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Quien calla, otorga

En poco más de un mes, se ha apagado la llama de la primavera egipcia. El 3 Fotos muertosde julio, los militares hicieron un golpe de Estado al primer gobierno salido de las urnas en décadas, liderado por los Hermanos Musulmanes, y suspendieron la Constitución. En la última semana, los mismos militares, han perpetrado una de las masacres más sangrientas, matando cerca de mil opositores, encarcelando los principales líderes de los Hermanos Musulmanes y decretando el estado de emergencia. Todo esto ocurre con el silencio de la administración Obama.

Todo empezó cuando a finales de junio, laicos de El Cairo empezaron a realizar manifestaciones contra las leyes islámicas de los Hermanos Musulmanes. Las Fuerzas Armadas aprovecharon la tesitura para realizar un golpe de Estado y acabar con el mandato de Mohamed Mursi, quien fue detenido y, actualmente, está retenido por las fuerzas de seguridad en un paradero desconocido. Los militares no sólo han prohibido las manifestaciones de los Hermanos Musulmanes, sino también de esa población civil que “teóricamente” representaban cuando sacaron a los islamistas del poder.

Estos mismos laicos (junto los Hermanos Musulmanes), son los que en 2011 protagonizaron la revolución egipcia y sacaron del poder a Hosni Mubarack, el general que gobernó con mano de hierro durante veinte años el país del Nilo. Mubarack fue encarcelado. El año pasado fue condenado a cadena perpetua por la represión y las muertes en la plaza Tahrir, emblema de la primavera egipcia, una sentencia que apeló y ahora se tiene que enfrentar a otro juicio por corrupción. Sin embargo, un juez ha dado vía libre para que Mubarack salga de la cárcel para pasar en arresto domiciliario, mientras sigan los juicios en su contra, en una simbólica medida para que no tenga que estar entre rejas. 

Por otro lado, el vicepresidente puesto por los militares en julio, el Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei, esta semana dijo que renunciaba a su cargo por la represión de las tropas y el martes fue demandado por «traición de la confianza».

Todo esto sucede frente la pasividad de Estados Unidos. Barack Obama, la semana pasada, pidió tímidamente que se acabara la violencia, pero no condenó el abuso de fuerza de los militares. Desde el golpe de Estado, los Hermanos Musulmanes se han manifestado y acampado en plazas del país para reclamar el retorno a la democracia y del presidente Mursi. Con una violencia extrema, los uniformados decidieron poner punto y final a esta situación y desalojaron a la fuerza a los seguidores del depuesto mandatario. La represión se ha saldado con cerca de mil víctimas y mientras los Hermanos Musulmanes tenían como armas piedras, palos y cócteles molotov, los militares utilizaron toda la industria armamentística del país, inclusive, tanques.

Desde los años cincuenta, los militares gobiernan el país a través de dictaduras militares laicas y desde los 70, con el acuerdo de Camp David, es el único aliado de Israel en la zona, con el que comparte la frontera del Sinaí, por lo que Washington quiere un gobierno estable en El Cairo que garantice la seguridad de Tel Aviv.

El martes, Obama dio un paso vacilante y decidió cancelar los ejercicios militares conjuntos del ejercito estadounidense y egipcio, así como suspender la entrega de cuatro aviones de combate F-16, unas medidas tibias frente a la actual situación que, más bien, parecen una forma de lavarse la cara. Sin embargo, Washington no ha condenado el golpe de Estado para evitar suspender lo que, realmente, da de comer al ejército egipcio: una ayuda militar de 1.230 millones de dólares que otorga anualmente la Casa Blanca a El Cairo, además, de 241 millones más de ayuda económica. Desde 1970, Estados Unidos ha donado más de 30.000 millones de dólares a ese país.

El presidente de Turquía, Recyp Tayip Erdogan, el martes aseguró que detrás del golpe de Estado de Egipto están Washington y Tel Aviv, algo que la Casa Blanca ha negado, pero es una creencia que se ha extendido por los simpatizantes de Mursi tanto dentro como fuera del país. «Detrás del golpe (del 3 de julio) en Egipto está Israel. Disponemos de documentos», resaltó Erdogan.

Estados Unidos se juega mucho en el país de los faraones. Por un lado quiere un gobierno fuerte, estable, que garantice la seguridad de Israel, pero que también combata la presencia de Al-Qaeda en Oriente Medio.

Además, por la frontera del Sinaí es por donde llegan armas a Gaza, gobernada por el grupo armado Hamás y que no reconoce el Estado de Israel. Así pues el control de esta frontera es esencial para la seguridad de Tel Aviv.

El Cairo controla el canal de Suez, uno de los puntos principales del comercio internacional, por donde transitan el 4% del tráfico del petróleo mundial y el 8% del intercambio marítimo, es decir,  unas aguas que para Washington deben de estar tranquilas para preservar la economía mundial y, especialmente, el suministro de petróleo hacia Estados Unidos.

Durante cuarenta años, esta tranquilidad y estabilidad que Washington buscaba en la región, la ha encontrado en los gobiernos laico, militares, dictatoriales de Egipto, que se financiaban con las donaciones de la Casa Blanca. El 40% del presupuesto de las Fuerzas Armadas de ese país, provienen del país norteamericano. Así pues, aunque no lo diga abiertamente, la administración Obama no vería con malos ojos el retorno de los uniformados al poder.

Pero además, hay otra cuestión de fondo. Alrededor del 35% del dinero que reciben las Fuerzas Armadas egipcias lo destinan a comprar nuevas armas a Estados Unidos, mientras que otro 30% es para mantener los equipos, también fabricados en el país norteamericano. Así pues, es un pez que se muerde la cola, Washington le interesa mantener la ayuda económica a los militares egipcios, para que El Cairo le siga comprando armas fabricadas en industrias estadounidenses, que generan empleo y son una fuente de ingresos para ese país, dos elementos indispensables para hacer frente a la crisis económica.

Mientras la violencia se incrementa en Egipto y los militares dan un paso a tras hacia la democratización del país, Estados Unidos mira hacia otro lado. Quien calla, otorga… y también es cómplice.

Núria Segura Insa

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Twitter: Nuriasein

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