Imágenes de Houzz

¡Niiiñoooo, aléjate de la teleee!

Dolores de cabeza. Dolores de cuello. Y hasta dolores de bolsillo. Todos estos padecimientos te puede causar una tele situada a la altura incorrecta o en la superficie inadecuada.

Y aunque la mayoría de los y las amos de casa no conciben una casa sin tele –y, de hecho, en los mismos planos de construcción es uno de los primeros objetos que se ubican mentalmente- aún hoy en día se hacen muchas burradas de las que después nos arrepentimos.
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Por ejemplo, colgar una tele enorme en una pared frágil o con la tornillería errónea.

Si tu pared es de ladrillo, cemento u hormigón, lo tienes fácil de entrada (siempre que hagas uso de soportes adecuados). Eso sí, no seas perezoso y taladra el mayor número de tornillos posible, para repartir bien el peso entre los puntos de sujeción.

Si por el contrario, vas a colgarla en Pladur, deberás ser infinitamente más cuidadoso. En otra entrada te explicábamos cómo colgar cosas pesadas en una pared de yeso laminado, pues existen tornillos específicos para esta superficie que te garantizarán una mayor resistencia.

Esto, en lo que concierne a la seguridad de tus paredes. Pero otro punto aún más importante es tu propia salud. Y aquí, el primer factor a tener en cuenta es…
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¿A qué altura ponemos la tele?

La norma establece que el centro de la pantalla debería estar a la altura a la que tendremos los ojos durante su visionado.

Sé lo que estás pensando: has visto demasiados televisores demasiado altos.

Y esto resulta perjudicial para el cuello, que se ve forzado a alzarse en una posición antinatural que a la larga puede causar jaquecas.

Si tu TV está demasiado alta e intentas no forzar el cuello, terminarás forzando los ojos. Y a la larga se te pondrá cara de Jack Nicholson (tampoco nos hacemos responsables de ello).

Otro problema –más serio- de tener la tele alta, es que será más fácil que refleje las luces del techo, al elevarse el ángulo de reflexión con tus ojos. De nuevo, mal asunto.
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¿Y a qué distancia del sofá?

Otro clásico contemporáneo del que me declaro culpable: adultos con alma de adolescente y teles de muchísimas pulgadas encerradas como jirafas en mini pisos.

Hasta hace poco, la regla general recomendaba situarse al menos a 2,5 veces la diagonal de la pantalla. Así, una tele de 42 pulgadas (107 cm) debería contemplarse, como mínimo, a casi 3 metros de distancia.

Pero la tecnología ha venido a salvarnos de nuestras estrecheces. Y los expertos opinan ahora que, gracias a la alta definición de los monitores actuales, es suficiente con reducir la distancia a 1,5 veces su diagonal.

¿Y si no es para el salón?

Antes dábamos por hecho que el sofá será el punto de visionado habitual, pero hay multitud de televisores que ejercen de segunda pantalla. Por ejemplo, en la cocina.

Para estos dispositivos, deberemos tener en cuenta si habrá una gran circulación de personas frente a la pantalla, o si se verá de pie, o desde banquetas elevadas. Suena todo muy a bar o muy a película americana, pero fíjate en la imagen de abajo.

¿A que ahora todo tiene sentido?

Lo más importante es tu salud ocular

Y esta se protege no colocándote demasiado cerca de la pantalla y evitando los reflejos.

Antes te avisábamos de que una tele mucho más alta que tu cabeza podría reflejarte las luces del techo. Pero existe otro peligro similar que viene de las ventanas.
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Por eso, actúa de igual forma que con un monitor de ordenador: si al mirarlo, ves reflejada en él la ventana, lo estamos haciendo mal. Es decir, en la imagen de arriba, todo lo que sea ponerse más a la izquierda del chaise longue supondrá ver en primicia a tu vecino del 2º, en lugar de a Tyrion Lannister. Y aunque no te cae mal, no es lo mismo.

Disfruta de tu tele, ¡cuidando de tu salud!

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