El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Su hijo es normal? ¡Estigmatícelo, por Dios, y hágalo verdaderamente normal!

¿Tiene un hijo absolutamente normal y siente que la publicidad de no importa qué zarandaja no se le puede aplicar?

¿Acaso su hijo no se siente desplazado, humillado o estigmatizado por causa alguna? ¿Es tan normal su hijo… que deja de ser normal?

¿Es posible que usted como padre o madre no tenga motivo alguno para sentir una lastimera preocupación por su hijo? ¿Se siente un mal padre por ello?

No desespere… ni se preocupe… nosotros, la industria alimentaria en estrecha colaboración con el sector publicitario encontraremos un elemento para estigmatizar a su hijo, hacerlo sentir diferente y abatido… para, acto seguido, ofrecerle nuestra solución y así su hijo pueda ser un niño anormal, pero siendo normal al mismo tiempo. Usted, por su parte, tras mostrarse realmente abatido por la amarga realidad de su hijo causada por su explícita infelicidad, podrá volver a recobrar la jovialidad de verlo disfrutar de su nueva y estigmatizada normalidad.

Surrealista

Posiblemente estas palabras absolutamente inventadas por mi parte te parezcan exageradas, pero un somero análisis de las actuales circunstancias te servirá para coincidir conmigo y caer en la cuenta que, en realidad, es la estrategia que siguen no pocas empresas del sector alimentario o, peor aún y como veremos, algunas campañas de “prevención” de la obesidad infantil de los último años. En mi opinión, los anteriores reclamos fruto de mi invención se podrían atribuir al Ministerio de la Verdad de la conocida novela 1984 (George Orwell); no obstante es lo que parece que está pasando. Voy con los ejemplos para que me entiendas.

Si eres celiaco te sentirás abatido y si eres la madre, infeliz

El primer caso que te traigo es el de la campaña de la cadena McDonalds para dar a conocer que desde 2011 disponen de su conocido HappyMeal con pan para celiacos. Ojo, que no me parece mal la oferta, la posibilidad… si alguien quiere llevar a sus hijos a este tipo de establecimientos (allá cada cual) que el hecho de ser celiaco no sea un impedimento. Ahora bien, sí que me parece mal la forma de poner en valor esta posibilidad. Puedes ver el vídeo a continuación o en este enlace

¿No te parece llamativo nada? Bueno, a continuación te dejo el escrito que remitió una madre de un niño celiaco a la multinacional en España para que valores sus motivos:

Pues hoy me toca a mí dar la chapa… A ver si soy capaz de expresarme de forma breve y concisa (imposible, me conozco). Pongo en contexto y en orden cronológico: soy mujer (ya con una edad) publicista y madre de un niño que padece enfermedad celiaca. En las últimas semanas he tenido la desgracia de ser parte de la audiencia que ha sufrido el anuncio de McDonald’s destinado a niños como mi hijo. Y a partir de este párrafo empieza la chicha… Sin acritud ninguna y solo por tranquilizar mi conciencia, necesito manifestar mi opinión acerca de éste horror televisivo y agradezco la difusión para tratar de llegar a fulanito que conoce a menganito de tal o cual agencia, responsable (junto con el anunciante, por supuesto) de semejante bazofia. Los padres de niños con ciertas «diferencias» nos esforzamos cada día por tratar de normalizar su situación y darle la importancia que tiene, NINGUNA. Los que somos padres, sabemos lo importante que es la integración de nuestros hijos en un entorno en el que se sientan felices, confiados y queridos (no necesariamente en este orden) y tratamos de darles las herramientas necesarias para que esto ocurra. Con cortocircuitos como éste, tenemos que aprender a vivir, pero no sin tratar de haceros entender, a vosotros «gente normal» que nuestros hijos, por mas que os empeñéis, son felices a pesar de no comer golosinas, ni bollería industrial ni mierdas varias… Que jamás se les pone esa carita de melancolía lamentable cuando se les dice que no lo pueden comer, es más, en muchos casos hasta les da igual. Flaco favor nos hacéis, de corazón os lo digo, planteando situaciones como éstas, en las que los niños se frustran y se compadecen de sí mismos, mientras las madres observan doloridas como sufren sus hijos. Nada más lejos de cómo queremos educarles, en las antípodas, de hecho. Como comentaba al comienzo, soy publicista y me he encontrado muchas veces en tesituras difíciles para «vender» esto o lo otro, pero compañeros, no todo vale, tengamos un poco de «yo que sé» que nos permita distinguir cuando estamos pasándonos al lado oscuro. Concluyendo; si el objetivo del comercial es empatizar con las madres y convertir en prescriptores a los niños, mec mec mec meeeeeeeeeec. Os garantizo que en nuestro caso, no aplica. 

Sin embargo y como de bien nacido es ser agradecido, tengo que daros las gracias, con mayúsculas y exclamaciones, por darme la excusa perfecta para dejar, de un plumazo, de consumir vuestras hamburguesas. A mi hijo nunca le gustaron, listo él, y lejos de importarle desde que año ofrecéis menús exentos, prefiere antes que cualquier cosa, un buen lenguado o unas lentejitas caseras… good for him!

Pediasure nos hace creer que el ser «malcomedor» existe

Como ya he comentado hay más casos… en concreto hay uno que de verdad que me saca de mis casillas, es el caso de Pediasure del que te hablé en su día y su batidito de marras para que a los niños no les falte de nada y crezcan sanos y fuertes. Lo peor de lo peor, es precisamente su estrategia para estigmatizar a los niños. Esa estrategia consiste en dirigir su publi a los peques: el bombardeo de sus anuncios es constante y continuo en los canales de televisión para los niños. Al loro que estos tipos no dirigen sus anuncios a profesionales ni a los papás… los dirigen a ellos… lamentable. Como lamentable es que se establezcan alianzas entre cadenas de distribución de alimentos y el producto en cuestión para hacer llegar ofertas a sus clientes. Tal es el caso de Carrefour quien promociona la compra de Pediasure con 5€. Será porque los niños necesitan Pediasure y no comida de verdad… o porque no hay comida de verdad en las grandes superficies (bueno, siendo sinceros, hay que reconocer que la proporción de esa comida de verdad es justita en los super e hipermercados, sean de la empresa que sean. Ya sabes que yo soy más de mercado)

¡Ey tú, gordito! déjame ayudarte de buen rollo

Y el último ejemplo lo tenemos en un programa, PERSEO, que estando aun en vigor si mal no me equivoco, constituyó una de las primeras acciones serias de nuestra Administración sanitaria para poner coto a la obesidad infantil. Pues bien, sin hacer de menos algunos de sus apartados, uno de los aspectos más cuestionables de este programa, por no decir más execrables en sus orígenes, consistió en señalar con el dedo a los niños con sobrepeso y obesidad, aportarles una comida diferente en el comedor escolar y apartarlos del grupo en horario escolar para recibir “formación” adecuada con el fin de poner coto a su situación… a ellos y a sus familias… solo faltó hacerles lucir un brazalete con algún tipo de inscripción del tipo “soy obeso y estoy en el programa Perseo”… gorditos con certificado de distinción… con pedigrí. Curiosa esta forma de obrar cuando desde la estrategia NAOS se ponía un especial acento en la importancia de no discriminar a nadie, además de por las cuestiones más manidas (sexo, raza, ideología…) tampoco por cuestión de su peso. Pues la primera en la frente.

Así pues, no dejes que sean otros los que manejen tu normalidad ni la de tus hijos. Y recuerda que su primera estrategia es ofrecerte una nueva “normalidad” a partir de hacerte sentir anormal y desdichado por causa de esa falta de normalidad que ellos, de forma bondadosa y desinteresada, están dispuestos a proporcionarte.

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Imagen: Master isolated images vía freedigitalphotos.net

Eco-consumidores holandeses pillados infraganti ensalzando la comida rápida (y no ecológica)

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Hoy os traigo ese tipo de cosas que pasan cuando por ejemplo, alguien es consumidor de productos ecológicos sin saber muy bien porqué lo hace o cuando sus razones, en el fondo, son un mero postureo. Así, en un marco adecuado es posible que un eco-consumidor (al menos alguno holandés) cante La Traviata loando las virtudes de alimentos supuestamente ecológicos cuando en realidad no lo son.

La trampa, burla inocente o como quiera llamársele (a mí me gustaría llamarlo “ejercicio de racionalidad que pone en evidencia la irracionalidad”) fue preparada y llevada a cabo por dos jóvenes Holandeses hace apenas un mes con una estrategia sumamente sencilla:

  1. Van al McDonalds, eligen y compran una serie de productos de su «carta»: que si un par de hamburguesas, unas cuantas raciones de nuggets, tres o cuatro muffins etcétera.
  2. En el mismo establecimiento los cortan con cierto gusto, les añaden las salsas de la franquicia y lo empaquetan.
  3. Se dejan caer en una importante convención anual sobre alimentación y gastronomía en el que se van a dar cita reconocidos expertos gastronómicos y disponen en su correspondiente espacio los productos anteriormente adquiridos y preparados a los que adornan con un palillo que tiene la bandera holandesa (dando la impresión que es un producto genuinamente holandés).
  4. Por último, ofrecen al público esos productos en forma de bocado afirmando que se trata de una nueva alternativa ecológica a la comida rápida, y luego les entrevistan al respecto de sus sensaciones, qué les ha parecido, qué destacarían… los puntos fuertes de esa comida, sus ventajas y tal.

Y el resultado es este que tienes a continuación. Lo puedes ver en este enlace subtitulado en castellano o a continuación con subtítulos en inglés.

¿Que se aprende con este ejercicio? Un par de cosas. La primera que no hay más creyente que aquel que quiere creer, o que no hay más “listo” que aquel que cree saber. Como dice Cedrique al final (el protagonista moreno) hemos aprendido que si le dices a alguien que algo es ecológico se lo cree de forma inmediata (el que quiere creer, claro). Y la segunda, que lejos de esta pequeña broma sin mala intención y sin el menor de los rigores científicos también se esconde una crítica a todos esos otros trabajos que, esta vez sí, con pretendido rigor, nos informan de lo mucho más adecuados que son los alimentos ecológicos (todos así, a lo bruto, lo que forma también parte de la falacia) en base a su aspecto y sabor. Es decir, pone de manifiesto la importancia de hacer estudios rigurosos, cegados y con control incluso aquellos que consisten en hacer una cata de determinados productos… lo que se denomina cata a ciegas, vamos. Pero a ciegas de verdad

Más de uno debería plantearse qué hubiera pasado si le hubiera pasado a él.

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Nota: quiero agradecer a Miguel Franco (@MiguelFranco2) el haberme hecho llegar este vídeo a través de Twitter. Así como recordar que otros buenos compañeros ya se han hecho eco del mismo, como en el caso de José Miguel Mulet y que puede ver en este enlace.
Imagen:  Stuart Miles vía freedigitalphotos.es

Distribución de carne en mal estado en China y la “Fast Food Nation”

Fast food nationSupongo que la noticia de la semana pasada en China a colación de la comercialización de carne podrida no te habrá dejado indiferente. De hecho nuestra susceptibilidad por estos temas ha subido bastantes enteros en los últimos tiempos y como tal supone una tendencia que va a seguir en alza tal y como señalé hace poco en este post (me refiero a la creciente preocupación, no al fraude, esperemos). Quizá no sea tanto que nuestra sensibilidad haya aumentado sino que en la actualidad la facilidad en la comunicación, en la llamada era de la información, nos hace llegar hasta nuestros oídos con mucha más celeridad y precisión este tipo de noticias alarmantes. La cuestión es que el hecho en sí es preocupante con independencia de quién se entere. Antes solo se alarmaban unos pocos y ahora se alarman muchos dado el impacto de los hechos en sí y lo vulnerables que nos hacen sentir cuando conocemos incidentes de este estilo. No es para menos, estamos hablando de lo que comemos y del resultado que sabemos bien puede tener sobre nuestra salud.

Por si acaso no te enteraste te lo resumo: hace unos pocos días un medio de comunicación de este país denunció publicamente de que la compañía alimentaria Husi de Shanghái procesaba y distribuía a sus clientes carne en mal estado, un importante problema agravado por una actividad fraudulenta en toda regla cuando se conoció que además se alteraban (en beneficio de esta empresa) las fechas de caducidad. Es decir, no se trata de un “error” en el procesado, de un incidente… no, se trata de mala baba en toda regla. Merece la pena destacar que no es solo una cuestión de “chinos” ya que la tal compañía Husi es a la vez una filial del grupo OSI de Estados Unidos.

El escándalo subió unos cuantos enteros cuando se supo que este productor/distribuidor proveía de carne y materias primas a grandes multinacionales de la conocida como fast food o cadenas de comida rápida, léase, McDonalds, KFC, Pizza Hut.

De este lamentable hecho yo sacaría dos lecturas. En primer lugar, ser conscientes que, de nuevo, son este tipo de cadenas de “restaurantes” y ese tipo de productos en donde se termina por materializar ese eslabón, el último, en el que el consumidor acaba por tomar contacto con esos alimentos corrompidos. Ya no estamos hablando de la mayor o menor idoneidad nutricional en el uso de este tipo de “restaurantes” y productos procesados, suponiendo que las materias primas estuvieran en un estado higiénico aceptable… es que además, no lo están; y el punto de distribución, de tu bandeja a tu boca, vuelve a ser ese tipo de productos y ese tipo de “restaurantes” que los distribuyen al comensal. Esto a su vez merece dos reflexiones: ¿acaso estas multinacionales de la comida rápida no tienen sus propios controles de calidad? Se supone que en este tipo de establecimientos se ha de hacer un control sanitario de las materias primas recibidas y, o bien se lo saltan a la torera, o bien los realizan y se saltan a la torera sus resultados. Y además, vuelve a poner de manifiesto que es precisamente en los productos más procesados (tal y como te comenté en esta y en esta otra entrada) en donde al consumidor se le pueden meter más goles. Parece que este tipo de productos (ya los adquieras en las típicas bandejas de tu supermercado o bien en este tipo de “restaurantes”) tienen todos los números para convertirse en una especie de vertedero de los alimentos de origen animal.

Tras la polémica, ya te lo puedes imaginar, las grandes cadenas implicadas han salido a la palestra pública para decir a voz en grito que ya han retirado de la venta aquellos productos procedentes de la factoría en la que ha saltado el escándalo. Ya podemos dormir tranquilos.

La segunda de las lecturas que vienen a mi cabeza es que este tipo de polémicas no son precisamente nuevas en este tipo de industria. Para nada. La actualidad trajo a mi memoria la (profética en este caso) película Fast Food Nation (“El país de la comida rápida”) de 2006 dirigida por Richard Linklater y basada en el libro homónimo de Eric Schlosser. En ella se entrelazan varias tramas, varias denuncias sociales para ser más concreto, pero el hilo conductor parte del encargo que recibe un directivo de una de estas cadenas de comida rápida (una hamburguesería) para desentrañar el problema que ha supuesto el encontrar en unos análisis una carga de E. coli, muy por encima de la permitida en el buque insignia de sus hamburguesas, la Big One. Lo que hay que descubrir en la película es el origen de esa mierda (tal cual, porque de eso se trata, se expresa uno de los dirigentes de la multinacional) en esas hamburguesas. Todo ello aderezado en la película con una importante denuncia social enmarcada en la inmigración ilegal, las precarias condiciones laborales de estas personas, el uso de drogas, etcétera. Todo un poema, tristemente real, a tenor de las habituales circunstancias. Este es su trailer.


El caso es que al final no he podido por menos que acordarme del fragmento de la peli en el que aparece Bruce Willis (Harry Rydell en la película) encarnando a un socarrón (por no decir cabronazo) intermediario entre la carne de los mataderos y de salas de despiece, y las multinacionales que finalmente comercializan ésa carne de dudosa salubridad. El muy cabronazo, ahora sí, mientras disfruta a dos carrillos de una espléndida Big One, con todo el carisma que un actor yanqui de pro lo puede hacer cerveza en ristre, le comenta al directivo encargado de encontrar el origen de la contaminación fecal (lo siento por el enlace en italiano, no lo he encontrado ni doblado ni en versión original):

Con sinceridad [aun suponiendo que efectivamente la carne esté contaminada] no sé dónde puede estar el problema. Se supone que la carne ha de ser cocinada… ¿no? Pues cocínala y asunto arreglado. [Además] No vamos a acabar a con la industria automovilística de Detroit porque cada año mueran más de 40.000 personas en accidentes de coche, ¿no? Así que, [no te des demasiado mal], todo el mundo tiene que comer un poco de mierda de vez en cuando.

Te lo traduzco… ¿que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) contiene además de carne, caca de vaca? ¿Que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) se cae al suelo y juegan al hockey con ella? No te preocupes, ésta habrá de pasar por la “higienizante” acción de la parrilla o del horno o de cualquier otra fuente de calor y asunto resuelto. Otra cosa será el día que este tipo de establecimientos se dediquen a hacer promociones de steak tartar… ahí la cosa cambiaría de forma importante. Ahora que caigo… no me importaría ver “disfrutar” a uno de los directivos de estas multinacionales delante de una cámara de esta sabrosa especialidad preparada con la carne de sus hamburguesas (tomada al azar, claro).

A mí de momento, y como ya vengo haciendo, no me pillarán en uno de estos “restaurantes”, ni comprando este tipo de productos en el supermercado salvo por causa de fuerza mayor. No me gusta demasiado la idea de no saber qué estoy comiendo y menos cuando una de las alternativas es tan escatológica. Ya sea cruda o a la plancha. Yo lo llamo principio de precaución.

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McDonalds Australia dando el cante… jondo: oé, oé, oé

Parece un trabajo de alumnos de primaria; algo así como “elabora una campaña para McDonald’s con alimentos típicos de otros países”. Pero no, se trata de una realidad Mcdoliana, aunque el resultado parezca realizado por niños y niñas en tan tierna edad.

El caso es que los publicitarios australianos de la multinacional de la comida… rápida (vamos a dejarlo en “rápida”) acaban de cubrirse de gloria y merecen, así a bote pronto, dos soberanos suspensos: el primero, está claro, en hábitos alimentarios internacionales; y el otro, tiene pinta, que en geografía. ¿Y qué es lo que han hecho?

En resumen, lanzar un nuevo producto para sus clientes que, en teoría, pone en alza lo más típico de la “gastronomía” española a colación de la inminente Copa del Mundo de fútbol a celebrar en Brasil. Bueno, mejor que contártelo le echas tú mismo un vistazo.

Pues sí, una especie de “bocadillo español” consistente en dos salchichas ahumadas “de chorizo” rodeadas de unos huevos revueltos y todo ello empaquetado en una oblea (no sé si de trigo o maíz) es decir, de la típica “tortilla” mejicanatipical spanish, sí… qué demonios: estúpidamente típico de McDonalds. Solo le voy a sacar punta a los contenidos y no a su estética y puesta en escena, casposa donde las haya… además de falaz al mezclar topicazos absurdos de, parece que Méjico, y España.

Por lo que se ve, esta campaña de McDonalds Australia centrada en el Mundial de fútbol incluye otras grotescas y seguro que sabrosas creaciones a las que no se duda en atribuirles una nacionalidad específica.

Por mucho que esta multinacional se esfuerce en poner en alza la calidad de sus productos, una vez más vuelve quedar patente su savoir-faire en todo aquello que implica las cuestiones de alimentar con comida a personas humanas.

En fin, si es que aunque la mona se vista de seda…

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Nota: quiero agradecer los contenidos de esta entrada a, JuanjoVilar, un amable seguidor de Twitter, @juanjovilar

 

 

Ketchup Heinz: para algo que me gustaba de McDonald’s, va y lo quita

HeinzketchupNo soy muy asiduo a los “restaurantes” de comida rápida tipo hamburguesería y demás entre los que McDonald’s es a todas luces un líder de mercado, por no decir “el líder” junto a otras franquicias como Burger King y pocas más. Es más, creo que a lo largo de toda mi vida no se me habrá visto el pelo en estos lugares más de una docena de veces. Dejando de lado la calidad de la comida y su palatabilidad que no es que me vuelva loco precisamente, las veces que he ido me he llevado una sensación más agri que dulce. Entre los aspectos menos positivos a mi modo de ver de este tipo de establecimientos figuran, la calidad en la atención del personal que tras la barra te toma el pedido, al que normalmente parece que se le debe y no le pagan. También está la incertidumbre de qué es lo que ocurrirá en la cocina (si es que se le puede llamar así) con un personal que no tiene mucha pinta de estar especialmente motivado. Otra cuestión es la de saber de antemano que lo que te van a servir poco o nada se va a parecer a lo que está en las fotos del propio establecimiento ofertando el menú. Porque a priori la pinta de las fotos no es del todo mala, incluso tienen un aspecto apetecible. Hasta que después de haber pagado, observas aquello que te han puesto encima de la bandeja. Lo único que es igual a lo de la foto es el sobre de ketchup. Ketchup  de la marca Heinz, para más señas.

Y aquí quería llegar yo. El ketchup Heinz, el de toda la vida en mi casa y en las franquicias McDonald´s va a dejar de distribuirse en los centros de esta cadena de hamburgueserías por que al parecer un alto ejecutivo de Burger King (la principal competencia de McDonald´s en el mundo hamburgueseril) ha fichado como director ejecutivo de Heinz. Y McDonalds ha dicho que hasta aquí podíamos llegar a pesar de que el matrimonio “Mc-Heinz” gozara de una aparente excelente salud desde hace cerca de 40 años y que ya están pensando en hacer una transición hacia otros proveedores de ketchup. Por su parte, la compañía Heinz, fiel a su política interna de no hablar de las relaciones con sus clientes ha decidido no pronunciarse.

Pocas razones de las conocidas pueden motivarme para terminar batiendo la mandíbula en un McDonald´s (o en cualquier otra franquicia de su estilo) pero desde luego saber que ya no va a haber más ketchup Heinz en sus establecimientos no será precisamente uno de ellas. Y menos sí, como se rumorea, el fabricante de salsas Hunt´s pueda a ocupar su lugar ya que a mi parecer termina siendo un producto mucho más empalagoso y menos genuino que su competidor en esto de las salsas.

En realidad no sé para qué te cuento estas cosas, si tú ya tendrás una idea de qué se cuece en estas grandes compañías. Simplemente me pareció que te podrían interesar estos tejemanejes entre las grandes empresas de la comida rápida. Y ya que estamos, no quiero dejar la oportunidad de compartir esta imagen en la que se da cuenta de la cantidad de McDonald’s en Estados Unidos de una forma muy gráfica (2009). Para que te hagas idea el punto más alejado de un McDonald’s en tierras estadounidenses es de 107 millas en línea recta, 145 por carretera. Alucinante.

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Nota: Quiero agradecer a Gloria (@gloleab) su contribución para la redacción de esta entrada.

Imagen: Justme89 vía Wikimedia Commons y  Stephen Von Worley

Teleburger, dígame

Leo con indiferencia, pero también con cierta aprensión, que dos de las principales cadenas de comida rápida, dos de las más conocidas, como son McDonalds y Burger King, están estudiando el diversificar su negocio con el servicio de entrega a domicilio.

Si les soy sincero esta cuestión me la vengo yo preguntando desde hace mucho tiempo casi, casi desde crío, el porqué no tenían estas cadenas servicio a domicilio y por qué el de las pizzas sí. Y al conocerla, qué quieren que les diga, pues que lo primero que he pensado era algo así como que ya tardaban. Tanto McDo como BK ya están ofreciendo este servicio en algunas ciudades de países diversos, pero siempre de manera puntual. Ahora, al parecer, se están planteando el que sea habitual o normal.

Vaya por delante que este tema, el que este tipo de comida te la traigan a casa o que te la tengas que comer en uno de sus locales, no hace que uno tenga un mejor o peor concepto nutricional de la comida en cuestión. Sin embargo, la frecuencia en el uso de estas soluciones en forma de comida rápida o «telecomida» sí es la que me forja un criterio claro: en general da igual la marca, da igual también el lugar de los hechos, tu casa o sus locales, mucho = no recomendable.

La noticia la leí en Expansión y de su titular («David y Goliat en hamburguesas») y contenidos lo primero que me llamó la atención fueron las cifras de negocio de estas dos superpotencias de la comida rápida. Cifras no exentas de diferencias pero astronómicas en cualquiera de los casos, más en uno que otro como digo: los beneficios de Burger King en 2011, 107 millones de dólares; y los de McDonalds en el mismo periodo 5.500 millones, casi ná.

Bueno, pero este no es el caso me llame o no la atención. El caso es que una vez más se confirma la puñetera realidad en cuanto al ambiente obesogénico en el que vivimos. Todo, o al menos gran parte de nuestro entorno está organizado para que la población gane peso y más peso. No digo que esa sea la intención, probablemente la intención original se concrete en las palabras comodidad y conveniencia (conveniencia cortoplacista, se entiende)… y así no se puede seguir.

Que conste, a pesar de repetirme, que ambas franquicias no gozan ante mis ojos ahora de una peor o mejor imagen a resultas de esta iniciativa, ya digo que no va por ahí. Para que entiendan mi sinceridad les comentaré que muy de ciento viento me da el arrebato y voy comer a una de estas franquicias (creo que en toda mi vida estos arrebatos se habrán concretado en diez, no más de una docena de ocasiones) aunque también he de reconocer que en esta suma, el haber aterrizado por un Mc King (o como se llamen) ha respondido más a que eran las únicas opciones posible ante las circunstancias, que a una libre elección entre otras opciones. Como digo, ante futuros arrebatos de esta índole, la posibilidad de que me traigan a casa el «burguer menú» puede verse como una facilidad de la que yo al menos sé que no abusaré. Ni un poquito, porque lo mismo que este tipo de comida me arrebata de tiempo en tiempo, de continúo me aburre sobremanera.

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Foto 1: amee@work

Foto 2: Kris Griffon

¿Los fast-patrocinadores fuera de las olimpiadas?

Llamativo, inédito, sorprendente… si al final algunas de las más poderosas cadenas de restaurantes de comida rápida como McDonald’s (sí, “restaurantes”, no sé cómo mencionarlos a pesar del contrasentido) y de empresas productoras de determinado tipo de alimentos, como por ejemplo Coca-Cola, se quedaran fuera de las olimpiadas como patrocinadores.

¿Se acuerdan de aquellos vasos de Coca-Cola de la Eurocopa ’84? (-momento melancólico- en casa de mis padres creo que aun debe haber tres o cuatro en algún armario de su cocina) ¿Recuerdan todos los mantelitos y merchandising de McDo con motivo de no importa qué olimpiada de invierno o verano? Bueno, pues en las olimpiadas de Londres este tipo de patrocinios se han puesto en entredicho. O por lo menos eso es lo que pretende la clase médica británica que se ha puesto intransigente, y me parece bien, y ha dicho que si de ellos dependiera nada de patrocinadores relacionados con el fast-food en las olimpiadas a las puertas de Londres.

No olvidemos que el Reino Unido es el país que más porcentaje de obesos adultos reune en el panorama europeo. Bueno, un dato en ocasiones matizable, porque en base  a la encuesta que se consulte, España, sí, la nuestra, está ahí-ahí, a veces un poquito por delante, a veces un poquito por detrás. El caso, como comentaba, es que los médicos preocupados por esta situación no quieren que se relacione el espíritu olímplico, ya saben, eso de altius, citius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte) con algo a lo que ellos achacan parte de la culpa (no sin razón, pero tampoco con toda) del problema en en el que se ha convertido la obesidad. Si no al final, digo yo que dirán ellos, que terminemos hablando en términos de obesius, fofius, diabeticius (a que se nota que mi fuerte no es el latín, pero seguro que me entienden).

En realidad todo se trata de una recomendación, casi un deseo, que la Real Academia de Colegios Médicos ha hecho con el fin de desvincular el arquetípico estilo de estilo de vida que este tipo de empresas llevan con frecuencia sobre sus espaldas como una pesada losa, del deporte, de la vida sana, en definitiva, de un estilo de vida más saludable.

Todos imaginamos ¿verdad? lo que al final pasará. Bueno, yo al menos lo tengo claro. De entrada en la página oficial de Coca-cola en el Reino Unido, la empresa se formula las preguntas y se las contesta ella misma ¿Por qué Coca-Cola patrocina los juegos olímpicos? Pues por tradición, lleva haciéndolo desde 1928 y porque sin ella (además de otros patrocinadores) 170 de los 200 comités olímpicos de distintos países no alcanzarían (por falta de recursos económicos) a poder enviar a sus atletas a competir.

Por su parte McDo, en lo que parece, sólo lo parece, una especie de tour de force, se presta a abrir el McDonald’s más grande del mundo, que estará activo exclusivamente durante la celebración de los juegos, sus seis semanas, y que luego se desmantelará. Tendrá una capacidad para unas 1.500 personas, se abrirá en Stratford, confía atender a más de tres millones de personas en este periodo y prevé despachar diariamente más de 50.000 Big Macs, más de 100.000 raciones de patatas fritas, etc. Para todos aquellos curiosos de estas cosas, McDo está presente en unos juegos olímpicos desde 1968 suministrando entonces hamburguesas a sus deportistas, y desde 1976 como patrocinador oficial. Una empresa que, en este terreno, tiene a uno de los atletas más renombrados como principal valedor, Usain Bolt (oro olímpico en 100m. en Beijing) que en su día dijo que el secreto de su éxito está en los McNuggets de pollo. Siempre nos quedará la duda de saber cuánto podría correr este chaval sin ellos.

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Foto 1: norio.nakayama

Foto 2: fakelvis