Juan Carlos Escudier

Archivo de junio, 2008

Esperanza Aguirre desaprovecha la ocasión de imponer a Aznar una medalla

La imagen hubiera valido la pena. Aznar, junto a Esperanza Aguirre, recibiendo una de las primeras medallas de oro de la Comunidad de Madrid, que en estas fechas celebra el 25 aniversario de su Asamblea legislativa. Pero las oportunidades están para aprovecharlas y la presidenta no ha andado tan lista como se le presume.

Este jueves culminan los actos conmemorativos de ese cuarto de siglo de la Asamblea de Madrid con la imposición de condecoraciones a los ex presidentes del Parlamento regional, los ponentes del Estatuto de Autonomía, los dos ex presidentes del Ejecutivo regional y a la propia presidenta madrileña.

“No está previsto que Aznar acuda a ningún acto este jueves en la Asamblea de Madrid”, afirma un portavoz de FAES, la fundación del ex presidente, para a continuación negar su participación en el Estatuto: “Además debe de haber un error porque Aznar no fue ponente”, asegura.

La realidad es algo distinta . Es verdad que el entonces joven diputado de pelo engominado y negrísimo bigote no participó en la reunión en el castillo de Manzanares el Real donde la Diputación Provincial inició el proceso autonómico; y que tampoco estuvo –como puntualizan fuentes de la Asamblea de Madrid- en los trabajos de redacción que se llevaron a cabo durante los dos años siguientes bajo la batuta de Miguel Doménech por la UCD y de José Acosta por el PSOE. Pero también es cierto que uno de los ponentes del texto en el Congreso por parte de Alianza Popular fue el mismísimo Aznar, como Simón Sánchez Montero lo fue por el PCE.

“Aznar era miembro de la comisión constitucional y fue ponente del Estatuto aunque es verdad que no se le veía mucho por allí”, recuerda Acosta, uno de los condecorados. ¿En qué estaría pensando Aguirre para privar a Aznar de su medalla? Cría cuervos.

¿Por qué Juan Costa ha pedido asilo a un empresario amigo?

Juan Costa, o sea, ha dicho al periódico que le patrocinaba que después de pensárselo mucho y de contar uno por uno todos los avales de los que dispone, incluidos los de sus seres queridos, no podría ni ser vocal en su comunidad de vecinos, por lo que, sintiéndolo mucho, no se inmolará frente a Rajoy. En Costa habían encontrado los opositores al gallego el suicida perfecto pero, finalmente, el Zapatero del PP ha preferido no manchar de sangre el escenario por si hay niños en la sala.

Lo mejor de la entrevista con Costa no son sus respuestas, que el ex ministro no es Demóstenes, o sea, sino la fotografía, en la que se muestra muy a la americana, sentado en el suelo en un despacho vacío con el portátil abierto al estilo del ejecutivo enrollado que popularizó Villalonga. Y lo más relevante de todo es el despacho en sí, que obviamente, no es el que le corresponde como diputado en el Congreso sino el de unas oficinas en la Plaza de la Independencia de Madrid.

El caso es que Costa, o sea, había pedido asilo a un empresario amigo muy bien relacionado y éste le cedió un despacho –también mesa y silla aunque la foto no lo refleje- al pie de la Puerta de Alcalá. ¿Era el lugar desde donde Costa se disponía a dar la batalla a Rajoy o el sitio en el que prepara el regreso a la actividad privada para terminar de forrarse? Se admiten apuestas acerca del tiempo que tardará Costa en interpretar su tocata y fuga. Es que en el PP no hay democracia interna, o sea.

Ni el Parlamento se salva de la crisis del PP

La convulsa situación interna del PP no sólo está afectando a Aznar, que se puso triste cuando Ortega Lara dejó la militancia y no se le ha pasado el disgusto al hombre, sino que se ha trasladado a algunas instituciones como el Congreso de los Diputados, donde algunos de sus órganos aguardan a que los populares acaben de despedazarse a mayor gloria de la unidad del centro reformista para poder constituirse.

En ese estado se encuentra la Diputación Permanente de la Cámara, que es la que asume los poderes del Congreso entre los sucesivos períodos de sesiones, en los estados de alarma excepción y sitio y a la disolución o expiración del mandato de las Cortes. Además de la importancia institucional, pertenecer a la Diputación Permanente tiene dos ventajas añadidas para cualquier parlamentario: no deja de cobrar un solo euro en período electoral y conserva en todo momento la condición de aforado, un seguro de vida ante los tribunales de justicia.

Los portavoces de los grupos parlamentarios han mantenido un par de reuniones en las que han abordado la constitución de la Diputación Permanente, pero ya en el último de estos encuentros el PP pidió que se aplazara cualquier decisión hasta después de su congreso, que tendrá lugar a finales de este mes de junio. La Diputación Permanente ha de estar formada antes del 2 de julio, que es cuando finaliza el actual período de sesiones y comienzan las vacaciones de sus señorías.

“Tiene sentido que el PP pida este aplazamiento hasta después de su congreso porque en la Diputación Permanente suele estar representada la plana mayor del grupo parlamentario y es un reconocimiento añadido”, afirma un comprensivo portavoz. Por el momento, se ha avanzado en su composición definitiva –ha de tener al menos 21 miembros pero ya en la pasada legislatura superó los 40-, en la los grupos minoritarios contarían con dos representantes.

Claro que no sólo la Diputación Permanente está sufriendo la crisis del PP. Otras instancias como la delegación española ante la Asamblea Parlamentaria de la OTAN también se encuentran con el botón de pausa encendido. “Me han dicho que no se puede constituir porque el PP sigue sin dar los nombres de sus tres representantes y tenemos una reunión esta semana que viene a la que no podremos ir”, afirma un diputado socialista.

Rosa Díez se lleva al huerto al PSOE y al PP

Con la máquina de fabricar leyes fuera de servicio, porque el Gobierno debe pensar que ya elaboró bastantes en la anterior legislatura, y el PP haciéndose oposición a sí mismo o acodado en la barra del bar de la esquina –una terapia que empezó a practicar ayer Rajoy con algunos de sus diputados-, la actividad parlamentaria languidece y, de eso ha sacado provecho Rosa Díez, que va de piragua entre dos portaviones, pero de piragua insumergible.

La diputada ya había exhibido una patente habilidad para sacar de quicio a Zapatero y esta semana ha logrado poner de los nervios al PP con una proposición no de ley sobre víctimas del terrorismo, que invadía uno de sus territorios habituales. “La estudiaremos con cariño”, le dijo a Díez el viernes pasado el portavoz de Interior de los populares, Ignacio Cosidó, juzgando erróneamente que la iniciativa decaería por falta de apoyo. En último extremo –o eso creía Cosidó- la propuesta les sería útil para reafirmar los principios del partido y, de paso, para poner en entredicho le pretendida unidad de acción contra ETA que se reclamaba desde el Gobierno. Resumiendo, el PP estaba dispuesto a votar a favor después de poner su sello en el texto pero no a dar protagonismo a quien ya considera una peligrosa adversaria.

La proposición introducía una gran novedad: ampliaba el concepto de víctima para incluir bajo esta denominación no sólo a los afectados directamente por atentados sino también a los amenazados, es decir, a aquellos que ven coaccionada su libertad y sus movimientos por la acción del terrorismo, especialmente en el País Vasco y Navarra. Nadie entre los populares ni muchos socialistas –“¿que qué vamos a votar? Pues que no”, respondía un diputado del PSOE a preguntas de 20 Minutos- imaginaban el desenlace.

Ayer a media mañana, el portavoz socialista Antonio Hernando hacía llegar a Rosa Díez un primer borrador de enmienda transaccional. El nuevo texto comprometía al Gobierno a elaborar una nueva ley en la que se reconocieran nuevos derechos sociales pero suprimía la ampliación del concepto de víctima. Rosa Díez lo rechazó, aunque se avino a negociar y remitió al parlamentario del PSOE una nueva redacción.

Posiblemente, el PSOE supuso que el PP iba a aprovechar la coyuntura para aliviar su crisis interna sembrando dudas sobre su voluntad real de pactar la política antiterrorista, y quiso adelantarse. O consideró que dar alas a Rosa Díez abre a los populares más vías de agua. O ambas cosas a la vez. El caso es que Hernando se aplicó a la tarea. Elaboró una contrapropuesta y se plantó poco después en el despacho de la diputada. Tras aceptar que los amenazados fueron considerados como víctimas del terrorismo, el acuerdo no tardó en alcanzarse.

Díez había ganado. Comunicó su victoria a un sorprendido Cosidó, que en esos momentos viajaba en coche hacia Madrid. Poco después era el PP el que hacía llegar a toda prisa sus enmiendas. La diputada de UPyD sólo aceptó incluir uno de sus párrafos, en concreto el que instaba al Ejecutivo a dialogar con las asociaciones de víctimas. El PSOE dio su visto bueno a este último punto tras escuchar de los populares su “plena disposición” al pacto. El pleno del Congreso lo refrendó con el único voto discrepante de Esquerra. La piragua había conseguido que los dos trasatlánticos pusieran el rumbo que la convenía.

Quienes menospreciaban a Rosa Díez van a tener que cambiar de opinión a toda prisa. El sábado su partido celebra su primer aniversario. Los 303.535 votos que obtuvo el 9 de marzo se habrían más que duplicado según la última encuesta del CIS. Ojo con esta mujer, que sólo es frívola con sus botines de colores.

Costa, o sea, está desilusionado, qué le ilusionará…

Juan Costa, o sea, ha tomado la palabra en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP para afirmar que la militancia del partido está desilusionada y que ello se debe a que Rajoy, que se nos ha vuelto un sociata y un traidorzuelo, o eso parece, no integra como debiera, sobre todo a él.

Costa, en efecto, está muy desilusionado, o sea, porque después de coordinar el programa del PP en las pasadas elecciones esperaba la llamada de Rajoy para ofrecerle ser el portavoz en el Congreso, que para eso había dejado Ernst & Young Abogados ganando un pastizal. Pero Rajoy, que desilusionando es una máquina, sólo le ofreció la portavocía adjunta, algo inaceptable. O sea.

O sea que el ex ministro se ha puesto al servicio de los opositores al gallego y se ha creído eso de que es el Zapatero de los populares, singular camelo que ha hecho circular ese apóstol de la libertad de expresión que dirige El Mundo. Pero se resiste a dar el paso porque, pese a su vocación de suicida y las palmadas en la espalda de los desilusionados, no termina de verlo claro, y está esperando a que su jefe Rato le diga cuál es último pétalo de la margarita, antes de valorar la oferta de General Electric de la que presume.

Además del discurso de Costa la reunión de la plana mayor del PP ha aportado para la galería la salida precipitada de Esperanza Aguirre con cara de pocos amigos, no se sabe si porque Costa no se ha decidido a hundirse el puñal en la boca del estómago, porque Vida Cuadras, que iba de crítico, ha optado por no seguir mordiendo la mano que le da de comer, o por el lema del congreso del partido: Crecemos juntos. O sea.