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Netanyahu, nuevo Herodes, enemigo de Israel

Para que nadie me acuse de antisemita, digo de corazón que los asesinatos de inocentes perpetrados por Hamas en Israel me parecen una abominación. También, abomino de los asesinatos masivos ordenados por el primer ministro Netanyahu, con saña vengativa contra inocentes palestinos, semejante a la de los terroristas islámicos contra inocentes israelíes el pasado 7 de octubre. Hace medio siglo, conviví en Estados Unidos con jóvenes contrarios a las matanzas de vietnamitas, mujeres y niños inocentes. No sin dolor, asistí también al regreso de veteranos, recibidos en su patria como apestados, no como héroes. Al cabo de 50 años, el síndrome postraumático adquirido en Vietnam sigue atormentando a muchos ex soldados norteamericanos ya ancianos. Ahora veo en la tele a los estudiantes de Estados Unidos, incluidos no pocos judíos, que protestan por las matanzas crueles de palestinos (philistinos, de Filistea), mujeres y niños inocentes.

Cartel de manifestantes israelíes contra las matanzas de palestinos inocentes ordenadas por Netanyahu.

Más pronto que tarde, veremos regresar a Israel a un montón de jóvenes, con sus manos ensangrentadas, para ir directos al siquiatra que deberá tratarles el síndrome postraumático producido por la limpieza étnica o genocidio ordenado por Netanyahu, en el papel del nuevo Herodes que mata a niños inocentes. Recuerdo a mis queridos amigos Zvi dor Ner (de Israel) y Jamil Mroue (de Líbano) y me estremezco de tristeza y dolor.

Cartel de manifestantes israelíes para salvar la Democracia en su país. Netanyahu, enemigo de Israel, la ha puesto en grave peligro.

Pienso en mi cobertura para TVE de la paz de Oslo II (1995) en la Casa Blanca, entre Isaac Rabin y Yaser Arafat y me dan ganar de llorar. Lo peor es que muchos demócratas moderados se están marchando de Israel, dejando su soñado país, conseguido tras Holocausto de Hitler que mató a 6 millones de judíos, en manos de los judíos más extremistas.

Acuerdo de Paz (Oslo II, 1995) firmado en la Casa Blanca entre Rabin y Arafat. Ambos pagaron con su vida la defensa de «la paz por territorios» y la existencia de los dos estados que pide la ONU: Israel y Palestina.

Cada día, afortunadamente, hay más voces que reclaman en fin de esta barbarie. La de mi colega Sol Gallego (en El País) es una de ellas. Imprescindible.

Historiadores judíos contra la limpieza étnica en Gaza

Cada vez hay más voces dentro de Israel atemorizadas por el deterioro humano y la crueldad del ataque contra los palestinos

Soledad Gallego-Díaz
PATRICIA BOLINCHES

“La diferencia entre los guetos de los nazis en Europa y Gaza es que en Gaza hay todavía muchas personas vivas y el mundo tiene aún la oportunidad de hacer algo”. La frase por poco le cuesta a la escritora judía Masha Gessen poder acudir a la entrega del Premio Hannah Arendt que le habían concedido por su pensamiento político. Al final, el acto pudo celebrarse como estaba previsto en la ciudad alemana de Bremen, pero en un recinto menos solemne del anunciado inicialmente. Desde hace semanas, decenas de miles de personas en todo el mundo intentan hacer algo, lograr un alto el fuego que ataje la brutal crisis humanitaria infligida a los palestinos. A esos miles de personas se están uniendo importantes voces judías, como Gessen. Voces que critican con gran dureza la actuación del Gobierno israelí de Netanyahu, no solo por la crueldad con la que atacan a la población palestina, sino también por el daño que están produciendo en Israel.

Omer Bartov, nacido en Israel, profesor de la Universidad de Brown, que ha dedicado su vida al estudio de los actos de asesinato en masa, explicó en la revista The Chronicle of Higher Education que si Israel continúa con su rumbo actual, con su gobierno actual, “es de temer que las futuras generaciones de israelíes hereden un país ‘autoritario, parecido a Esparta’, cuyo sentido de identidad nacional esté fundamentalmente ‘basado en el derramamiento de sangre”.

La mayoría de los israelíes, dicen las encuestas, apoyan al Gobierno de Netanyahu y la actuación de sus Fuerzas de Defensa (FDI), pero cada vez hay más voces dentro de Israel atemorizadas por el deterioro humano de esos soldados que disparan contra personas medio desnudas y con bandera blanca, que pasean sobre los escombros de un edificio recién bombardeado, sabiendo que bajo sus botas se encuentra aún a hombres y mujeres, niños, vivos, atrapados y aterrorizados, soldados y oficiales que dirigen un misil contra una vivienda en la que saben que solo vive un médico con su familia o un trabajador de Naciones Unidas. Soldados y oficiales que observan tranquilamente cómo se desangra un periodista y que humillan a los civiles detenidos. Esos soldados y oficiales volverán pronto a Israel y serán los maestros de sus hijos, el amable funcionario tras la ventanilla, el camarero que sirve el café al turista… (Una lista con los nombres de 40 oficiales que han planeado y llevado a cabo la operación está ya en el Tribunal Penal Internacional, según el exdirector de Human Rights Watch, Kenneth Roth.)

Bartov distingue entre limpieza étnica, que “tiene como objetivo expulsar a una población de un territorio, a menudo de manera violenta”, y genocidio, que “tiene como objetivo destruir a esa población dondequiera que esté”, pero advierte que la retórica deshumanizadora que emplea Netanyahu se acerca a lo segundo y exhorta a la comunidad judía internacional a “alzar la voz, antes de que el liderazgo de Israel lo sumerja a él y a sus vecinos en el abismo”.

Otro historiador israelí, Avi Shlaim, profesor emérito de Relaciones Internacionales en Oxford, señala que en 2008 Israel lanzó la llamada Operación Plomo Fundido sobre Gaza. Es importante recordar, escribe en Prospect, que ya entonces una misión independiente de investigación encabezada por Richard Goldstone, un distinguido juez sudafricano, judío y sionista, estableció que Hamás y otros grupos palestinos eran culpables de lanzar cohetes y morteros con el objetivo deliberado de dañar a civiles israelíes, pero también que gran parte de los grandes daños provocados por las FDI “no estuvieron justificados por necesidades militares y se llevaron a cabo de manera ilegal y sin sentido”.

“El informe encontró”, dice Shlaim, “siete incidentes en los que se disparó contra civiles que salían de sus hogares ondeando banderas blancas; un ataque, ejecutado intencionadamente a un hospital; numerosos incidentes en los que se impidió a las ambulancias atender a los heridos graves; varios ataques a infraestructura civil sin importancia militar, para privar a los civiles de sus necesidades básicas”.

“El Gobierno de Israel ha traído muerte y destrucción a los habitantes de Gaza muchas veces”, escribe Shlaim, “pero esta vez ha planteado la posibilidad de algo mucho peor que antes: la limpieza étnica”. A la vista de que anteriores violaciones del derecho internacional no fueron nunca castigadas, esta vez el Gobierno de Netanyahu se ha lanzado por la pendiente. Muchas voces judías lo advierten: ayuden a pararles ahora.

 

Casals, contra la bomba de Oppenheimer

Desde que vi la peli Oppenheimer, no dejo de pensar en Ucrania y en la eventual aniquilación nuclear del ser humano sobre la Tierra. Sabemos que las armas se inventan y se fabrican para ser usadas. La bomba atómica de Oppenheimer se fabricó y se utilizó contra 200.000 japoneses de Hirosima y Nagasaki. Asustó tanto a la Humanidad que, desde 1945, no se ha vuelto a usar contra personas. La película de Christopher Nolan nos golpea con el tramposo debate jesuítico de si el fin justifica los medios o, como decía Albert Camus, son los medios los que justifican el fin. Joan Esculles, de La Vanguardia, uno de mis diarios favoritos, desvela hoy en exclusiva la relación entre dos gigantes: Oppenheimer y Paus Casals. Que me perdone el autor, a quien felicito, pero no me resisto a copiar y pegar su información para los amigos de este blog personal. Su reportaje me ha traído recuerdos entrañables con el maestro Casals.

La exclusiva de La Vanguardia sobre Oppenheimer y Casals

Ana Westley (mi chica desde hace 54 años) retrató a Pau Casals en su casa de Malboro (Vermont, EE.UU) para la portada de Gaceta Ilustrada. Emocionante entrevista.

Con Pau Casals, en su casa de Malboro (Vermont). Inolvidable entrevista que tanto me impresionó, una de las mejores de mi vida.

Guerra y paz: la amistad que no pudo ser entre Oppenheimer y Pau Casals

La Vanguardia

por Joan Esculles

La tarde del 24 de octubre de 1958 Robert Oppenheimer y su esposa Katherine acudieron a la sede de la Asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York. No era un viernes cualquiera. Pau Casals volvía a tocar en Estados Unidos después de no haberlo hecho en los últimos treinta años por la política de connivencia de los países ­aliados con la dictadura franquista. El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, lo había invitado a tocar en el decimotercer aniversario de la fundación de la Organización y el músico había aceptado al considerar la sede territorio neutral. Era la primera vez que el artista tocaba en las Naciones Unidas. Todavía lo haría en dos ocasiones más, en los años 1963 y 1971.

Desde el patio de butacas, el físico teórico norteamericano de origen judío escuchó como Casals, a sus 81 años, interpretaba junto con el pianista Mieczyslaw Horszowski la Sonata n.2 en Re Mayor para violonchelo y piano de su admirado Bach.

Oppenheimer –protagonista de la película biográfica dirigida por Christopher Nolan que está arrasando en los cines– observó el músico que aquella primavera había posicionado contra la carrera armamentista nuclear.

Casals se había manifestado contra la carrera atómica, en parte responsabilidad de Oppenheimer

A inicios de mayo Casals había apoyado el manifiesto de su amigo Albert Schweitzer. El músico y teólogo franco-alemán, premio Nobel de la Paz cinco años atrás, había hecho un llamamiento a detener la proliferación de armas nucleares.

“Es increíble que hombres civilizados puedan seguir construyendo siempre nuevas armas y más destructivas en vez de poner la energía para hacer que este sea un mundo más feliz y más bonito”, había dicho Casals. Añadiendo que no tocaría ni en Estados Unidos ni en la URSS si no firmaban un acuerdo de de­sarme. Después de haber creado la primera bomba atómica en julio de 1945 con el proyecto Manhattan, Oppenheimer, a sus 54 años, era quien mejor podía comprender el peligro de no poner freno.

Casals durante los ensayos que tuvieron lugar de su Himno de las Naciones Unidas, estrenado el 24 de octubre de 1971

Casals durante los ensayos que tuvieron lugar de su Himno de las Naciones Unidas, estrenado el 24 de octubre de 1971

Después de la actuación, el violoncelista pronunció un breve discurso. “El mundo nunca se ha encontrado más cerca de la catástrofe. Los extraordinarios descubrimientos científicos que, en el transcurso de nuestro siglo, han conseguido diversos grandes intelectos en su búsqueda de conocimientos, son explotados ahora por la fabricación de instrumentos cuya capacidad de destrucción es monstruosa”. El concierto y el parlamento, emitido por la CBS y retransmitido por más de setenta emisoras de cinco continentes, solidificaron la imagen de Pau Casals como símbolo de la paz.

Tras crear la primera bomba atómica, el científico entendía mejor que nadie el riesgo nuclear

Acabado el acto, los Oppenheimer, impresionados por las convicciones de aquel músico de aspecto frágil fueron a saludar Casals y su esposa puertorriqueña, Marta Montañez.

De entrada tenían un punto en común. El músico hacía dos años que residía en la isla de Puerto Rico, después de dejar Prada de Conflent. El físico hacía uno que había comprado un terreno en ­Saint John, una de las islas Vírgenes de Estados Unidos, a menos de doscientos kilómetros. Aquello que habían creado el uno y el otro durante sus carreras profesionales era muy diferente, pero el reconocimiento del talento mutuo creó una atracción entre ambos.

Cartas entre Oppenheimer y Pau Casals

La carta que Casals dirigió a Oppenheimer en enero de 1960

En aquel momento, además, el físico era un hombre menospreciado. En medio de la caza de brujas del senador republicano Joseph McCarthy se le había acusado de vínculos con el comunismo por sus amistades pasadas y, entre otras cosas, por haber enviado dinero a los exiliados republicanos españoles. Apartado de su cargo de consejero político en asuntos nucleares y marginado de la administración norteamericana del presidente Dwight Eisenhower por su crítica a la proliferación nuclear y al programa de la bomba de hidrógeno.

El músico lamentó que “extraordinarios descubrimientos” se usaran en herramientas tan destructivas

Oppenheimer se concentraba en las clases, la investigación y viajaba por el mundo conferenciando. Al empezar el año 1960 la Universidad de ­Puerto Rico lo invitó a hacer una charla en el campus de Río Piedras. En cuanto lo supo, escribió al músico. La Vanguardia ha localizado en el fondo Oppenheimer de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, y en el fondo Casals del Arxiu Nacional de Catalunya la correspondencia inédita entre ambos de este momento.

El 14 de enero, el físico desde el Instituto de Estudios Adelantados que dirigía en Princeton recordó a Casals que después de la “gran ocasión” del concierto en Nueva York habían quedado en que lo visitarían en Puerto Rico. Y le anunció que iría el 15 de febrero. “He oído que su salud no ha sido buena, pero si le permite una visita, sería un honor y un gran placer para nosotros encontrarnos con usted”. El músico a finales de mes le respondió entusiasmado. Será un ­placer y un honor recibirlo cualquier día y hora que les convenga. Esperamos verlos. Con admiración y saludos cordiales”.

Oppenheimer conferenció en Río Piedras el 17 de febrero sobre el papel de la ciencia en la sociedad, pero en unas circunstancias poco favorables. El auditorio de la universidad tenía una acústica deplorable de la que se quejaba la prensa local, como el semanario The Island Times .

Oppenheimer fue apartado por McCarthy, acusado de vínculos con el comunismo y de ayudar a los republicanos españoles

Para arreglarlo, el gobernador del estado libre asociado de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, el gran avalador del físico, estaba ausente por compromisos en Washington, como constata la correspondencia entre ambos que se guarda en el fondo de este último en su fundación homónima en San ­Juan.

El propio Oppenheimer, además, no se encontraba bien. Fumador de pipa empedernido, siete años después moriría de un cáncer de garganta. “Fue una pena y un sentimiento de pérdida que tuviera que dejar de lado el alto honor y el gran placer de llamarlo la semana pasada. El doctor no me dejó hacer nada que fuera más allá de lo mínimo obligado por mi visita a la Universidad, y estaba realmente demasiado enfermo para ser un buen invitado”. El físico se disculpó así ante Casals, el 25 de febrero, ya de vuelta a Princeton.

Para hacerlo peor, el propio músico, que vivía en Isla Verde, en las afueras de San Juan, tampoco se había encontrado en condiciones de irlo a escuchar. “Yo mismo no me encontraba demasiado bien”, respondió Casals cuatro días después. El lugar, además, le traía malos recuerdos. En abril de 1957 había sufrido un ataque cardiaco mientras ensayaba con la orquesta. “Me supo mal que no estuviera en condiciones durante su visita. Y por supuesto estuve muy decepcionado de no verlo. Deseo que la próxima vez será diferente y tendré el honor y el placer de su visita”, añadió.

A pesar de las diferencias, el reconocimiento del talento mutuo creó una atracción entre los dos

Lo que en principio parecía una cuestión sencilla no se concretó por motivos de salud de ambos. Oppenheimer trasladó a Casals que la Universidad de Puerto Rico le había insistido en que volviera el año siguiente y esperaba que el encuentro fuera posible entonces. No lo fue. El gobernador Luis Muñoz mantuvo un continuado carteo con el físico con la intención de crear en el estado un equivalente del Instituto que este dirigía en Princeton.

Oppenheimer preparó incluso presupuestos, pero su muerte dejó el proyecto inconcluso. Se desconoce si el norteamericano llegó a hacer alguna visita al músico desde las Islas Vírgenes a Puerto Rico después.

No hay constancia tampoco que el físico y el músico se reencontraran de nuevo en Estados Unidos. Oppenheimer no estaba en la lista de asistentes a la Casa Blanca el año 1961 al concierto de Casals, invitado por el nuevo presidente John F. Kennedy —rehabilitador de la figura pública del físico—, ni se sabe que fuera a la sede de Naciones Unidas en el año 1963. Como si el destino quisiera trasladar algún mensaje, el hombre que representaba la destrucción más mortífera y lo que simbolizaba la paz no se habían podido encontrar con calma para conocerse con profundidad.

Para presumir un poco, tampoco puedo evitar recordar aquí la aventura que nos llevó a Ana y a mí a conseguir la entrevista con el maestro Pau Casals, una de las más emocionantes y entrañables de mi vida.

Copio y pego las páginas correspondiente de mi libro de memorias «La prensa libre no fue un regalo» (Ed. Marcial Pons) sobre Pau Casals.

Sobre Casals, Pag.129 da «La prensa libre no fue un regalo».

Sobre Casals. Pag. 130

Sobre Casals. Pag. 131

Sobre Casals. Pag. 132

Sobre Casals. Pag. 133

Sobre Casals. Pag. 157

Portada de «La prensa libre no fue un regalo»