Me vais a perdonar, pero yo tengo bastante, bastante claro que el lugar que hoy en día ocupa en Hollywood Christian Bale es, ni más ni menos, que el hueco que estaba reservado a Josh Harnett.
El actor se convirtió en todo un icono a lo largo de los ’90 y principios de los 2000. Era muy atractivo y, además, muy buen actor. Directores como Ridley Scott o Michael Bay se lo rifaban, diciendo de él que era «el próximo Tom Cruise». Nacido en el 78, su primer gran título fue en la saga de Halloween y continuó con The Faculty, de Robert Rodríguez, y Las vírgenes suicidas, de Sofía Coppola, a finales de la década de los ’90. En 2000 ya lo querían en los grandes títulos, y así contaron con él en taquillazos como Pearl Harbor, Black Hawck derribado o La dalia negra, de Brian de Palma que coprotagonizó con Scarlett Johansson, en 2006. Ese mismo año, protagonizó el que sería su último gran éxito de la época: El caso Slevin, compartiendo cartel con nombres de la talla de Ben Kingsley, Lucy Liu y Morgan Freeman.
Y, entonces, su carrera «se paró». ¿Qué pasó?
Hay quien aún sostiene que dejaron de ofrecerle papeles, que escogió mal sus películas o incluso que era difícil trabajar con él, pero lo cierto es que nada más lejos. A Hartnett le llegaron a ofrecer dos de los papeles, por entonces, más codiciados de la industria: el de Superman, que terminó por recaer en Brandon Routh, y el del Batman de Christopher Nolan, que acabó siendo para Christian Bale. Él rechazó ambos papeles porque, como dijo después en numerosas ocasiones, todo lo que se estaba creando alrededor de su persona, la idea de que sería la próxima gran estrella, era demasiado para su salud emocional, y decidió apartarse de las grandes producciones para «involucrarse en proyectos más pequeños» que le gustaran, en los que «pudiera participar».
Así, durante más de quince años se ha mantenido haciendo buenos papeles en películas lejos de las superproducciones de Hollywood que le han proporcionado satisfacción artística, como Parts Per Billion o Valley of the Gods. También ha estado presente en alguna serie: entre 2014 y 2016 interpretó a Ethan Chandler en casi una treintena de episodios de Penny Dreadful para Showtime.
Pero este 2023, sin llegar a estar en lo que entendemos por taquillazo comercial de Hollywood, ha vuelto a estar presente en dos de los títulos más esperados del año.
Interpretó al astronauta David Ross en el regreso de Black Mirror, en el episodio Beyond the Sea, junto a Aaron Paul. El episodio más largo y tal vez el más inquietante de esta sexta temporada de la serie, en el que, en un 1969 alternativo, dos hombres se encuentran solos en una nave en una misión de alta tecnología, mientras pueden manejar a distancia dos avatares en la Tierra.
Y, si no la habéis visto en el cine, no os perdáis poder verla en casa, porque sin duda es una de las películas del año y, probablemente, de la década, convertida en clásico inmediato en cuanto se proyectó por primera vez en salas, y es que el pasado julio se estrenó la esperada Oppenheimer, de Christopher Nolan, que cuenta con nombres de la talla de Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Gary Oldman o Matt Damon en su elenco y en la que Hartnett interpreta a Ernest Lawrence, físico nuclear estadounidense, inventor del ciclotrón y ganador del Premio Nobel.