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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

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La vergüenza de pertenecer a la especie humana

El gambiano Pateh Sabally, de 22 años, murió ahogado el pasado 22 de enero en un canal de Venecia sin que nadie se lanzara al agua para rescatarlo

El gambiano Pateh Sabally, de 22 años, murió ahogado el pasado 22 de enero en un canal de Venecia sin que nadie se lanzara al agua para rescatarlo

Pateh Sabally tenía 22 años y era de Gambia. Murió ahogado el pasado 22 de enero en un canal de Venecia de una de las peores formas posibles: Pateh Sabally murió porque le dejaron morir. Nadie sabe por qué este joven, que no sabía nadar, estaba en el agua. La prensa italiana barajó la posibilidad de que quería suicidarse y justificaba que los gondoliere y demás marineros no incurrieron en denegación de auxilio porque le lanzaron entre tres y cuatro salvavidas, que es lo único a lo que están obligados en estos casos.

Nadie, ni siquiera los transeúntes y turistas que paseaban por las calles colindantes al canal, ni tampoco las decenas de pasajeros del vaporetto que pasó justo al lado de Sabally, se lanzaron a por él. Incluso ante la duda de que el joven quisiera suicidarse, resulta difícil explicar por qué nadie se tiró al agua. Y mucho más difícil todavía por qué mientras contemplaban su agonía, varias personas lo insultaban y le gritaban que volviera a su país.

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El Reino Unido, desorientado tras el Brexit

Amanecer en Londres tras el recuento de votos en el referéndum del Brexit. / EFE

Amanecer en Londres tras el recuento de votos en el referéndum del Brexit. / EFE

“No hay suficiente té en la nación entera para ayudarnos a mantener la calma y seguir (Keep Calm and Carry On) hoy. No en un día en que el prejuicio, la propaganda o la xenofobia han ganado por encima del sentido común del que nos gusta fardar. No en un día en que hemos recibido felicitaciones de Donald Trump, Marine Le Pen y nadie más”, escribía en Newstatesman Laurie Penny el día después de la victoria del Brexit en el referéndum del 23 de junio.

Jóvenes británicos que hace dos años temían qué sucedería en Europa si el terremoto británico del UKIP arrasaba en las elecciones europeas se lamentaban el día de los resultados del referéndum de la victoria de una opción (el Brexit) que ganó en buena parte por el voto euroescéptico de las generaciones más mayores. ¿Y después, qué? se preguntaban entonces. ¿Y ahora, qué?, se preguntan ahora.

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¡Europa está en crisis!

Cartel de las primeras elecciones europeas en Francia / Parlamento Europeo

Cartel de las primeras elecciones europeas en Francia / Parlamento Europeo

Anoche nos llevamos las manos a la cabeza. Primero con la abstención, que aunque baja sigue siendo muy alta, después con el ascenso brutal del racista Frente Nacional en Francia y por último con la victoria de los euroescépticos, capitaneados por el populista Nigel Farage, en el Reino Unido. Es definitivo, es real: la crisis política en Europa sobrepasa a la económica.

Que nos lleváramos las manos a la cabeza ayer también es un síntoma de la crisis. ¿Qué esperábamos? ¿El triunfo del bipartidismo? ¿un voto responsable que dejara vacíos a los partidos xenófobos? La UE ha implantado un discurso de austeridad y de enfrentamiento entre el norte y el sur, tímidamente contestado desde la izquierda europea. Y los discursos calan. Por no hablar de que ningún partido ha sabido responder a las proclamas racistas. Más bien todo lo contrario: los partidos tradicionales han copiado sus argumentos, endureciendo su postura contra la inmigración -sí, ésa que paga nuestras pensiones-. Y ya sabemos qué pasa cuando se copia, que a no ser que la imitación sea más barata, todos preferimos al original. Y votar es gratis.

A pesar de todo, las fuerzas europeístas siguen disfrutando de una mayoría que puede legislar sin temor a la destrucción del proyecto europeo. Pero la amenaza está ahí. Más allá de que los eurófobos y la extrema derecha formen un grupo parlamentario, la UE tiene la responsabilidad de recuperar los valores que la sustentan si no quiere que en el futuro estos partidos se conviertan en un riesgo real para la Unión.

Significativo el avance de la izquierda europea, con Alexis Tsipras, líder de la griega Syriza y candidato a la presidencia de la Comisión, a la cabeza. Una parte del electorado desencantado se ha volcado con la izquierda y su discurso antitroika, como en España con Podemos, el partido de Pablo Iglesias, que con sólo cuatro meses de recorrido ha entrado en el Parlamento Europeo con 5 escaños. También es un triunfo de la juventud, que entre tantos dinosaurios, ha encontrado en la izquierda europea su refugio y empieza a cantar «que sí, que sí, que sí nos representan».

La UE ha jugado desde su formación con varias combinaciones del mismo lema: unidos en la diversidad. De la diversidad no hay duda, desde la victoria xenófoba en Francia a la de la izquierda «radical» en Grecia, desde la bajísima participación en Croacia (no pasó del 24% y eso que el país es miembro del club desde hace menos de un año y la novedad suele suscitar el entusiasmo) hasta la española, que supera la media europea con el 45,8% de participación. Pero la unión empieza a cuestionarse. ¿O no?

Son los grandes golpes y las grandes crisis los que provocan cambios. La victoria de grupos racistas hará temblar uno de los pilares que sustentan la UE y que además es su mejor propaganda: la libertad de movimiento. Si volver a los visados para trabajar fuera de nuestros países empieza a contemplarse como una opción real, quizá volvamos a implicarnos y a luchar por derechos que nos pertenecen y no estamos dispuestos a perder.

Nigel Farage, líder del UKIP en su valoración de resultados

Nigel Farage, líder del UKIP en su valoración de resultados

¿Y si el Reino Unido se marcha? Ha ganado el partido que quiere salir de la UE. Bruselas no puede permitirse el lujo de perder a un peso pesado como el que representan los colegas británicos, pero si su papel sigue siendo el de poner palos en las ruedas, el proyecto europeo puede avanzar sin ellos. De hecho, la UE podría llegar a ser tan potente que los británicos tuvieran que pedir de nuevo la adhesión. En un mundo global, el imperio anglosajón no tiene sentido navegando solo. Por no hablar de que EEUU no se permitiría perder la oreja perfecta en el corazón de Europa.

"The show must go on"

«The show must go on»

Cuesta verlo con las manos en la cabeza, pero estas elecciones traen buenas noticias. La participación ha subido por primera vez desde que se celebran elecciones. Y la crisis está ahí,

brindándonos a los europeos una oportunidad sin parangón para darle una vuelta a este proyecto y seguir avanzando. Tomárnoslo en serio. Antes de entonar el «nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes», podemos reforzar nuestros valores y derechos. Sí, todavía estamos a tiempo.

ESPERANZA ESCRIBANO

El terremoto británico

Uno de los carteles de la campaña.

Uno de los carteles de la campaña.

Hace tres años, Gabrielle, una joven de Oxford, le miró, cuando lo tenía delante, mientras hablaba como ponente en la Universidad y sus palabras le parecían llenas de nada. Lo miraba, con su posado estudiado, mientras hacía bromas sobre la indumentaria de Angela Merkel. Y mientras le escuchaba se preguntaba una y otra vez, ¿quién eres? Quién era lo sabía de sobras, era Nigel Farage, el líder del UKIP –el partido por la Independencia del Reino Unido en sus siglas en inglés-. La pregunta iba más allá, ¿quién se escondía tras esa faceta de showman?, como le describe Yasmin Alivia-Brown, columnista de The Independent, en el documental “Nigel Farage: Who are you?”

Hoy, quizás más que nunca más allá de las fronteras del Reino Unido, Farage es bien conocido. No por sus 15 años ejerciendo como eurodiputado, no por sus propuestas políticas, sino por la acérrima defensa de dos políticas, las dos anti. Anti inmigración, antieuropeísmo. Con estos dos mensajes por bandera en su sencillo manifiesto para las elecciones europeas, el UKIP se situaría, según los últimos sondeos, como el partido más votado del Reino Unido, con poco más del 30% de los votos. De confirmarse en los comicios, sería esta la primera vez que el populismo británico gane en Bruselas.

“Él sabe muy bien a quién se dirige, habla a las emociones de la gente, no a la razón”, dice James, de Winchester. Farage ha sabido llenar un vacío en la política británica, explica Ben, joven de Reading: “En los últimos años tanto los conservadores como los laboristas se habían alejado de sus partidos y se habían acercado al centro”. “El desencanto de sus votantes, el descrédito de la política y el sentimiento antieuropeo ha sido aprovechado por Farage para arrancar votos junto con políticas aparentemente populistas”, añade. Según explica Ben, “aunque es una lástima que las elecciones europeas se lean en clave nacional (mirando a las generales que tendrán lugar en el Reino Unido en 2015), lo bueno que puede llevar el ascenso del UKIP es que la política británica despierte”.

Lo que más sorprende, coinciden todos, es que a pesar de los escándalos destapados por los medios en las últimas semanas, los sondeos no paren de sumarle votos al partido. Y es que han sido uno tras otro, votos y escándalos. Aunque el UKIP niega ser un partido racista y se distancia de partidos como el de Marine Le Pen, uno de sus candidatos en las elecciones municipales, William Henwood, instó al actor británico Lenny Henry a emigrar «a un país negro», literalmente, por haberse quejado de que en la BBC salen pocos representantes de las minorías étnicas. “Como si existieran países negros o países blancos”, dice Emily, de Stratford upon Avon, que admite que aunque muchos lo niegan “el racismo existe más de lo que se piensa” en Reino Unido. “Algunos no perciben el UKIP como un partido racista porque en lugar de hablar de un nigeriano habla de un rumano, pero al fin y al cabo eso es racismo”, añade Gabrielle.

Otro de los momentos de gloria del partido, esta vez protagonizado por el mismo Farage, tuvo lugar recientemente cuando el editor político de la cadena británica BBC, Nick Robinson, puso en evidencia al político preguntándole si no creía que la decisión de emplear a su esposa, la alemana Kirsten Farage, como su propia secretaria en el Parlamento Europeo suponía, al fin y al cabo, “quitarle el trabajo a un británico”. La pregunta de Robinson, hecha tras la presentación de uno de los pósters de campaña de UKIP para las europeas y en el que se alerta de “europeos” quitando trabajo a los británicos, Farage terminó por contestar “que nadie podía hacer el trabajo que su mujer hacía (británicos incluidos)”.

Este es solo un ejemplo entre tantos, igual o peor que cuando un concejal del partido insinuó que las inundaciones y las tormentas de este invierno eran un desastre consecuencia de la decisión del gobierno de Cameron de legalizar el matrimonio gay.

¿Y después, qué?

Mientras el carismático líder hace bromas de las suyas y se vende como el auténtico british, el tiempo corre y queda menos de un mes para los comicios europeos. El euroescepticismo amenaza y Farage se frota las manos. Sus electores, los euroescépticos, votarán. Lo harán porque el mensaje es claro: “No necesitamos esperar hasta 2017 para celebrar un referéndum, hagámoslo ahora mismo. Utiliza las elecciones europeas del 22 de Mayo para decirles qué piensas sobre la Unión Europea”, dice el manifiesto. La gran pregunta, sin embargo, no está en qué partido británico obtendrá más votos. Con Europa en el horizonte, la gran pregunta que se hacen muchos jóvenes en Reino Unido, como Ben, James, Emily o Gabrielle, es, ¿Y después, qué?

 *Ben, James, Emily y Gabrielle son estudiantes de Relaciones Internacionales en el Reino Unido.

BLANCA BLAY

blanca.blay@gmail.com

 

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Nota de fin de curso

31 de julio. Acaba el curso. Mañana, nuestros políticos estarán de vacaciones. Bueno, los españoles lo estarán tras las «explicaciones» que dé Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados respecto a los casos de corrupción que no hacen más que llenar las portadas de los diarios españoles. Y si tuviéramos que darle una nota a nuestros representantes europeos, puedo afirmar que el suspenso sería mayoritario. Y que todos tendrían más de una asignatura pendiente para septiembre. Lee el resto de la entrada »