El pasado martes 18 de junio fue un día turbulento para la esperanza (re)climatizadora global, al menos la española.
Ese día conocimos que el nuevo Gobierno de la capital de España pretende dar libertad a los vehículos privados para el acceso al centro de la ciudad, para emitir sus gases, que tanto dañan la salud de todos, sin que quienes los conducen soporten una represalia; que sí podría llegar por parte de la Unión Europea, si Madrid no cumple sus deberes de reducción de la contaminación del aire, como ha avisado el comisario de Energía y Clima, Miguel Arias Cañete.
La experiencia Madrid Central, una idea incipiente y bastante mejorable, mucho más suave que la puesta en marcha en otras grandes urbes, reducía la contaminación del aire (ozono, dióxidos de carbono y azufre, etc.). Parece que va a ser eliminada sin dar detalles de qué alternativa se busca para proteger la salud de los madrileños, para disminuir el gasto asociado a las enfermedades que provoca, para limitar las emisiones de GEI que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático.
Estos dos fenómenos alcanzan una interconexión planetaria y deshielan Groenlandia, entre otros lugares. La imagen del trineo acuático de ese día dio la vuelta al mundo, como una estampa premonitoria de lo que nos espera si no cambiamos comportamientos ya. Da cuenta de la subida del nivel de los mares, la desaparición de zonas costeras y la modificación de las corrientes marinas que hasta ahora nos marcaban con cierta regularidad los climas; nos alerta de las graves crisis sociales que llevarán parejas. Madrid y Groenlandia tan próximos, no solo ese día.
Los rectores de las grandes ciudades deben entender que la restricción del tráfico privado, excepto casos suficientemente motivados, es una urgente necesidad;>; muchas europeas ya lo han hecho.
Son imprescindibles planes programados, con protocolos serios en caso de colapsos concretos, que protejan la salud colectiva, especialmente de los más vulnerables (niños y personas mayores, muy afectados ya por crecientes problemas respiratorios). La salud no vota en las elecciones; es un derecho humano, personal y colectivo.
Ese mismo día conocimos que la Comisión Europea, tan lenta en tomar decisiones drásticas en cuestiones de contaminación del aire y similares desastres ambientales, a la vez que aprobaba el borrador del Plan Nacional de Energía y Clima de España con una serie de recomendaciones, pedía explicaciones a los países de la UE sobre sus hojas de ruta –les daba hasta finales de diciembre para su redacción definitiva y comprometida- para cumplir con los objetivos europeos de la transición energética entre 2021 y 2030: el año en que todos deben encontrarse en la cumbre social y ambiental de los deseos y realidades.