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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

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¿Un gran discurso (vacío)?

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El presidente Barack Obama repasa su discurso una última vez antes de comparecer ante el Congreso. Fotografía tomada por el fotógrado de la Casa Blanca Pete Souza.

Este martes Obama pronunció su quinto discurso sobre el estado de la Unión, que según indica la Constitución, debe hacer el presidente de Estados Unidos ante el Congreso periódicamente (normalmente una vez al año). En este acto, que sigue unos protocolos muy marcados, el presidente informa sobre la condición del estado de la nación, o sea que hace una especie de balance sobre el país y las políticas nacionales. Es la ocasión para que éste, aprovechando la importancia mediática del acto, subraye su agenda legislativa, para la que necesita el apoyo del Congreso, y sus prioridades tanto nacionales como en política exterior.

El caso es que en su discurso del martes, Obama dejó bien clara su actitud ante el Congreso: “Sea donde sea y en cualquier momento puedo dar pasos sin la ley para dar más oportunidades a más familias americanas, y eso es lo que haré”. Se refería a aprovecharse más de su poder ejecutivo y actuar por decreto aunque en gran medida necesitará el apoyo tanto del Senado como de la Cámara de Representantes. “Cuando el debate nos impide llevar a cabo las funciones más básicas de la democracia –cuando nuestras diferencias nos llevan a un cierre parcial del gobierno- entonces no estamos haciéndolo bien a los ojos del pueblo americano”, añadió.

Y es que en los últimos cinco años, y especialmente desde que en 2011 la Cámara de Representantes tiene mayoría republicana, la oposición del Congreso a las principales iniciativas legislativas de la Casa Blanca han entorpecido los planes de Obama. Algunos ejemplos que él mismo menciona en su discurso: la promesa de cerrar Guantánamo o la reforma migratoria que todavía convoca el sueño americano.

Que, por cierto, en el discurso, de una hora y pico, no faltan ni el toque de superioridad nacional ni la reproducción de estereotipos. Ahí van algunas de las frases que Obama suelta entre punto y punto: “Mis queridos americanos, ningún otro país en el mundo hace lo que nosotros hacemos.” “Michelle y yo queremos que todos los niños tengan las mismas oportunidades que este país nos dio”. “Después de cinco años de esfuerzo, Estados Unidos están mejor posicionados para el siglo XXI que ninguna otra nación en la tierra”. Y otras perlas de este tipo.

Bien, Obama también aprovechó para llevarse los méritos de la reforma sanitaria y sacarle brillo en un intento de hacer lucir una reforma compleja que se puso en marcha en 2013 con muchas dudas en el aire. Además, repasó otros logros (entendido como promesas cumplidas; no logros en sí) durante su presidencia, como la retirada de las tropas de Irak y poner fin a la guerra de Afganistán (las tropas se retirarán en 2014). Ahora quedan a su suerte. Eso sí, “America debe moverse de la ocupación permanente. Es por eso que he impuesto límites prudentes en el uso de drones”, dijo Obama el martes.

En el discurso no faltó tampoco una mención a la desigualdad: salarios estancados, dificultad para salir de la pobreza, paro. También hizo hincapié en la discriminación que sufren las mujeres americanas: “Las mujeres ganan 77 centavos por cada dólar que gana un hombre. En 2014 esto es una vergüenza”. Totalmente de acuerdo, claro está.

En política internacional, a la que dedicó poco rato de su discurso, pasó por encima temas como la guerra estancada en Siria, el conflicto árabe-israelí o las negociaciones con Irán entre otros. De Siria no añadió poco más que palabras vacías que se suman a la actitud de la comunidad internacional. Sobre el conflicto en Oriente Medio dijo: “Mientras hablamos, la diplomacia americana da soporte a israelíes y palestinos mientras entablan conversaciones difíciles pero necesarias para acabar con el conflicto; conseguir dignidad y un estado independiente para los palestinos, y paz duradera y seguridad para el Estado de Israel (ojo con la guinda del pastel!), un estado judío que sabe que America siempre estará a su lado.” Respecto a Irán, Obama está convencido que las negociaciones darán sus frutos y se podrá impedir que Irán obtenga el arma nuclear. Por otro lado, con Europa y Asia las relaciones van viento en popa según Obama y su (interés comercial común) amistad sigue por el buen camino.

A pesar de su habitual magnificencia al hablar y las buenas estrategias de sus asesores, que deciden llevar una decena de personas que ejemplifican “el buen ciudadano americano” para que sean el hilo de su discurso, sabemos lo que ha hecho y lo que no ha hecho Obama. Tomamos nota de lo que el presidente pretende hacer (ya veremos cómo): Guantánamo, subida de salarios, reforma migratoria, igualdad salarial para mujeres y hombres, crecimiento económico, fomentar el empleo, reforma energética, Irán, Siria…¿Habrá sido un gran discurso (vacío)? ¿Rescatará Obama su credibilidad perdida y su popularidad? ¡Dios bendiga a América!

BLANCA BLAY

@BlancaBlay

blanca.blay@gmail.com

Ese naranja butano que pesa sobre Obama

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Activistas de Amnistía Internacional piden el cierre de Guantánamo. Amnesty International USA

Pesa sobre él, sobre el país. Pesa como una losa. La prisión de Guantánamo es la piedra en el zapato de Obama y también de Estados Unidos. Cuando relevó a George Bush como presidente Obama heredó la guerra contra el terrorismo iniciada a raíz de los atentados del 11-S en 2001. Guantánamo pretendía ser eso: el símbolo de la guerra contra Al Qaeda, la fuerza de un país medida en rejas, el miedo encerrado entre paredes frías.

Lo sería costara la que costara, literalmente. Según calculan abogados a favor del cierre del centro de detención, mantenerlo abierto cuesta ni más ni menos que 2,7 millones de dólares (cerca de 2 millones de euros) al año por cada preso. Para Bush el precio más alto ya se había pagado. Así, el 11 de enero de 2002 los primeros detenidos empezaron a llegar a Guantánamo. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, era una demostración de poder.

Desde entonces, un máximo de 779 personas han estado en el centro de detención durante varios años. Ahora sólo quedan 155 presos, la mayoría de ellos provenientes del Yemen. Del total de 779 presos que han llegado a ver con sus propios ojos algo de lo que poco se sabe, sólo siete han sido condenados y sentenciados. ¡Siete! Otros nueve murieron en el centro y 615 han sido transferidos a países como Afganistán, Arabia Saudita o Pakistán (en la mayoría de casos, sus países de origen).

En los últimos doce años centenares de presos han llegado a la bahía de Cuba sin saber cuándo saldrían. Bush no quiso que su condición fuera de “prisioneros de guerra” así que el 7 de febrero de 2002 se determinó que los detenidos serían “enemigos combatientes en la guerra contra el terrorismo”. De este modo, quedaban fuera de la protección de las convenciones de Ginebra.

Con la llegada de Obama parecía que la suerte de esos presos iba a cambiar. En 2009 el presidente ordenó el cierre de Guantánamo en un año, una de sus principales promesas electorales. «Pretendemos ganar esta pelea. Vamos a ganarla en nuestros términos» dijo Obama tras firmar los decretos. Su decisión permitió a muchos acusarle de blando en la guerra contra el terrorismo. Pero su inacción ha sido mucho peor, empezando por la huelga de hambre que iniciaron un buen número de presos, siendo alimentados de manera forzosa.

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, que fue de las primeras en recibir con una sonrisa la noticia del cierre del centro de detención, denunció en 2012 que “las instalaciones sigue existiendo y hay individuos que siguen detenidos de manera arbitraria e indefinida». Estamos ya en 2014 y sigue igual. El tiempo corre y con él la indignación y la vergüenza del país aumenta. Guantánamo fue un error que debe enmendarse y terminar. Los informes sobre métodos de tortura para llevar a cabo interrogaciones, el limbo legal, los papeles de Wikileaks. Ese color naranja butano que visten los prisioneros ha quedado en nuestra memoria. Irak, Afganistán. Es el turno de Guantánamo.

BLANCA BLAY

@Blancablay

blanca.blay@gmail.com

«Nosotros somos los Estados Unidos de América»

ImagenHace unos días el periodista Carlos Elordi escribía en eldiario.es un artículo bajo el titular Qué difícil es opinar sobre Siria…Lo cierto es que desde que empezó el conflicto a principios de 2011 la complejidad de su forma y los intereses de los países vecinos y las potencias occidentales han enturbiado cualquier información e intención y dificultado que nos formemos nuestra propia opinión. Lo único seguro que sabemos son los hechos y los números, la frialdad de la estadística, el poco margen de error. Más de 100.000 muertos, 2 millones de refugiados, 4,25 millones de refugiados internos. Y los últimos datos: más de 1.000 muertos tras el ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto.

Hasta ahora la llamada comunidad internacional ha fracasado en sus varios intentos de poner fin a la guerra civil mediante un hipotético proceso de paz. Mientras, sin embargo, cada país ha hecho sus pinitos. Rusia ha armado el régimen de Bachar el Asad y Estados Unidos ha participado junto con otros países a reforzar los rebeldes. La Unión Europea, como de costumbre, no se decidió a hacer algo hasta hace unos meses, cuando terminó el plazo que había establecido para el embargo de armas, hecho que dio luz verde a aquellos países que querían armar los rebeldes, como es por ejemplo el caso de Francia.

Ahora, tras el desastre humano que tuvo lugar hace unos días debido al uso de gas sarín, la suerte (o desgracia) de la guerra en Siria puede cambiar. Si bien, como era de esperar, Obama no logró convencer a Putin en la última reunión del G-20 en San Petesburgo de la necesidad de actuar, está decidido a seguir adelante. Su campaña a favor de una intervención de corta durada (60 días) y sin botas americanas sobre el terreno (así disminuye el riesgo de volver con cadáveres estadounidenses) ya está en marcha y por ahora parece no importarle para nada la reacción de Rusia.

Para conseguir que el Congreso apruebe la resolución sobre una intervención en Siria, Obama empezó sumando adeptos en la reunión del G-20 y volvió de San Petesburgo con el respaldo claro de Francia y el soporte ambiguo de otros países, como España. Ahora su objetivo es convencer los indecisos en el Congreso y para ello el Ejecutivo recurrió a la difusión de trece vídeos que contienen duras imágenes de las víctimas después del ataque químico.

También dedicó su discurso semanal a defender una acción militar limitada en el país árabe. En el discurso no falta, como es habitual, la dosis de americanismo necesario: “Sé que el pueblo estadounidense está cansado después de una década de guerra, incluso ahora que la guerra en Irak ha terminado, y la guerra en Afganistán está terminando. Es por eso que no estamos poniendo nuestras tropas en medio de la guerra de otro. Pero nosotros somos los Estados Unidos de América. No podemos hacer la vista gorda a las imágenes como las que hemos visto fuera de Siria.”

Ahí está: “nosotros somos los Estados Unidos de América”. Y nosotros, y yo, ¿que soy? Yo tampoco puedo hacer la vista gorda a esas imágenes, ni a los más de 100.000 muertos, ni a los que cada día intentan huir del país con la esperanza de sobrevivir. Yo no sé que es lo que debe hacerse al respecto pero rechazo la inacción sólo por seguir un discurso anti-imperialista, como se limitan a hacer algunos. Del mismo modo, rechazo la inacción de la Unión Europea como tal, que todavía cree que “sólo una solución política dará lugar a una Siria unida y democrática” y que sólo así se puede “poner fin al horrible derramamiento de sangre, graves violaciones de los derechos humanos y la destrucción de gran alcance”, como dijo la Alta Representante para la UE, Catherine Ashton, el pasado 7 de Septiembre en un intento de esconder la disparidad de opiniones de los 28 estados miembros de la UE.

De todos los caminos posibles ya sabemos que todos son malos y también sabemos que quizás el camino más correcto -que sería una actuación en bloque de la comunidad internacional con el respaldo de Naciones Unidas- es inexistente debido al veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad. Visto este panorama y con muchas líneas rojas cruzadas en Siria (no sólo el uso de armas químicas como dijo EUA) la responsabilidad del resto de países quizás debería ser la de examinar cuál es la opción menos mala a corto y a largo plazo, no sólo teniendo en cuenta sus intereses sino prestando especial atención a las consecuencias para el pueblo sirio.

La comunidad internacional no puede seguir callada ni de brazos cruzados, debatiendo en reuniones cada equis meses qué debería hacerse. Tampoco pueden Francia o EUA embarcarse en una intervención de la que no se conozcan los detalles o de la que no se sepa cómo servirá para evitar que se repita un ataque con armas químicas y disuadir el régimen (y de paso, países como Irán) de su uso. Todas las preguntas deben tener respuesta antes del mínimo gesto. Es una lástima que seamos incapaces de hablar como Nosotros, las Naciones Unidas y que acaben pesando más los intereses nacionales que la moralidad y los derechos humanos.

BLANCA BLAY

blanca.blay@gmail.com

Respecto la intervención en Siria, desde GS recomendamos este artículo del periodista Jordi Pérez Colomé: “ Escoge tu aventura en Siria”.