Goldman Sachs is not an after shave Goldman Sachs is not an after shave

Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Entradas etiquetadas como ‘UKIP’

El Reino Unido, desorientado tras el Brexit

Amanecer en Londres tras el recuento de votos en el referéndum del Brexit. / EFE

Amanecer en Londres tras el recuento de votos en el referéndum del Brexit. / EFE

“No hay suficiente té en la nación entera para ayudarnos a mantener la calma y seguir (Keep Calm and Carry On) hoy. No en un día en que el prejuicio, la propaganda o la xenofobia han ganado por encima del sentido común del que nos gusta fardar. No en un día en que hemos recibido felicitaciones de Donald Trump, Marine Le Pen y nadie más”, escribía en Newstatesman Laurie Penny el día después de la victoria del Brexit en el referéndum del 23 de junio.

Jóvenes británicos que hace dos años temían qué sucedería en Europa si el terremoto británico del UKIP arrasaba en las elecciones europeas se lamentaban el día de los resultados del referéndum de la victoria de una opción (el Brexit) que ganó en buena parte por el voto euroescéptico de las generaciones más mayores. ¿Y después, qué? se preguntaban entonces. ¿Y ahora, qué?, se preguntan ahora.

Lee el resto de la entrada »

Europa también debe levantar el puño frente a la ultraderecha

Manifestantes ultraderechistas alemanes salen a la calle para protestar. (EFE)

Manifestantes ultraderechistas alemanes salen a la calle para protestar. (EFE)

Hace unos días un instante captado por el fotógrafo David Lagerlöf dio la vuelta al mundo: una mujer negra, Tess Asplund, se planta delante de 300 nazis en la localidad de Borlange (Suecia) y les desafía levantando el puño. Se ha hablado mucho de la fotografía y no tanto de lo que hay detrás de lo que esta representa. La derecha xenófoba y populista, la ultraderecha, también existen en Europa y están creciendo a un ritmo en algunos países que debería, como mínimo, preocuparnos. Lo escribí tímidamente hace tres años en el artículo La Europa que crece en silencio y lo vuelvo a escribir ahora con preocupación. «Nuestros abuelos no derrotaron al fascismo en 1945 para ver cómo ahora se escurre de nuevo para convertirse en una opción posible, vestido de traje en lugar de uniforme, pero siguiendo el mismo camino de victimización que le sirvió de excusa para los crímenes que cometió en el pasado», escribía hace unos días el periodista británico Paul Mason en The Guardian.

Y es que el miedo del auge de la extrema derecha, más allá de las manifestaciones de grupos como el alemán Pegida o las 300 personas del Movimiento Nórdico de Resistencia que desfilaban por Suecia, se encuentra en que esta derecha tenga voz y voto desde las instituciones. En su artículo Mason hace referencia, por ejemplo, al caso de Austria, donde el próximo 22 de Mayo un líder de la ultraderecha (Partido de la Libertad) podría ganar en la segunda vuelta de las elecciones para presidir el país. El periodista plantea que de ser así la UE suspenda a Austria del grupo europeo haciendo uso del artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, según el cual se permite sancionar o suspender a cualquier país miembro de la UE si éste comete una violación grave de los derechos fundamentales y si se consigue una mayoría de dos tercios en el Parlamento.

¿Qué alimenta el crecimiento de los partidos de ultraderecha?

Aunque a simple vista podamos pensar en la crisis económica, las altas cifras de paro y el descontento social, los países donde ha aparecido o crecido la extrema derecha en los últimos años no se corresponde con precisamente los más fuertemente golpeados por la crisis como España o Portugal -Grecia es una excepción con Amanacer Dorado-. Al contrario, tenemos ejemplos en Dinamarca, Finlandia, Holanda o Suecia y vemos como crece en las principales economías europeas – UKIP en Reino Unido, AFD en Alemania y el Front National en Francia-. Según señalan algunos expertos la respuesta es mucho más compleja y moldeable dependiendo de la situación particular de cada país pero en líneas generales puede relacionarse con el fracaso de los partidos tradicionales, la frustración de la gente con sus gobernantes, en algunos casos vistos como incapaces de dar respuestas a los problemas a los que se enfrenta su país y también la Unión Europea como tal.

Tampoco podemos reducir la explicación a la llegada masiva a nuestras fronteras de refugiados provenientes sobre todo de Siria puesto que la primera alarma ya saltó en las últimas elecciones europeas, en 2014, cuando los partidos extremistas y xenófobos se hicieron con cerca de un tercio de los escaños en el Parlamento Europeo y cuando la crisis de los refugiados en Europa se encontraba muy lejos de la situación actual. Tampoco entonces habíamos vivido los ataques terroristas de París o de Bruselas y parecía que la amenaza del terrorismo islámico formaba parte del pasado y el recuerdo más oscuro.  Sin embargo, los recientes acontecimientos en las capitales de Francia y Bélgica y la llegada masiva de refugiados a Europa es carne de cañón para alimentar el crecimiento de estos partidos.

Los ejemplos de Alemania y Francia

Algunos ejemplos recientes los vemos en Alemania y en Francia, los dos estados referentes en la creación de la Unión Europea, con la celebración de elecciones a nivel regional. En el país gobernado por el partido de Angela Merkel, que ha tenido a grandes rasgos una política de ‘welcoming’ con los refugiados, el populista y xenófobo AfD (Alternativa para Alemania) obtuvo buenos resultados en los tres länder (estados) que acudían a las urnas el pasado Marzo y se hacía así un hueco en las instituciones, entrando en el parlamento con un 15,1% de los votos.

Más atrás en el tiempo, a finales de 2015, el partido capitaneado por Marine Le Pen desde 2011, llegaba a las cotas más altas de su historia en Francia con alrededor del 30% de los sufragios en la primera vuelta de las elecciones regionales. Tanto el desgastado Partido Socialista de François Hollande como la oposición en el gobierno han fallado a la hora de conectar con los ciudadanos. Ante esta situación, Marine Le Pen “ofrece respuestas simplistas a cuestiones extremadamente difíciles, es el modelo Trump”, explicaba a este blog Pauline Massart-Weit en el artículo El Front National y la carrera de Le Pen hacia el Eliseo.

Estos son solo dos ejemplos pero hay más (miren este mapa). Ser conscientes de la amenaza que puede representar el avance del populismo de derecha y su entrada en las instituciones (véase el ejemplo de Dinamarca) y reconocerlo es un primer paso. El segundo es que antes que sea demasiado tarde Europa -o lo que sea que es ésta- levante el puño como Tess Asplund y se plante frente a la xenofobia, el racismo y el populismo sin temblar y si es necesario, como sugiere el periodista Paul Mason, adopte medidas.

Puede interesarte:

Roger Suso: “Con la crisis de refugiados, Pegida ha vuelto a instrumentalizar la situación”

 

El terremoto británico

Uno de los carteles de la campaña.

Uno de los carteles de la campaña.

Hace tres años, Gabrielle, una joven de Oxford, le miró, cuando lo tenía delante, mientras hablaba como ponente en la Universidad y sus palabras le parecían llenas de nada. Lo miraba, con su posado estudiado, mientras hacía bromas sobre la indumentaria de Angela Merkel. Y mientras le escuchaba se preguntaba una y otra vez, ¿quién eres? Quién era lo sabía de sobras, era Nigel Farage, el líder del UKIP –el partido por la Independencia del Reino Unido en sus siglas en inglés-. La pregunta iba más allá, ¿quién se escondía tras esa faceta de showman?, como le describe Yasmin Alivia-Brown, columnista de The Independent, en el documental “Nigel Farage: Who are you?”

Hoy, quizás más que nunca más allá de las fronteras del Reino Unido, Farage es bien conocido. No por sus 15 años ejerciendo como eurodiputado, no por sus propuestas políticas, sino por la acérrima defensa de dos políticas, las dos anti. Anti inmigración, antieuropeísmo. Con estos dos mensajes por bandera en su sencillo manifiesto para las elecciones europeas, el UKIP se situaría, según los últimos sondeos, como el partido más votado del Reino Unido, con poco más del 30% de los votos. De confirmarse en los comicios, sería esta la primera vez que el populismo británico gane en Bruselas.

“Él sabe muy bien a quién se dirige, habla a las emociones de la gente, no a la razón”, dice James, de Winchester. Farage ha sabido llenar un vacío en la política británica, explica Ben, joven de Reading: “En los últimos años tanto los conservadores como los laboristas se habían alejado de sus partidos y se habían acercado al centro”. “El desencanto de sus votantes, el descrédito de la política y el sentimiento antieuropeo ha sido aprovechado por Farage para arrancar votos junto con políticas aparentemente populistas”, añade. Según explica Ben, “aunque es una lástima que las elecciones europeas se lean en clave nacional (mirando a las generales que tendrán lugar en el Reino Unido en 2015), lo bueno que puede llevar el ascenso del UKIP es que la política británica despierte”.

Lo que más sorprende, coinciden todos, es que a pesar de los escándalos destapados por los medios en las últimas semanas, los sondeos no paren de sumarle votos al partido. Y es que han sido uno tras otro, votos y escándalos. Aunque el UKIP niega ser un partido racista y se distancia de partidos como el de Marine Le Pen, uno de sus candidatos en las elecciones municipales, William Henwood, instó al actor británico Lenny Henry a emigrar «a un país negro», literalmente, por haberse quejado de que en la BBC salen pocos representantes de las minorías étnicas. “Como si existieran países negros o países blancos”, dice Emily, de Stratford upon Avon, que admite que aunque muchos lo niegan “el racismo existe más de lo que se piensa” en Reino Unido. “Algunos no perciben el UKIP como un partido racista porque en lugar de hablar de un nigeriano habla de un rumano, pero al fin y al cabo eso es racismo”, añade Gabrielle.

Otro de los momentos de gloria del partido, esta vez protagonizado por el mismo Farage, tuvo lugar recientemente cuando el editor político de la cadena británica BBC, Nick Robinson, puso en evidencia al político preguntándole si no creía que la decisión de emplear a su esposa, la alemana Kirsten Farage, como su propia secretaria en el Parlamento Europeo suponía, al fin y al cabo, “quitarle el trabajo a un británico”. La pregunta de Robinson, hecha tras la presentación de uno de los pósters de campaña de UKIP para las europeas y en el que se alerta de “europeos” quitando trabajo a los británicos, Farage terminó por contestar “que nadie podía hacer el trabajo que su mujer hacía (británicos incluidos)”.

Este es solo un ejemplo entre tantos, igual o peor que cuando un concejal del partido insinuó que las inundaciones y las tormentas de este invierno eran un desastre consecuencia de la decisión del gobierno de Cameron de legalizar el matrimonio gay.

¿Y después, qué?

Mientras el carismático líder hace bromas de las suyas y se vende como el auténtico british, el tiempo corre y queda menos de un mes para los comicios europeos. El euroescepticismo amenaza y Farage se frota las manos. Sus electores, los euroescépticos, votarán. Lo harán porque el mensaje es claro: “No necesitamos esperar hasta 2017 para celebrar un referéndum, hagámoslo ahora mismo. Utiliza las elecciones europeas del 22 de Mayo para decirles qué piensas sobre la Unión Europea”, dice el manifiesto. La gran pregunta, sin embargo, no está en qué partido británico obtendrá más votos. Con Europa en el horizonte, la gran pregunta que se hacen muchos jóvenes en Reino Unido, como Ben, James, Emily o Gabrielle, es, ¿Y después, qué?

 *Ben, James, Emily y Gabrielle son estudiantes de Relaciones Internacionales en el Reino Unido.

BLANCA BLAY

blanca.blay@gmail.com

 

También te puede interesar: «La Europa que crece en silencio»