El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La dieta de las españolas a examen: pocas buenas noticias

Pizza mujerSi se pudiera expresar en términos de aprobado, suspenso, sobresaliente y demás el patrón alimentario de las mujeres que habitan en el sur de España, sería calificado de aprobado justito, cuando no de suspenso.

Al menos estas son las conclusiones que saco a tenor de los artículos que se están publicando en diversas revistas de reconocido prestigio sobre una serie de estudios llevados a cabo en la Universidad de Granada. Así, según se puede leer en la página de la mencionada universidad, se ha puesto de relieve que la población femenina española, con independencia del grupo de edad, consume un 15% más de proteínas de la cantidad recomendada.

En este sentido llueve sobre mojado y se vuelve a ratificar una característica que ya mencioné en esta entrada a tenor de la adelgazante e hiperproteica era alimentaria en la que actualmente vivimos. En su descargo, en el de las mujeres me refiero, citar que este dato, muy probablemente se reproduzca en el mismo sentido en al caso de los varones. Ya sabemos eso de “mal de muchos…” En fin.

A mi modo de ver es motivo de una mayor preocupación el grupo al que pertenecen aquellos alimentos que más energía aportan en la dieta de estas mujeres, es decir, en qué alimentos se introduce tanta proteína en la dieta. Así, la principal fuente de energía en la alimentación de las niñas y adolescentes procede de alimentos precocinados; y de los productos cárnicos en el caso de las mujeres adultas. Sin embargo, en el caso de las mujeres de más de 50 años la principal fuente de energía la aporta el pan (lo que, por mucho que esté de moda este alimento, me ha llamado poderosamente la atención).

Pero tal y como diría superratón, “no se vayan todavía, aún hay más”… resulta que la actual dieta difícilmente o a duras penas superaría el examen de adecuación mediterránea (te recuerdo que estamos hablando de población que vive en el sur de España). De esta forma los autores del estudio sostienen que el patrón dietético de estas mujeres a duras penas cumple con el 50% de las características de la dieta mediterránea, y que este seguimiento aumenta a medida que aumenta el grupo de edad observado. ¿Te suena esta entrada en la que ponía de relieve cómo se nos llena la boca a la hora de hablar de dieta mediterránea pero que estamos bastante alejados de su cumplimiento? Pues eso. Por no hablar de nuestro querido Manolo… que vendría a ser lo mismo más o menos.

Otros resultados de estos estudios que ratifican de alguna forma mis apuestas y sobre las que no tenía más datos que la propia experiencia es que es el grupo de mujeres de menos de 32 años y que se quedan embarazadas por primera vez es el que más se preocupa más por su alimentación y termina teniendo el mayor patrón de adecuación mediterráneo. Supongo, y esto es lo que he observado no pocas veces en mi consulta, que el estado de buena esperanza de estas mujeres les hace ser más conscientes por los elementos que afectan a su salud y, claro está, la de su futuro hijo o hija.

Para mí, estos estudios son una buena radiografía de este colectivo a la hora de constatar una realidad que más o menos ya conocíamos o bien sacando a la luz una serie de interesantes datos con los que poder llevar a cabo futuras campañas de intervención.

Si quieres, puedes leer en este enlace la nota al completo en la web de la Universidad de Granada. En ella encontrarás las referencia a los estudios en cuestión.

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Imagen: marin vía freedigitalphotos.net

Otra razón más por la que no me gustan los precocinados

Pasillo precocinados_spirobolosSi un día me pierdo, no me busquéis en el pasillo de los precocinados. En general no me gustan. Lo que no quita para reconocer que en alguna ocasión haya tenido que recurrir a ellos (cuando “tener” denota obligación).

No me gustan ni en lo personal, como consumidor, ni en lo profesional como dietista-nutricionista. No voy a entrar en cuestiones de gustos personales, allá cada cual, pero para mí no tienen ni punto de comparación una tortilla de patata hecha en casa con uno de estos platos preparados que ya son frecuentes en los supermercados; ni unas lentejas, ni una “paella”, ni unas albóndigas, etc. Reconozco que para alguno de estos platos preparados, por ejemplo para las albóndigas, aun no he reunido el valor necesario para probarlos o no me he visto en la necesidad de hacerlo.

Por su parte, en lo que se refiere a sus características nutricionales los platos precocinados, el grupo en general, están en la picota con bastante frecuencia. La razón es que con frecuencia se les atribuyen tres características generales: presentar un exceso de grasa, aportar demasiadas calorías y tener un exceso de sodio. Características que se pueden presentar de forma aislada o en distinta combinación. Además también son sospechosos de incluir más azúcares, por no hablar de potenciadores de sabor, colorantes, espesantes etc. y otros aditivos que no es que sean malos per se, pero que contribuyen a ocultar o enmascarar sus verdaderas cualidades organolépticas. Tal es así que desde un tiempo a esta parte, como ya puse de relieve en esta entrada, la industria está volcada en hacer valer en su publicidad la reducción en estos nutrientes clave, o en su mejora del perfil nutricional con respecto a estos aspectos. Aunque, como en todo, también hay excepciones.

Escasa trazabilidad en los alimentos precocinados

Pero uno de los elementos que aun no he abordado en este blog es el tema de la trazabilidad. Este hecho se ha puesto de manifiesto en la reciente crisis sobre presencia de carne de caballo allí donde en principio no debería estar. Empezó en el Reino Unido, siguió aquí en España con el análisis de la OCU y sigue siguiendo en otros países de Europa, donde se ha encontrado carne de caballo en las Lasañas precocinadas de diversas marcas, entre ellas, alguna con tanta tradición como Findus. El problema a la hora de depurar responsabilidades es la famosa trazabilidad. Es decir, el sector europeo de los platos precocinados es una maraña de fabricantes e intermediarios en la que nadie parece ser responsable último de nada. Se hace muy difícil encontrar responsables  cuando, en este ejemplo, las lasañas contaminadas con carne de caballo eran de la marca sueca Findus, elaboradas en Luxemburgo por una empresa de Francia con carne de mataderos de Rumanía, encargada a un intermediario de Chipre que se la había adquirido a otro de Holanda… Increíble, con este viene y va, a ver quién es el guapo que se hace responsable. Así, la primera pregunta que me surge es, pero si nadie sabía que era carne de caballo ¿Quién garantiza entonces que el caballo de origen estaba sano?

El caso es que tras la famosa crisis de las vacas locas la Unión Europea estableció una serie de estrictas normas en lo que se refiere a la carne que se comercializa fresca, pero estas normas no son de aplicación a los ingredientes, y por tanto a las carnes, de los platos precocinados.

¿Que por qué no me gustan los platos precocinados? Pues además de todo lo dicho, porque me resulta mucho más difícil identificar sus ingredientes y el riesgo de picaresca es mucho más elevado que en el caso del mismo producto pero con un origen más casero. ¿Te acuerdas de lo de come comida o come solo aquello que tu abuela identificaría como comida?

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Foto: spirobolos