Si no os habéis enterado todavía de que Pasión de gavilanes ha vuelto… Bueno, iba a deciros que vivís en un guindo, pero probablemente si ya aborrecíais su primera parte os importará tres cucumis que esté ahí otra vez. Pero vayamos por partes:
Pasión de gavilanes vino a revivir el género culebrón, que había sido tan ampliamente explotado a principios de los noventa en nuestro país y que fue, poco a poco, quedando relegado a un segundo plano para ser sustituido por… Bueno, también por culebrones, pero adolescentes y estadounidenses, al principio (Melrose place, Sensación de vivir) y patrios, después (Compañeros, Al salir de clase).
Así que cuando, en 2003, se estrenó Pasión de gavilanes en Telecinco, el revuelo fue, además de enorme, probablemente también un poco inesperado. ¿La clave de su éxito? Pues podréis oír muchas teorías, pero una de las que tenía más peso entre las seguidoras de la telenovela era clara: los protagonistas masculinos. Entre ellos, claro, el personaje de Juan Reyes, a quien daba vida Mario Cimarro.
Cimarro, que acababa de cumplir (como quien dice) treinta primaveras cuando se incorporó a los gavilanes, se había estrenado a mediados de los ’90 en pantalla y, ojo, no en cualquier cosa, porque uno de sus primeros papeles fue una pequeña aparición como parte del equipo Capuleto en Romeo y Julieta de William Shakespeare (sí, esa que protagonizaron Leo DiCaprio y Claire Danes).
Pero no tardó en llegar al género que, no solo lo catapultaría, sino que le daría de comer durante el resto de su vida. En el mismo año que Romeo y Julieta (1996) estrenaba su primera telenovela, Sentimientos ajenos, y todavía pasaría por seis más (casi todas con centenares de episodios) antes de aterrizar en Pasión de gavilanes, y después de esta siguió con otra tantas de las que, probablemente, la más conocida fue El cuerpo del deseo, poco tiempo después.
Ha tenido, eso sí, algunas salvedades, porque ha hecho algo de cine como Rockaway (2007), Mediterranean Blue (2012), The Black Russian (2013) o, la más reciente, Jesús de Nazaret, en la que él interpreta a Juan Bautista y que bajo dirección de Rafa Lara narra «la historia de Jesús Cristo centrándose en su vida pública desde un punto de vista contemporáneo y realista».
Y ahora, como decía antes, Pasión de gavilanes ha vuelto este año en lo que se viene a llamar «segunda temporada» (la «primera» tuvo casi 200 episodios). Y de la aparición de Cimarro lo único que podemos decir es que mucho hablamos de Jordi Hurtado, pero lo de este muchacho trae tela, también, porque parece haberse congelado en el tiempo.
Estrenada en Telemundo el 14 de febrero, está disponible para ver en streaming en Netflix.