El tradicional concierto en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo fue el punto de partida de la 25 edición de los Premios Princesa de Asturias a los que nuestra reina lleva asistiendo desde 2003. Una vez más, como en cada ocasión importante, la consorte confió a pies juntillas en su modisto de cabecera, Felipe Varela.
Se enfundó un modelo que algunos han tachado de demasiado sensual. Un sencillo vestido en punto negro, de finísimo tirante y aires lenceros, que se ajusta a los requisitos de patronaje favoritos de Leti, silueta lápiz entallada y largo midi.
La reina lo adornó con un cinturón de flores bordadas en cristal metalizado que destelleaba menos que sus valiosos pendientes; llevaba los que los reyes eméritos le regalaron por su boda con diamantes tallados, pero todos estos brillos quedaron eclipsados por su voluminosa y trabajada melena, peinada con ondas muy sofisticadas.
La monarca sobre sus fabulosos Prada de charol, parecía una actriz de los 40, le faltaron solo unos guantes largos y guiñar un ojo. La expectación fue, sin embargo, la misma que si una diva se pasease por una alfombra roja, el público vitoreó a los reyes que disfrutaron, ya resguardados del frío de la noche ovetense, en el auditorio, de la novena sinfonía de Beethoven.
Al día siguiente y con el pelo liso la consorte dio un giro de 180 grados a su armario, del negro más nocturno y sofisticado Leti pasó al blanco y rojo. Repitió el Carolina Herrera con jazmines que estrenó hace unas semanas en Nueva York, durante su encuentro con la directora de la ONU Mujeres. El exclusivo modelo de la colección otoño de la firma de la Venzolana cuesta unos 5.000 euros, es más corto y menos escotado que el que está a la venta en las boutiques.
Letizia completó este outfit con sus salones de Magrit en rojo, al igual que el día del estreno. Sus nuevas mechas, que rebajan el tono que ha lucido desde principios de otoño, le dan más luz a su ya resplandeciente cutis; una pena que su maquilladora olvidase una vez más igualar cuello y cara con unos polvos sueltos. Aún así, Leti estuvo guapa, favorecida y elegante durante la entrega de las Medallas de Asturias 2016 en el Hotel Reconquista.
El plato fuerte llegó horas después cuando los monarcas reaparecieron sobre la alfombra azul del Teatro Campoamor. La reina estrenó otro total look de Varela. Sin chal ni abrigo, desafiando al frío a los chubascos y a las críticas sobre sus delgados brazos, lució un vestido clásico de corte evasé en seda candy y tul con bordados de swaroski.
No es de mis favoritos pero Letizia estaba muy guapa, el maquillaje en grises y el peinado, un semi recogido en cascada, dejaba al descubierto sus valiosos pendientes de diamantes negros de la suiza Grisogono, acompañaron y realzaron su belleza. Sus zapatos fueron el punto débil del estilismo, ¡con lo bien que quedarían unos Prada en vez de las sandalias nude de Magrit!
La reina saludó a su madre, más rejuvenecida que nunca, con un sutil movimiento de cabeza y una amplia sonrisa. Ya en el Teatro entre discursos y entregas nuestra consorte se dejó llevar por la emoción de las palabras de la actriz catalana Nuria Espert que agradeció su Premio Princesa de las Artes recitando Doña Rosita de Lorca, mientras hablaba de su carrera y clamaba, al igual que en su día lo hicieron los versos de nuestro internacional granadino, por la liberación de la mujer.
Espero ansiosa vuestras críticas, opiniones y puntualizaciones sobre la última e intensa puesta en esecena de nuestra reina en su su Asturias patria querida.
**Fotos: Gtres