Capturando la temperie Capturando la temperie

Tenemos todo el tiempo del mundo para ti

Archivo de la categoría ‘Temperie espacial’

Los diversos efectos de las tormentas solares

Como os decía en el último post, vamos a repasar los diversos efectos, tanto nocivos y peligrosos como inofensivos y estéticos que tienen lugar cuanto una tormenta geomagnética nos alcanza.

En primer lugar hay que decir que tenemos un escudo deflector que ni La Estrella de la Muerte… Se trata de la magnetosfera, una región alrededor de nuestro planeta, y de algunos otros del sistema solar, capaz de desviar el maligno viento solar cargado de partículas chungas… (disculpas a los más puristas 😉 ) Sin la magnetosfera la vida no hubiera sido posible nunca, nos lleva protegiendo millones de años, y lo seguirá haciendo durante otros cuantos…

Así pues, la magnetosfera mola, la magnetosfera es tu amiga.

Imagen artística de la magnetosfera. Fuente NASA, Wikipedia

Imagen artística de la magnetosfera. Fuente NASA, Wikipedia

Aún así, una parte de ese viento solar, de esa marea de partículas cargadas con energía muy alta, consigue penetrar en nuestra atmósfera, sobre todo cuando las llamaradas son de categoría X (ver post anterior). Y produce efectos indeseados, que en algunos casos podrían llegar a ser graves, no hay que desdeñarlos. La NOAA americana tiene una escala para medir estas tormentas geomagnéticas, las de radiación solar y las interferencias a las ondas de radio. Respectivamente las categoriza entre G1 y G5, S1 y S5 y R1 y R5. Los riesgos extremos son bastante alarmantes, aunque pocas veces se llega a esos extremos. El que tenga ganas de informarse en profundidad, puede revisar este documento, muy explicativo.

Para los que no, basta decir que en estos casos más graves, los aviones varían sus trayectorias para evitar la zona polar, la zona menos protegida de nuestro planeta, y así evitar exposiciones más directas -equivalentes a 100 radiografías a la vez- a la radiación para los pasajeros y tripulación. Delta Airlines lo hizo esta semana. Sin hablar de los astronautas… Se pueden producir fallos en las telecomunicaciones -barcos y aviones se quedarían incomunicados- y algunos satélites pueden fallar, es cierto. Y algunos transformadores pueden dañarse. Nada más. Y nada menos, claro. Efectivamente, como algunos me comentáis, hay precedentes. En 1989, Quebec (Canadá) sufrió un gran apagón eléctrico a causa de una gran tormenta solar, que quemó varias líneas de alta tensión. Durante unos días la ciudad fue un caos sin electricidad. Por no hablar de agosto de 1859 y el famoso evento Carrington, que no fue más destructivo porque la tecnología y la electricidad no formaba parte de nuestra vida diaria como lo es ahora. Mejor ahorraros la lectura del link anterior los más hipocondriacos. Mamá, no lo leas… 😉

Y ya. Odio ser catastrofista, aunque en este caso esta es la verdad, riesgos hay. Pero también os digo que la probabilidad de que se produzcan estos eventos extremos es muy baja, entre cero y cuatro veces en cada ciclo, es decir, cada 11 años.

¿Vamos con los efectos artísticos e inofensivos? Las maravillosas auroras boreales son, ni más ni menos, el efecto visual de que la magnetosfera está haciendo su trabajo. Las malignas hordas de partículas cargas de malos humos chocan con nuestro escudo deflector y se vuelven incandescentes, saliendo rebotadas. Tras cada aurora boreal (en el polo norte) o austral (en el sur) se esconde una eléctrica lucha de fuerzas inconmensurables. El Sol, ese mismo que nos permite la vida, manda su ejército más peligroso, pero, como siempre, Gaia sale victoriosa. Y lo seguirá haciendo por eones. Los fuegos de la victoria brillarán en los cielos polares y todos lo celebraremos con fotos y con vídeos.

Como los que haré en un par de semanas cuando esté por la laponia finlandesa en busca de las mágicas auroras. Como este que Julián Amorrich, de El Blog de Finlandia ha colgado, realizado el pasado 24 de Enero cerca de nuestro próximo destino: Saariselkä.

 

Tormentas solares, las tormentas más espaciales

A falta de otras noticias meteorológicas y en vista de la aburrida y monotona actividad atmosférica reinante, vamos a pasar literalmente de ella y a subir un poco más arriba. Resulta que estos días el Sol, la estrella que nos da la vida, es noticia. Si leéis los periódicos o vuestros feeds de internet, veis la tele, escucháis la radio o simplemente revisáis vuestros timelines de twitter o facebook, seguro que habéis escuchado algo sobre tormentas solares. Así pues hablemos sobre tiempo espacial, una clase de tiempo muy especial…

El Sol, hoy mismo, un poco más tranquilo que ayer. Fuente: SDO, NASA

El Sol, hoy mismo, un poco más tranquilo que ayer. Fuente: SDO, NASA

Efectivamente, aproximadamente cada 11 años el Sol se pone contento y se activa. Aparecen manchas solares, se van agrandando y aumentan tanto la frecuencia como la potencia de sus explosiones. Ni se me ocurre explicar aquí cómo se produce -ojo, que si me lo pedís me lo estudio, ¿eh?- 😉 , primero, no lo tengo muy claro, y segundo, sería aburrido para vosotros, seguramente. Lo que tenemos que saber es que este año y sobre todo 2013 coincide con un máximo de actividad solar, y van a ser años en los que oigamos hablar de tormentas geomagnéticas, tormentas de radiación solar, eyecciones de masa coronal (CME), emisiones de partículas solares (SEP) y otros tecnicismos que simplemente indican que nuestro astro rey se ha despertado de su siesta de 11 años.

Para saber el grado de potencia de una de estas explosiones o llamaradas solares, la NASA las clasifica con letras y números. Las clases son A, B, C, M y X, siendo las dos últimas las que hay que tener en cuenta por sus efectos en la Tierra, que luego veremos. Como en la escala de terremotos, cada letra implica una fuerza 10 veces superior a la anterior. Así, una llamarada X es 10 veces más potente que una M y 1000 veces superior a una B. Dentro de cada clase, se numeran de 1 a 9, dependiendo de  su fuerza, salvo la última clase, la pata negra de las explosiones solares, la X, que no tiene límite. De hecho, las más fuerte erupción solar registrada se produjo el 5 de Noviembre de 2003, sí, ya la sufrimos y no nos pasó nada… Los sensores sólo llegaron a registrar una X15 (se les acabó la escala), pero se estima que en realidad fue una X28… ¡Tremendo!

El pasado 23 de Enero un telescopio situado en órbita dedicado a la observación solar, el SDO, detectó una explosión de categoría M9 -en realidad M8,7- la más fuerte de este ciclo solar. El Sol se está desperezando…

Vale, y la pregunta es… ¿vamos a morir? ¿Qué efectos tienen estas explosiones? En fin, el Sol es muy grande y está relativamente cerca… Todos hemos comprobado lo que puede hacer con nuestras pieles si las exponemos escasamente dos horas o, peor,  si le miramos fijamente (NO LO HAGAIS si no os queréis quedar ciegos).

Bueno, consecuencias las hay de dos tipos. Unas inofensivas, estéticas y otras más nocivas, que sobre todo afectan a nuestras telecomunicaciones y a los aparatos electrónicos. Como esto está quedando un poco largo las trataremos en el siguiente post, pero ya os adelanto. Si superamos una X28 en 2003, podemos estar tranquilos, no moriremos de una llamarada solar. Y no, los mayas no tienen nada que ver con esto, el mundo no se acaba…