Por Vicky
El tema de los Derechos Humanos dentro de la Unión Europea ha ocupado muchos titulares últimamente. Hace unas semanas el Parlamento Europeo decidió sancionar a Hungría por llevar años negándose acoger a refugiados, trabando a la libertad de prensa y obstaculizando la operación de varios organismos internacionales. Ayer un informe elaborado por la Eurocámara instó, entre otras cosas, la mejora del sistema de protección de derechos humanos en Colombia y Perú.
Brecha salarial, pobreza infantil, inmigración, aborto… son solo algunos de los debates abiertos que se acogen al término Derechos Humanos. Activistas y ONGs dan una lucha colosal para conseguir una solución adecuada para todos y erradicar los tabúes. Uno de estos es el matrimonio homosexual, que sigue tentando la opinión pública de muchos países miembros.
Para algunos es un derecho fundamental reconocido hace tiempo y plenamente aceptado por la sociedad, pero para otros no. Rumanía dio un paso tímido llamando a su pueblo a votar en un referéndum que pretendía vetar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Solo un 20,41% acudió a las urnas para votar a favor, muy lejos del mínimo del 30% que se requería para validar la prohibición de la unión entre homosexuales.
Estos momentos históricos que vivió Rumanía me recordaron un caso griego que tuvo mucho revuelo en su día y, aunque muchos ya ni se acuerdan de ello, sigue abierto.
El verano del 2008 se celebró en el Ayuntamiento de la isla Tilos el primer y único matrimonio gay. El alcalde aludió a que en la Constitución helena no prohíbe de manera explícita la unión entre dos personas del mismo género.
Muchas parejas se animaron y pronto solicitaron casarse en más ayuntamientos de toda Grecia, algo que las autoridades y la Iglesia Ortodoxa rechazaron por ser ilegal y contra natura. Se realizaron muchas propagandas de sabotaje, investigaciones legales y finalmente un par de juicios hasta que, por satisfacción del Gobierno y de la Iglesia, se logró la anulación de su boda.
Los dos hombres tuvieron que recurrir al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, no para exigir la legalización de las bodas entre homosexuales en Grecia, sino para que al menos se les reconociese solamente su matrimonio como un caso excepcional.
Nueve años después y tras largos procesos legales, Europa y Grecia coincidieron en que no se admiten excepciones. Su boda fue anulada y ninguna pareja homosexual puede casarse actualmente. Lo único que se les reconoce es el pacto civil de solidaridad, una ley aprobada por el gobierno de Syriza en 2015. Según esta ley, tampoco se permiten la adopción y la adquisición de la nacionalidad por la pareja, la custodia de los hijos de esta o el cobre de la pensión o herencia de la pareja fallecida.
Me alegra tener la oportunidad de escribir sobre este episodio y sacar esta noticia del archivo, ya que por lo visto queda un camino muy largo hasta que Europa adopte leyes realmente democráticas y universales para sus miembros y que la existencia igualitaria nunca sea un privilegio ni un «contra natura».
sólo es otro ejemplo mas de como las ideas retrogradas y la INTOLERANCIA de las religiones muchas veces provocan que las cosas vayan a peor
11 octubre 2018 | 3:28 pm