Balances de sostenibilidad para seguir adelante

Sostenibilidad es una palabra rara, pero también moderna. Es una de esas que en forma de comportamientos e ideas se ha manejado siempre pero se ha tardado en asignarla a sus múltiples significados. Pensarían en su aplicabilidad la gente del Paleolítico, algo de ella habrá en la interpretación de las pinturas de aquellos tiempos. Es de esas que han existido sus maneras y contenidos antes de encontrar un vocablo universal que las definiera. De hecho, tardó mucho en entrar como significado en el diccionario de la RAE. Parece que salió a la luz tras la presentación del Informe socio-económico Brundtland elaborado para la ONU hacia 1987.

Según dicen quienes de esto saben, sus raíces latinas vendrían a decir, simplificando, que es algo que puede perdurar en el tiempo “parado por sí mismo”. Profundizando un poco más, la palabreja tan pronunciada actualmente se podría trocear en sos (sub) para decir que está debajo de pero se traslada a un estadio más alto donde se ve, tenere (dominar o retener), bilis- ahí hay algo de posibilidad- y -dad, que alude a una cualidad. Por Latinoamérica y otros lugares se usa más sustentabilidad, y así le han dado un matiz ambiental al adjetivo de la misma familia, sostenible/sustentable, que enlaza con esa malla relacional que se puede o se debe sostener y equilibrar para que las cosas vayan mejor. Eso que se ha de amparar y defender. Más o menos, sustentable sería algo a mantener, conservar e incluso mejorar durante largo tiempo sin causar daño al medioambiente. Por eso ha encontrado acomodo tanto en la ecología como en la ecología y la economía. Es más, la comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland utilizó por primera vez el término desarrollo sostenible (o desarrollo sustentable) en su informe Medio ambiente y desarrollo sostenible. Nuestro futuro común, y lo definió como “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”.

Han transcurrido suficiente tiempo para reconocer cómo estamos en relación con estas intenciones. Es lo que se recoge cada año en los informes de la SDSN (Sustainable Development Solutions Netword, por sus siglas en inglés), en este caso referidos a Europa; los hace también del mundo. El año pasado todo se ha visto alterado por la COVID: la esperanza de vida ha descendido (ODS3), han aumentado las personas en riesgo de pobreza severa (ODS1), la empleabilidad ha caído (ODS 8). Las diferencias son notables entre países, de ahí que se elabore un índice anual que utiliza datos de años diferentes según países. Elabora un ranquin donde los mejor situados son los nórdicos, después algunos de Europa central. El resto van campeando el temporal pero algunos muy mal, como los nuevos miembros de los antiguos países de la órbita de la URSS. Interesa echar un vistazo al Informe para hacernos una idea del estado actual, ponernos al día de quienes van adelante, de aquellos ODS en lo que se mejora o empeora colectivamente. Su infografía está bien pensada porque mediante colores marcan las diferencias. Así vemos una panorámica del conjunto de la Unión Europea y por regiones. Se puede hacer una lectura múltiple. Primero los ODS logrados totalmente según los objetivos previstos por la ONU: la UE en su conjunto ninguno. También los retos pendientes (algo, bastante o significadamente) y los mayores retos, en rojo. Así mismo se marcan trayectorias mediante flechas que marcan tendencias ascendentes o descendentes con respecto a años anteriores. España se encuentra en la mitad de la clasificación hacia abajo (lugar 20 de los 27).

Pero el mundo, compuesto por muy diferentes países y regiones, es un todo interrelacionado. Lo que ocurre en un lugar puede quedarse por ahí o extenderse. Todo se entiende según la magnitud que sea y la lectura que de ella se haga. En el Anexo 2 del informe citado se da, a partir de la página 97, un informe por países miembros de la UE y otros de Europa. España aparece en las páginas 164 a 166. Ninguno de los ODS se pintan de verde esperanza; los hay amarillos, naranjas y rojos. Solamente en la reducción de las desigualdades se está cerca de conseguir el logro. Pero nuestro país suspende estrepitosamente en el 2 (Reducción del hambre), 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), 13 (Acción para reducir el cambio climático), 14 (Vida en las masas de agua) y 15 (Vida en los ecosistemas terrestres). Bien es cierto que en trece de los diecisiete objetivos/temas vitales se observan mejoras pero también hay que hacer notar que se suspende clamorosamente en el 15, que afecta a la vida de los ecosistemas terrestres. Tal anomalía sucede en el país europeo que más biodiversidad acoge. Por no cansar más, en eso de no dejar a nadie atrás estamos por debajo de la media europea como también en el índice de desbordamiento, que tiene que ver con la despensa del ecosistema planeta Tierra, con sus tierras, lagos y aire.

En fin, volviendo a aquello de la idea de sostenibilidad, la posibilidad y la cualidad de mantener un entorno mundial sustentable para “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades” nos quedan demasiadas tareas pendientes y el tiempo se nos acorta. Alguien opinará que con la pandemia que nos ha tocado padecer ya hemos hecho bastante. Sí y no, porque sus afecciones negativas han tenido mucho que ver en algunos indicadores pero en otros que empeoramos no; de unos y otros no partíamos en buena posición. Vamos a desear que todo esto sea solamente un paréntesis. Mientras tanto no estaría de más leer lo que cuenta la gente de EOM, sobre cómo ve el mundo en 2022.

Todo esto sucede cuando el término/concepto sostenibilidad impregna la mayor parte de los mensajes de comerciales y de la administración. Sabemos que cuesta llegar a la creencia ambiental y socializarla. Resulta más sencillo acopiarse de estética que abrazar una ética socioambiental, pero ya van bastantes años hablando de lo mismo. Por cierto, tanto sostenibilidad como sustentabilidad son indivisibles, por mucho que nos empeñemos en hacer mal, o menos bien, las cosas que en conjunto dan forma a la vida. Una anécdota sobre ambas: una búsqueda en Google el día que se redactaron estas líneas arrojó 1.150.000.000 resultados sobre sostenibilidad mientras que fueron 80.600.000 los de sustentabilidad. Si dicho buscador fuese en algún momento un barómetro social, diríamos que a la gente le interesa, que no todo está perdido.

En cualquiera de los casos, llegados a un 2022 que deseamos próspero en sostenibilidad, la ciudadanía debe despertar y retomar el debate sobre sus estilos de vida. No sea cosa que cuando las generaciones venideras lleguen a lo que debería ser su futuro más o menos amigable se encuentren con muros insalvables para mucha gente. Máxime cuando aquí hemos hablado solamente de Europa. Démosle una vuelta a aquellas reflexiones que nos dejo E.F. Schumacher en Lo pequeño es hermoso o Guía para perplejos. En sus libros hay bastante sobre aquello que decíamos al principio de la –bilis. Personalmente me quedo con los enigmas que me plantea esta frase: Cualquier cosa que podemos destruir pero no podemos construir es en cierto sentido sagrada.

Dejemos al menos abierta la puerta para que entre la posibilidad en nuestra vida. O cerrada la actual para que no se salga la que poco a poco hemos ido construyendo en esos 34 años desde que la ONU aprobó el informe coordinado por la ex primera ministra sueca G. H. Brundtland: siempre seguir adelante en la aventura hacia la sostenibilidad. Por cierto, hagamos un homenaje a Rachel Carlson cuando se va a cumplir el 60 aniversario de La primavera silenciosa. Leamos de nuevo lo que en su libro aportaba. Dedicar momentos de reflexión durante del año que va a comenzar será el mejor epitafio a todo quien tanto luchó por preservar la biodiversidad, eje básico en la sostenibilidad del planeta y sus criaturas de todo tipo.

(GTRES)

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.