Por Vicky,
«Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada más que el viaje que estás tomando»’, decía Arthur Conan Doyle en Sherlock Holmes. Entiendo que al circular en bici a finales del siglo XIX no corría los mismos riesgos que hoy en día. Si así fuera, probablemente la célebre frase del autor escocés se extendería un poco más para advertir de los coches y elegir las rutas correctas.
Con la llegada de las altas temperaturas y del tiempo casi primaveral, me ha dado ganas de cambiar metro por bici y moverme así para ir al trabajo. Me desilusioné muy rápido al recordar que en mi trayecto se entrometen grandes y muy concurridas carreteras, como la M-30. Imposible, pensé.
A pesar de que en los últimos años ha aumentado la popularidad de este medio de transporte, sobre todo en el ámbito urbano, se sigue considerando uno de los más vulnerables de la carretera. Y es una pena que se coja tanto miedo a la bicicleta, ya que no es un medio peligroso en sí sino que las carreteras no están diseñadas para que los vehículos a motor y los ciclistas convivan.
Las dificultades a las que se enfrentan los usuarios de bicicletas se dividen principalmente en dos categorías: por una parte, el mal mantenimiento de las carreteras y, por otra, que ni siquiera se les tiene en consideración en las renovadas. El desconocimiento de las normas de seguridad vial se perfila como otro de los problemas asociados. Según el Barómetro de la Bicicleta del año 2017, seis de cada diez españoles «no conoce la normativa sobre circulación de bicicletas en su municipio, incluidos cuatro de cada diez usuarios».
Todo eso obliga a los ciclistas prepararse bien antes de salir de casa y hacer el doble de esfuerzo que la gente que coge el coche. Al final, son ellos los que tienen que vigilar en todo momento la distancia mínima que deben dejar o directamente buscar en Internet las vías más seguras y evitar la improvisación frente a la duda. Según el mismo barómetro consultado, nueve de cada diez ciclistas realizan esta tarea y respetan la normativa.
Por otra parte, un informe elaborado por la OCU indica que la ciudad preferida de los españoles es Sevilla -la sexta mejor ciudad a nivel mundial- y la que menos, Madrid. Este dato me dio cierto alivio, ya que pensaba que era la única que se obsesionaba tanto con lo que me podría pasar en la carretera. Las vías ciclistas, los soportes aparcabicis, las facilidades en el tranporte público o la disponibilidad de servicios de alquiler son aspectos clave que hacen elegir este medio o descartar esta opción por completo. Los madrileños, desde luego, no parecen satisfechos con las facilidades que se les ofrece en este sentido y las ven insuficientes.
Reflexionando al respecto, me doy cuenta de que quizás tenemos como asignatura pendiente la.. no sé si llamarlo sensibilidad, empatía o cultura acerca del ciclismo. En Grecia, por ejemplo, la situación es similar aunque con matices. Sus infraestructuras son peores y la seguridad vial entre vehículos de cualquier tipo y peatones ha sido siempre pésima. Sin embargo, aquellos que empiezan a lucir sus bicis en zonas céntricas y con tráfico lo hacen por concienciación. Varias organizaciones e incluso la prensa griega anima a la población a usar la bicicleta para las distancias pequeñas y así demostrar su compromiso con el medio ambiente. Es decir, no como una opción para pasar tarde o el fin de semana de una manera diferente y más agradable.
Hace dos años me llamó la atención el enunciado de un póster pegado en una columna de un barrio céntrico de Atenas: ‘’¿Sabías que… si se forma una cola de 100 bicicletas en una carretera, aunque no exista la infraestructura de un carril bici, se tiene que respetar por los conductores como tal y que las autoridades deben promover el proyecto de su construcción?’’. En aquel entonces no utilizaba la bici y esta voluntad tan cercana y considerada me hizo querer retomar el hábito y ayudar para que se aplique el respeto y la circulación ecológica en mi ciudad. Definitivamente, creo que se dan mejores resultados tirando por la cultura…