Mi único interés con esto es que se conozca parte de una historia que ni se ha comentado en 40 años y que no se vuelva a repetir.
Tengo 52 años y estuve en el preventorio en dos ocasiones, la primera en el año 68. Tenía 8 años, hice la comunión el 23 de mayo y fui al preventorio a finales de mayo o principios de junio (no lo recuerdo bien) hasta el mes de diciembre. La segunda vez fue en el año 69 que estuve en el periodo de verano.
La experiencia fue tan traumática que mis propios mecanismos de defensa han hecho que pasara a un segundo plano en mi vida y nunca he comentado nada al respecto, sí que llegué a comentar que yo había estado en un internado que era como un campo de concentración, recordaba algunas cosas de las que yo había pasado, pero cuando he empezado a hablar con otras mujeres que han estado he ido recordando mas…. Y me alegra, siempre quise que aquello se supiera para que no volviera a ocurrir nunca más en la historia, ya que la historia que se olvida se repite.
Yo fui al preventorio porque mi padre tenía tuberculosis, estaba en el sanatorio del Escorial, quiero decir con esto que yo no fui como el resto de las niñas en autobús en plan colonias, era diferente, de todas formas era una manera de ver algo mas que no fuera el pueblo. Mis padres se enteraron de la existencia de este centro y, teniendo en cuenta de que yo vivía con mi madrina, pues vieron la posibilidad de que estuviera en un sitio que para ellos era tranquilidad.
Las cosas que recuerdo es que nada mas llegar allí todos los días nos ponían vacunas (ni idea de que, porque yo nunca he tenido cartilla de vacunación). Recuerdo los desayunos y las comidas, era imposible que aquello gustara, no hay niña que le guste una leche en polvo quemada o una maizena quemada y llena de grumos, la textura de entrada es una arcada segura….. la llamábamos “caca del nene pocholo”. Las comidas no recuerdo que eran, lo que sí recuerdo, y nunca lo he dicho porque pensaba que estaba equivocada, es que el primer día, vomité y me volvieron a poner la comida, siempre pensé que era la vomitada pero lo rechazaba en mi cabeza porque pensaba que yo, no estaba en lo cierto, hasta que lo he oído en otras compañeras.
Por las mañanas había que hacer cola para lavarse los dientes y la cara, llenaban dos o tres lavabos con agua para todas, no sé si habría restricciones de agua (teniendo en cuenta de que estábamos en la sierra) porque el agua estaba cortada, así que no se como nos lavaríamos… El día que tocaba cambio de ropa, un día a la semana, en el baño en el suelo estaban todos los vestidos, bragas, imagino que también los cuellos y las diademas, estos últimos no lo recuerdo, iban cogiendo vestidos y los ponían así por encima para la talla y si no se te veía el culo, allá iba. Imagino que la medida sería la rodilla, la braga yo creo que era talla única, necesario un cordón para meterlo y poderlo atar ajustándolo, para esto era necesario un imperdible que nos jugábamos a los montones y podía tener muchos como no tener ninguno. El vestido era de cuadros (como los babis de las guarderías) verdes y blanco o azules y blanco, excepto el de los días de visita que era rojo.
No se hacía absolutamente nada, yo perdí un curso entero porque allí no nos daban clases de nada, fue la época de mi vida mas perdida, aunque la formación era aprender a soportar y sobrevivir en aquella dictadura que no podías ni abrir la boca. No sé si en alguna época enseñarían a bordar o a coser, como he oído a alguien, porque mientras estuve yo, desde luego, no.
Ni que decir de las alineaciones, del rosario, del ángelus etc. Solamente la forma de educar era aterradora no solo físicamente, también psicológicamente. Nos metían tanto miedo en el cuerpo que yo que ya era miedosa… para mí lo del miedo es obsesivo, lo arrastro de toda la vida.
La forma de ducharnos, guardábamos una fila desnudas y cuando llegabas a la ducha, entrabas y te daban ellas con un estropajo de esparto, pasabas a la siguiente ducha al aclarado y el secado no recuerdo, lo que si recuerdo es que me pasaba desde que me desnudaba pensando en que estuviera mi ropa para vestirme, porque a veces, no se sabía el porque, desaparecía, decían que entraba el monaguillo y cogía algunas ropas.
Así podría estar hasta no sé cuando, escribiendo cosas que que desde luego de educativas tienen poco, los malos tratos pueden ser de muchas formas además de las hostias que atizaban, que yo he recibido alguna, en gran parte eran psicológicos.
Cuando empiezas a tener conocimiento de la historia y de que existieron los campos de concentración, siempre supe muy bien como eran porque veía al preventorio. El edificio mejor claro, pero el resto, el trato, en fin…
Yo lo que quiero es que esto se conozca y se sepa, se me ocurre pensar que había colegios de internas que podrían ser parecidos, no digo que fuera solo el preventorio , pero desde luego lo que hay que hacer es trasmitirlo a otras generaciones y como algo que ocurrió en colectividad, no de forma individual, por eso agradezco que haya salido a la luz y que pueda contar mis sensaciones sin pensar que lo que tenía en mi memoria fue una realidad, no una película ni ficción.
Yo soy una persona con miedo, maniática con que las cosas estén alineadas (no torcidas, debido a las alineaciones de las camas y gavetas) con un tic con el pelo adquirido en los rosarios. Y todas estas cosas gracias a mi estancia en dicho centro.
Para acabar. No sé como puede haber personas que digan que si estábamos tan mal que por que íbamos al año siguiente, como si criaturas con 5,6,7,8, hasta 12 años pudieran decidir sobre lo que tienen que hacer sus padres o no. Mis padres siempre pensaron que yo estaba maravillosamente bien, siempre he intentado explicárselo y siempre me decían que ellos querían lo mejor para mí, no puedo reprocharles nada. en las cartas que se escribían los lunes, creo recordar, las leían y si se decía algo relativo al trato, la rompían. Yo, cuando fui veterana, me sentaba al lado de las monitoras que cuando acababan de leerlas se las daban a niñas que cerraban las mismas, ahí yo aprovechaba para que dentro del papel de seda que llevaban los sobres, ponerlos que estaba muy mal, que vinieran a por mí. Nunca lo vieron, al menos eso creo. Y así me lo dijeron. No puedo entender que haya alguien que defienda el internado como algo bueno. Como si realmente tuviera algo bueno.
He estado yendo de colonias hasta los 14 años que era el máximo de edad años posteriores y los recuerdo maravillosamente bien, donde el trato era absolutamente correcto, con su disciplina, pero nadie pegaba porque sí. Y la comida era estupenda.
Os adjunto algunas fotos de aquel lugar. Si os dais cuenta, la foto que estoy sola, estoy muy sonriente (por si a alguien se le ocurre decir que parecía muy feliz) efectivamente es así porque la foto me la hicieron mis padres, era un día de visita (los últimos domingos de mes). Las otras fotografías no estoy tan sonriente. En la que tengo el pelo corto es del primer año y en la que lo tengo mas largo, del segundo.