Creo que intentar ir al detalle, por muy liviano que una quisiera hacerlo, significaría extender este artículo a un nivel cuasi biográfico, y no es esa la intención. De manera que haremos: vamos a posarnos en las tres pinceladas estrictamente necesarias para recordar quién era Joseph Aloisius Ratzinger y —cuestión a la que vamos— qué fue de él después de renunciar al papado.
Lo primero que haré será responder a la pregunta que escuché accidentalmente el otro día (y que, en su fin último, ha desembocado en este post): sí, sigue vivo. El próximo mes de abril cumplirá noventa y seis años.
De la amplia carrera que Joseph Ratzinger hizo dentro de la Iglesia Católica, merece la pena detenerse en el año 1977 cuando, a los 50 años, fue nombrado arzobispo de Múnich, cargo entre lo más alto de la jerarquía eclesiástica que ocupó hasta 1982, cuando se convirtió en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano (lo que antes se conocía como el Santo Oficio).
Fue elegido Papa en abril de 2005, después de fallecer Juan Pablo II y tras un cónclave que duró apenas un día y tras cuatro escrutinios (lo que, para muchos, son demasiados). El hasta ese momento cardenal Ratzinger escogió como nombre para su papado y soberanía vaticana Benedicto XVI, como todos recordamos.
Su ostentosidad y opulencia, junto a una posición extremadamente conservadora en un mundo en cambio acelerado y su gesto de aparente antipatía perenne acabaron por convertirlo en uno de los papas recordados como menos populares. Y eso que fue el primer Papa que utilizó Twitter (lo estrenó en 2012 con una bendición online, de la que justo hace unos días se cumplieron 10 años).
En 2013 renunció al pontificado (fue el primer papa en hacerlo desde el siglo XV), siendo sucedido, como todos sabemos, por el Papa Francisco que, ya que hablamos de Twitter, tiene más de 50 millones de seguidores (en la suma de sus cuentas oficiales, en varios idiomas).
2013: SS. Benedicto XVI hace efectiva la renuncia al Ministerio Petrino anunciada unos días antes.#Efemeride pic.twitter.com/O2CoQSpZ9l
— Colegio Cardenalicio (@CCardenalicio) February 28, 2021
Su salida del cargo estuvo envuelta (entre otras cosas) en toda la niebla y el escándalo que rodeaban en ese momento a la Iglesia, destapándose constantemente casos de abusos sexuales infantiles en todo el mundo bajo un manto opaco al nivel del más alto corporativismo.
Y es este tema el que, este año, lo ha vuelto a traer, de manera constante, a los titulares más sonados, y es que en enero se conocía la noticia de que la propia archidiócesis de Múnich responsabilizaba directamente al emérito Benedicto XVI de haber sido conocedor y encubrir, durante su ejercicio como arzobispo (1977-1982), al menos, cuatro casos de abusos sexuales ocurridos en esa archidiócesis que, por cierto, acumula casos desde la posguerra hasta prácticamente la actualidad. Por ello la actual archidiócesis acusa a los consecutivos responsables en esas jerarquías, que no solo los conocían sino que los encubrieron y «no los evitaron ni actuaron en consecuencia».
Dicen los responsables de estas acusaciones que la reacción del actual papa emérito —que, por supuesto, lo niega todo— resultan «poco creíbles» y que sí ha quedado demostrado que no existió «ningún interés reconocible en actuar frente a los clérigos que perpetraron los hechos», máxime cuando en 1980 uno de ellos, Peter Hullermann, fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich tras ser acusado de pedófilo y que la inacción de Ratzinger propició que continuara cometiendo abusos en Múnich. Fue precisamente este caso, que estalló en 2016, el que puso el foco en Benedicto.
Casi nada.
El mes pasado, finalmente, se confirmó que Ratzinger tendrá que ir a juicio para defenderse de estas acusaciones. De manera que se convertirá en el primer papa en renunciar al pontificado desde el siglo XV, el primero en tener redes sociales y el primero también en sentarse en el banquillo de un juzgado como para declarar acerca de su responsabilidad en los casos de abusos de la Iglesia.
El trabajo de la Justicia ahora será, por un lado, determinar si Ratzinger es, en efecto, responsable de alguna manera y en qué grado de los abusos cometidos por Hullermann y, por otro, establecer las posibles consecuencias civiles y penales, aunque el emérito, a sus casi noventa y seis años, en ningún caso entraría en prisión.
L’ancien pape Benoît XVI prêt à témoigner dans un procès pour abus d’enfant en Allemagne – 7sur7 https://t.co/GxOOY5LDvk
— AbusesWatch (@sex_abuse_news) November 28, 2022
Otro representante del dios que hizo las plantas verdes antes que el Sol, que hizo varios días y noches antes que el Sol, que hizo las estrellas después de la TIerra y que la Tierra era plana y no se movía. entre otros disparates. Genial. Y dicen que es la Verdad…
18 diciembre 2022 | 2:27 pm
Cuantas ganas de enmierdar al pontifice emerito El fue el que impulso la prderastia cero en la Iglesia, el que apartó del sacerdocio al fundador de los Legionarios de Cristo, muchas ganas de empuercar una trayectoria limpia como la dce Benedicto XVI
18 diciembre 2022 | 6:22 pm