El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘Evidencia científica’

Nutrición y trastornos del espectro autista (capítulo 2): muchas dudas y pocas certezas

Dudas y respuestas

El pasado viernes, en el capítulo 1 de esta mini saga, se abordaron las posibles (y poco claras hasta la fecha) causas de los trastornos del espectro autista (TEA) durante el embarazo y su relación con la situación nutricional de la madre. Así, y como lo prometido es deuda, hoy toca conocer qué se sabe de cierto al respecto de los posibles tratamientos de niños diagnosticados de TEA cuando esos tratamientos están vinculados con la alimentación, o más en concreto con algunos nutrientes determinados. Ya te adelanto que de lo que se sabe de verdad, “a ciencia cierta”, hay poco.

Introducción general sobre el tratamiento de los TEA

Tal y como te conté, como no hay un único TEA, tampoco hay un único tratamiento para las personas diagnosticadas con algún tipo de estos trastornos. Además, como hasta el momento los TEA no tienen cura y en una buena parte de los casos se desconocen las verdaderas causas, no existe ése fármaco o sustancia que lo “cure” y que a muchos nos gustaría que existiese. Así, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) norteamericano reconoce que:

No hay un tratamiento único e ideal […]. Sin embargo, es muy importante enseñarle al niño las destrezas específicas en un contexto bien planeado y estructurado. Algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros tienen una reacción negativa o no reaccionan para nada al mismo tratamiento. Antes de escoger el programa de tratamiento, es importante hablar con los proveedores de atención médica del niño para comprender los posibles riesgos y beneficios.

También es importante recordar que los niños con TEA se pueden enfermar o lesionar de la misma manera que los otros niños que no tienen estos trastornos. Los chequeos médicos y dentales de rutina deben ser parte del plan de tratamiento. A menudo es difícil saber si la conducta de un niño está relacionada con una TEA o si es producto de una afección independiente. Por ejemplo, los cabezazos contra un muro pueden ser un síntoma de TEA o un signo de que al niño le duele la cabeza […]. Vigilar un desarrollo saludable significa no solo prestar atención a los síntomas relacionados con los TEA, sino también estar pendiente de la salud física y mental del niño.

Así, con este necesario preámbulo, el CDC clasifica las distintas propuestas de tratamiento actuales de TEA en cuatro grupos: terapias conductuales y de comunicación; tratamientos nutricionales; tratamientos farmacológicos y; medicina complementaria y alternativa

Como verás, aunque los tratamientos nutricionales están claramente diferenciados de aquellos pertenecientes a la medicina complementaria y alternativa, el CDC reconoce que sobre los primeros (y qué decir sobre los segundos) existen muchas propuestas (nutricionales) que no cuentan con la base científica necesaria para hacer una recomendación general. Un tratamiento no comprobado puede ayudar a un niño, pero no a otro.

De esta forma, en el abordaje de los TEA la mayor parte de los tratamientos generales incluyen algún tipo de consideración en relación a la alimentación. De forma general, estos cambios suelen incluir la eliminación de ciertos alimentos y la frecuente utilización de suplementos vitamínicos o minerales. Los tratamientos nutricionales se basan en la idea de que las alergias a los alimentos o la falta de vitaminas o minerales causan síntomas de TEA. Sin embargo, y a pesar de que algunos padres creen que los cambios en la alimentación provocan cambios en la manera en que el niño siente o actúa, lo cierto es que no hay un consenso científico a este respecto tal y como se verá a continuación. En cualquier caso antes de cambiar en algún sentido la alimentación de su niño con TEA es imprescindible hablar antes con su médico y con un nutricionista para asegurarse de que el niño recibe unos aportes nutricionales adecuados.

TEA y tratamiento nutricional: lo que se sabe y nada es casi lo mismo

Que más nos gustaría a nosotros que las cosas fuesen tan “sencillas”, pero va ser que no. A pesar de que no pocas personas se han subido al carro de tratamientos alternativos (entiéndase en este caso, sin pies ni cabeza) de la mano del Dr. Aprovechategui (= aprovechemos el filón de gente desesperada) y de que existen infinidad de planteamientos nutricionales que proponen tratar en mayor o menor medida los síntomas de los TEA, lo cierto es que no hay nada, de nada, claro. Ni los que proponen la restricción de ciertos elementos nutricionales (el más típico y recurrente en la actualidad el famoso gluten que sale hasta en la sopa), ni tampoco los suplementadores o enriquecedores, en el que los ácidos grasos del tipo omega tres, el ácido fólico y los famosos probióticos se llevan la palma. Da igual, aunque nos haría mucha ilusión que las cosas fuesen tan sencillas, la realidad nos dice que  no lo son. Puede que en determinadas casos concretos se experimente algún tipo de mejoría, pero ni parece que se pueda hacer una generalización, ni tampoco (y esto es lo peor) se está en condiciones de describir unas circunstancias concretas en las cuales un determinado tratamiento nutricional esté indicado.

En este sentido merece muy mucho la pena tomar nota de lo que el Instituto de Salud Carlos III (en su Instituto de Investigación de enfermedades raras) sostiene sobre el uso de protocolos dietéticos para el tratamiento del autismo:

La controversia se fundamenta en los testimonios de las familias que usan estas dietas con sus hijos, así como la propia labor de difusión de los propios autores de este tratamiento.

En el lado contrario, están los profesionales que buscan evidencias médicas sobre el tratamiento con estas dietas y o no las encuentran, o lo que encuentran son solo evidencias muy parciales, nunca refrendadas por sistemas de evaluación considerados como patrones para la aplicación de tratamientos médicos de cualquier tipo en las personas. Estos métodos están específicamente diseñados para garantizar la eficacia, la seguridad y la calidad del tratamiento que se quiere aplicar y el uso de las dietas no debe ser nada que se salga de esta norma. Cambiar unos alimentos por otros de otro tipo pero de igual contenido calórico y composición de compuestos básicos, no implica problema alguno. Los alimentos naturales pueden contener compuestos que pueden, sin lugar a dudas, producir alteraciones en el organismo de ciertas personas susceptibles, pero los alimentos fabricados con fines concretos (libres de una substancia específica, etc) deben ser evaluados cuando se pretende utilizarlos de manera sistemática y como alternativa terapéutica para una patología. Para ello se deben probar usando criterios de manera que se puedan comparar sus efectos con otras personas que no están sometidos a esa intervención dietética, es decir, casos con el mismo diagnóstico, ajustados por la distribución de otras variables importantes como edad, sexo, tiempo de evolución, severidad, etc. Se debe hacer un seguimiento por igual a los dos grupos y con el tiempo suficiente para ver si la intervención a estudiar (la dieta en este caso) produce efectos sostenibles a largo plazo y también se deben evaluar sin que el médico que hace el estudio sepa que tratamiento está haciendo cada niño. Trabajar con ambos grupos de casos de manera ciega, es decir, que los investigadores que evalúan el beneficio del tratamiento y recogen también los inconvenientes, no conocen el grupo al que están asignados los casos (con tratamiento dietético o sin tratamiento con estas dietas).

Así, en el mismo documento enlazado (es muy recomendable que le eches un vistazo para entrar más detalle) se hacen una serie de reflexiones y recomendaciones al respecto del planteamiento de cualquier tratamiento nutricional enfocado a los TEA:

Hoy en día está ampliamente aceptado que los TEA son trastornos neurobiológicos cuyo origen puede estar ocasionado en periodos prenatales, sin que se puedan descartar factores preconcepcionales. Por lo tanto, no parece que factores externos, como puede ser la dieta, a los que todos nos exponemos durante los primeros años de vida, puedan ser los causantes de estos trastornos, al menos como factores etiológicas o causales.

Tampoco parece que si no son las causas últimas, puedan ser alternativas terapéuticas que curen el autismo, dado que ni parecen incidir en un supuesto factor causal, ni tampoco está clara la relación entre el potencial efecto beneficioso y el factor neurobiológico responsable de los TEA.

Es obvio que en medicina se han usado tratamientos que claramente eran beneficiosos pero cuya relación con el factor causal o los mecanismos de producción de la enfermedad no se conocieron hasta pasados muchos años del inicio de su utilización. No obstante, existen reglas aplicables a cualquier tratamiento que se propugne como beneficioso para una entidad clínica, que deberían respetarse, sobre todo si tras la decisión de adoptar o no una terapia dietética pueden existir daños asociados no controlables que pueden afectar tanto al niño tratado (bajo contenido en compuestos necesarios para la vida) como a la familia (carga socioeconómica).

En la actualidad, no existen datos de ensayos clínicos con estas dietas que hayan demostrado beneficio, por lo que es necesario conocer que el escepticismo de los científicos es razonable porque no es permisible creer en beneficios derivados de testimonios personales, por muy valiosos que estos sean, sino se siguen de una comprobación y demostración de la eficacia de una manera más específica y contrastada. Esta es la manera habitual en la que se debe trabajar para garantizar la seguridad de las personas y es por lo que el método científico ha sido desarrollado. No podemos, por tanto, admitir otros criterios para aplicar tratamientos a las personas con TEA, por mucho que la falta de disponibilidad de terapias curativas sea un factor que nos presione para una búsqueda más activa de tratamientos para estas personas.

Lo cierto es que en este post me había planteado hacer una revisión personal de lo que se sabe al respecto de elementos dietéticos concretos (como la presencia o no del gluten, el peso de los probióticos, de los omega tres o del ácido fólico) pero después de echar un vistazo a tan claras palabras por parte del Instituto de Salud Carlos III considero que no merece la pena enfangar el mensaje: No hay un tratamiento dietético claro en los casos de TEA, y quien lo plantee miente como un bellaco si, en especial, ofrece algún tipo de garantía al respecto de la mejoría.

Lo dicho, en mi opinión, como cada caso de TEA es un mundo diferente, te sugiero que si estás interesado consultes tanto con un médico como con un dietista-nutricionista sensatos.

—————————————–

Imágenes:  Stuart Miles freedigitalphotos.net

Mayonesa, regla y las (esquivas) menotoxinas

Dolor de regla

Desconozco hasta que punto estarás al corriente de este mito, hay mucha gente que sabe de él, pero al mismo tiempo hay mucha otra a la que le resulta desconocido. En estos últimos casos, la sorpresa al conocerlo (por lo extravagante de su mismo enunciado) avanza la idea de su escasa verosimilitud. El mito alude a que las mujeres en edad fértil, cuando están menstruando (con la regla, periodo, etcétera) han de abstenerse de tratar de elaborar una mayonesa ya que esta se cortará, es decir, no emulsionará como debe y, por tanto, hará inútil su intención de comer ese día, por ejemplo, ensaladilla rusa.

Cuando el otro día salió este tema de rebote en una conversación de twitter contrasté que había personas “con carrera” que no habían oído en su vida de la cuestión y me llamó la atención. Es más, se especuló con que el mito tuviera una localización geográfica determinada y no estuviera generalmente extendido. Sin embargo, curioso que es uno, me dio por investigar la cuestión y llegué a hacer asombrosos descubrimientos, o cuando menos curiosos, a colación de esta simpleza que tiene mucha más enjundia que la que uno pudiera sospechar así a botepronto.

Origen y extensión del mito

Ingredientes_mayonesaUna cosa que nos tiene que quedar clara es que según diversas fuentes consultadas el mito de que las mujeres no puedan hacer mayonesa mientras están con el periodo abarca diferentes culturas y localizaciones. No está por tanto circunscrito a determinadas regiones españolas, ni tan siquiera se trata de una tipical-spanish-chorrada ya que su difusión trasciende a nuestras fronteras y es de dominio popular en muchos otros países: se conoce en el Reino Unido, los países del norte de Europa, Estados Unidos, países del norte de África y de Oriente Medio etcétera. En concreto, la obra The Curse: A Cultural History of Menstruation (La Maldición -«la regla» también en su acepción más coloquial-: Historia Cultural de la Menstruación) alude a que el origen del mito de la mayonesa se encuentra en Francia (supongo, aunque no comparto, porque los autores de la obra hacen descansar el origen de esta sublime salsa en suelo francés) destacando que en aquel país se desaconsejaba a las mujeres con la regla que hicieran mayonesa ya que sería una labor por completo infructuosa. Además, dentro de las absurdas prohibiciones en toda regla y en lo que concierne a los alimentos, las mujeres en esta condición también estaban advertidas de no manejar sidra o cerveza ya que estas terminarían en una defectuosa fermentación, agriándose; y tampoco debían encargarse de elaborar salmueras o salazones ya que sus acciones serían en balde, ni amasar pan ya que no “subiría”. Al mismo tiempo tampoco podían realizar labores de jardinería u horticultura ya que, se suponía, las plantas que estas mujeres tocaran en tal circunstancia morirían o no crecerían.

¿Ciencia detrás del mito?

Lo cierto es que sí ya que hubo quien pretendió dotar de una explicación científica a las negativas consecuencias de emprender estas labores domésticas (hacer mayonesa, sidra, salazones, trasplantar vegetales…) mientras se estaba con la regla. Primero demostrando la veracidad del hecho (que efectivamente no se podían hacer) y segundo aportando las pruebas materiales que respaldaban la teoría. Y además, no fueron unos cualquiera los que en principio se encargaron de ello (lo que siempre nos puede servir para poner el llamado criterio de autoridad en su sitio). Te cuento.

Corrían los alegres años 20 del pasado siglo cuando Béla Schick, un reputado médico que hizo importantes avances en el tratamiento de la escarlatina, tuberculosis, desnutrición infantil… abrió la metafórica caja de pandora de la “toxicidad de la menstruación” para dotarla de una explicación científica. Este hombre ha pasado a la posteridad por idear la denominada Prueba de Schick para determinar la susceptibilidad a la difteria, contribuyendo a su erradicación. A lo que íbamos… Schick “demostró” con ayuda de una de sus enfermeras, que si le entregaba un ramo de flores cuando ella estaba con el periodo, el ramo se marchitaba en mucho menor tiempo que cuando no lo tenía.

El segundo científico fue David Macht, otro renombrado médico de la época, que también realizó sus propios experimentos para demostrar la toxicidad menstrual de la mujeres y, más allá de hacerla descansar solo en la sangre, también postuló que la saliva, la orina, el sudor, la leche y las lágrimas de las mujeres con la regla eran capaces de inhibir el crecimiento vegetal. Lástima que apenas queden registros escritos de sus hallazgos y metodología (al menos yo no los he podido localizar).

La comunidad científica alentada (cuando no mosqueada) por los resultados de estas dos eminencias de la época trataron de reproducir los experimentos de estos dos médicos allá por 1934 y en condiciones controladas. Sin embargo, no fue posible. No obstante, la cosa no quedó aquí.

Cosas que se supone no pueden hacer las mujeres con la regla

Cosas que se supone no pueden hacer las mujeres con la regla

Los experimentos de Schick hicieron que este médico postulara la existencia de una sustancia o bacteria en la sangre menstrual causante de los resultados obtenidos. Schick llamó a este elemento o familia de elementos menotoxinas, y aunque las buscaron, las menotoxinas no aparecieron por ninguna parte… Hasta 1950 cuando dos investigadores George Van S. y Olive Watkins Smith afirmaron haber dado con ellas cuando observaron que la inyección de sangre menstrual en ratas inmaduras causaba su muerte en menos de un día. Bravo, habían descubierto, como más tarde reconocieron, el típico efecto de rechazo y que nada tenía que ver con las supuestas menotoxinas.

Otros nombres propios ligados a la existencia de las menotoxinas y al intento de dotar a la teoría de la menstruación tóxica de un agente causal, fueron sin duda alguna los de los antropólogos Ashley Montagu y Clellan S. Ford. Que si bien no son los padres del término (fue Schick), sí que se encargaron de dotarlo de una cierta popularidad.

Sea como fuere, esta cuestión que causó una cierta expectación en la primera mitad de siglo XX fue más o menos olvidada hasta que en la década de los 70 fue retomada por una médico británica, Helen Evans Reid. Esta formuló un llamamiento dirigido a la comunidad científica para tratar de aislar o descartar la existencia de estas sustancias. Aunque inicialmente hubo personal investigador que se sumó a su propuesta (tanto defensores como detractores de la existencia de las menotoxinas) el caso es que hasta la fecha de hoy no se ha realizado ningún estudio que con la suficiente calidad ponga las cosa en claro. La razón probablemente, no me extraña, es que este tema suscita poco interés entre los científicos e investigadores dada la escasa credibilidad de la teoría.

Y es que, digan lo que digan, a mí me parece que esta historia de las menotoxinas es un cuento ligado de forma especialmente intensa a prejuicios culturales y religiosos que se pierden en el albor de los tiempos. Y en lo que se refiere a la mayonesa, yo además también cuento con una cierta experiencia observadora.

Además de los enlaces citados en el texto, si quieres profundizar más en el tema te sugiero algunas lecturas:

Menstruation is just blood and tissue you ended up not using (Post Scientific American)

Studies on the phytotoxic index ii. Menstrual toxin («menotoxin») (Artículo 1934)

Allergy due to menotoxin of pregnancy ( Artículo 1936)

Blood Magic: The Anthropology of Menstruation (Libro 1988)

——————————-

Nota: Mi agradecimiento a Guillermo Peris (@waltzing_piglet ), Abraham Vergara (@LBPA) y Laura Morrón (@lauramorron) por, queriendo o no, saberme espolear. También a Piamonte () por sus aportaciones en la traaducción.

Imágenes: Jason Terk vía Wikimedia Commons; marin fredigitalphotos.net;

Agua de mar hexagonal o cómo embaucar a costa del autismo

Como el autismo es provocado en gran manera por la gran condensación de metales pesados como el mercurio, que desestructuran el agua, crearemos un agua estructurada bioinformada con el código de adn original y añadiremos serotonina y melatonina mediante vibraciones, junto con algunas otras frecuencias y códigos numéricos de sanación.

Stop fraude

Reconozco que jamás en mi vida he visto un mayor número de memeces en tan poco texto. Se trata por lo que a mí respecta de un vergonzoso y fraudulento record que utiliza la angustia de las familias que cuentan con alguno de sus miembros dentro de los denominados trastornos del espectro autista. Digo fraudulento y no hilarante, porque como supongo, el remedio propuesto tendrá un coste a pesar de que no hay el más mínimo asidero para este planteamiento sanador.

Al parecer esta empresa, VedimCuántica, que tan agradecida se siente por el supuesto encargo que le ha hecho “una asociación de padres de niñ@s autistas” (cuyo nombre o página web se cuidan mucho de mencionar) para que les dote de algún supuesto remedio, ha decidido ponerse la ciencia por montera (algo que se le debe dar muy bien a juzgar por la línea de productos que comercializa) y explotar la debilidad de los familiares de este colectivo.

  • ¿El autismo es provocado por la condensación de metales pesados como el mercurio? ¿Condensación… qué condensación es esa… en los cristales de las ventanas, en nuestras retinas…?
  • ¿Esa condensación que no sabemos dónde se produce… desestructura el agua? además, ¿qué agua… la de nuestros acuíferos, la de nuestros cuerpos…? ¿la del mar acaso no?
  • ¿Qué es eso de “crear” un agua… estructurada… bioninformada? ¿agua bioinformada? Espera, espera… ¿agua con adn? Esto es una sinvergonzonería que aumenta a medida que se añaden palabras… una a una.
  • ¿Añadir serotonina y melatonina por vibraciones? ¿qué forma de adicionar nada es ésa? y lo último ¿qué es eso de añadir al mismo tiempo frecuencias y códigos numéricos de sanación? ¿al agua?

Aunque no le encuentro el chiste por ninguna parte, lo más gracioso es que, como se puede comprobar, esta basura de terapia alternativa aúna conceptos absurdos que ya existían por separado, y de los que sobre algunos de ellos ya se ha dado cuenta en este blog. Me refiero por ejemplo a lo del agua hexagonal, las maravillosas propiedades del agua de mar y lo de las frecuencias o energías de sanación.

Me imagino lo ridículo que es para estos señores de VidimCuántica que yo deje aquí pruebas de lo complicado que es a día de hoy para la comunidad científica establecer tanto las causas de los trastornos del espectro autista, así como contrastar la validez de las muy diversas terapias y tratamientos que a menudo se plantean en este marco. No obstante, para el resto de lectores diré que el origen de las causas de este tipo de trastornos permanece en buena parte desconocido destacando que al parecer podría haber tanto elementos genéticos (heredados y no) como de estilo de vida que lo pudieran condicionar. Así, tal y como reconoce y sintetiza el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC nortamericano):

No se conocen todas las causas de los Transtornos del Espectro Autista (TEA). Sin embargo, sí que se sabe que probablemente sean diversos los orígenes que hay detrás de los, a su vez, múltiples tipos de TEA; e incluyen factores ambientales, biológicos y genéticos.

De hecho, este mismo organismo advierte al respecto de las terapias alternativas (entre ellas esta que hoy se menciona):

Para aliviar los síntomas de los TEA, algunos padres y profesionales de la salud utilizan tratamientos que están fuera de lo que normalmente recomiendan los médicos [médicos estándar se entiende, porque de todo hay en la viña del señor]. […] Estos tratamientos son muy controvertidos. Sin embargo, la realidad actual muestra que hasta un tercio de los padres de niños con TEA pueden haber intentado alguno de estos tratamientos alternativos, y hasta un 10% pueden haber empleado un tratamiento potencialmente peligroso. Así pues, antes de iniciar un tratamiento de este tipo, obsérvelo con ojo crítico, y coméntelo con su médico.

Creo que si nuestras autoridades no intervienen en cosas como estas es como para irse a vivir a una isla desierta. Y es que peligroso o no (eso estaría por ver), de lo que no cabe la menor duda es que, en mi opinión, se trata de un fraude con todas las letras.

———————————

Nota: Agradezco a Candela Atienza ‏() el hacerme llegar esta… cosa.

Imagen:  Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

———————————

Nutrición-área 51: Estimulación eléctrica del estómago en el tratamiento de la obesidad

EstómagoSi estás atento a las noticias es probable que te haya llamado la atención la existencia de un novedoso tratamiento para la obesidad a medio camino entre la cirugía bariátrica y los conocidos marcapasos para el corazón. Este dispositivo trabajaría mediante la estimulación eléctrica (o inhibición, según convenga) de la musculatura del estómago con el fin de ocasionar una pérdida de peso.

La técnica, mínimamente invasiva, consiste en implantar en la pared interna del estómago un dispositivo electro estimulador a modo de “marcapasos” normalmente por vía laparoscópica. En esencia, este aparato emitiría pequeñas descargas eléctricas de baja intensidad; con esta alteración eléctrica se trataría, por ejemplo, de retrasar el vaciado gástrico una vez que se haya comido y de esta forma sentirse lleno durante más tiempo y por tanto con una menor tendencia hacia la comida, como se desprende de este estado.

El origen de esta técnica aplicada al tratamiento de la obesidad fue más o menos accidental cuando se estaba estudiando la estimulación eléctrica del estómago para tratar pacientes aquejados de gastroparesia (enfermedad que reduce la capacidad del estómago para vaciar su contenido pero no implica su bloqueo u obstrucción) a finales de los años 80. En poco tiempo alguien tuvo la feliz idea y propuso que si en vez de estimular su vaciado se pudiera inhibir temporalmente, esta podría ser una estrategia que pudiera ayudar a pacientes con exceso de peso. Así, a mediados de los años 90 se realizaron bastantes investigaciones con modelos animales para contrastar las posibilidades de esta alternativa y los resultados fueron francamente esperanzadores: controlando el vaciado gástrico normal y fisiológico mediante la estimulación del eléctrica del estómago de los animales (muchos de ellos mamíferos superiores) estos conseguían reducir su ingesta y de ahí el peso.

De esta forma, en poco tiempo teníamos ya los primeros estudios con humanos que testaron este dispositivo en el tratamiento de la obesidad y lo cierto es que con resultados en principio también bastante optimistas, al menos en el medio-corto plazo (1 año de intervención).

Uno de los aspectos que mas incertidumbre genera es que en gran medida se desconocen los mecanismos precisos por los que este tipo de intervención funciona. El caso es que, si se me permite la expresión, a base de toquitear y jugar con los estímulos eléctricos (con diversa intensidad, voltaje, frecuencia etcétera) se persigue inducir la distensión del estómago, reducir su “acomodación”, así como inhibir su peristaltismo… lo que conlleva tanto por separado como en suma a un retraso en el vaciamiento gástrico y a un aumento de la saciedad.

Sin embrago, a pesar de las recientes noticias al respecto de estudios que han logrado exitosos resultados, lo cierto es que todavía no se pueden echar las campanas al vuelo alegremente… te cuento. De entrada, al parecer hay distintos procedimientos de estimulación eléctrica y no todos obtienen los mismos resultados. Desde el descubrimiento de esta técnica, se han realizado muchos estudios experimentales con animales, así como no pocos ensayos clínicos en seres humanos. A pesar de ello, parece que el número de ensayos realizados con suficiente calidad es bastante limitado, tal y como reconoce esta revisión sistemática al respecto, la primera realizada hasta la fecha sobre este tema. Así, en sus conclusiones, después de haber analizado la metodología, muestra y resultados de más de 30 estudios con humanos, concluye que aunque la gastro-estimulación constituye una prometedora técnica para el abordaje de la obesidad, a fecha de hoy (la revisión mencionada es de septiembre de 2014) se requiere una mayor evidencia y resultados más claros, así como una estandarización de los ensayos para establecer sin dudas el efecto a largo plazo de esta estrategia terapéutica en la obesidad. De hecho, las pérdidas de peso contrastadas con este sistema son menores que las observadas con la cirugía bariátrica, aunque mayores eso sí, que las obtenidas mediante técnicas de modificación del comportamiento no invasivas.

Sea como fuere y tal y como reconocía la Asociación Mexicana de Cirugía Endocóspica en 2009:

A pesar de que la estimulación gástrica eléctrica es una alternativa disponible desde hace años en el tratamiento de la obesidad, esta no ha ganado mucha popularidad probablemente por su alto costo y baja efectividad a largo plazo, comparado con otras alternativas quirúrgicas. Una más de sus limitaciones es la necesidad de contar con una fuente de energía que obliga a conectar los cables a una batería de tamaño mediano que se ubica fuera del estómago.

Para que esta técnica termine siendo más aceptada en el tratamiento de la obesidad en orden a su eficacia y seguridad, la utilización de un “marcapasos gástrico” debería ser un recurso adaptado de forma individual a cada paciente. Actualmente su principal inconveniente es que los electrodos se colocan «en cualquier lugar» en el estómago de los pacientes. Para una correcta hipótesis en cuanto a su eficacia sería necesario que la ubicación del marcapasos gástrico variara de un paciente a otro en virtud de sus concretas necesidades, así como poder modificar la sensibilidad de estos dispositivos a los estímulos eléctricos. Al mismo tiempo, sería imprescindible que para su éxito como estrategia en el tratamiento de la obesidad se incluyera una herramienta que monitorizara la actividad del marcapasos gástrico con el fin de mejorar su facilidad de uso y que tanto los pacientes como los profesionales sanitarios tuvieran una cierta capacidad de interacción inalámbrica con el dispositivo. En relación con el propio aparato, este debería poder ser implantado sin tener que someter al paciente a anestesia general y, además, tener la posibilidad de controlar su funcionamiento sin recurrir a “cables” que lo conecten desde el exterior (tal y como ahora ocurre), por ejemplo, con un teléfono o dispositivo móvil.

De todas formas, funcione o no, a mí esta solución me sigue pareciendo «hacer trampas», y me explico. Tanto este tratamiento como todos aquellos en los que está implicada cualquier tipo de cirugía bariátrica me parecen solo una forma de puentear la causa original del problema. No digo que en determinados casos puntuales estas soluciones no pudieran ser válidas o tenidas en cuenta, pero con las actuales cifras de obesidad en el mundo veo francamente difícil que esta sea «la solución». Este tipo de recursos, en mi opinión solo deberían estar disponibles para pacientes muy concretos ya que, además, su coste relativamente elevado hace que solo una reducida élite social pueda ¿beneficiarse? de su aplicación. Con sinceridad, me niego a contemplar un futuro más o menos lejano en la que, si no todos, si al menos una gran parte de la población porte su marcapasos gástrico. No creo que el problema de global de incidencia de obesidad tenga la solución en manos de esta u otro tipo de estrategias similares. Ni lo veo, ni lo quiero.

Dejando la seriedad a un lado, tanto hablar de marcapasos y tal (no lo he podido avitar) me ha llevado a esta asociación de temas.

————————————-

Imagen: samarttiw vía freedigitalphotos.net

Vinagre de manzana para adelgazar: mi historia de amor y desencuentro con él

Apple_cider_vinegarParece mentira pero hace ya más de 11 años de mi primer escrito dirigido a desterrar soplapolleces en el mundo de la dietética. En aquel entonces fue sobre la supuesta indicación del vinagre de manzana como suplemento adelgazante y quema-grasa. Fue también un encargo, yo estaba haciendo mis prácticas obligatorias para acabar la carrera de Nutrición Humana y Dietética y me encargaron un artículo que estaba previsto publicar en el portal de alimentación de Consumer sin mi autoría reflejada. Me daba igual, me hacía mucha ilusión ver un texto mío publicado en el “Internet” de la época y además quería gritar al mundo la tontería esta. En cierta medida tenía la esperanza de que pudiera abrir los ojos a mucha gente y que esta mandanga caería en el olvido. Ya ves… siempre he sido un poco iluso. Y hasta aquí el especial cariño que le tengo al tema del vinagre de manzana, ahora viene el desencuentro.

El caso es que el otro día una conocida me preguntó por el vinagre de manzana como elemento adelgazante (es decir, que siguen dando guerra). No es que ella se lo crea, ni necesitara saber si verdaderamente funciona a través de mi opinión, ya está convencida de ello aunque solo sea por el marco y manera en la que se publicita.

No obstante, no todo son cápsulas de vinagre de manzana, también hay quien propone usar este aliño diluido en agua y con ello promocionar el adelgazamiento. Así, no hace mucho tiempo pudimos constatar este escrito en una conocida publicación semanal en el que se refleja como se pueden sacar las cosas de contexto a pesar de toda la NO evidencia al respecto de las propiedades adelgazantes del vinagre. Se hizo así poneinedo en alza este estudio de 2009 (Vinegar intakes reduces body weight, body fat mass and serum triglyceride levels in obese Japanese subjects*) y haciendo aquello a lo que tan acostumbrados estamos: descontextualizar el actual conocimiento que se tiene sobre una materia en concreto y coger solo aquellos estudios y artículos que afirman aquello que queremos oír o de lo que queremos escribir. Lo más curioso de este tema es que el estudio en cuestión realizado con 175 pacientes y durante 3 meses, efectivamente contrastó una diferencia leve pero significativa en el adelgazamiento entre los que tomaban vinagre y los que no y además de forma dosis dependiente. Y digo solo vinagre y no “vinagre de manzana” porque esta variedad fue elegida solo por su mejor tolerancia en cuanto al sabor, no por sus milagrosas y únicas propiedades. Así, los autores del estudio hicieron descansar una gran parte de los resultados no al hecho de que fuera vinagre de manzana sino a que fuera simple y llanamente vinagre. De todas formas esas diferencias significativas en cuanto a la pérdida de peso entre quienes tomaban y no tomaban vinagre poseen una escasa relevancia clínica. Para que te des cuenta, tras tres meses de estudio la media de pérdida de los que más adelgazaron (y que más vinagre tomaron) fue de 1,9 kg, frente al grupo que tomo la mitad de la dosis y que perdió una media de 1,2 kg o el grupo control (que no tomó vinagre) y que ganó una media de 0,4 kg. Además, tras 1 mes de haber acabado el estudio las diferencias eran apenas perceptibles entre los tres grupos ya que en aquellos que habían perdido peso (y poco) lo habían recuperado prácticamente todo.

Así, el resumen al respecto de la cuestión adelgazante del vinagre es que solo existe un único estudio serio y de calidad a priori aceptable que haya reflejado una pérdida, muy modesta, de peso con su uso. Además, el hecho de que haya sido con vinagre de manzana parece más un hecho circunstancial que trascendental. Es decir, una evidencia muy escasa como para hacer grandilocuentes artículos y recomendaciones al hilo del vinagre de manzana.

Tal es así que a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria también se le ha preguntado su opinión al respecto de si podría decirse o hay datos que apunten hacia que la ingesta de vinagre de manzana podría ser un elemento que ayudara en algún sentido al control del peso. La respuesta (sé que te la estás imaginando) fue que no, redactada en 2011 al modo y manera que ya conocemos:

En base a la evidencia disponible no se puede establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de vinagre de manzana y el control del peso.

Sin embargo, ya lo ves, a día de hoy siguen siendo frecuentes no ya solo la publicidad de este tipo de productos milagro, sino al mismo tempo la labor, ¿desinteresada? seguro desinformada, de algunos profesionales del periodismo que dicen de sí mismos ser expertos de referencia en temas de nutrición.

Supongo que si después de tanto tiempo entre nosotros del vinagre de manzana (al menos 11 años) y de tantas otras zarandajas, hubiera demostrado al menos un mínimo efecto coadyuvante en la pérdida de peso, a estas alturas sería un clamor conocido por todo el mundo en vez de estar relegado, como le corresponde, a la ignominia de formar parte de ése selecto grupo de productos milagro cuyo éxito real tan solo depende de la credulidad y desesperación de algunas personas.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

————————————–

*Nota: lo siento por el enlace pero no hay forma que de que redireccione de la forma correcta al estudio completo. En cualquier caso se puede consultar (espero) en la página de la publicación

Imagen: Phongnguyen1410 vía Wikimedia Commons

Una dieta saludable también lo es para el planeta (y al contrario igual)

Planeta árbolInteresante artículo el que se publicó el otro día en la prestigiosa revista Nature que bajo el título Food choices for health and planet (Elecciones alimentarias por la salud y por el bien del planeta) viene a decirnos que los hábitos de alimentación típicamente accidentales no solo perjudican la salud de los consumidores sino que al mismo tiempo afecta de forma negativa al medio ambiente y por ende al planeta. El artículo en realidad es un análisis de un estudio publicado en la misma revista Global diets link environmental sustainability and human health en el que el título ya explica bastante bien esta relación (Los patrones dietéticos globales ponen en relación la salud humana con la sostenibilidad).

Así, dar de comer a la parte “occidentalizada” de los más de 7.000 millones de habitantes del planeta del modo y manera que al parecer les gusta comer, es decir, con una alta proporción de productos de origen animal, implica una emisión altísima de gases de efecto invernadero. Es más, la cría de ganado con fines productivos es a día de hoy la principal causa del aumento de este tipo de gases. Nada más y nada menos que el 25% de los gases de efecto invernadero es atribuible a esta práctica. Un impacto ambiental importante al que habría que sumar también el muy alto consumo de agua que requiere esta cría.

Por una parte, los autores del estudio resumen que el aumento de los ingresos y la urbanización han impulsado una transición alimentaria mundial en el que patrones de alimentación tradicionales se están sustituyendo por dietas altas en azúcares refinados, grasas y carnes. Si esta tendencia dietética sigue por el mismo camino y no se controla, se estima que para el año 2050 se incrementará en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otra parte, tal y como es bien sabido, este cambio en el patrón dietético propicia el incremento de diversas enfermedades especialmente típicas de nuestro tiempo y en constante crecimiento: la diabetes tipo II, enfermedades coronarias y otras patologías crónicas no transmisibles que reducen de forma significativa tanto la esperanza de vida como su calidad.

En este contexto es indispensable proponer patrones dietéticos alternativos que además de los contrastados beneficios sobre la salud podrían, si la estrategia fuera asumida de forma global, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, el trinomio dieta-salud-medio ambiente precisa asumir estas cuestiones como un desafío global, con el fin de mejorar tanto la salud pública como el entorno en el que vivimos.

En opinión de los autores y en base a su extensa revisión de los datos actuales un cambio dietético basado en la dieta mediterránea, especialmente rica en productos vegetales frescos, frutas y productos marinos, implicaría probablemente unos mejores indicadores de salud en la población y además una gestión de los recursos planetarios más eficiente y sostenible.

Así pues, no es cuestión de decidir por qué razón habría que hacer un cambio en el planteamiento dietético general, las dos razones son positivas tanto en el plano individual como en el colectivo. Ahora solo haría falta que las administraciones e instituciones se coordinaran para el cambio. Ojalá sea, aunque no sé porqué, pero creo que el asunto, tristemente, va para largo.

————————————–

Imagen: winnond vía freedigitalphotos.net

Piensa en una enfermedad… ¿ya? Puedes culparle al gluten

Panes variosLa actual fobia hacia el gluten está alcanzando el paroxismo en Estados Unidos y, como bien sabes, tal y como suelen suceder estas cosas, nos salpicará… o a lo mejor peor, no solo nos salpicará la estulticia norteamericana en este sentido, sino que nos ahogaremos en su gluteínico y absurdo maremoto. Ya tenemos algunas muestras en nuestro entorno.

Es posible que algo haya llegado hasta tus oídos. El origen de esta manía superlativa e injustificada hacia el gluten tuvo un detonante bien conocido hace tres años cuando se publicó un libro de adelgazamiento al uso (al uso de las tonterías a las que nos tienen acostumbrados este tipo de libros) titulado Wheat belly, escrito por el cardiólogo William Davis, y que viene a traducirse más o menos como “Barriga triguera” aunque en España se ha publicado como “Sin trigo, gracias”. Su portada ya nos avanza un estribillo bastante común en esta clase de libros: “Aléjate del trigo, pierde peso, y rencuéntrate con la salud”. Qué bonito, qué sencillo… qué chorrada.

Este detonante literario no hizo sino aprovechar la ola de una creciente corriente anti gluten y anti trigo que se venía gestando desde hacía unos pocos años atrás en Estados Unidos. Digamos que el tal médico lo único que hizo fue aprovechar esa ola y surfearla al modo y manera que algunos médicos tienen de interpretar la salud, es decir, aprovecharse sin fundamento científico alguno (o apenas fundamento) de una tendencia en aumento y con ello forrarse (supongo) vendiendo su obra.

Buena prueba de la magnitud de esta fiebre anti gluten la puedes encontrar en este ensayo que hace pocas semanas dedicó con todo lujo de detalles el conocido medio The New Yorker a la cuestión del trigo y del gluten. El artículo es largo y está en inglés, pero de verdad te recomiendo que le dediques un tiempo porque es francamente esclarecedor de hasta donde está llegando esta absurda moda en la que hasta la comida para perros se ha sumado a la corriente sin gluten.

Y es que la cuestión ha dado un salto mortal con la publicación de estas obras. Hasta el punto no ya de obtener mejores digestiones cuando lo que se come no contiene gluten (algo que no tiene el menor sentido más allá de la población celiaca o con sensibilidad al gluten no celiaca), sino que además en la actualidad se le está culpando a este elemento de una cantidad importante de diversas enfermedades y situaciones metabólicas y neuropatológicas que van desde la artritis, la diabetes o el asma, hasta la esclerosis múltiple y la esquizofrenia pasando por el autismo (entre muchas otras)

El tema, desde un punto de vista crematístico no tiene desperdicio… da escalofríos el saber (según The New Yorker) que hasta un tercio de la población adulta norteamericana manifiesta estar intentando reducir el gluten de su dieta. En esta paranoica búsqueda de la excelencia libre de gluten se estima que en 2016 el mercado estadounidense de los productos sin gluten genere unas cifras de venta cercanas o superiores a los 50.000 millones de dólares. Para que puedas poner esta cifra en contexto baste decir que esta cifra de ventas será el doble que la generada en 2011 por esta gama de productos; o conocer que en 2013 la venta de suplementos dietéticos y vitaminas se cuantificó “solo” en unos 26.400 millones de dólares.

¿Hay pruebas que sustenten las propuestas antigluten?

La verdad es que ninguna, al menos entre las serias. Sí que es cierto que en concreto el médico William Davis, el autor de Wheat Belly, es especialmente prolijo en citas bibliográficas para aportar credibilidad a sus argumentos. Sin embargo, descontextualiza las conclusiones, las toma a medias (solo la parte que le interesa) o basa sus recomendaciones en estudios de escasa calidad (habiendo otros que con más calidad sostienen lo contrario y que casualmente se olvida de citar). En sentido contrario ya hay quien le ha dedicado a su obra un análisis pormenorizado desde un punto de vista serio y de las evidencias. En este documento, Wheat Belly: An Analysis of Selected Statements and Basic Theses from the Book, (Un análisis de las principales sentencias y tesis del libro “Barriga triguera”) los autores de la Universidad Saint Paul, le dan un “repasito” a los planteamientos de este médico viniendo a decir lo que ya sabemos y que de alguna manera conté en esta entrada: No sin pruebas… y tampoco con pruebas “retorcidas” o sesgadas.

En mi opinión se trata de una moda buenrollista más. Así, este posicionamiento implica más la adopción de una cierta postura “en la onda” o estilo que de vida “guay”, que un verdadero cambio dietético conducente a una mejora en la salud. Cambio dietético que salvo lo ya apuntado no tiene además ninguna justificación científica y que además solo puede permitirse una élite ya que el precio de los alimentos sin gluten son, habitualmente, más caros que sus homólogos con gluten. Una injusta situación en especial para los celiacos que ven como se frivoliza con sus circunstancias.

Por el momento, ya lo ves, con este panorama se podría parodiar la canción de Michael Jackson y sus cuatro hermanos, Blame it on the Boggie (Échale la culpa al Boggie) y modificar su estribillo (traducido) tal que de esta manera:

  • No culpes a los rayos del sol
  • No culpes a la luz de la luna
  • No culpes al hecho de que sea un buen momento
  • Échale la culpa al boogie gluten

—————————————

Imágenes:  Apolonia vía freedigitalphotos.net

 

Ser donante de heces puede hacerte ganar cerca de 1000 dólares al mes

Papel higiénicoSiento lo escatológico de la cuestión pero las actuales circunstancias están tal que así. Al menos en Estados Unidos, país en el que el tema de las donaciones (sangre, leche materna… heces, etcétera) es observado de manera bien distinta a como se contemplan estas cuestiones en la Unión Europea, es posible obtener dinero (y no poco) haciéndose donante de heces. Y no, no es ni una broma ni se trata de una “noticia” sensacionalista. Más al contrario, se trata de observar las más recientes posibilidades que ofrece esta técnica, el trasplante de heces, hacia un colectivo de enfermos afectados por una infección recurrente por parte de una bacteria, Clostridium difficile.

No voy a entrar en demasiados detalles al respecto de las características patológicas de este microrganismo, simplemente mencionar en forma de pincelada que este germen puede provocar un más o menos grave cuadro diarreico en determinadas circunstancias. Se estima que cerca de un 10% de la población puede ser portadora de esta bacteria en su tracto digestivo (en especial en el intestino grueso) aunque no todo el mundo desarrolla los síntomas. Entre los que sí los desarrollan estos síntomas suelen concretarse en forma de: diarrea acuosa, fiebre, pérdida del apetito, náusea, dolor y sensibilidad abdominal.

Bueno a lo que íbamos. El caso es que su tratamiento en determinados pacientes termina siendo especialmente engorroso de forma que el tratamiento con antibióticos no es que no solucione el cuadro sino que en ocasiones lo agrava. Digamos que el antibiótico en cuestión arrasa al mismo tiempo con la flora intestinal beneficiosa y promueve el sobre-crecimiento del agente causal. En sentido contrario, un trasplante de heces de un donante sano, con una flora bacteriana adecuada, podría recolonizar el colon (toma calambur) generando un ecosistema bacteriano ante el que C. difficile iría cediendo terreno de forma paulatina.

En este contexto y teniendo en cuenta el cada vez más importante peso de nuestro microbioma (material genético proveniente de bacterias que está presente en nuestro cuerpo: tracto digestivo, cavidad oral, piel, mucosas…) a la hora de tratar algunas enfermedades, una organización norteamericana sin ánimo de lucro, OpenBiome, se está encargando de recolectar heces entre aquellos voluntarios que reúnan una serie de características para trasplantarlas en esos pacientes en los que el tratamiento con antibióticos de C. difficile esté desaconsejado o resulte inútil.

Y lo que te decía, OpenBiome será una organización sin ánimo de lucro pero el caso es que gratifica con 40 dólares cada deposición de sus donantes, hasta el punto que si se accede a sus instalaciones para hacer la donación cinco o más días por semana incrementan la gratificación con 50 dólares extra. En suma, 5 días de donante 200 dólares, más los 50 por haber llegado a esos 5 días, suman 250 dólares… al mes 1.000 dólares del ala por hacer popó y donar la producción. No es tontería.

Antes de que lances a hacer cuentas

Las pegas para la inmensa mayoría de los que leáis esto no son pocas. La primera que hay que ir a hacer la donación in situ, no vale mandarla, es decir, hay que ir a la sede de OpenBiome sita en Medford, Massachusetts. Las demás, son menos importantes desde el punto de vista práctico para un ciudadano español, pero mucho más desde un punto de vista médico ya que los donantes tiene que reunir una serie de características y pasar un control médico. Entre esas características están el tener entre 18 y 50 años; no haber viajado al extranjero en el último año; no tener un Índice de Masa Corporal superior a 30… y por supuesto ser portador de unas heces «saneadas», es decir, que dichas deposiciones estén caracterizadas por una población microbiana adecuada. De todas formas si vives por allí o estás pensando el mudarte, habida cuenta de las interesantes ofertas locales, puedes empezar por rellenar este cuestionario.

A modo de reflexión

Tal y como te conté en esta entrada hace ya unos meses, el uso terapéutico de las heces de donantes sanos para tratar distintas enfermedades es una realidad aunque en algunas ocasiones no se pueda ofrecer una respuesta clara sobre los mecanismos últimos que explican esta terapia. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que resulta un prometedor campo para futuras investigaciones y el planteamiento de nuevas terapias basadas eso sí en la evidencia científica (al menos en la de los resultados). Aunque dichos resultados son prometedores, al menos en el tratamiento de C. difficile, las cosas no están del todo claras. De todas formas, y tal y como se expresa en el vídeo que te dejo a continuación… al igual que a nadie se le ocurriría hacer una transfusión de sangre en plan doméstico, tampoco es cuestión de lanzarse a hacer este tipo de trasplantes en casa. Imagino que hay poco riesgo de que ocurra pero quería decirlo (XD).

—————————————

Imágenes:  artur84 vía freedigitalphotos.net

Nuevo libro: Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable

Centinel rodeado

Pocos libros podemos encontrar en el panorama bibliográfico que aborden con tanto seso la divulgación (referida a la población general) de las cuestiones adelgazantes como el que hoy traigo a la portada del blog. Y es una pena, me refiero a que se encuentren tan poca obras de este estilo, ya que al parecer el mercado, con su inexorable ley de la oferta y la demanda, mantiene las estanterías de las librerías cuajadas de los más disparatados planteamientos dietéticos (ver foto) que al final tienen un importante trasfondo comercial; bien sea en el plano editorial a partir del propio libro o, más frecuentemente, con la venta de suplementos y otras zarandajas promovidas por los respectivos autores. Pues bien, el de hoy no es el caso.

Cubierta_lo_que_dice_ciencia.inddLo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable” es un interesante y enriquecedor manual sobre alimentación saludable basado en la evidencia científica tal y como se avanza en el título (“Lo que dice la ciencia”). Dicho lo dicho, y a pesar de la intención de su autor, Luis Jiménez (@centinel5051), no me parece que sea un libro “para todos los públicos”. Sí coincido en que así debiera ser… pero un breve vistazo a nuestro entorno revela que, en mi opinión, el grueso de la población general no está dispuesta a prestar la debida atención a tanto nivel. Me gustaría que todo el mundo tuviera tanto el interés como la capacidad para aprovechar sus contenidos; si así fuera, es posible que este libro no fuera tan necesario. Parece una contradicción pero no lo es. Es un libro que hace falta, y hace falta porque en general no se observan las cuestiones nutricionales con su auténtica dimensión. Pero al mismo tiempo, cuando se aporta esa dimensión auténtica, no se está preparado o muchos no tienen la formación, o el interés, para asimilarla de la forma más adecuada. Más que una contradicción, en este tema estaríamos probablemente ante un problema circular que se muerde la cola, en plan pescadilla.

No obstante, tras su lectura, se percibe el esfuerzo que transpiran sus líneas al mostrar los conceptos de forma sencilla, que no simple. Así pues y en mi opinión se trata de una obra estupenda para dos perfiles típicos de lector: el del profesional más o menos desactualizado en las cuestiones nutricionales y que quiere ponerse al día; y el de cualquier persona con un verdadero interés en estas cuestiones, preocupado por conocer los porqués con el fin de ponerse en serio manos a la obra sin recurrir a esas otras obras más populistas que se dedican, más que a otra cosa, a marear la perdiz, a sacarnos los cuartos y a jugar con nuestras esperanzas adelgazantes.

El libro comienza precisamente con un capítulo, “Para aprender, a veces es necesario desaprender primero”, que transmite un concepto que suelo utilizar mucho cada vez que comienza un nuevo curso en la universidad… y es que la primera traba con la que alguien se encuentra a la hora de transmitir conceptos sobre nutrición y dietética es que muchas personas “ya saben”. Al final, para llegar a edificar una bonita ciudad hay que meter el bulldozer y arrasar con las chabolas y favelas que impiden construir, es decir hacer un reseteo, puesta a cero o tabla rasa.

Con el segundo capítulo, “Los principios nutricionales que todo el mundo debería conocer” Luis Jiménez comienza a establecer los cimientos sobre los que se edificará toda la obra. Se trata de cuatro principios o cimientos sencillos, difícilmente mal interpretables que ponen a los alimentos altamente procesados en su sitio y que consolidan el uso de los tres principios inmediatos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) en virtud de las muy diferentes formas que los podemos encontrar en los alimentos.

Metidos ya de pleno en el libro, el tercer capítulo “Cómo diseñar su dieta perfecta” aporta las cinco reglas básicas que el autor de forma muy acertada ha considerado que son necesarias para conseguir este objetivo a partir de alimentos. Es decir, no se queda en la teoría de la ciencia nutricional sino que hasta cierto punto se adentra en las cuestiones dietéticas, generales sí, pero con una adecuada carga práctica para quien de verdad (volvemos a este importante matiz) quiere implementar los contenidos del libro.

El último capítulo, “Anexos y preguntas frecuentes” aborda muchas de esas cuestiones que preocupan a una buena cantidad de mortales en las que muchas veces se dan cita los mitos, las leyendas y los intereses comerciales que terminan fraguando dentro del tejido social en forma de ideas erróneas al respecto de lo que verdaderamente se sabe o hay que hacer en materia alimentaria.

Me ha gustado especialmente el apunte destacado que Luis ha hecho en la regla nº 5 del tercer capítulo enunciado como que “la dieta no es una penitencia” y es que más allá de las cuestiones estrictamente nutricionales “de boca hacia abajo” cada vez están tomando más importancia los procesos “de boca hacia arriba” en el momento que una u otra persona opta por seguir un determinado patrón alimenticio.

Esta edición de la obra mencionada es una versión revisada de una primera que por lo que sé fue autoeditada. Tal y como me desea Luis en la dedicatoria del ejemplar que he tenido la ocasión de disfrutar, esta edición es más de mi agrado y lo cierto no es que no coincida en algunas cosas… sino que hay algunas cuestiones, muy puntuales, que desde mi punto de vista podrían ser objeto de matización. O en cualquier caso de debate constructivo. Porque de lo que no cabe la menor duda es que esas pequeñas cuestiones para nada emborronan, ni mucho menos, la validez de unos contenidos francamente recomendables.

Dedicatoria centinel

Dijo no sé quien que uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Quizá un servidor esté con Luis, químico de formación académica, en una situación de débito cuando en otro tiempo cuestioné abiertamente que otros profesionales distintos de los dietistas-nutricionistas, o no pertenecientes a algunas de las profesiones sanitarias, hablaran y comentaran en foros públicos cuestiones nutricionales o dietéticas. Hoy mi perspectiva es otra bien distinta y no tengo el menor rubor en desdecirme al decir que ojalá personas tan formadas y tan rigurosas aborden estas cuestiones en aras de conseguir que la población general tenga las cosas más claras en torno de estas cuestiones. Es decir, la divulgación, la buena divulgación, no debe sufrir de titulitis de ningún tipo. Otra cosa es el ejercicio de una profesión con una serie de competencias bien definidas… pero esa ya es otra historia.

Y por aquello de no ser dueño de nada y no callarme de ídem, me gustaría comentar que en general lo que menos me gusta del libro es la segunda parte del título (“… adelgazar de una forma fácil y saludable”). Se lo dije así a Luis en su día cuando autoeditó la primera versión. Es más, a raíz de algunos de los contenidos de la actual versión se puede inferir que lo del adelgazamiento se puede catalogar de muchas formas… pero “fácil” no es precisamente una de ellas.

Así pues, si verdaderamente estás interesado en conocer las bases de un adelgazamiento adecuado, reconocer los principales peligros y tomar nota de algunas buenas ideas… y todo ello en base a la más reciente evidencia científica (y bien documentada) esta es sin lugar a dudas tu obra. No lo dudes.

——————————–

Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable, Luis Jiménez, Ed. Plataforma editorial, 2014. ISBN: 978-84-16096-74-9

Además del libro puedes seguir con las buenas andanzas del autor en su blog “Lo que dice la ciencia para adelgazar

——————————–
Imagen: @centinel5051@juan_revenga

Cómo se aprueban o rechazan las alegaciones de salud en los alimentos

Tal y como ya habrás comprobado si visitas con cierta frecuencia este blog la cuestión de las alegaciones de salud presentes en los alimentos son un tema habitual. Una alegación de salud presente en los alimentos (en su publicidad, envase, presentación, web del fabricante, etcétera) es, muy en resumen, una afirmación que sostiene que el consumo de ese alimento (o suplemento alimenticio) aporta un beneficio concreto para la salud. Es decir, no todo lo que un fabricante quiera decir lo va a poder decir ya que esas alegaciones están sujetas a una aprobación previa por parte de la Comisión Europea que se basará en los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)

EFSA

En general son los reglamentos europeos 1924/2006 y 432/2012 los que regulan este tipo de alegaciones en los alimentos o en los suplementos alimenticios. El primero estableciendo unas bases generales relativas a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos y; el segundo aportando una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños.

Por tanto, en el momento que un alimento se propongo como beneficioso para una determinada enfermedad, lo primero que ha de hacer el fabricante es preguntar a la EFSA si lo que pretende alegar lo puede realmente decir. Es entonces cuando sus paneles de expertos se ponen en marcha y siguen un protocolo para establecer la idoneidad, o no, de dicha alegación… ¿Cómo? Muy sencillo, en este video la propia EFSA te lo explica muy claro (puedes seleccionar los subtítulos en castellano).

En resumen: El trabajo de la EFSA, consta de tres partes. La primera comprobar si el nutriente o el alimento sobre el que se pretende hacer la alegación está correctamente identificado. La segunda, contrastar que aquello que se pretende alegar es un beneficio concreto, bien definido, alejado de vaguedades y generalidades. Por último, si las respuestas anteriores son satisfactorias, contrastar si hay una evidencia científica suficiente que sostenga tal alegación.

Un elemento que no suele ser bien entendido por algunas personas, es que el informe de la EFSA, ya sea positivo o negativo al respecto de la alegación, no es vinculante. Es decir, la EFSA emite su informe, pero al final es la Comisión Europea y el resto de estados miembros quienes deciden si autorizan o no la alegación en cuestión. En cualquier caso sería llamativo que la EFSA se expresara en un sentido y que la Comisión Europea obrara en el contrario… algo que no sería lógico que sucediera y que hasta la fecha no ha sucedido.

Sin hacer de menos el buen hacer de la EFSA ni tampoco las buenas intenciones de la Comisión Europea, ni que decir tiene que a pesar de tanto control y tanta legislación, el sistema deja muchos resquicios legales a los que la Industria Alimentaria les tiene perfectamente cogida la medida… y es que, al final, aunque parezca un contrasentido, y tal y como dice Marion Nestlé (una destacada nutricionista del panorama norteamericano con un blog muy recomendable Food Politics): Una buena parte de las versiones saludables de los alimentos pueden ser mejores elecciones, pero no son necesariamente buenas elecciones.

Si te ha gustado esta entrada igual te interesaría consultar: