Si ha existido una lacra durante el pasado siglo XX son los totalitarismos, causantes del sufrimiento y la muerte de millones de personas. En la cinta, Dennis Gansel trata demostrar que incluso en el interior de una democracia estable como la Alemana, aún pueden surgir situaciones que deriven en totalitarismo y pérdida de libertades.
La ola (Dennis Gansel, 2008) es una película que no te deja indiferente. Con un alto valor pedagógico, está inspirada en el experimento real que sucedió en Estados Unidos a finales de los años sesenta.
La película está basada en la novela La Ola de Todd Strasser y enmarcada en un instituto alemán de secundaria en su semana de proyectos. Esta es una de las películas que se deberían ver en todos los institutos.
Profesor Rainer Wenger: «¿Pensáis que en Alemania no sería posible que volviera otra dictadura?»
Alumno: “De ningún modo, ya hemos aprendido la lección”
Al profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) le toca el tema de la autocracia. Poco a poco va creando un caldo de cultivo en el aula donde los alumnos van asumiendo de manera casi inconsciente y con mucha implicación, su rol de pertenencia al colectivo que forma la clase, con una gran semejanza a la Alemania nazi.
Según avanza la semana, el profesor va agregando diferentes niveles al experimento: disciplina, obediencia, orgullo de pertenencia o respeto al líder. El propio profesor Wenger es el que ejerce de una especie de führer, que ha sido convenientemente votado por los alumnos (otra de las similitudes con la Alemania de los años 30).
Todos los chicos visten igual, se saludan igual, tienen símbolos comunes… Y poco a poco comienzan a comportarse de manera autoritaria con los que no pertenecen a La Ola, nombre que le dan al movimiento. Al final el experimento se le va de las manos al profesor Wenger, que pierde el control de los chicos. Alguno de ellos, de mayor fragilidad emocional, ve en La Ola la forma perfecta de aumentar su autoestima. Otros, más estables, cambian su forma de comportarse, proyectando la superioridad del grupo en sus relaciones con su entorno.
La película tuvo un enorme éxito de espectadores en Alemania y logró alzarse como la 3ª mejor película en los Premios del cine Alemán.
En los años ochenta la historia se llevó a la pequeña pantalla con el telefilm The Wave (Alexander Grasshoff, 1981) interpretado por el profesor Ben Ross (Bruce Davison). Recientemente la miniserie Somos la Ola (Anca Miruna Lazarescu y Mark Monheim, 2019) también hace referencia a un movimiento autoritario aunque desde un prisma diferente, bajo un ideario político.
La Tercera Ola
El experimento en que se basa la novela y la película, sucedió en un instituto de Palo Alto (California) en el año 1967. El profesor de historia contemporánea Ron Jones trató de demostrar en su clase que se podría llegar a un movimiento de carácter fascista como el nazi.
Debido a la dimensión que había adquirido, cuyos miembros se habían multiplicado por todo el instituto, el profesor se asustó y decidió detener la prueba al quinto día. Había logrado demostrar que los chicos que pertenecían a La Tercera Ola, nombre del movimiento, adquirían muchos de los matices de una sociedad como la nazi, con un alto grado de pertenencia al grupo y de superioridad respecto a los demás.
Tráiler de ‘La ola’ (2008)
No hace falta irse a películas, lo estamos viviendo ya socialmente en España, cultura de la cancelación, sensación de superioridad en la relaciones, un chivo expiatorio que son los privilegiados, solo que en vez de judíos son hombres, blancos, occidentales, europeos, heteros según la necesidad.
Identificación a un grupo de pertenencia, líderes votados…etcetc.
10 agosto 2021 | 10:10 am
Todo totalitarismo nace del miedo.
Y no sólo existe el totalitarismo de guerra, de dictaduras. Hay totalitarismos en tradiciones que impiden la mejora de la relación del ser humano respecto a sí mismo y al medio. Censurar el cuerpo y la idea es otro totalitarismo. No se razona, se impone, no se dialoga, se exige; no se piensa, se insulta por visceralidad, vergüenza o miedo. La falta de derechos en algunos grupos sociales también es producto de totalitarismos pasados. Una democracia sana no debería permitir esos restos de mentalidades bárbaras.
10 agosto 2021 | 2:03 pm