en cinco meses. O aquello que traía 20minutos.es de que “Una persona nacida en 2020 vivirá toda su vida entre fenómenos extremos por falta de medidas para frenar el cambio climático”. O esta noticia que situaba en el mapa marino los incrementos de temperatura. Mientras tanto, el Vicepresidente de Castilla y León, cual si fuera un narciso antiecológico que sabe más que la ciencia, animando a los escolares a preguntarse sobre si el dióxido de carbono es un gas contaminante o no, dice que para tener la mente abierta (sic). ¡Otro de los que nadan sin mirar, sea el agua que sea, en el negacionismo patriótico! Nadie de su equipo le ha debido llevar los últimos recortes de prensa del IPCC sobre el aumento de la temperatura del agua. Tampoco debe conocer el Informe del Sistema Eléctrico de 2022 que elabora Red Eléctrica Española. Contabiliza que durante el año 2022 se ha producido un incremento de las emisiones de CO2, asociado a la generación eléctrica nacional, alcanzando los 44,4 millones de toneladas de CO2 equivalente. Para asustarse pues supone un 23,8% más que en 2021.  Desde su tumba, o allá donde se encuentre su espíritu, Fiódor Dostoyevsky le ha respondido con rotundidad: somos adictos a aquello que nos destruye. A continuación le envió por mensajero rápido un ejemplar de El jugador.

Por  nuestra parte invitarles a que visiten Climate Reanalizer Institute del 16 de abril de 2023 y viajen por sus pestañas durante unos días.

Mapa NOAA

Mapa NOAA.

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