Entradas etiquetadas como ‘Garcia Lorca’

Franco, fuera del Casino y Queipo, fuera de la Macarena

Aprobada anteayer la Ley de Memoria Democrática, que declara ilegal el franquismo, urge que el busto del tirano salga del Casino de Madrid y el cadáver del general Queipo de Llano, del altar mayor de la Macarena de Sevilla.

El franquismo, por fin, declarado ilegal por la Ley de Memoria Democrática recién aprobada por el Senado.

Mas vale tarde que nunca.

Tumba del general franquista Queipo de Llano en el altar mayor de La Macarena de Sevilla.

Será un alivio y una reparación para los familiares de las víctimas de estos dos criminales de guerra y de postguerra.

Busto del dictador Francisco Franco en el Casino de Madrid

Desde ayer, este busto del dictador Francisco Franco, se expone ilegalmente en el Casino de Madrid. La nueva Ley de Memoria Democrática prohíbe la exaltación del tirano.

Merecido abrazo a Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática. ¡Enhorabuena, y gracias, paisano!

¿A qué espera el nuevo presidente del Casino para retirar el busto de Franco de su sala de lectura?

Copio y pego la crónica de eldiario.es:

Uno de los clubes privados más exclusivos de Madrid exhibe en una sala bustos de Franco y del golpista Sanjurjo:

MEMORIA HISTÓRICA

El busto de Franco, realizado en 1940 por Mariano Benlliure, que el Casino exhibe en la sala de lectura de su sede.

Marta Borraz

5 de octubre de 2022 22:52h
Actualizado el 06/10/2022 05:30h

Fue un “acto solemne” celebrado el 19 de diciembre de 1940. Aquel día, en plena dictadura de posguerra, el Casino de Madrid, uno de los clubes sociales más selectos de la ciudad, descubría a los ojos de los socios las nuevas piezas que pasarían a formar parte del decorado: dos bustos en mármol blanco y una lápida. Los primeros eran imágenes de Francisco Franco, el “salvador de España” y del “inolvidable presidente perpetuo” de la sociedad, el general José Sanjurjo, mientras que la placa honraba a 152 “mártires” del bando golpista durante la Guerra Civil. Así lo contó el ABC al día siguiente, en una crónica que subraya el “fervor y entusiasmo” de los asistentes.

El mapa del franquismo que aún pervive: al menos 5.600 vestigios de la dictadura siguen en las calles

SABER MÁS

El 20 de diciembre de 1940 el periódico ABC se hacía eco del acto con el que el Casino presentó ante sus socios las tres obras eldiario

Han pasado 82 años y 16 hombres han presidido desde entonces el Real Casino de Madrid, pero todavía los bustos de los generales permanecen en sus instalaciones. Están, según acreditan varias fotografías, en la sala de lectura de su sede, situada en el número 15 de la céntrica calle de Alcalá. Es el espacio conocido como la hemeroteca, uno de los tantos repartidos por sus 12.000 metros cuadrados de instalaciones. Y está destinado a que los socios consulten libros y prensa diaria tanto nacional como internacional.

También permanece la lápida en una de las galerías del edificio, según confirma una portavoz del club. Con una inscripción que homenajea a los 150 socios fallecidos durante la contienda, todos del bando de los sublevados, apunta la misma portavoz: “El Casino de Madrid, a sus héroes y mártires. Octubre de 1940”. La diferencia es que entonces estaba coronada por el escudo que usaba el régimen franquista, tal y como aparece en la crónica del ABC, mientras que ahora el escudo es el del Casino.

La instalación se produjo nada más terminada la Guerra Civil, desencadenada por el fracaso del golpe de Estado que en 1936 dieron militares como los dos homenajeados en los bustos: Franco, de sobra conocido, y Sanjurjo, un golpista por partida doble. El general ya había encabezado el intento de derrocar a la II República española unos años antes, en agosto de 1932. La sublevación fue conocida como la Sanjurjada y se malogró en cuestión de horas, pero se convirtió en todo un manual de instrucciones y una guía para los sublevados del 36.

El busto del general Sanjurjo que el Casino mantiene en la sala de lectura de su sede eldiario

Preguntado el Real Casino de Madrid sobre por qué sigue manteniendo estas obras expuestas, la portavoz explica que “al fin y al cabo es una sociedad privada” y las obras “forman parte del patrimonio artístico del casino, al igual que otras, y todas se exhiben para disfrute de los socios”. La misma portavoz confirma que “en ningún momento se ha planteado retirarlas ni cambiarlas”, al menos no en las últimas dos décadas.

Hay, sin embargo, socios que sí se niegan a que las esculturas permanezcan, aunque reconocen que son “una minoría”. “Cuando los vi me incomodó muchísimo, pero parece que allí te miran mal si hablas de estas cosas. No debemos tener ninguna simbología de una época muy triste de nuestra historia y yo no quiero que un club al que pertenezco pueda tener fama de ser un nido de fachas”, opina uno de ellos, que rechaza que se exhiba la imagen “de un dictador” y se “rinda homenaje a una persona que dio un golpe de Estado y provocó una guerra entre españoles”.

En la misma línea se expresa un hombre que acudió al Casino hace algunos meses, invitado por un socio. “Me quedé sorprendido, no me lo podía creer”, afirma. Se da la circunstancia de que su padre fue “secuestrado y torturado” en 1976 “por un comando de la Guardia Civil”, ya en la Transición pero en un momento aún marcado por la represión de huelgas y manifestaciones y un franquismo que daba sus últimos coletazos, pero aún no había muerto del todo. “Los hijos y nietos de la Guerra Civil deberían poder estar [en la sala] sin estos agravios y toda esta parafernalia fascista”, clama.

Un encargo de 55.000 pesetas

Los retratos, obra del escultor Mariano Benlliure, fueron encargados directamente por el Casino, que le pagó por las tres obras 55.000 pesetas, un montante al que contribuyeron los socios, según recoge el investigador Ángel Llorente en el estudio La construcción de un mito. La imagen de Franco en las artes plásticas en el primer franquismo. Se trataba de “un precio razonablemente bajo para la categoría de escultor”, lo que podría explicarse “por su calidad [de Benlliure] de socio del Casino desde 1898”, según el profesor honorífico de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.

Inaugurado en 1836, el Casino fue concebido al calor de las tertulias del café Sólito como un espacio de ocio y encuentro entre las élites de la época. Eran condes y marqueses la mayor parte de sus primeros socios y, tras pasar por varias sedes, el club aterrizó en el número 15 de la calle de Alcalá en 1910. Todavía habría que esperar 77 años para que las mujeres pudieran entrar.

Ahora los socios disfrutan de un amplio abanico de servicios, desde gimnasio a peluquería, sala de billar o biblioteca pero, sobre todo, el Casino es un lugar en el que relacionarse y aprovechar las redes de contactos para generar oportunidades de negocio y conocer gente. Así, la sociedad promete a sus miembros “numerosos privilegios” y ofrece “exclusivas actividades culturales y sociales”; de hecho, son habituales las fiestas, las catas de vino, las galas, tertulias o conferencias.

Actualmente, para ser socio hay que ingresar una cuota inicial de 6.000 euros y una mensual de 98,73 euros por persona (y su cónyuge, que también tendrá acceso), según especifica el folleto informativo. Además de la sede central, en la que está el restaurante del aclamado chef Paco Roncero y la cadena NH alquila salones y espacios para eventos, el Real Casino de Madrid tiene tres campos de golf y un centro deportivo con piscinas, pistas de tenis, frontón o pádel.

Esquivan la ley actual

Otro socio con el que ha hablado este medio apela precisamente “el carácter social” del espacio para rechazar la exhibición de los bustos. “Se me cayó el alma a los pies al verlos, podemos tener diferentes inclinaciones políticas, pero siempre con respeto y no mostrando una ideología que todos sabemos lo que fue”, añade este mismo miembro, que apunta a que “va en contra del origen y la esencia del Casino”. “La sociedad está en otro punto, se está debatiendo una Ley de Memoria Democrática”, explicaba antes de la aprobación definitiva de la norma que se ha producido este miércoles.

Está por ver si esta norma acaba siendo utilizada para estos casos, en los que los símbolos de exaltación de la guerra o la dictadura están en lugares privados. La vigente, la de Memoria Histórica aprobada en 2007, “no sería de aplicación”, según el abogado especializado en el tema Eduardo Ranz, precisamente por este motivo. “Aunque si el club recibiera algún tipo de subvención, la misma debería ser retirada”, añade. El texto de la nueva ley sí pretende llegar más lejos y apunta a que la simbología contraria a la memoria histórica que esté en lugares de “carácter privado”, pero “con proyección a un espacio o uso público” debe ser eliminada.

Los miembros del Casino con los que ha hablado este medio consideran, sin embargo, que los bustos deberían retirarse de inmediato y confían en que el nuevo presidente, el profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Alfredo Alvar, dé definitivamente el paso tras la crisis y disputas internas que ha vivido el club con su anterior ejecutiva. “Puede tomar la decisión por sí mismo, los estatutos no requieren ninguna votación”, apunta uno de los miembros.

—–

Luis Yáñez ha publicado esta nota en Facebook que copio y pego:

QUEIPO FUERA DE LA MACARENA!

La aprobación definitiva en el Senado de la Ley de Menoria Democrática que ha declarado ilegal la dictadura de Franco, habilita la salida de los restos del genocida general Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena, un histórico reclamos de los demócratas y de las familias de las diez mil personas asesinadas por este sálico criminal.

Aún habrá tiempo de recordar a tantas víctimas pero baste ahora con citar a algunos que Queipo, personalmente, ordenó asesinatos: Federico García Lorca, Blas Infante, dos alcaldes de Sevilla, Fernández de la Bandera y Horacio Hermoso, diputados del PSOE como Manuel Barrios Jiménez, generales, jefes y oficiales del Ejército que permanecieron leales a la República, maestros, médicos, abogados, decenas de alcaldes y concejales de la Andalucía dominada por el general felón, jornaleros. Trabajadores, campesinos…

Más vale tarde que nunca para hacer JUSTICIA.

 

Crecí, respetadme, con el cine

Cuando fundé y presenté el Buenos Días en TVE (1986), el primer informativo de la mañana, mucha gente me preguntó por qué no les tenía miedo a las cámaras. Siempre hay algo de miedo escénico, algo de adrenalina, que se vence o se disimula con ilusión. Pero cuando pienso en el porqué, recuerdo mi infancia y adolescencia en Almería. Hoy cuento esa pequeña historia en el diario La Voz de Almería, dentro de mi serie de artículos de recuerdos «Almería, quién te viera…». Como de costumbre, hoy lo incorporo a mi blog en 20minutos.es copiando y pegando el texto en letra grande de word para que los de mi edad puedan leerlo, si saben ampliar la letra, incluso sin gafas.

Publicado hoy en el diario La Voz de Almería.

Almería, quién te viera… (12)

Crecí, respetadme, con el cine

J.A. Martínez Soler

Cuando fundé el Buenos Días en TVE, mucha gente me preguntó por qué no les tenía miedo a las cámaras. Siempre hay algo de miedo escénico, algo de adrenalina, que se vence o se disimula con ilusión. Pero cuando pienso en el porqué, recuerdo mi infancia y adolescencia en Almería.

Siempre me gustó este verso de Rafael Alberti: “Nací, respetadme, con el cine”. Pronto me lo apropié, cambiando el verbo, pues yo crecí, desde luego, con el cine. Cualquier almeriense de mi edad tendrá grabado el olor intenso a jazmín que percibíamos al acercarnos a la Terraza Imperial. Este cine al aire libre estaba entre mi calle, Juan del Olmo, y el Paseo Versalles. La taquilla, la entrada y los carrillos de chuches, pipas, azufaifas y garbanzos torrados, en la plaza Juan de Austria. También esos condenados cigarrillos de tabaco con matalauva y sabor a anís.

Tuve la suerte enorme de que la hermana y la madre de mi padre vivieran en la calle Juan del Olmo, a la altura perfecta para ver, desde su terrado, la pantalla completa del cine y escuchar de maravilla lo que salía por los altavoces. Desde muy niño vi mucho cine calificado por el régimen de Franco y por la Iglesia como 3-R, o sea, para mayores con reparos.

Los curas y frailes nos decían que los niños no podíamos ver el cine reservado a los adultos. Era pecado mortal. Infierno seguro si te morías sin mediar confesión. Si así es, como en Cinema Paradiso, yo me gané el infierno muchas veces. Tuve el privilegio de ser uno de los pocos niños que, en plena represión cultural de la Dictadura, pude ver los pechos y los morros (¡ay!) de Sara Montiel en El último cuplé o en La Violetera, las imágenes más sexis o violentas que se le habían colado a la censura eclesiástica, encargada de poner nota a los estrenos. Ojos como platos ante diálogos y argumentos prohibidos a los niños. La gran pantalla de la Terraza Imperial me hizo soñar y madurar a la fuerza.

 Una joya del Mini Hollywood

 Aún conservo en mi taller el banco de carpintero que me regaló mi tío Antonio, primo hermano de mi padre. “Una joya de anticuario, digna de un museo”, me dijo. “En ese banco hice las primeras fachadas huecas para los decorados de las películas del Oeste”. Conservaba bocetos de las casas falsas que hizo para “El bueno, el feo y el malo”, “Por un puñado de dólares, “La muerte tenía un precio” y otras películas de Sergio Leone. Como muchos compañeros míos, en algunas de ellas trabajé yo como “extra”, que es el nombre que nos daban entonces a los figurantes. Por 125 pesetas al día.

Almería se había convertido en el nuevo gran plató del Spagueti Western. En aquellos tiempos, nos cruzábamos con Clint Eastwood, y otros por el estilo, caminando por el Paseo. Como si nada. Cuando tallo la madera en ese banco viejo, tan cargado de historia local, la obra de mi tío Antonio, el carpintero de Tabernas, me inspira.

Gran parte de “El feo, el bueno y el malo” se grabó en el Cortijo del Fraile, hoy rodeado de un mar de plástico. Allí se produjo el crimen que inspiró a García Lorca para escribir su “Bodas de sangre” y a Carmen de Burgos, nuestra paisana Colombine, para crear “Puñal de Claveles”. Como presidente de la Junta Rectora de Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, trabajé sin descanso para salvar de la ruina a ese cortijo, un icono para nuestra historia literaria y cinematográfica. Tuve más voluntad que acierto.

Trabajé en una docena de películas. La primera, una obra de arte, fue Lawrence de Arabia. Subía y bajaba de un tranvía que atravesaba, entre palmeras, el Parque de José Antonio (hoy, de Nicolás Salmerón). Detrás del tranvía nos seguía, en moto, nada menos que Peter O´Toole. Almería era Damasco. Yo era un turco elegante. Mi estampa pasa tan deprisa en la gran pantalla que difícilmente puedo convencer a mis hijos de que ese turco, con un traje impecable y un fez de fieltro rojo, era yo. Apenas me identificaban.

Conocí entonces a Antony Quinn, jugando a las cartas en el quiosco del 18 de Julio, cerca de mi colegio y frente a la casa de mi amigo Manolo Do Campo. La segunda vez que le vi fue en los estudios de la ABC, en Nueva York, en 1985. Allí pasé un par de noches tomando notas sobre cómo hacían los estadounidenses el primer informativo de la mañana (“Good morning, America”) para crear, casi copiar, el Buenos Días en RTVE en 1986. Recordamos su paso por Almería.

Pasé de la gran pantalla del Mini Hollywood, donde me enfrenté a las primeras filmaciones de mi vida, a la pequeña pantalla de RTVE. La experiencia juvenil de extra en Almería me ayudó, más tarde, a perder el miedo a las cámaras de televisión. Me sentía como uno más del gremio. Actuar en el teatro de La Salle también me ayudó a aliviar el miedo escénico. Gracias a esas experiencias superé las pruebas para presentar la Televisión Escolar de TVE con 22 años.

La tarde que saludé a John Lennon

 Ricky y Steve, hijos del barón Alexander Guillinson, tenían una terraza espléndida para guateques que daba al mar, en su chalet de la Playa de Las Conchas. Desde esa terraza, en el verano de 1967, vimos llegar a la puerta de su casa un Rolls Royce negro, con el volante en el lado del copiloto, y cristales ahumados. De ahí salió, para entrar en la casa de nuestros amigos, uno de nuestros ídolos en persona: el mismísimo John Lennon, el alma de los Beatles.

El barón le había invitado a vivir allí hasta que encontrara una vivienda adecuada para todo el tiempo que precisara la película que iba rodar en Almería. Fue la locura. Una tarde nos visitó en la terraza. Se tomó una copa con nosotros y nos saludó uno a uno. Pedimos a nuestros anfitriones que nos recomendaran al director de la película para trabajar como extras.

A los pocos días, acudimos al rodaje. Allí estaba, en pleno desierto almeriense, el director, Richard Lester. A su lado, nuestro ídolo musical que hacía de protagonista. A mí me vistieron de sargento del Ejército Imperial Británico, con pantalón corto, gorra de plato y bastón de mando. El rodaje era muy raro. Surrealista, diría yo. La película, “Cómo gané la guerra” (“How I won the War”), no tuvo éxito. Para mi fue el no va más.

En 2013, el director de cine y escritor David Trueba me dijo que se marchaba inmediatamente a buscar localizaciones por los desiertos de Almería para “Vivir es fácil…”, su próxima película. Me ofrecí a ayudarle. David Trueba se contentó con utilizar solo mi voz, un par de veces, con acento almeriense.

Al fin, mi nombre, que había salido cientos de veces en la pequeña pantalla de la televisión, como director de programas informativos, entrevistas y telediarios, apareció, por primera vez, en los créditos de la gran pantalla. Salgo el penúltimo en los agradecimientos.

Almería, por debajo del paralelo 37 N, es una tierra bendecida para el cine. Al ser uno de los lugares más al sur de Europa, y ofrecer seguridad física y jurídica y paisajes montañosos preciosos, puede recrear lugares en donde es peligroso y costoso irse a rodar. No solo México o el Oeste de EE.UU. A la misma altura que Siria, Irak o Afganistán, nuestra tierra puede recrear estos mundos para la tele o el cine, ya sean reales o imaginarios (Indiana Jones, Conan el Bárbaro o, recientemente, Juego de Tronos). Deberíamos apoyar más esta industria.

A mí me dio alas. ¡Madre mía! Me codeé con Antony Quinn y John Lennon y, como tallista, le di buen uso al banco de carpintero de mi tío y acabé en la tele. Todo por Almería y el cine.

Soy el de la derecha, vestido de sargento del Ejército Imperial Británico, durante el rodaje de la película de John Lennon en Almería.

 

En este banco, que utilizo para mis tallas de madera, hizo mi tío Antonio, carpintero de Tabernas, varios decorados para las películas del Mini Hollywood de Almería.

 

Sara Montiel, en La Violetera,

Sara Montiel, en El último cuplé, película prohibida para niños, que yo vi desde el terrado de mi abuela.