Por Vicky
Las universidades son lugares de aprendizaje, reflexión y libertad. Inicialmente estaban ubicadas lejos de los centros para que nada interfiera en ese enriquecimiento de saberes y creatividad.
En España, y tras el fin del franquismo, se decidió que esa autonomía universitaria debería estar protegida por la ley. Las censuras en las bibliotecas y en las distintas materias no iban acorde con los principios de un régimen democrático. Desde entonces la fuerza política no puede ingresar en las instituciones universitarias nacionales si no media orden escrita previa y fundada de juez competente o solicitud expresa de la autoridad universitaria, legítimamente constituida.
Pero, ¿cuánta verdad hay en el asilo universitario y a quién lo protege?
El refugio universitario fue inventado por el sistema de educación griego. Los más mayores recuerdan que, en realidad, siempre ha existido aunque no de manera explícita. En una reforma constitucional se introdujeron varias leyes como esta, solo para que se aclararan dudas sobre los límites de los ciudadanos en cada contexto. Se ha recogido que la Policía podría entrar en las instituciones educativas en el caso de delitos “contra la vida”, tales como el asesinato o el aborto.
El 62% de los universitarios en España ha sido víctima de violencia de género o conoce a alguien que lo ha sufrido. Aún más altas son las cifras de los alumnos que no saben detectar la gravedad de este tipo de situaciones. Los límites entre la “gracia”, el acoso y la violencia (física o psicológica) los dejan perplejos. La ley del silencio sobre este tema es más tenaz en las universidades que en otros contextos sociales.
El abanico de violencia es amplio. Desde la humillación y el bullying a la agresión física. Un suceso que tuvo lugar en la Universidad de Atenas a principios de esta semana es un muy buen ejemplo para dar a entender a esta ley un tanto distópica. Se produjo un robo en la oficina de un profesor por la tarde-noche. El docente se encontraba en su despacho y evidenció cómo el ladrón estaba llevando objetos valiosos. No podía llamar a la policía porque esta no podría entrar, al menos no después del robo y no sin el orden de un catedrático.
Otro caso, en modo de cotilleo entre estudiantes que no consiguió llegar más allá de las aulas fue el de una alumna suspendida. En la tutoría con el profesor se presentó junto a su novio, quien defendía a su pareja a base de amenazas. El profesor finalmente cedió y aprobó a la alumna.
Entonces, ¿cuál es la protección que ofrece esta ley? De vez en cuando nos llegan noticias de otros países que como España o Grecia también abarcan esta ley.
Estados Unidos tiene una larga “tradición” de agresiones y violaciones en las residencias universitarias. De hecho, no se consideran los alojamientos más seguros para los estudiantes, ya que es fácil alcanzar la “entrada libre”, introducir alcohol o drogas. Además, esta mezcla suele reinar en las fiestas estudiantiles.
Y ahí queda repleta la contradicción: no se denuncia por miedo a las represalias, no se denuncia por desconocimiento de los derechos que uno tiene en las facultades, no se denuncia porque no va ha haber solución/justicia a tiempo… no se denuncia casi nunca. La ley del asilo universitario es la que protege el desorden y conserva la jungla humana.