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Los Magos me han traído una taza…

A petición de mis niños, Erik y Elena, los Reyes Magos me han traído un juego de tazas emocionantes cargadas de sentido: «La prensa libre no fue un regalo. -JAMS».

Taza de los Reyes Magos con el título de mi libro: «La prensa libre no fue un regalo»

La prensa libre, no, pero esto sí que ha sido un regalo. ¡Qué buen regalo! También Papá Noel me trajo una camiseta mágica, con el mismo lema de propaganda, con la que gané 6-3 a mi hijo Erik.

Con esta camiseta mágica de Papá Noel gané por 6-3 a mi hijo Erik.

Ya me enteré. Ellos lo compran todo aquí. También me han hecho buena publicidad con estos videos de la presentación de mi libro en el Ateneo de Madrid. Muchas gracias.

Portada de mi libro en su edición en papel. Ya quedan pocos…

Y otra alegría: la editorial Marcial Pons me anuncia que muy pronto estará disponible mi libro de memorias en formato kindle. Es una buena señal… de que se van agotando los ejemplares de papel. ¡Qué bien empieza este año nuevo!

Estoy me anima a iniciar este año 2023 con otro libro. ¡Que no nos falten proyectos para acompañar al tenis y a la talla de madera! Esta vez será sobre la Policía, el Poder y la Prensa, en torno a tres personajes claves tras la masacre del 11-M en Atocha.

Estos dos llevan todas la papeletas para ser los malos de la película…

José María Aznar, presidente del Gobierno el 11-M de 2004, que atribuyó siempre a ETA la autoría de la masacre de Atocha a sabiendas de que era falso.

Pedro J. Ramírez, director de El Mundo el 11-M de 2004, que siguió el juego diabólico al presidente Aznar, a sabiendas de que la masacre no fue de ETA sino Al Qaeda.

El tercer personaje me lo guardo en secreto para más adelante.

Seguiremos informando…

¡Felices Reyes!

 

 

 

 

 

¿Está la prensa mejor o peor que antes?

Tres generaciones de periodistas del frondoso árbol «Guindal» se juntaron ayer en torno a mi paella «ilustrada», que tantas veces hemos compartido con colegas durante la Transición. Carlota Guindal (La Vanguardia), hija de mi amigo Mariano (el de la famosa pregunta «¿Qué hay de Rumasa, señor Boyer?), metió el dedo en la llaga de nuestra profesión que, se diga lo que se diga es la segunda más antigua y la más hermosa del mundo.

Con Carlota Guindal (de La Vanguardia) y ¡con mi libro! Le agradecí el detalle con más carabineros en su plato.

La joven redactora de Tribunales cree que la prensa está peor que antes. No me extraña que lo piense si se dedica a cubrir (¡Ay!) la Justicia en España, ya que lo que pienso que está verdaderamente mal, y peor que la Prensa, es el sistema judicial que arrastramos desde el franquismo. En cambio, la Prensa está, a mi juicio, mejor que nunca. Lo sostengo. Apasionante debate que quedó en tablas. Estoy dispuesto a repetir la paella y continuar con esta tertulia que me recordó la que tuvimos el jueves en Segovia con Bernardo Pérez y un montón de maestros del periodismo.

Mariano, la Westley  (awestley.com) y yo, jubilados. Carlota y Mar Diaz Varela, activas, y Santiago Guindal, estudiando Periodismo, discutimos con ardor. Incluso con argumentos.

Carlota dijo que ella estaba bien en La Vanguardia, pero que la prensa estaba muy mal, en declive, casi en peligro de extinción.  Mariano y yo, que nos dedicamos muchos años al periodismo económico, le recordamos que, al hablar con empresarios, era habitual que nos dijeran, individualmente, que iban muy bien, pero que, en cambio, su sector estaba fatal y necesitaba ayudas. La suma de todos los que individualmente iban bien no podía darnos un resultado tan fatal para el sector. Lo mismo pienso para la Prensa.

La vieja prensa no acaba de morir y la nueva (con su ola digital, incluida, y sus abundantes fake news) no acaba de nacer. Comprendo que esa transición hacia el futuro genere ansiedad e incertidumbre en los jóvenes. Nosotros también tuvimos, no sin dolor, nuestra propia transición de la prensa sometida por el dictador hacia la prensa libre, que conquistamos palabra a palabra. Tuvimos que aprender a caminar con naturalidad sobre la incertidumbre… y el miedo. Ahora les toca a los jóvenes. Más les vale prevenir que lamentar.

No soy masoquista, pero estoy leyendo, a la vez y no sin estupor, un libro sobre Pedro J. Ramírez y las memorias de José María Aznar, dos tipos peligrosos para la salud de la Prensa. Menos mal que los rodeamos con dos libros que cuentan la vida de Mariano y la mía, dos hombres con buena suerte.

 

En general, suelo discrepar de quienes, en cualquier sector o aspecto de la vida, caen en un pesimismo paralizante al afirmar que «cualquier tiempo pasado fue mejor». Con los datos en la mano, no suele ser cierto que el pasado fuera mejor que el presente. Era mejor, si se quiere, simplemente porque éramos mas jóvenes y solíamos hacer muchas cosas muy placenteras (y con más frecuencia) que en la jubilación.  Si lo sabré yo…

Es cierto que las técnicas (incluso las de matar) cambian y progresan. Sin embargo, la historia (siempre escrita por los vencedores) nos muestra que, aunque las técnicas cambien, las intenciones del ser humano permanecen. Al final, brindamos con una frase que repetimos mucho en nuestra familia: «Cuando todo falla, los principios importan».

Pues eso. ¡Ánimo, jóvenes periodistas! La verdad absoluta solo existe para los teólogos. Claro que si queremos acercarnos a la realidad (ya sean molinos o gigantes, según se mire, amigo Sancho) es recomendable que lo hagamos recurriendo, por los menos, a dos fuentes de información solventes. (Yo estoy suscrito a El País y a La Vanguardia).

Mariano me corrigió: «¡A tres!»

Amén, Mariano.