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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Intoxicarse a base de desintoxicarse (y morir) o el ir a por lana y salir trasquilado

Botella de agua y vasoDos de las modas dietéticas que más fuerte han pegado este año, y siguen haciéndolo, son la de los zumitos de frutas/hortalizas y la de la desitoxicación. La segunda como concepto genérico y la primera frecuentemente argumentada en base a esa búsqueda de “depuración” o “desintoxicación”. Tal es así, que en lo que respecta a un servidor y de la mano de otros compañeros en este año que ya llevamos finiquitado he atendido varias peticiones de artículos o entrevistas en las que se cuestionaban estas modas. Tienes aquí algunas muestras en El País semanal, para el suplemento “Buena Vida”, para el blog Comparte mi moda, etcétera, al tiempo que en este blog también hice mi aportación al respecto en la entrada Dietas depurativas: tan abundantes como absurdas.

Como decía la cuestión desintoxicante nos está intoxicando. Lo hace porque se saca de contexto el concepto de “dieta depurativa o desintoxicante”, un elemento que ni tan siquiera tiene un reconocimiento en el terreno de la medicina y dietética “como Dios manda”. En sentido contrario, se trata de poner en alza un concepto molón, que transmite una especie de tranquilidad espiritual a aquellos que con más ganas que puntería tratan de purgar sus pecados dietéticos en el contexto irreal de una fisiología demasiado mecanicista con un nulo respaldo científico.

Sea como fuere es cuestión de modas y siendo así la conducta poblacional adquiere una actitud de brazos caídos ante la que ningún argumento lógico suele servir, por racional que este sea. No obstante y haciendo buena la práctica de la DGT a la hora de dirigir campañas de seguridad vial centrándose en el mensaje escabroso (ya sabes, con imágenes de accidentes, escenas de dolor, etcétera) voy a ver si el caso real que hoy traigo hasta el blog le sirve a alguien para tentarse la ropa. Ya que con argumentos no se logra demasiado, veremos si las experiencias reales son capaces de reconducir conductas absurdas y como ahora veremos incluso peligrosas cuando se llevan al extremo.

Me refiero a esta noticia de hace ya unos años: mujer de 52 años que fallece tras iniciar un régimen desintoxicante y fallece por intoxicarse con agua. Y no, el agua no estaba contaminada, la señora se intoxica y muere en gran parte debido a la ingente cantidad de agua que ingirió en un breve lapso de tiempo con el fin de depurarse. Supongo que en cierta medida sus condiciones personales también determinaron el fatal desenlace.

El mecanismo fisiológico es sencillo de comprender: una excesiva ingesta de agua, conduce a una dilución especialmente baja de sodio en la sangre (hiponatremia) y de otros solutos, que a su vez conducen a diversas complicaciones fisiológicas: edema cerebral, fallo renal, cardiaco, etcétera que en ocasiones, cuando la “intoxicación desintoxicante” es suficientemente importante o prolongada en el tiempo puede provocar la muerte del individuo.

Este ejemplo no es el único, hay muchos otros casos conocidos de intoxicación por la alta ingesta de agua, sea por el motivo que esta se haya producido. Depurarse es el caso de hoy, pero hay quien también lo ha hecho por ganar una apuesta (a ver quién bebe más cantidad de agua) en el transcurso de pruebas deportivas, etcétera (se relatan varios ejemplos de estos casos en este enlace)

Así pues, dejando dos telegráficos mensajes como ítems para llevarse a casa, recuerda:

  • Las conocidas popularmente como estrategias desintoxicantes carecen, en el plano dietético, de respaldo científico y además pueden ser perjudiciales para la salud.
  • La sed ha de ser el mejor motor para la ingesta de líquidos salvo en algunos casos excepcionales en los que se ha de invitar a beber a pesar de, o bien no tener sed (caso relativamente frecuente entre la población de edad avanzada que puede tener “estropeado” el mecanismo de la sed) o bien no manifestar querer beber (caso de los bebés que aún no hablan y que por tanto no pueden pedir beber; en estos casos basta con dejar a su alcance una fuente de hidratación adecuada –el típico beberito-)

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Nota: quiero agradecer a la Dra. Valdez (@tu_endocrino) su aportación para esta entrada

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Imagen: khunaspix vía freedigitalphotos.net

Con la muerte de una familia, pocas «bromas»

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

¿Por qué la verdad no es noticia y sí las elucubraciones? Me refiero a la muerte de aquella familia sevillana hace apenas un mes y sobre la que tantas tonterías precipitadas se dijeron en infinidad de titulares. Sin embargo, a día de hoy, cuando las cosas empiezan a estar más claras fruto de las investigaciones correspondientes y resulta que lo acontecido poco o nada tiene que ver con las iniciales “sospechas”, no hay grandes titulares, solo pequeñas reseñas. La verdad ha dejado de ser noticia aun cuando el hecho original sí lo fue.

Como digo, hoy 17 de enero cuando escribo estas líneas, el tema está bastante perfilado en torno a las verdaderas causas de aquellos fallecimientos: un posible envenenamiento con un plaguicida de uso industrial (no alimentario), más en concreto algún compuesto con base en hidrógeno fosforado. No es lo mismo un envenenamiento que una intoxicación alimentaria. Si recordamos un poco lo acontecido, la familia en cuestión habría fallecido, con muy pocas dudas a tenor de las noticias del momento por una intoxicación alimentaria. A partir de ahí se dio rienda suelta a la imaginación y lo que es peor, se sacó a relucir el dedo acusador apuntando, eso sí, en plan “ventilador y mierda”. Es decir, a todo lo que se moviera y también a lo estático. A todo.

Se dijo que la familia habría consumido alimentos en mal estado y para ello se apuntó con el famoso ventilador y se puso en tela de juicio la seguridad de la cadena alimentaria, una especulación a la que se dio categoría de verdad. Se dijo también que, habida cuenta de la precaria situación económica de la familia, esta habría adquirido alimentos ya caducados, puestos a su disposición y, de ser así, de forma contraria a la normativa. Otra especulación. Se afirmó incluso que la poco entonces supuesta y sí segura intoxicación alimentaria habría podido ocurrir por haber comido alimentos rescatados de entre los contenedores de basura; algo que se terminó por desmentir. En definitiva, se especuló con muchas cosas, con muchas tonterías y, lo que es peor se les dio a esas sospechas el cariz de verdad de forma muy precipitada. Ese dedo-ventilador acusador también se dirigió hacia los servicios sanitarios que los trataron cuando aun los miembros de la familia estaban con vida. No seré yo quien entre a valorar cómo lo hicieron, pero desde luego el considerar a los pacientes víctimas in situ de un envenenamiento, no es ni de lejos una posibilidad inmediata a tenor de las circunstancias y la sintomatología que presentaban.

Los motivos de la entrada de hoy son tres: el primero, poner en alza la seguridad de la cadena alimentaria. El grado de seguridad del que hoy disfrutamos lo tildaría yo de excelente e inimaginable solo unos pocos años atrás. Que es mejorable, pues seguro que sí; pero el ponerla en tela de juicio así, de primeras, no me parece correcto.

El segundo motivo no es otro que poner de relieve este desafortunado contexto informativo en el que frecuentemente nos hallamos. No me molestan en exceso los iniciales titulares exagerados, precipitados y especulativos. Me molesta más que hoy, después de toda la repercusión que tuvo el tema en su día, cuando se empiezan a aclarar las verdaderas causas, estas pasen de puntillas por los medios de comunicación. Ya no se abren los informativos con esta, al parecer, no-noticia.

Y el último motivo es que, ya que aparentemente no lo hace nadie, tratar de lavar en cierta la imagen de una familia al respecto de sus circunstancias y estilo de vida. Una familia a la que no conozco pero sobre la que se han dicho muchas cosas, no precisamente bonitas, no precisamente ciertas y que por razones obvias se merece todo el respeto. En especial, por el respeto que se le debería guardar a la hija de 13 años que afortunadamente sigue con vida.

Sobre el cómo pudo producirse el envenenamiento, si fue un accidente o si no lo fue todavía está por esclarecerse. Y eso ya es algo que no se abordará en este blog.

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A colación de la noticia original, el día 16, cuando la “hipótesis” alimentaria era tesis probable entre la opinión pública participé con Luis Herrero (@encasadeherrero) en el programa “En casa de Herrero” en ella ya doy muestra desde el principio de las cautelas que debían tomarse en este tema y aventuro como causa más probable, y desde mi punto de vista, el envenenamiento. Puedes escucharla a partir del minuto 07:20

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Nota: Quiero agradecer a «gominolas de petroleo» (@gominolasdpetro) su interés y la información aportada para esta entrada.