Archivo de abril, 2021

Cobijo contra la tormenta de Benjamín Prado: canon poético personal

 

De vez en cuando uno tiene que echar la vista hacia atrás, buscar entre las cenizas los pilares de la vida, intentar discernir con más o menos claridad de dónde viene y si eso tiene algo que ver con lo que uno es o será. La poesía es buena gasolina para la nostalgia y elegir una serie de libros que marcan un ejercicio que tiene más que ver con la felicidad que el reencuentro. Hoy en Motel Margot damos la bienvenida a Benjamín Prado y su Cobijo contra la tormenta. Año 1995, todavía no había terminado el COU y la selectividad era una mezcla de bases canónicas y las canciones de Gabriel Sopeña para Loquillo. Quedaba toda la vida por delante y necesitaba llenar las maletas con el equipaje adecuado.

Aquel Cobijo contra la tormenta fue X premio de poesía Hiperión y el primer libro de poemas que compré. Creo que fue en la librería Cálamo, que estaba al lado de casa de mis padres, en la plaza San Francisco. Zaragoza todavía tenía a los Héroes del Silencio de gira y había un garito en la calle Tenor Fleta que se llamaba Morrison Hotel. Todo cuadraba. Desde la portada -Bob Dylan y Joan Báez en 1976-, hasta el título, la traducción de uno de los temas de Blood on the tracks, el disco de Bob Dylan de 1975, que incluía Shelter from the storm. Mi favorito del bardo de Minnesota es Desire, el siguiente de la época dorada de la Rolling Thunder Revue. La historia de la gira del payaso y el guitarrista de Bowie y los bongos de Allen Ginsberg la pueden seguir a través del hilo de Martin Scorsese y Sam Shepard, pero hoy estamos con la sangre en las vías. Prado y Dylan, Dylan y Prado. Eran los noventa y algunos ya estaban de vuelta de Bob y otros, sobre todo la generación de Benjamín Prado, a la que ponían música Christina Rosenvinge, Joaquín Sabina o Andrés Calamaro estaban iniciando una mutación que los llevaría a convertirse en sosías de Dylan con mayor o menor medida. Dylan nos odiaba porque Bob, como todo buen poeta, odia al mundo/escupe al universo.

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‘Salem’s Lot’, raíces malditas

¿Qué es Salem’s Lot? ¿Un terruño maldito surgido de la mente enferma de Stephen King? ¿Un lugar del inconsciente colectivo donde confluyen los Dioses cósmicos abisales con forma de gusano, las series de televisión de los setenta, sectas escindidas del puritanismo y los discos de Sr. Chinarro? ¿vampiros o sectas escindidas del puritanismo? Hoy en Motel Margot rebuscamos entre legajos, cintas de vídeo y grabaciones perdidas para intentar desentrañar una historia y una cronología de un pueblo que expande sus raíces podridas bajo la cultura pop desde el siglo pasado.

¿El comienzo? Una situación geográfica aproximada para Salem’s Lot: localidad del estado norteamericano de Maine, cerca de la frontera con Nuevo Hampshire, al norte los Montes Apalaches y al sur el Océano Atlántico.

¿La continuación? Cronología, subjetiva y no canónica de Salem’s Lot:

  • 1619. Un grupo de colonos franceses desembarca en el territorio que terminará siendo conocido como Salem’s Lot. Toda la población desaparece durante el primer invierno.
  • 1710. El predicador James Boon guía a los miembros de una secta escindida del puritanismo a la fundación del enclave que llevará por nombre Jerusalem’s Lot.
  • 1765. El pueblo se incorpora a la vecina Castle Rock constituyéndose en una única población.
  • 1789. Un descendiente de Boon, Philip Boone lleva a la aldea el libro De Vermis Mysteriis. Unos meses más tarde el lugar vuelve a ser abandonado.
  • 1850. Tras viajar a la zona para tomar posesión de la herencia de su antecesor Philip, el aristócrata Charles Boone descubre los restos de la ciudad, ahora aparentemente desierta. Según las cartas que se conservan de Charles Boon bajo el suelo de la Iglesia del pueblo habita la deidad Shudde M’ell que tiene forma de gusano gigante.
  • 1899. El aventurero Allan Quatermain y la agente de una primitiva versión del MI5 británico, Mina Harker, visitan la zona.
  • 1935. El grimorio De Vermis Mysteriis vuelve a aparecer en manos de Robert Blake en Providence (estado de Rhode Island), a menos de 400 kilómetros de Salem’s Lot.
  • 1939. Hubert Marsten asesina a su mujer Birdie Marsten en la casa familiar, la conocida Casa de los Marsten que, desde ese momento, adquiere fama de embrujada.
  • 1951. Un gran incendio está a punto de arrasar con todas las edificaciones del pueblo.
  • 1955. El niño Ben Mears se adentra en la Casa de los Marsten por una apuesta infantil.
  • 1971. James Robert Boon, descendiente bastardo del linaje Boone, recolecta las cartas de Charles y se traslada a vivir a la mansión familiar.
  • 1975. Ben Mears vuelve a Salem’s Lot y unas semanas más tarde vuelve a marcharse del lugar.
  • 1976. Otro incendio, que comienza prácticamente en el mismo lugar que el de 1951, asola de nuevo el pueblo.
  • 1977. Desaparece una familia en mitad de una ventisca al quedarse sin combustible en su coche. Nunca encuentran sus cuerpos. Los lugareños de los pueblos de alrededor se muestran reticentes a acercarse al lugar que se supone abandonado. Existe un cartel en un desvío como único recordatorio de la existencia del pueblo.
  • 1998. Un antiguo pastor reconvertido en feriante, Charles Jacobs, parece poseer uno de los pocos ejemplares que quedan en circulación de De Vermis Mysteriis y su uso parece estar relacionado con misteriosas curaciones de las personas que acuden a su espectáculo de feria.
  • 1992. el compositor Kurt Cobain nombra Salem’s Lot en uno de los temas que está componiendo para In utero, el siguiente disco de su banda Nirvana.
  • 2019. Salem’s Lot está completamente reconstruida y durante los factos del cuatrocientos aniversario de su ciudad hermana Castle Rock se producen de nuevo extraños incidentes relacionados con la Casa de los Marsten, que termina hundiéndose después de unas explosiones en los túneles que hay bajo el terreno.

Nota: aunque no coincide en el espacio ficticio marcado por Stephen King, la casa familiar de los Boone y la denominada Casa de los Marsten muestran una extraña tendencia a permitir que los cadáveres de las personas que acaban en su sótano o en el subsuelo de los terrenos vuelvan a la vida. Puesto que la Iglesia del lugar parece poseer propiedades parecidas podríamos inferir que la causa tenga más que ver con el terreno que con las edificaciones.

El canon de Salem’s Lot (el comienzo)

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