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Vacuna anticorrupción de Juan Carlos I a Felipe VI

El fracasado Golpe de Estado del 23-F vacunó al Ejército español contra futuras infecciones golpistas. Ya nadie lo duda.

Adolfo Suárez y el tte. general Gutierrez Mellado, héroes del 23-F, se enfrentan a los golpistas.

Por la misma razón, yo pienso que los indicios de delitos de Juan Carlos I, investigados por la Fiscalía, han vacunado ya a su hijo Felipe VI contra futuras tentaciones delictivas e infecciones de corrupción. «No hay mal que por bien no venga», dice el refrán.

El rey emérito, en su exilio voluntario, con el mandamás de los Emiratos Árabes Unidos.

Hay veces que «el azar ordena el caos». No sé si, ayer, 3 de septiembre, fue el azar, la casualidad o la premeditación astuta de dos instituciones del máximo nivel lo que motivó la audiencia del rey Felipe VI a Dolores Delgado, la fiscal General del Estado. Desde luego, el encuentro no pudo ser más oportuno… y llamativo.

Felipe VI recibe a Dolores Delgado, fiscal general del Estado

Ese mismo día, la fiscalía del Tribunal Supremo confirmó que mantiene abiertas tres diligencias de investigación por supuesto cobro de comisiones del rey emérito y por indicios de blanqueo de capitales, delitos contra la Hacienda, cohecho y tráfico de influencias.

Juan Carlos I, El Golfo, con sus amigos (y presuntos benefactores) de Arabia Saudita.

El rey Juan Carlos I aún no ha sido acusado de ningún delito, pero los indicios de la fiscalía apuntan a que se trata de un golfo redomado que se creyó impune para amasar una fortuna como comisionista internacional. Un rey poco de fiar.

El 23-F vacunó al Ejército y al Rey contra intentonas golpistas, pero no contra la corrupción..

La mayoría de sociedad española, que tanto aplaudió y admiró al rey emérito cuando favoreció la transición de la Dictadura a la Democracia, y dio la puntilla al Golpe de Estado del 23-F, ya le ha condenado por sus presuntas prácticas corruptas. Yo mismo, sin ir más lejos. Y no es para menos.

Al rey Juan Carlos siempre le gustó la riqueza, los lujos, el sexo fuera del matrimonio y la buena vida… con el dinero ajeno. Todo eso era público y notorio, pero era muy difícil encontrar pruebas fehacientes de que financiara sus excesos con dinero robado impunemente a los españoles. Muchos miramos para otro lado. Quizás por miedo, más que justificado, nos convenía proteger la imagen publica del rey golfo.

Hubo gente de buena fe que atribuyó al emérito su ansia de amasar (y ocultar) una gran fortuna al recuerdo de la pobreza que rodeó a su padre, don Juan de Borbón, en el exilio. El hijo de Alfonso XIII vivía modestamente en Villa Giralda (Portugal) mantenido por las donaciones frugales y limosnas de los monárquicos que le apoyaban. Carecía de herencia y su hijo Juan Carlos no recibió ninguna en metálico. De su pobre padre (porque era pobre) solo heredó la Corona. Claro que iba pensionada.

El padre del rey emérito se sorprendió, más de una vez, al ver con qué facilidad tiraba su hijo el dinero. ¿Para qué quería tanto? Hay quien piensa que, desde el primer día, el rey golfo se propuso «no hacer el tonto como su padre», en el caso de que tuviera que irse deprisa y corriendo al exilio por un Golpe de Estado (lo que pasó a su cuñado, el rey Constantino, y estuvo a punto de pasarle a él mismo el 23-F) o por una victoria electoral republicana (lo que pasó a su abuelo Alfonso XIII).

Al final, el Golfo acabó en un triste y vergonzoso exilio voluntario, buscado por él mismo, desprestigiado para siempre, rodeado de las peores compañías que puedan imaginarse. Desde que se conocieron los primeros indicios de delitos, Felipe VI le quitó el sueldo oficial a su padre y rompió públicamente con sus comportamientos lujosos y presuntamente delictivos. Incluso nos mostró una ridícula comida familiar (ridícula, sí, pero my  oportuna) con la reina y sus hijas tomando un plato de sopa que parecía de avecrem o las del domine Cabra.

Afortunadamente, los hijos no tienen por qué comportarse como sus padres. El pésimo ejemplo moral recibido de su padre debe haber hecho mella en el rey Felipe VI. Por eso, pienso que Juan Carlos I ha inyectado una triple vacuna anticorrupción a su hijo Felipe VI. Ojalá no me equivoque.