Cuando los Reyes Magos son patrocinados por una cuenta Prémium

Por Vicky

Mi vecino recibe a un repartidor en su casa cada lunes sobre las ocho y media de la tarde. Es siempre una caja de pizza. Esta vez el chico que le ha llamado al timbre le ha dicho que es su pedido de Amazon. Oficialmente estamos a una semana de la Navidad.

Ya veo que como en Grecia aquí también se arriesga buscar regalos a contrarreloj, pero esta observación poco me ha sorprendido y no es la que me hizo reflexionar. Bien es cierto que en los últimos años me rodeo de gente que me dice que siempre voy a la antigua y que gasto mucho tiempo yendo personalmente a las tiendas en vez de estar cómoda en mi sofá y elegir de todas estas opciones que me ofrece Internet.

(GTRES)

Tienen razón. Es mucho más fácil, más rápido y todo indica que parece ser el modelo económico del futuro. Las compras digitales han disparado los ingresos de los mercados de muchos países miembros de la Unión Europea, pero todavía no el de España.

A pesar de que la UE ha aprobado varias medidas para facilitar los pedidos y las compras en línea, la mayoría de los nativos digitales españoles no se atreve a pagar de forma electrónica por algunos servicios aunque su calidad sea mejorada y los productos más accesibles que nunca.

Según datos del Banco Central Europeo, el 87% de las transacciones comerciales en España se realizan en efectivo. Solo tres estados miembros de la UE utilizan más el efectivo en sus pagos: Malta (92%), Grecia (88%) y Chipre (88%). El contraste es enorme con el uso que le dan algunos países nórdicos, como Suecia (81%) y Dinamarca (80%), y se entiende aún mejor con un ejemplo más obvio que el de mi vecino.

¿Hace cuánto que no te has parado a escuchar la canción de un músico callejero? La última vez que decidí ponerme a verlo unos instantes en vez de sonreír ligeramente y seguir mi camino, me di cuenta de que delante de él tenía un cesto para las monedas y también un par de tarjetas para encontrarle (y seguirle) en su canal de YouTube y su perfil en Facebook y Twitter. Y ahí se conecta lo que comentaba antes, sobre el contraste del mercado digital entre España y otros países de la UE. Me he enterado de que en el Reino Unido algunos músicos callejeros ya no tienen cesto donde echar monedas, sino una máquina que admite tarjetas de crédito. Es decir, mientras los españoles todavía buscan audiencias con potencial, otros países buscan directamente consumidores.

Desde hace ya dos años, un informe revelaba que los británicos no llevan más de un billete de 5 libras en sus carteras. No son pobres o ahorradores, sino que realizan todas sus compras con tarjeta y por eso suman un 82% de transacciones en línea -la cifra más alta de todos los miembros de la UE según los mismos datos consultados del BCE.

La clave para este retroceso no está en la mentalidad. Las redes sociales han tenido un impacto en nuestra sociedad similar al de la electricidad. Aunque en España no se realicen tantas compras por Internet, la gente es consciente de que tiene esta opción, sabe cómo hacerlo y la facilidad que esto supondría para ellos. Si no lo hacen es porque sigue habiendo países que censuran contenido o plataformas y bloquean ciertos servicios por cuestiones de competitividad o de política. Justo lo que trata de luchar la UE a través de nuevas medidas para la creación de más vías libres de comercio en línea.

Tampoco se trata de cierre definitivo del comercio tradicional, esto sería un horror. Pero llegar a un equilibrio sería interesante. Desde luego, mientras una servidora sigue con su búsqueda a contrarreloj, mi vecino parece ya más relajado.

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