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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

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¿Denunciará (realmente) Marruecos la tortura?

Por Cláudia Morán

Amnistía Internacional ha lanzado una campaña para que países de todo el mundo pongan fin a la tortura / Amnistía Internacional

Amnistía Internacional ha lanzado una campaña para que países de todo el mundo pongan fin a la tortura / Amnistía Internacional

Son muchas y muy diversas las organizaciones que han denunciado durante años la tortura infringida en Marruecos a disidentes políticos y activistas saharauis, entre otros detractores de la monarquía. Ahora, Amnistía Internacional ha lanzado un informe sobre la tortura en el mundo que sitúa al país magrebí (y el Sáhara Occidental) entre los cinco que podrían poner fin a los casos frecuentes de tortura, junto con Uzbekistán, Filipinas, México y Nigeria. La reacción de Rabat no se ha hecho esperar: se han indignado con el informe, pero se comprometen a tomar medidas. La pregunta es: ¿Es un compromiso real?

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La MINURSO, diplomacia de papel mojado

Por Cláudia Morán

el Consejo de Seguridad de la ONU acaba de prorrogar la misión de la MINURSO en el Sáhara Occidental sin incorporar un solo cambio

El Consejo de Seguridad de la ONU acaba de prorrogar la misión de la MINURSO en el Sáhara Occidental sin incorporar la vigilancia de los derechos humanos / Foto: Twitter

Cuentan que una vez la ONU envió una misión al Sáhara Occidental con la intención de preparar elecciones democráticas de cara a la autodeterminación del territorio colonizado. De eso hace ya 23 años, más de dos décadas en las que esa misión, la MINURSO, se ha ido renovando sin grandes logros para los saharauis, hasta convertirse en nuestros días en una mera herramienta de control del alto el fuego en el territorio. Y también en una marioneta que parece contentarse con las promesas vacías del monarca marroquí.

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Marruecos no cumple lo que promete

Por Cláudia Morán

El monarca marroquí, Mohamed VI, no ha cumplido con su promesa de avanzar en materia de Derechos Humanos / AFP

El monarca marroquí, Mohamed VI, no ha cumplido con su promesa de avanzar en materia de Derechos Humanos / AFP

Si hay un país árabe cuyo régimen puede presumir de no haber “sufrido” revueltas en 2011, ese es Marruecos. La monarquía magrebí adoptó aquel año una nueva Constitución según la cual el rey Mohamed VI cedía ciertos poderes al Parlamento -aunque, en la práctica, el monarca conserva una amplia potestad y supremacía- y con ello logró contener a la población. Pero a pesar de que muchos sitúan el origen de las revueltas árabes en Túnez, lo cierto es que la primera protesta estalló en el campamento de Gdeim Izik, en el Sáhara Occidental, la gran colonia marroquí que continúa siendo la mayor injusticia de Marruecos. Reprimir el campamento fue el primer paso del monarca para silenciar la inestabilidad y seguir violando los derechos de los saharauis.

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Un paseo por Bruselas con una mujer valiente

Najat, junto a niños como a los que ella educa en Errachidia

Najat, junto a niños como a los que ella educa en Errachidia

Najat Aziz tiene 36 años y no está casada. Detalle sin importancia en Occidente, pero no en el sur de Marruecos. Ha tenido la inmensa suerte de que su padre apoyara sus ganas de estudiar. Con toda una sociedad en contra, Najat decidió montar una escuela preescolar en su pueblo, Errachidia. Después formó parte de un documental, «El umbral del desierto», dirigido por Ramón Vila, de Vision Films, que se presentó hace unos días en el Parlamento Europeo.

El documental se presentó en la Eurocámara gracias a los Socialistas Europeos. Allí, Najat pudo explicar cómo había puesto en marcha el proyecto, cómo era su día a día, las presiones que había recibido. Muchas de las mujeres de la sala le preguntaron qué sentía al ser una empresaria en Marruecos, al enfrentarse al entroncado machismo marroquí… «Tengo un proyecto, quiero trabajar y lo hago, ya está».

Cuando el debate termina, empieza el cocktail. Escucho que Najat va a quedarse al día siguiente en el hotel, todo el día, sin ver nada de Bruselas, hasta la hora de su vuelo. Me ofrezco para acompañarla. Y paseamos, como las dos personas normales que somos.

Najat es una de esas mujeres valientes que podemos tener la suerte de encontrar cada día. Pertenece al afortunado 15% de mujeres económicamente independientes de Marruecos. Más allá de eso, es una mujer normal. No le gustan los políticos, no le gusta que se pongan a su lado para hacerse la foto y después desaparezcan, como esta mañana en la que paseamos. Y sobre todo, no le gusta que la traten como a alguien excepcional. «Yo sólo soy una mujer que ha podido hacer lo que quería, pero ellas, que llevan toda la vida hablando de las mujeres como yo… no entiendo por qué se sorprenden tanto». «Porque nunca han conocido a una» le contesto. «Entonces, ¿qué hacen cuando trabajan?»

Buena pregunta. Éste es el discurso de Occidente, lo que debe hacer el otro. Sin preguntarle, sin conocerle. «Saben sólo la teoría» me dice. La educación, como ella bien sabe, es muy importante. «Pero si sabes sólo la teoría, nunca sabrás cómo aplicarla». Junto al Maneken Pis, unos niños estudian con un profesor la historia de la famosa estatua belga. «Así es como tiene que ser, ellos estudian de dónde sale este niño y al mismo tiempo lo ven». Todo parece mucho más fácil a su lado.

Su madre no quería que emprendiera, su padre la apoyó hasta el final. «Parece mentira», cuenta, «ahora que he viajado a Europa ya no le parece tan mal». Su madre quería que se casara y tuviera hijos. «Pero yo no necesito hombres, ¿para qué, para convertirme en una inútil?». Es difícil tener que elegir entre el amor y el trabajo, pero está feliz de haber tenido al menos la oportunidad de poder elegir.

No le gustan los lujos, ni el dinero. «Me han ofrecido ir a Rumanía y a Bulgaria para asistir a los actos del Partido Socialista Europeo, porque ahora son las elecciones». Pero no quiere ir, «no quiero que me utilicen». No entiende por qué más fotos o dinero, si al final, nadie va a hacer nada para cambiar su situación y la de cientos de mujeres que como ella, luchan día a día en la vida real.

En la vida real, miles de mujeres se levantan cada día, lejos, muy lejos del Parlamento Europeo, luchan. «Parece una burbuja, viven allí, no saben nada del resto». No lleva ni dos días en Europa y tiene la mirada crítica de un ciudadano salido de una facultad de políticas.

«No son muy diferentes a los políticos marroquíes». Porque el mundo no es tan diferente de una punta a otra, como ella no es tan diferente de cualquier mujer de 36 años europea que tiene una pequeña empresa. Esto es lo bonito y lo triste.

¿Y cómo lo cambiamos? ¿qué solución tiene? «No hay solución, la única vía es ser valiente, creer en algo y llevarlo a cabo». Nada es nunca tan difícil, quizá muchas mujeres que se saben la teoría dentro de la Eurocámara deberían recordarlo y ponerla en práctica. Lejos de los focos.

ESPERANZA ESCRIBANO, Bruselas

@equilibrio_y_yo

Sáhara, hola y adiós

Por Cláudia Morán

Miles de saharauis, muchos de ellos niños, viven en campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) / Smaracastellon

Miles de saharauis, muchos de ellos niños, viven en campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) / Smaracastellon

Mientras me contaba cómo mataban a sus vecinos a tiros, Warda mantenía la vista fija en algún punto del horizonte. Imperceptible, invisible, como ellos, los saharauis. Sólo tenía nueve años y ya había visto la muerte pasar tan cerca. Su familia y vecinos daban una fiesta en sus haimas, en algún lugar a las afueras de Tinduf, en honor a unos invitados marroquíes que les habían ofrecido su amistad. Pensaron que no había nada más noble que un enemigo tendiéndoles la mano. Esa misma noche, muchos fueron asesinados por sus propios huéspedes y otros, como ella y su familia, lograron ponerse a salvo con la intervención del Frente Polisario. Viendo la cara, los gestos y las onomatopeyas con que Warda lo narraba –¡Ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-tá!– fue fácil saber que no se trataba del producto de la imaginación de una niña, sino de la más desgarradora realidad.

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Mujeres marroquíes: dos historias inspiradoras

A Najat Aziz le encanta estudiar: habla y escribe dos idiomas y se ha especializado en dos áreas de la educación, para enseñar a los niños de su pueblo. Educadora, idealista, emprendedora, mujer. Esta joven exprime el día hasta la última gota, desde actividades tempranas con sus alumnos del barrio hasta enseñar a otras mujeres.

Hasta aquí nada demasiado fuera de lo común, si no fuera por el hecho de que Najat forma parte del escaso 15% de mujeres que son población activa en las zonas rurales de Marruecos.

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