La han preguntado a Rajoy si se veía menos líder que ayer y algo menos que mañana, en una singular versión de ese lema que acompañaba a las medallas de regalo del Día de la Madre. El del PP ha dicho que está mejor que nunca, lo cual tampoco aclara mucho las cosas. Al parecer, el liderazgo se mide ahora en los toros, y por eso el gallego se va este fin de semana a Ronda para enseñarle a Sarkozy la diferencia entre un pase de pecho y una media verónica en la tradicional corrida goyesca y hacerse con él la foto en el tendido. De los miuras que tiene en casa debe de estar hasta el gorro.
Rajoy nunca ha sido un líder clásico. De hecho, jamás ha respondido al arquetipo que patentó su antecesor, un señor bajito y siempre cabreado, que convenció a todos de que era un estadista porque una vez puso los pies encima de la mesa en una reunión del G-8 mientras se metía un habano entre pecho y espalda y le reía las gracias a Bush. No se sabe si el PP tiene con Rajoy lo que se merece pero lo que está claro es que este hombre no se merece a algunos de sus compañeros de viaje. Es difícil mantener el rumbo cuando se nada entre pirañas.
Lo de esta gente de la derecha es para nota. Su Julio César tiene muchos Brutos con el puñal apretado bajo la toga, pero no para atravesarle a él -al que ya consideran un difunto- sino para darse matarile entre ellos a una señal convenida. El último acto de este drama acumula tanta sangre que no será apto para todos los públicos.
Entre tanto, el muerto que todos matan no es que tenga buena salud, sino que hace que no se entera del cáncer de páncreas. Hoy se ha reunido con su grupo parlamentario. Lo que ha trascendido no han sido sus quejas por las puñaladas traperas de sus ávidos sucesores sino el “punto clave” en el que basará el PP su campaña. Sostiene Rajoy que la mayor preocupación de él y de su partido es el bajo nivel adquisitivo de los salarios, de lo que se deduce que hará todo lo posible para que suban los sueldos. Vivir para ver. En la CEOE deben de estar dando palmas con las orejas.