Qué pasó en el Mundial de… Qué pasó en el Mundial de…

"Sólo tres personas en la historia han conseguido hacer callar el Maracaná con un solo gesto: el papa, Frank Sinatra y yo". Alcides Ghiggia, Mundial de 1950

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Inglaterra 1966. Corea del Norte: la primera hazaña del fútbol asiático

El potero norcoreano saluda al salir al campo en el Mundial 1966 (YOUTUBE).

El portero norcoreano saluda al salir al campo en el Mundial 1966 (YOUTUBE).

Afrontamos los últimos días de Mundial y de este blog y lo haremos con una de las más impactantes historias en cuanto a revolución de equipo modesto se refiere. Creo que fue la primera gran sorpresa del fútbol en los Mundiales y todavía hoy es recordada. Es la hazaña de la selección de Corea del Norte en el Mundial de Inglaterra de 1966.

Corea del Norte llegó al Mundial tras eliminar a Australia en la fase previa. Hay que tener en cuenta que a esa Copa del Mundo no acudieron los africanos, que boicotearon el evento, disconformes con el sistema de clasificación.

Era la primera vez que este pequeño país se clasificaba para una Copa del Mundo. No habían pasado no 13 años desde el final de la Guerra de Corea y este pequeño país llegaba como la auténtica cenicienta del torneo. Quedó encuadrada en el grupo 4, junto a la Unión Soviética, Italia y Chile.

Su debut reafirmó la idea de su debilidad. El 12 de julio de 1966, en el Ayresome Park de Middlesborough, los norcoreanos debutaron contra la URSS, con resultado de 3-0 para los soviéticos. En su segundo encuentro, se enfrentaron en el mismo escenario ante Chile, equipo que había perdido en la primera jornada ante Italia. El resultado fue de empate a uno. Park Seung-zin fue el autor del primer gol de la historia de Corea del Norte en los Mundiales.

Corea del Norte, en el terreno de juego (YOUTUBE).

Corea del Norte, en el terreno de juego (YOUTUBE).

Así las cosas, el 19 de julio, de nuevo en Middlesborough, los norcoreanos tenían una opción de pasar. Se enfrentaban a Italia y debían derrotarla (y que Chile no ganara a la URSS) para pasar de ronda. En lo que fue, quizás, la primera gran sorpresa de la historia de los Mundiales, Corea del Norte derrotó a Italia, entonces bicampeona mundial, por 1-0 gracias a un gol de Pak Doo-ik, que tenía cargo de cabo en el Ejército de Corea del Norte y que fue ascendido a sargento tras la Copa del Mundo.

Gracias a ese gol, Corea del Norte se clasificó para cuartos de final (no había octavos). Era el primer país asiático que pasaba de la primera ronda. Su rival en esta fase era otra selección debutante en la Copa del Mundo del 66: Portugal, que estaba asombrando al mundo gracias, entre otros, a su estrella Eusébio. El 23 de julio se enfrentaron ambas selecciones enel Goodison Park de Liverpool. Corea del Norte empezó fuerte, ya que en los minutos 1, 22 y 25, Pak Seung-zin, Li Dong-woon y Yang Seung-kook, marcaron para su equipo. Corea del Norte se ponía 0-3 y en encarrilaba el pase a semifinales.

Pero en lugar de luchar por mantener el resultado, los norcoreanos siguieron empujando. Craso error, porque Portugal recurrió al talento de Eusébio. La Perla Negra marcó el 1-3 dos minutos después del 0-3. Justo antes del descanso, Eusébio marcó el 2-3 de penalti. En el 56, Eusébio empataba y dos minutos después, de nuevo de penalti, le daba la vuelta al marcador. José Augusto, en el minuto 80, marcó el 5-3 definitivo. Corea del Norte quedó eliminada, pero regresaron como héroes.

En 2002 se estrenó una película documental llamada ‘El Partido de Nuestras Vidas’, que recoge las opiniones de algunos de los supervivientes:

Hasta mañana.

1958-1970. Pelé, el mundialista más grande

Pelé, abrazado a su compañero Jairzinho tras ganar el Mundial de 1970 (GTRES).

Pelé, abrazado a su compañero Jairzinho tras ganar el Mundial de 1970 (GTRES).

Al principio de la andadura de este blog le dediqué un capítulo a Diego Armando Maradona, uno de los grandes personajes de a Copa del Mundo. Si no es el más grande es porque hay otro que le discute, con mucha fuerza, ese título honorífico. Es más, muy probablemente sea el protagonista de hoy no sólo el mejor mundialista de todos los tiempos, sino también el mejor jugador de la historia. Es, cómo no, Edson Arantes do Nascimento, Pelé.

La historia de Pelé como mundialista va muy pegada a su historia como internacional con su selección. El 10 de Brasil debutó con su selección sólo un año antes de jugar su primer Mundial. Lo hizo en 1957, con tan solo 16 años de edad. Al año siguiente, Pelé formó parte de la selección brasileña que viajó a Suecia para disputar la Copa del Mundo. Llegó mermado físicamente y no disputó los dos primeros partidos de su selección. Debutó contra la Unión Soviética en el tercer partido, convirtiéndose en el más joven en jugar un Mundial. En ese partido dio una asistencia a Vavá. En cuartos de final, ante Gales, Pelé marcó su primer gol en un Mundial. Y en semifinales, logró un hat-trick ante Francia. Pelé redondeó su actuación marcando dos de los cinco goles que Brasil le metió a la anfitriona Suecia en la final. Tenía 17 años y 249 días y ya era campeón del mundo.

Cuatro años después, en la época del Mundial de Chile 1962, Pelé ya estaba considerado como el mejor jugador del mundo. En el primer partido de Brasil, ante México, Pelé dio un gol y marcó otro, pero en el segundo partido, se lesionó y no volvería a aparecer en el torneo, que se llevó Brasil.

Otra imagen de Pelé tras la final del 70 (Archivo 20minutos).

Otra imagen de Pelé tras la final del 70 (Archivo 20minutos).

Consolidado como el mejor jugador del planeta, en Inglaterra 66 Pelé pagó un alto precio por ser el número 1. Las defensas le dieron mucho y muy fuerte. Aún así, marcó un gol, convirtiéndose en el primer jugador en marcar en tres Copas del Mundo seguidas. Sea como fuere, Brasil quedó apeada en la primera fase. Justo después, Pelé anunció que no volvería a jugar un Mundial.

Pero si Pelé había asombrado al planeta en las tres citas anteriores, fue en el Mundial de México de 1970 cuando se convirtió en leyenda. Le habían convencido para que regresara a la selección. Estaba a punto de cumplir 30 años, estaba en el cénit de su carrera y lo demostró con creces. Además, Brasil llegaba con una generación irrepetible: Carlos Alberto, Rivelino, Jairzinho, Tostao, Gerson o Clodoaldo hacían de Brasil un equipo casi invencible. En su grupo estaban Rumanía, Inglaterra y Checoslovaquia. Pelé marcó en el 4-1 a los checoslovacos e hizo un doblete en el 3-2 ante los rumanos. Ante los ingleses, Pelé propició la que se considera mejor parada de la historia. En cuartos, ante Perú, Pelé dio una asistencia, algo que repetiría en semifinales ante Uruguay, si bien en ese partido lo que más se recuerda es lo que se llamó «el mejor no-gol de la historia». No lo describiré. Prefiero que lo veáis:

En la final ante Italia, Brasil arrasó por 4-1. Pelé marcó el primero y dio otros dos. Los brasileños se coronaron campeones por tercera vez, Pelé fue catalogado como mejor jugador del torneo y, sin lugar a dudas, se convirtió en el más grande.

Vídeos de Pelé hay muchos. Os voy a dejar con uno cortito, que recoge sus 12 goles mundialistas:

Volvemos el martes… que llegan las semifinales…

Inglaterra 66: Pickles, el perro que rescató una Copa del Mundo que ahora nadie sabe dónde está

'Pickles', fotografiado tras su hazaña (WIKIPEDIA).

‘Pickles’, fotografiado tras su hazaña (WIKIPEDIA).

Como sabréis, el actual trofeo de la Copa del Mundo nació en 1974. Hasta ese momento, la copa que recibía el campeón era otra distinta a la actual. Era la copa Jules Rimet, llamada así en honor del artífice del Mundial. Dejó de entregarse cuando Brasil, en México 70, logró su tercer título. Estaba estipulado que aquella selección que fuera la primera en ganar tres trofeos se quedaría en propiedad el trofeo Jules Rimet. Casualmente, Brasil jugó la final de 1970 ante Italia, la otra selección que optaba a quedarse en propiedad la copa.

Originalmente llamada ‘Victoria’ (por estar la diosa griega Niké –victoria- representada en ella), recibió el nombre de Jules Rimet de manera oficial en 1946. Diseñada por Abel Lafleur y fabricada en plata bañada en oro con una base de lapislázuli, medía 35 centímetros y pesaba 3,8 kilogramos. La copa sufrió no pocos avatares. Por ejemplo, en 1938, durante la II Guerra Mundial, el trofeo fue resguardado… en una caja de zapatos. Fue allí donde la depositó Ottorino Barassi, presidente de la Federación Italiana, para evitar que los nazis se hicieran con ella.

Pero la historia que nos ocupa el día de hoy es posterior, en la penúltima cita de la copa Jules Rimet, es decir, en el Mundial de Inglaterra de 1966. Meses antes del comienzo del torneo, la Confederación Brasileña devolvió el trofeo a la FIFA y luego llegó a Londres para ser exhibido al público.

El domingo día 20 de marzo de ese año, el trofeo estaba expuesto en el Westminster Central Hall de Londres, una iglesia metodista y edificio de usos múltiples situado en el centro de la ciudad. La tarde de aquel día, la copa fue robada. La BBC informó entonces de que el valor del trofeo era de 30.000 libras esterlinas de la época.

El robo se produjo cuando se estaba celebrando un oficio religioso en el lugar de la exposición y pese a que había dos agentes vigilando. Scotland Yard se puso en marcha y al poco tiempo, tenían una descripción de un sospechoso, un hombre de unos treinta años, pelo negro engominado y una cicatriz en el rostro, que había sido visto en las inmediaciones del edificio.

Pickles, recibiendo un cheque como recompensa (YOUTUBE).

Pickles, recibiendo un cheque como recompensa (YOUTUBE).

Mientras la policía buscaba con afán el trofeo, la FA (Federación Inglesa) tomó la precaución de construir una réplica exacta del trofeo para cubrirse las espaldas si no aparecía. Pero apareció.

Siete días después, el 27 de marzo de 1966, David Corbett, un ciudadano londinense, se encontraba paseando a su perro Pickles, una mezcla de border collie con otras razas, por la zona de Beulah Hill, en el barrio de South Norwood, al sur de Londres. Durante su paseo, Pickles empezó a ladrar y a escarbar junto a un seto. Extrañado, Corbett se acercó al lugar donde su perro se mostraba nervioso y encontró, envuelto en papel de periódico, nada menos que la copa Jules Rimet.

«Al principio creí que era una bomba», dijo Corbett después. «Había mucha actividad del IRA en aquella época. Empecé a desenvolver el objeto pero nada se movió. Entonces vi que ponía ‘Brasil’, ‘Alemania’, etcétera y fui corriendo a avisar a mi mujer. Me pareció pequeña», explicaría Corbett.

David Corbett acudió a Scotland Yard y en las dependencias de la policía londinense estuvo declarando toda la noche. El problema para él es que se convirtió en el primer sospechoso: «Había 20 polis a cada lado de mí y empecé a preocuparme».

Réplica de la copa Jules Rimet (WIKIPEDIA).

Réplica de la copa Jules Rimet (WIKIPEDIA).

Pero las acusaciones no se dirigieron a él, finalmente. Del robo se acusó a un exmilitar de 46 años llamado Edward Bletchley, que admitió actuar como intermediario y pedir un rescate al presidente de la FA, Joe Mears, por valor de 15.000 libras esterlinas. Bletchley pasó dos años en prisión, pero murió de enfisema poco después de salir de la cárcel.

Esta muerte también contribuye a una supuesta maldición asociada a la copa. El perro Pickles, que se convirtió en una celebridad y que, tras ganar Inglaterra el Mundial, recibió como premio comida para todo un año (su dueño un cheque de 6.000 libras) e incluso protagonizó una película, tuvo un destino bastante siniestro: apenas un año después de su hallazgo, y mientras perseguía a un gato, su correa se enganchó a un árbol caído y murió asfixiado.

Pero os decía en el titular que ahora nadie sabe dónde está la copa. Saltamos al 19 de diciembre de 1983. La copa Jules Rimet estaba expuesta en la sede de la Confederación Brasileña, en Río de Janeiro. El trofeo estaba en una urna con un cristal antibalas en tres de los cuatro lados. El cuarto estaba cubierto por un panel de madera, que fue abierto con una palanca, de modo que unos ladrones lo pudieron robar. Pese a que cuatro personas fueron detenidas, juzgadas y declaradas culpables, el trofeo nunca apareció. La Policía brasileña concluyó que el trofeo había sido fundido, por lo que jamás se podría recuperar. Poco después, la CBF construyó una réplica, que es la que tiene en su poder a día de hoy.