Por Tom.
Las elecciones generales en el Reino Unido y aquí en España se celebrarán respectivamente en junio y abril ( elecciones relámpago en los dos casos), suelen ser una oportunidad para lamentar la situación con cerveza en pubs y bares a lo largo de los dos reinos.
En el Reino Unido hay 650 electores a lo largo y ancho de los tres países y cuarto que forman parte de Gran Bretaña. Todos tienen un número similar de votantes, y tienen un representante en la cámara de los comunes. Un voto por tu representante favorito constituye automáticamente un voto para el partido que representa. El contrario de España, donde votas por partido y automáticamente queda elegido un representante.
No sé cuál es mejor… votar por una persona que te guste pero que a lo mejor su partido no está completamente alineado con tus ideales, o votar por un partido y que luego tengas un representante imbécil.
En el Reino Unido no todos los partidos tienen representantes en todos los electores, así que la gente está obligada a votar por alguno de los representantes que haya.
El que consiga más votos gana.
Para ganar las elecciones, el partido debe de tener una mayoría absoluta de todos los representantes/electores; es decir la mitad de los 650 electores. Si no hay mayoría, el partido que tenga mayoría no absoluta busca cómo loco otros partidos con los cuales formar alianzas y nace una coalición. Suele ser una chapuza enorme, como por ejemplo en el caso de las últimas elecciones en el Reino Unido cuando la más estimada Theresa May se encontró obligada a formar una coalición con los del Democratic Unionist Party (DUP) de Irlanda del norte.
La coalición siempre da miedo y trepidación a la hora de elegir a los aliados de los posibles cuatro años que estarás en el poder. En el caso actualmente del Reino Unido lo escondes. Es como el amigo con el que te reúnes en secreto en bares oscuros donde no estarían tus otros amigos y cuando tu madre te pregunta si sigues viéndote con él le dices que no, que le borraste del Facebook y no le has visto en un año.
A la hora de votar, la situación es bastante similar en nuestros dos países. Hay dos partidos principales de toda la vida; uno de centro-derechas otro de centro-izquierdas. Son los dos constantes y alrededor de ellos se ha creado un sistema bipartidista.
Sin embargo, últimamente, el sistema se ha revuelto con la adición de otros partidos que están agitando el estofado. Ahora en el Reino Unido tenemos a los de Liberal Democrats que son proeuropeos de izquierdas y han disfrutado de una coalición con los conservadores en una ocasión. De repente tenemos, también, a un grupo completamente nuevo – Independent Group (I.G. Que guay el nombre, ¿verdad?), que se ha formado en respuesta al antisemitismo en el Partido Laborista y el descontento general con el Señor Corbyn.
Hemos fracasado desastrosamente en el Reino Unido y el resultado se ve claramente, a un solo mes del ‘ brexit’ y con los políticos metiéndose unos con otros, criticándose en cada oportunidad y generalmente corriendo por todos lados como una gallina sin cabeza.
¿Seremos capaces de arreglarlo en las próximas elecciones generales en un país y en otro? No soy yo demasiado optimista.