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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Eco-consumidores holandeses pillados infraganti ensalzando la comida rápida (y no ecológica)

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Hoy os traigo ese tipo de cosas que pasan cuando por ejemplo, alguien es consumidor de productos ecológicos sin saber muy bien porqué lo hace o cuando sus razones, en el fondo, son un mero postureo. Así, en un marco adecuado es posible que un eco-consumidor (al menos alguno holandés) cante La Traviata loando las virtudes de alimentos supuestamente ecológicos cuando en realidad no lo son.

La trampa, burla inocente o como quiera llamársele (a mí me gustaría llamarlo “ejercicio de racionalidad que pone en evidencia la irracionalidad”) fue preparada y llevada a cabo por dos jóvenes Holandeses hace apenas un mes con una estrategia sumamente sencilla:

  1. Van al McDonalds, eligen y compran una serie de productos de su «carta»: que si un par de hamburguesas, unas cuantas raciones de nuggets, tres o cuatro muffins etcétera.
  2. En el mismo establecimiento los cortan con cierto gusto, les añaden las salsas de la franquicia y lo empaquetan.
  3. Se dejan caer en una importante convención anual sobre alimentación y gastronomía en el que se van a dar cita reconocidos expertos gastronómicos y disponen en su correspondiente espacio los productos anteriormente adquiridos y preparados a los que adornan con un palillo que tiene la bandera holandesa (dando la impresión que es un producto genuinamente holandés).
  4. Por último, ofrecen al público esos productos en forma de bocado afirmando que se trata de una nueva alternativa ecológica a la comida rápida, y luego les entrevistan al respecto de sus sensaciones, qué les ha parecido, qué destacarían… los puntos fuertes de esa comida, sus ventajas y tal.

Y el resultado es este que tienes a continuación. Lo puedes ver en este enlace subtitulado en castellano o a continuación con subtítulos en inglés.

¿Que se aprende con este ejercicio? Un par de cosas. La primera que no hay más creyente que aquel que quiere creer, o que no hay más “listo” que aquel que cree saber. Como dice Cedrique al final (el protagonista moreno) hemos aprendido que si le dices a alguien que algo es ecológico se lo cree de forma inmediata (el que quiere creer, claro). Y la segunda, que lejos de esta pequeña broma sin mala intención y sin el menor de los rigores científicos también se esconde una crítica a todos esos otros trabajos que, esta vez sí, con pretendido rigor, nos informan de lo mucho más adecuados que son los alimentos ecológicos (todos así, a lo bruto, lo que forma también parte de la falacia) en base a su aspecto y sabor. Es decir, pone de manifiesto la importancia de hacer estudios rigurosos, cegados y con control incluso aquellos que consisten en hacer una cata de determinados productos… lo que se denomina cata a ciegas, vamos. Pero a ciegas de verdad

Más de uno debería plantearse qué hubiera pasado si le hubiera pasado a él.

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Nota: quiero agradecer a Miguel Franco (@MiguelFranco2) el haberme hecho llegar este vídeo a través de Twitter. Así como recordar que otros buenos compañeros ya se han hecho eco del mismo, como en el caso de José Miguel Mulet y que puede ver en este enlace.
Imagen:  Stuart Miles vía freedigitalphotos.es

Inocentada edulcorada o la furia de la «nucleación»

Una buena broma es aquella con la que todo el mundo se lo puede pasar bien a la larga aunque al principio, es cierto, sólo disfrute una parte, el que la prepara. En mi recuerdo guardo un par de ellas que cuando las saco a colación, incluso delante de la “víctima”, la gente se ríe abiertamente porque son bromas sin malicia y sin consecuencias irreparables. Bromas light si lo prefieres decir así.

Y hablando de aspectos “light” te propongo una broma a realizar con este tipo de refrescos. Se trata de provocar una especie de geiser en el momento de ser abiertos por la víctima que tú elijas. Es sencilla de preparar y sin mayores consecuencias. De todas formas considero que es una broma ideal para hacer al aire libre, en una piscina, cuando se va en bañador y todo eso… de lo contrario sí que es posible que el inocente se mosquee un poco (por quello de las manchas más que nada).

Para llevarla a cabo necesitas:

  • Una pastilla de caramelo del tipo “mentos”.
  • Una botella de dos litros  de cualquier refresco con gas que tenga edulcorante.
  • Un aguja de coser.
  • Un pequeño martillo.
  • Un hilo resistente.

Se trata de hacer pasar el hilo por el orificio practicado de lado a lado en la pastilla de caramelo y sujetarlo a la boca de la botella (pillando el hilo con la rosca) dentro del tapón. En el momento de abrirla, el caramelo caerá dentro del refresco y se generará una reacción “explosiva” de salida del gas del refresco que provocará un mini-geiser para sorpresa del incauto que abra la botella.

Tienes un tutorial de cómo realizarla y de las consecuencias en este vídeo.

Puedes encontrar una explicación detallada de esta reacción en la Wikipedia. En esencia se debe a causas diversas aunque los principales elementos son dos: la presencia de gas CO2 en la bebida (la reacción no tiene lugar en una bebida sin gas) y las pequeñas rugosidades que presenta el caramelo en su superficie, estos son los dos factores  imprescindibles para desencadenar la reacción física. Por su parte, el efecto se ve favorecido en presencia de cafeína y algunos edulcorantes artificiales y conservantes como el aspartamo y el benzoato potásico respectivamente. Es decir el efecto es menor en refrescos azucarados y sin cafeína. En este vídeo puedes ver un afortunado esquema de la explicación que se dio del proceso en el programa Mythbusters

Ah, y no te olvides de grabarlo 😉