La sequía no entiende de autonomías

Va en este escrito, con el debido respeto, una crítica razonada sobre el papel jugado por los sentimientos exclusivistas y patrióticos que han acaparado casi todo lo que pueden concertar las personas para el beneficio público. Bien está que se defienda lo propio, pero lo propio, perdóneseme el juego de palabras, hubiera sido hablar hace años de la escasez de precipitaciones que soporta gran parte del Estado y las previsibles sequías que se podrían encadenar.

La sequía no es un elemento identitario, como puede ser el autogobierno. Es algo que puede empeorar la vida si no se adoptan las situaciones de mitigación y adaptación que las incertezas acuáticas y pluviométricas exigen para seguir manteniendo una vida aceptable; digamos mejor saludable. A pesar de eso, la sequía es como un vapor material que no impregna el sentido ideológico de los territorios. En todos lugares se echan fuera cubos sin llenar.

Mal hacen quienes trocean la sequía. A quien esto escribe, alejado de las polémicas autonómicas y gestos identitarios -más próximo a la ciudadanía global- poco le importan las riñas que escucha o lee cada día sobre la España dividida. Hablemos en primer lugar de las restricciones que ha ordenado el Gobierno de la Generalitat a su pueblo. La sequía, en mayor o menor grado, no solamente es real en Cataluña, que ahora es el centro de los dardos de otros lugares, sino en muchos sitios. Qué ha sucedido para que en Cataluña casi 6 millones de ciudadanos, muchas empresas, y demás (turistas por millones, animales de granja, campos y frutales) vayan a soportar malditas restricciones de agua. Dijo el poeta: el agua solo se ve cuando al faltar incomoda nuestras vidas. Tanto es así que el agua no se internaliza ni en los procesos productivos ni en el resto de actividades cotidianas de la ciudadanía. ¡Cómo puede ser así en 2024! ¿Cómo cabría calificar a los pasados y actuales gobernantes de un territorio que por su desidia o mal hacer han provocado una situación de crisis cuyo alcance no llegamos a percibir? ¿Qué pensaba allí la ciudadanía viendo expandirse la sequía y no considerar el agua un bien identitario tan importante como el aire? Ahora mismo me pregunto qué papel ha desempeñado en esta situación la Agencia Catalana del Agua (ACA) que en tiempos era un modelo de buena gestión del agua.

Pantano de Sau, Barcelona. (EFE/Siu Wu)

La clase política y quienes les siguen han estado ocupados en otros asuntos de ideología partidista; no han tenido tiempo de hablar de otras cosas socioambientales. Podríamos citar muchas pero nos vamos a quedar con unas cuantas consecuencias de una causa común que se concreta en una resta/sustracción: aguas disponibles en este contexto mediterráneo, en el que cada vez llueve menos, a la que se resta agua consumida en mayor cantidad per cápita, en cultivos viejos y nuevos con gran demanda de agua, y en una contexto de llenado turístico, que esquilma hasta la última gota de agua que se puede beber. Mal va la cosa si la resta da números negativos. Pero es que además una buena parte de la que aportarían los acuíferos está contaminada (muy rica en combinaciones de nitrógeno). Los diez pecados capitales en la gestión/educación del agua puestos en una sola vasija: otro futuro es deseable, y debe ser posible.

Cómo entender que Cataluña declare ahora la emergencia tras treinta y nueve meses sin precipitaciones sustanciales, leo en Euronews. Más de 200 municipios en emergencia por sequía, apunta Rtve. En El Periódico (2 de febrero) se colaba una pregunta que muchos nos planteamos: ¿Se hicieron los deberes para gestionar la emergencia? O se minusvaloraron las situaciones de falta de precipitaciones lo que impidió provocar reflexión y haber gestionado mejor las prealertas, alertas, etc. La Vanguardia detalla las veinte medidas que “salvarán” a Cataluña de la situación.

La sequía no entiende de autonomías; golpea por todos los lugares. El Diario de Sevilla informa que 58 municipios ya tienen restricciones de consumo. El mismo periódico desvela que Andalucía requiere al Gobierno que convoque a la Mesa de la Sequía de manera urgente; ¡ahora!, no hace cinco o más años cuando se aniquilaban los acuíferos. Recoge que el señor Moreno Bonilla advierte que si no llueve (mucho) cinco millones de andaluces –no dice nada de sus potenciales visitantes que en 2023 supusieron ocho millones algunos meses- tendrán restricciones este verano. Es el mismo presidente que hace unos meses pretendía legalizar las captaciones subterráneas en varios lugares, especialmente en las cercanías de Doñana, con una ley ad hoc. Ahora mismo Málaga ya aplica restricciones,

Por todas las autonomías, en los periodos electorales, los políticos prometen el agua abundante y permanente allá por donde pasan a mitinear; la sequía no vota pero empuja el voto, decía un titular. Por cierto, podemos asomarnos a los mapas de seguimiento del Observatorio Nacional de la Sequía, del Ministerio de Transición Ecológica. Proporciona mapas de escasez y sequía desde 2019. ¿No se veía venir? Vayamos a un observatorio independiente, eltiempo.es, para ver cómo han ido las cosas desde 1970, ya se avisaba que España se encontraba en la peor situación desde 1970. Por cierto, circula por ahí una mentira comparativa de un pantano portugués que está lleno, mientras los de España se vacían. Quienes duden deberían visitar a menudo embalses.net. Hasta Galicia se puso en prealerta el verano pasado.

La sequía no entiende de autonomías. El trasvase Tajo-Segura ha sido motivo de enfrentamiento Castilla-La Mancha y Murcia desde hace muchos años. La sobreexplotación del suelo de Murcia, con producciones con enormes necesidades de agua, además de agotar sus freáticos seca el Tajo hasta quitarle incluso los caudales ecológicos. Después, el agua que exprime la sequía inunda de nitratos el Mar Menor y las aguas muertas lo matan. No perderse estos artículos de El País en los que se ven los posicionamientos de varios presidentes –incluida la señora Ayuso de Madrid-  autonómicos sobre el asunto y los continuos pronunciamientos de los tribunales de justicia. El tantas veces mentado Trasvase del Ebro eriza hasta los picos más altos de los Pirineos, ya no digo nada las mentes, solo que se miente como hipótesis. Es más, algunos partidos políticos ven los trasvases de distinta manera según el territorio desde el que lo miren. Ahora hablan de llevar agua de desaladoras levantinas en barco hasta Barcelona.

No estaría de más conocer cómo se las arreglan en Canarias, sin ríos, para dar agua a sus habitantes y visitantes. Imaginamos que allí los acuíferos estará sobreexplotados, como sucede en Almería y otras zonas costeras mediterráneas de Murcia, Valencia, Cataluña o Baleares. Tenemos curiosidad por saber cómo van aquellas 765 plantas desaladoras que suplen algunas faltas de agua a la vez que enfangan el mar cercano con sus salmueras.

Los parlamentos regionales pocas veces hablan de agua global, de políticas de agua que mitiguen los efectos de la falta continuada de precipitaciones, de la adaptación de cultivos y personal a la disminución de precipitaciones. ¿Cuántos plenos extraordinarios han celebrado sobre la adaptación social y económica a la escasez de precipitaciones y las recurrentes, o quizás permanentes sequías? Si acaso discuten sobre “su agua” contra las pretensiones de quienes quieran “quitársela”.

Lamentamos que estos temas, que a muchos incomodan pero a más beneficiarían, no hayan tenido presencia permanente en los medios de comunicación. Una pregunta indiscreta en la España en donde parece que cada vez habrá menores precipitaciones: podemos ducharnos o bañarnos todas personas todos los días, llenar nuestras piscinas a conveniencia, gastar más de 200 litros per cápita, regar los millones de hectáreas de césped en parques y chalets particulares con agua potabilizada, regar a manta en el campo, cultivar productos exóticos con alta demanda de agua, disponer de acequias de riego colonizadas por ratoncillos y cangrejos, limpiar las calles regándolas. En síntesis, dejar que haya semejantes pérdidas en las redes de abastecimiento, etc., sine die.

A la vez, si pienso en el bien colectivo antes que en el ideario del partido que gobierna, lamento que autonomía es autogobierno en unos sitios pero en otros es hacer lo que le plazca al gobierno de turno, aunque eso signifique aumentar desigualdades sociales. Pienso que no es necesario identificar el centro de la periferia.

Otro asunto a no olvidar: el agua se ahoga en piscinas. El Periódico contaba en el verano de 2022 que en España había “registradas” más de 1.266.000, una cada 37 habitantes aproximadamente. Añadía que Baleares y la Comunidad Valenciana eran los territorios con más piscinas en relación a su población. Eso sí, Madrid, con 13.842, es el municipio con mayor número. Cada cual saque sus conclusiones. En total las recreativas piscinas, legalizadas, consumían casi el 3 % del total de los hogares españoles. ¡Ahí es nada! Aquí tenemos, a fecha de 1 de agosto pasado, un mapa interactivo para enterarnos de las piscinas por cada 100 habitantes en municipios. Echen un vistazo dónde se dan los mayores desatinos. Me ha servido para enterarme que en mi pueblo –en la estepa monegrina- hay 0,54 piscinas por cada 100 habitantes. Solo conozco las instalaciones de las públicas, que cuentan con tres.

No hemos dicho nada del agua destinada al regadío. Si sumásemos lo prometido por los políticos con lo demandado por los regantes necesitaríamos muchos ríos como el Amazonas o el Negro –que por cierto este año se ha secado-. Aquí el mapa del país con más superficie de regadío de Europa, España. Sin desean contrastar, complementar informaciones, pásense por la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y alimentación que pondera la mejora de riego eficiente. Dice que lo hace significativamente pero ¿dónde va ese 20 % que falta? Iagua elaboró un especial sobre el regadío que es interesante conocer.Si se quieren preguntar más cosas lean el artículo de El País cuyo título es significativo: El 2% de españoles gasta el 80% del agua. Analícenlo sin demagogias baratas.

En más de una ocasión me pregunto de quién es el agua. Ahora mismo me declaro plenamente convencido que es propiedad de nadie y de todos: el planeta y sus biodiversas criaturas. En absoluto es de los políticos que buscan llenar su cantimplora por más que sepan que es imposible: o es excesivamente volumétrica o tiene agujeros en el fondo. El agua precipita cuando la dinámica agua-aire-suelo “quiere y dónde quiere”; bueno la física conduce las múltiples interacciones.

Ante esta deficiente gestión de lo público, los políticos en general –que deberían haber dedicado más tiempo a concertar el agua que los une que a lo demás que los separa- casi deberían dimitir; al menos pedir disculpas a la ciudadanía. Han de prometer que hablar del agua de todos, y a la vez de ella misma, va a ser una prioridad no ideológica. En ese contexto va a permitir arbitrar medidas para que la situación no vuelva a repetirse con tal magnitud; aunque no llueva mucho más. Las crisis del agua tienen de positivo que pueden ser esclarecedoras, si la gente se moviliza de manera comprometida. Mejor si se las despoja del sesgo político, como ese que dice que la sequía actual de Cataluña puede ser “un castigo divino” por haberse portado mal cerrando una plaza de toros.

En fin, al pan, pan, y al agua, agua, podría haber dicho la liturgia acuática. Concluimos señalando que todo lo dicho –muy largo, es verdad, por lo que pedimos disculpas si ha llegado hasta aquí- sería motivo suficiente para animar a que se consensue colectivamente una nueva política hidráulica, adaptada a los nuevos ritmos climáticos y sin superar los límites que el principio de precaución (ético, social, político, climático, económico y ambiental) exige.

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