Por Tom
El 8 de octubre salió el nuevo informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change/Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).
Los autores del transcendental informe aseguran que cambios urgentes y sin precedentes serán necesarios para llegar a la meta de 1,5 grados centígrados de aumento de la temperatura. Dicen también que esa meta es viable y económicamente asequible, aunque se encuentra en el extremo más ambicioso de los acuerdos del Acuerdo de París.
Los líderes científicos han dicho que nos queda una docena de años para que el calentamiento global sea restringido a 1,5 grados centígrados. Más allá de esta cifra, incluso un medio grado causará un empeoramiento significante del riesgo de sequía, inundación, calor extremo, y pobreza para millones de personas.
Pero…¿esto no pasó ya?
El número de muertos en España entre 1995 y 2005 provocado por catástrofes naturales fue 1.215. Entre 2000 y 2009 más de 13.000 personas fallecieron como consecuencia de olas de calor. En los últimos años ha habido incendios por todos lados, y no simplemente más, sino también más grandes, quemando un área más amplia.
En 2005 hubo una sequía en España que produjo una reducción del rendimiento total de cereales en la UE en un 10%. El Ciclón Klaus en 2009 causó la muerte de 12 personas y desembolsó 541 millones de euros en indemnizaciones.
En 2010 El Ciclón Xynthia provocó un paro 61 millones. En 2012 una tempestad costó 214 millones en indemnizaciones. En 2016 lluvias fuertes provocaron pérdidas de 94,8 millones…la lista es interminable.
En el Reino Unido es bastante igual, aunque cambiamos las olas de calor por lluvias e inundaciones. Aun así una ola de calor en Reino Unido es bastante inusual, y por lo tanto, no estamos nada preparados.
De hecho, este año hubo una ola de calor, menos fuerte, pero aun así provocó varios casos de golpe de calor. Una amiga mía española estuvo ingresada brevemente precisamente por ese motivo, al preguntarle como es posible, me dijo “es que no hay aire acondicionado en ningún lado, y es insufrible.”
Pero hay un problema aun más grande. Nosotros, la gente, personas, seres humanos, solemos pensar en nuestro alrededor, lo que vemos, lo que experimentamos, lo de que nos informan los medios. El problema del calentamiento global no es local, lo dice allí en el nombre. Es global. Lo que hacemos afecta a todos, y lo que hacen ellos nos afecta a nosotros.
Sin embargo, de momento, participamos como países individuales. Bueno, o no participamos -gracias Rusia-, y si el diablo naranja se sale con la suya los EE UU se retirarán.
Si no hacemos lo suficiente, la lista de consecuencias negativas es muy entretenida: más sequías (Murcia, Alicante, Almería, Navarro y Aragón se ven afectados y corren más riesgo), incendios, inundaciones sobre todo por zonas de costa (Londres por ejemplo está en peligro ya que la Thames Barrier o barrera del Támesis no vale), tempestades, acidificación de los océanos (que causará reacciones adversas para una gran mayoría de las especies que los habitan), elevación del nivel del mar (se perderá tierra, se exacerbarán los inundaciones en la costa, y el coral morirá porque su tolerancia de profundidad es muy estrecha y se verán efectos colaterales en la vida marina), etcétera, etcétera, etcétera.
Los efectos primarios son bastante obvios, pero también habrá efectos secundarios y terciarios. La migración cambiará, enfermedades proliferarán en zonas en las que antes no existían, habrá menos seguridad en cuanto la comida, se verán saqueados los recursos de agua, la economía cambiará, se generarán conflictos. Y todos estos efectos afectarán a los demás, exacerbándose entre ellos.
Hay esperanza.
Empresas como IKEA y Telefónica presionaron el gobierno para que pasara nuevas leyes con el fin de cumplir con el Acuerdo de París. En 2015 Mariano Rajoy dijo que legislación debería de redactarse durante su mandato. Esto es profundamente necesario teniendo en cuenta que el pronóstico de las emisiones en 2040 dice que España está en camino a producir 18 millones de toneladas de emisiones más que en 2015.
La Isla de Hierro ya casi genera todo la electricidad que necesita con fuentes renovables.
La declaración vasca en 2016 es un documento que explica como ciudades pueden transformarse para ser más sostenibles.
Londres y Edimburgo se encuentran en los Top 10 de las ciudades sostenibles.
Pero para mí todo esto me queda muy grande. ¿Cómo voy yo a salvar el mundo?
La gente, tanto en España como en Reino Unido, se preocupa mucho por el cambio climático. Al preguntarles cómo es de importante, te responden que mucho. Aun así, mi impresión es que todos tenemos la idea de que el calentamiento global afectará al planeta y no a nosotros… No será así.
Hay que actuar, hay que hacer el esfuerzo porque nadie lo va a hacer por ti. Sea cual sea la parte individual que podamos hacer: compartir coche yendo al trabajo, reciclar más, comer menos carne, plantar arbolitos el fin de semana, donar cuatro euros a donde sea.
Os invito a informaros; hay cuarenta mil maneras de hacer algo para la causa, y no todas son tan fastidiosas (aunque necesarias) como separar la basura y tirar una parte en un cubo y el resto en otro.
Y termino con la respuesta que me ha dado el Gabinete Técnico de la alcaldía de Carmena:
Muchas gracias por tu escrito en el que expones un problema del que somos muy conscientes en el Ayuntamiento de Madrid. Por supuesto que nos preocupa el cambio climático, no solo en un nivel abstracto sino porque las grandes ciudades son un elemento clave en las estrategias para enfrentarlo: son responsables de un porcentaje alto de las emisiones de los gases de efecto invernadero y sus habitantes están expuestos de una manera más evidente a sus efectos.
En la web municipal contamos con una página dedicada a este asunto. También te puede interesar la información sobre el nuevo Protocolo anticontaminación.
Gracias de nuevo por haberte dirigido a la Alcaldesa de Madrid. Confiamos en que, con las aportaciones de todos, contribuyamos a paliar este grave problema.