Clay está sentado en un banco, apoyado en la pared del gimnasio, durante el baile del instituto, cuando su amigo Jeff se acerca y le anima a sacar a Hannah a la pista. Ella, como él, espera sentada, en la pared de enfrente, al otro lado del lugar. Al ritmo de The Night We Met, de Lord Huron, un tema que él luego describirá como su canción (la de ellos), se reúnen a mitad del camino y comienzan a bailar, con una confianza digna de los sueños. Cuando están a punto de besarse, ella se aleja y sus venas comienzan a sangrar. Hannah está muerta, se ha suicidado. Es efectivamente un sueño, más bien una pesadilla, la escena que abre el quinto episodio de Por trece razones, y tal vez la que mejor condensa lo importante de la última serie de Netflix. A partir de ahí, la ficción no irá necesariamente a mejor, sino que se volverá más oscura y más trágica. Pero de ese momento, que juega de forma preciosa con lo entrañable del primer amor y lo desolador de la primera pérdida, no me podré olvidar.
Me resulta un tanto difícil alabar por Por trece razones, que narra el suicidio de una joven y las consecuencias que tiene en su grupo de amigos, a través de trece casetes, porque no es una gran serie. Es algo larga y redundante (en Netflix esto ya es una máxima), es incluso morbosa y manipuladora por momentos, pero también es una gran experiencia. Hay quien dice que gustará más a los adolescentes que a los adultos; creo que lo hacen porque suponemos a los jóvenes más susceptibles al melodrama y menos a la sofisticación, en lo que a lo audiovisual se refiere, no porque los que ya no somos el público objetivo de la teen fiction no suframos esa incertidumbre de vez en cuando. Si el género coming of age (un término con el que hemos legitimado eso de producto adolescente, véase Boyhooyd) es un clásico del cine y la televisión es porque sus conflictos nos acompañan siempre: la necesidad de encajar, la soledad ante el cambio y la sensación de que todo lo podemos vivir (de nuevo) por primera vez.
Ya sabemos que el mundo de las series de televisión puede inspirar las ideas más fascinantes de los fans. Hace solo unas semanas recordábamos los pósteres vintage, basados en portadas de cómics, que un diseñador había realizado a partir de cada capítulo de Black Mirror; o los famosos personajes simpsonizados de Adrien Noterdaem, aplicados a Westworld esta vez; o la cabecera setentera de Arrow, diseñada al estilo del Batman seriéfilo antiguo. Todo es posible en el universo del cosplay y la fanfiction, hasta una boda de Juego de Tronos. Esta celebración es algo peliaguda en el imaginario de los Siete Reinos, sobre todo porque una de sus uniones más famosas va acompañada de traiciones y puñaladas, pero seguro que a muchos incondicionales les encantaría enfundarse las pieles o casarse a lo Daenerys.
Si es vuestro caso, la frikada que se le ha ocurrido a esta fotógrafa estadounidense se colará en vuestro top 1 de opciones de bodorrio. Hablamos del trabajo de Katherine Elena, que recreó Poniente en Smithmore Castle, en Spruce Pine, Carolina del Norte, y desde entonces ha sido la sensación en redes sociales y en varios medios de comunicación. El equipo de esta profesional, especializada en reportajes fotográficos de bodas, no dejó al azar el más mínimo detalle: el vestuario está inspirado en personajes como Daenerys Targaryen y Sansa Stark (que hasta se ha traído su huargo), así como el diseño de las invitaciones, la vajilla, cubertería y cristalería, la decoración de las mesas… ¡Incluso la comida y la tarta nupcial! Echadle un vistazo a las imágenes más sorprendentes y al vídeo de preparación de la velada.
Reconozco que tuve mis recelos en la recta inicial de Big Little Lies, y que en realidad no me parece una serie ni mucho menos redonda. No me parece que el trabajo de David E. Kelley al guion (Ally McBeal, El abogado) sea tremendamente sofisticado, ya que solo un par de tramas convergen en un punto interesante, y solo una es realmente buena. Tampoco que Jean-Marc Vallée (C.R.A.Z.Y., Dallas Buyers Club) destaque especialmente en la dirección, más allá de un par de escenas brillantes y un montaje bastante cargante. Pero esto puede ser solo cuestión de preferencias. Lo que sí está claro es que si ha atrapado a gran parte de la crítica ha sido por algo, más allá de su despliegue de producción; el regreso de actrices muy populares con papeles atractivos e interpretaciones increíbles; un tema doloroso y de triste actualidad, la violencia sexual y machista; y un final que da la vuelta a lo que ha propuesto antes, desmontando las expectativas de forma inspiradora.
Hace unos días, la columnista estadounidense Emily Nussbaum, que escribe para The New Yorker y que recibió el pasado mayo el premio Pulitzer de crítica, publicaba un tuit bastante irónico y acertado: «Big Little Lies va exactamente de los mismos temas que True Detective (abuso sexual, matrimonio, asesinato y paisajes), pero es cien veces mejor». Metía el dedo en la llaga de un debate que está siempre en las páginas de los críticos más lúcidos: si algunas series estuvieran protagonizadas por hombres, tendrían mejor recepción. HBO, la misma cadena que emitió True Detective, ha realizado a este respecto un movimiento político con Big Little Lies: la ficción nos propone entrar en un juego de intrigas de mujeres enfrentadas para deconstruir el mito de la rivalidad femenina y destruir así todas esas ideas preconcebidas.
Lo que un buen capítulo final podía aportar a estas alturas a la peor temporada de The Walking Dead era más bien limitado. La séptima entrega estaba condenada casi desde el principio; los creadores decidieron cambiar las reglas del juego con la llegada del villano más temible, y con el episodio más violento de la serie. Lo importante no era eso, sino cómo construirían la ficción en adelante, en torno a ese momento, y esa ha sido en realidad la causa de todas las críticas. En primer lugar, The Walking Dead no ha sabido crear un personaje interesante a partir de Negan, solo un cúmulo de clichés y frases bravuconas; en segundo lugar, las consecuencias que su rol ha tenido en el resto de personajes se han dejado notar demasiado tarde. No es que nos haya pillado por sorpresa en una serie como esta, que suele estirar las tramas todo lo posible para rellenar el máximo de capítulos, pero sí ha sido su resultado más morboso y redundante.
SPOILERS! Si no sabes cómo han resultado las tretas de Rick, no sigas leyendo.
Podemos consolarnos, no obstante, con el hecho de que el episodio desenlace culmine en la comentada guerra, o más bien un inicio de ella, y que haya regalado alguna escena de acción mínimamente emocionante. A diferencia del capítulo final de la anterior temporada, que fue bastante cortarrollos (un montón de situaciones absurdas para llegar hasta Negan, para luego no saber a quién mata), The First Day of the Rest of Your Life da lo que esperábamos, por poco que fuera. Escrita Scott M. Gimple, el showrunner, Angela Kang y Matthew Negrete, y dirigida por el célebre Greg Nicotero, esta season finale aborda por fin el enfrentamiento contra los Salvadores. Combina los apuntes emocionales, como el duelo necesario por los que murieron en el primer episodio, y por quien lo hará además en este, y las secuencias de la batalla en Alexandria, que guardan algunos giros previsibles pero trepidantes.
En abril, series mil. Así es como se está refiriendo el universo seriéfilo español a un abril que no tiene nada que envidiar al mejor septiembre de inicio de temporada: en el mes de las lluvias y en el que la primavera entra hasta la cocina viviremos estrenos y regresos de esos que te dejan sin uñas. Y ahora, el repaso de todas esas teleficciones que tienen que estar en tu watchlist actual.
Prison Break
Comienza este mes vertiginoso de series con un regreso no muy esperado. En el boom de revivals televisivos, el de Prison Break tenía muchas opciones de hacerse realidad, si nos guiamos por lo popular que fue en su momento, y así ha sido. El tráiler, no obstante, promete algo bastante forzado. El 4 de abril en Fox, el 10 en Fox España.
Hay imágenes icónicas que pasan a la historia del cine y la televisión de la forma más improbable. Una de las escenas que han marcado el imaginario de las series modernas es esa en que Carrie Bradshaw camina por Manhattan, vestida con un tutú, y un autobús que anuncia su columna periodística la salpica de agua. En ese universo catódico alternativo formado por las decisiones que no se tomaron, esta cabecera de Sexo en Nueva York nunca existió, y sí la que ha desvelado el portal Entertainment Weekly, que además ha hablado sobre ello con Darren Star, el creador de la ficción de HBO, con Sarah Jessica Parker, la actriz que dio vida a esta particular heroína de los 90 (que hace unos meses pudimos ver en Divorce) y con Patricia Field, diseñadora de vestuario de la misma. Podéis echar un vistazo al vídeo, pero no intentéis subieron el volumen: no tiene audio.
En este otro opening que barajó el equipo de Sexo en Nueva York, Bradshaw aparece también por las calles de Nueva York, pero con cambios notables. «Había dos vestuarios. Uno era el tutú rosa, y otro del que pasamos en el que Sarah Jessica viste un vestido azul; el autobús no la moja, pero ella se tropieza al verse a sí misma en el anuncio», comenta Darren Star a EW. «Fue una gran elección [la cabecera original], ya que en cierto modo es como si la vida de Carrie fuera un baile a través de Nueva York». El mítico tutú tiene su propia leyenda, pues según cuenta la intrahistoria de la serie, fue un capricho de Patricia Field, que lo encontró a un precio rebajadísimo, cinco dólares, porque nadie lo quería. «Sara Jessica y yo luchamos por él, y Darren dijo ‘está bien, pero quiero otras opciones de vestuario», ha explicado Field. Sea como sea, acertada o no, es una secuencia inolvidable para los amantes de las series de televisión.
Muchos seriéfilos recordarán esta noche, la del 28 de marzo de 2017, como una histórica. Se despide para siempre una de las ficciones modernas más populares, o al menos una que ha formado parte de una etapa muy influyente: la generación de 2004, que alumbró series como Perdidos, House, Mujeres desesperadas o Veronica Mars, creó también una cosecha posterior de interesantes series procedimentales, las del caso de la semana.Bones, que ha sobrevivido en Fox durante 12 temporadas, destacó en sus comienzos por su tono divertido, algo cínico, así como por su protagonista femenina, a quien dio vida la querida Emily Deschanel, pero sobre todo lo hizo por su pareja protagonista, una química incuestionable que conquistó a un culto notable de fans.
Aprovechamos la despedida (¿algo trágica, o eso parece?) de Bones para recordar otros grandes dúos emocionales y profesionales que han marcado las series de televisión, ya recogidos en un artículo de Gonzoo.
Bones Brennan y Seeley Booth (Bones)
De compañeros de trabajo a esperadísimo matrimonio de ficción. Tras años de tensión sexual no resuelta, los fieles de Bones consiguieron que Huesos y Booth pasaran por el altar después de tener su propio hijo. ¿Se rompió entonces la magia? Emily Deschanel y David Boreanaz han dado vida a uno de los romances históricos de la pequeña pantalla durante doce temporadas.
En la séptima temporada de The Walking Dead ya está todo vendido. Solo queda un capítulo para que finalice, pero desde hace varios, casi desde que regresó en otoño, sabemos adónde se dirige el clímax final: el enfrentamiento contra Negan. Es posible que la batalla no se produzca hasta mediados de la octava entrega, pues hay que rellenar de forma gratuita todo lo posible para que la serie continúe en emisión todo lo posible. La cuestión es si los guionistas sabrán sacar jugo de las intrigas políticas entre los supervivientes y los Salvadores, y de las relaciones entre los personajes protagonistas, hasta que ese momento llegue. Todas las cartas ya están puestas sobre la mesa, a falta del episodio desenlace y a no ser que vuelvan a sorprendernos con un cliffhanger cortarrollos como el de la séptima temporada. ¿Apuestas?
SPOILERS! Si no conoces la última de Rick y compañía, no sigas leyendo.
El capítulo que The Walking Dead emitió anoche, Something They Need, escrito por Corey Reed y dirigido por un habitual, Michael Slovis, es el enésimo momento de transición de esta temporada, aunque, a diferencia de los dos últimos, que me resultaron bastante interesantes, en estos no ocurre nada, o no lo cuentan como tal. Y lo cierto es que tenían una importante trama entre manos: el asalto a Oceanside. El episodio se divide entre esa ofensiva, que ya preveíamos desde escenas anteriores y que los creadores debían abordar tarde o temprano; la situación en el Santuario, donde Sasha, descubierta por los Salvadores, intentará apurar sus posibilidades de matar a Negan, con o sin ayuda de Eugene; y el panorama en Hilltop, donde el tira y afloja de liderazgo entre Maggie y Gregory se recrudece, con apoyos de la primera.
Lo confieso: me ha decepcionado La Bella y la Bestia. No tenía grandes expectativas, más allá de las de una película bien dirigida y bonita visualmente, pero ni siquiera ha cumplido eso. No es este el lugar para hacer una crítica de la misma (para ello comparto la opinión de mi colega Madre reciente), pero sí de series de televisión, así que aprovecho que otros columnistas se han animado a recordar las versiones en acción real del cuento para dedicar espacio a una televisiva. No me refiero a La Bella y la Bestia de 2012, de la que es su antecesora y material original, sino a la de 1987, en la que el mismísimo George R. R. Martin, autor de la saga que ha inspirado Juego de Tronos, trabajó como guionista. Este artículo no quiere ser una plataforma en contra de La Bella y la Bestia actual, sino un manifiesto por esas ficciones que sin tantos fuegos de artificio consagran grandes historias y dejan una huella que otros siguen después.
Esas son las virtudes que algunos críticos estadounidenses, como Megan Garber en este post de The Atlantic, señalan hoy sobre la serie ochentera, que emitió la cadena CBS durante tres temporadas. No es difícil suponer la premisa, pero son los detalles los que importan. Fue la actriz Linda Hamilton, que dio vida a la legendaria Sarah Connor en Terminator, quien protagonizó La Bella y la Bestia poco después de aparecer en la primera parte de la saga; Catherine, una abogada de Nueva York, ambiciosa pero algo insatisfecha en sus aspiraciones laborales, sufre el ataque de unos hombres, que desfiguran su rostro y la abandonan en medio de la noche. La ayudará Vincent (Ron Perlman; aunque por la foto no os sonara, es el Hellboy de Guillermo del Toro), una criatura proscrita, pero noble y de buenos sentimientos, que vive junto a otros olvidados en las cloacas de la ciudad. Comienza así su aventura contra los criminales de NYC.
Si hay una fecha que guía nuestra esperanza friki en este 2017 tan prolífico en lo que a series se refiere es el 21 de mayo. En la noche de ese casi ya veraniego domingo Showtime estrenará la tercera temporada de Twin Peaks, el revival más esperado (con permiso de Expediente X) de los que se han anunciado en los últimos años. Lo cierto es que la noticia nos pilló de sorpresa, pues no pensábamos que David Lynch accediera a comprometerse en un proyecto cerrado casi 30 años después del debut de su serie maestra. Al parecer, fue Mark Frost, colega y cocreador de la ficción, quien le convenció de tal hazaña, y tras varios desencuentros con la cadena, el director se puso a los mandos de la coescritura y la dirección de los 18 capítulos que compondrán el regreso. ¿Qué encontrará el agente Cooper en su retorno a la ciudad maldita?
Pocos detalles argumentales sabemos sobre la entrega extra de Twin Peaks, pero las primeras imágenes oficiales nos dejan ver, al menos, qué actores y personajes aparecerán. La revista encargada de mostrárnoslas ha sido, cómo no, Entertainment Weekly, popular por sus portadas y reportajes exclusivos. El número de abril se ha lanzado con tres covers, una protagonizada por Dale Cooper (Kyle MacLachlan), Audrey Horne (Sherilyn Fenn) y Laura Palmer (Sheryl Lee); otra por Shelly Johnson (Mädchen Amick), Norma Jennings (Peggy Lipton) y Bobby Briggs (Dana Ashbrook); y la última por James (James Marshall), Big Ed (Everett McGill) y Nadine Hurley (Wendy Robie). Además, podemos echar un vistazo a otras fotos, ya episódicas, en las que también aparecen el propio David Lynch, que dio vida al agente del FBI Gordon Cole, el ya fallecido Miguel Ferrer, y David Duchovny en el papel de la agente Denise Bryson.
Clay está sentado en un banco, apoyado en la pared del gimnasio, durante el baile del instituto, cuando su amigo Jeff se acerca y le anima a sacar a Hannah a la pista. Ella, como él, espera sentada, en la pared de enfrente, al otro lado del lugar. Al ritmo de The Night We Met, de Lord Huron, un tema que él luego describirá como su canción (la de ellos), se reúnen a mitad del camino y comienzan a bailar, con una confianza digna de los sueños. Cuando están a punto de besarse, ella se aleja y sus venas comienzan a sangrar. Hannah está muerta, se ha suicidado. Es efectivamente un sueño, más bien una pesadilla, la escena que abre el quinto episodio de Por trece razones, y tal vez la que mejor condensa lo importante de la última serie de Netflix. A partir de ahí, la ficción no irá necesariamente a mejor, sino que se volverá más oscura y más trágica. Pero de ese momento, que juega de forma preciosa con lo entrañable del primer amor y lo desolador de la primera pérdida, no me podré olvidar.
Reconozco que tuve mis recelos en la recta inicial de Big Little Lies, y que en realidad no me parece una serie ni mucho menos redonda. No me parece que el trabajo de 
Lo que un buen capítulo final podía aportar a estas alturas a la peor temporada de 
En abril, series mil
Hay imágenes icónicas que pasan a la historia del cine y la televisión de la forma más improbable. Una de las escenas que han marcado el imaginario de las series modernas es esa en que Carrie Bradshaw camina por Manhattan, vestida con un tutú, y un autobús que anuncia su columna periodística la salpica de agua. En ese universo catódico alternativo formado por las decisiones que no se tomaron, esta cabecera de 
Muchos seriéfilos recordarán esta noche, la del 28 de marzo de 2017, como una histórica. Se despide para siempre una de las ficciones modernas más populares, o al menos una que ha formado parte de una etapa muy influyente: la generación de 2004, que alumbró series como 
En la séptima temporada de 
Lo confieso: me ha decepcionado 
Si hay una fecha que guía nuestra esperanza friki en este 2017 tan prolífico en lo que a series se refiere es el 21 de mayo. En la noche de ese casi ya veraniego domingo Showtime estrenará la tercera temporada de