Un debut multicultural, editado por Roundtrip Records, desde España a la Argentina, pero, sobre todo, el Brasil que todos amamos. Hoy, ayer, mañana, nada será igual desde que se marchó al cielo Gal Costa. Aunque canten Tudo esta bom para abrir el LP. Voz en portugués, voz en español, percusiones nutritivas mientras miras el mar. Algo de amago de tropicalismo calmado, madrugada para todos los que buscamos guitarras afiladas como las manos traviesas que alivian la soledad: «Te veo llegar, mamá».
La época en la que Moreno Veloso programaba bases imposibles mientras fuera silbaban blues como el de Despetalar. ¿Qué mezcla es esta, te dirás? Es un camino lleno de intersecciones en el que todos nos podemos encontrar cómodos. El ritmo jamaicano de Casa da floresta es un destilado de todo lo que puede ser bello en la música, contemplativa, mántrica hasta ser impúdicamente divina. Ya he hablado del cielo, de las estrellas de la noche, de Seu Jorge cantando por David Bowie, de las semillas que dejó Seru Giran en Buzos a finales de los setenta.
Las canciones de Kosmik Band son como un abrazo, por eso no es extraño que un tema como Lua mama resulte tan emocionante. Aquella estación pasó como el fuego de una hoguera, dando calor cuando ya no hacía falta y esperanza cuando se había terminado el amor. Un poco de pop anglosajón, con especias propias, por supuesto, se puede escuchar Aqui y agora, con sus arpegios y juegos vocales que se elevan, otra vez, angelicales, para acabar casi llevándonos a la pista de baile, con un poco de Two man sound antes del aullido final, una sirena que se postra en Mangalam, siempre es breve el agua cuando la sed aprieta.
Enzo es el porteño, La Charo canta con Nana y el El Twanguero aporta su guitarra groove, con tanto repertorio como le pidas. Spinetta o Veloso, africanos y latinos, entre medio un minimalismo que, lejos de ser reduccionista, impresiona con su alcance. Y el cierre, algo de candombe, un poco de Cazuza, algo de Zitarrosa, mucho de Jorge Ben.