YANG. Ni Kike ni yo tenemos el placer de conocerle. Sólo sabemos su nombre, Yang, y admiramos su enorme paciencia. Así ha firmado los más de 50 correos eléctrónicos Madrid-Pekín que hemos intercambiado en los últimos cuatro meses, echándonos una mano el tipo en todas las dudas que nos asaltaban, infinitas.
¿Os pensáis que es fácil acreditarse para los Juegos Olímpicos? JA. Un año para lograr la acreditación (aunque conste que llegábamos un poquito tarde, 18 meses más menos) y otro para lograr un hotel en el que dormir. El amigo Yang volvió a escribirme hoy: necesita otro porrón de datos, y yo comienzo a perder una paciencia de la que nunca anduve sobrado. ¿Será cierto que nos vamos a Pekín? Nombre, apellidos, pasaporte, número de vuelo, hora y terminal de salida, equipaje de mano, cantidad de ropa, código de no sé que del ordenador y lo mismo para la cámara, móvil y MP4 varios, posibilidad de alquier de coche o bicicleta, competiciones que veremos y talla de gayumbos…(esto último no, es lo que faltaba).
Pero bueno, ajo y agua, que son los Juegos Olímpicos y si hay que mandarles las notas de preescolar, se mandan. Por ilusión, a Kike y a mí nadie nos gana y si hay que dormir junto a la Muralla, se duerme..
Ahh, gracias Yang.