La visita del presidente Macri y Juliana Awada terminó como empezó con fallos en el protocolo que repercutieron directamente en el vestuario de la primera dama. Pero vayamos por partes, porque el día de ayer estuvo cargadito de momentazos.
Por la mañana Leti y Juliana Awada, ya intimísimas, reaparecieron tras su cena de gala con estilismos totalmente diferentes, la única coincidencia el largo de sus vestidos. La argentina llevaba un modelo de seda de estampado geométrico y falda plisada, de nuevo, la firma elegida fue la también argentina Menage a Trois. Lo combinó con unos Gucci y con una cola de caballo, para dar un toque mas casual a su outfit.
Awada estaba correcta pero no impresionante, para mi gusto la reina le tomó la delantera con un modelo blanco minimalista, demostrando que el ‘menos es más’ sí funciona, sobre todo cuando vas a pasear entre obras de arte y stands llenos de colorido. De momento, no ha trascendido la marca del vestido pero todo apunta a que es de Hugo Boss. Tanto el escote chimenea como la manga francesa y el patronaje del cuerpo me parecen de los más sofisticado. El clutch de Lidia Faro y los Magrit de pitón pusieron la pincelada final perfecta, para no caer en lo soso y lo predecible.
Letizia, que parece haber hecho un homenaje a las mujeres de su familia, lució entre su cabello suelto, por primera vez, los pendientes que la infanta Elena se puso en su boda. El día anterior hizo lo mismo con los que Cristina llevó en la suya con Urdangarín y, el primer día, acompañó su outfit pink pale con unos que le prestó la reina Sofía.
Fue el final de esta visita lo que acabó en despropósito. La cena que los argentinos, que estos días se quedaban en el Pardo, ofrecieron a los reyes, en la que se congregaron otros rostros del mundo de la cultura y sociedad vinculados a su país de origen, podría haber estado mucho mejor organizada.
Juliana no sabía que el dress code era ‘ir de corto’ y apareció con un vaporoso vestido blanco, con volantes y trasparencias, que si bien le sentaba estupendamente, era demasiado veraniego para la ocasión. Su look estaba sin embargo muy pensado, melena suelta, maquillaje que apostaba por dar únicamente color a los labios con rojo carmín, largos pendientes de brillantes y sus zapatos metalizados, ideal para una cena en Marivent.
Letizia tampoco acertó. Apostó por un modelo de Nina Ricci en pailletes negras y plata. Un vestido con un original escote que sentaría mal a culaquier con un poco más de curvas que nuestra reina, pero el handicap es que no era fin de año y la consorte se pasó con los brillos, medias brillantes, stilettos de charol de Hugo Boss y lentejuelas, todo junto. El recogido ligeramente ladeado que dejaba al descubierto sus pendientes de diamantes negros de Grisogono no pudo hacer nada por remontar el outfit. Demasido resplandor.
La que me pareció guapa y adaptada a la ocasión fue la modelo Carla Pereira, pareja de Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, con su vestido azul grisaceo de escote de barco y falda evasé, de lo más lady.
Y con esto y una imagen de Antonia, la hija de los argentinos de cinco años, que dijo que se quería quedar a vivir en el palacio del Pardo termina la visita de Macri y Juliana, la mejor nueva amiga de nuestra reina. ¡Espero vuestras críticas!
**Fotos: Gtres y Casa Real