Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

Archivo de la categoría ‘Edición impresa’

La mitad de un beso

FOTO: Wikipedia

FOTO: Wikipedia

Se encontraron en el asiento trasero de mi taxi. Él venía del dentista, y a ella le hacía gracia besar su boca medio dormida por la anestesia. Así que le besó y le dijo luego: Besarte es como besar a un medio muerto. A él, sin embargo, le resultaba raro no sentir nada con la mitad de su boca, aunque no llegó a decir a qué mitad se refería: si a su mitad dormida, o a la despierta.

Olvidé aquella anécdota (sucedió hace meses) hasta el día de la muerte de Gabriel García Márquez (Gabo para mis adentros). Desde entonces he comenzado a sufrir la misma extraña sensación de aquel chico en mi taxi, aunque en lugar de con los labios, escribiendo. Ahora, cada vez que me planto delante de un teclado, noto medio cuerpo anestesiado, como si intentara besar las palabras y no sintiera más que la mitad de ellas, o la mitad de mis dedos sumando letras.

Ahora que perdí por siempre a mi padre literario, sólo me apetece imaginar que soy taxista en las calles de Macondo. Y que todos mis clientes son Melquiades.

Patentar el Sol

FOTO: Jorge París para 20minutos

FOTO: Jorge París para 20minutos

Tras más de siete años de intenso trabajo, el 12 de abril de 1955 el investigador Jonas Salk presentó la primera vacuna efectiva contra la poliomielitis. Cuando se hizo pública la noticia del éxito de la vacuna y le preguntaron en una entrevista televisiva por la autoría de la patente, Salk respondió: “No hay patente. ¿Se puede patentar el sol?”. Su descubrimiento, aparte de salvar millones de vidas, no le reportó beneficio económico alguno.

En contraposición a esto, una conocida pareja de cantantes sevillanos llevan más de veinte años cobrando ingentes cantidades de dinero en concepto de derechos de autor por una canción cuya letra dice así: “Dale a tu cuerpo alegría, Macarena, que tu cuerpo es pa’ darle alegría y cosas buenas. Dale tu cuerpo alegría Macarena. Ey, Macarena, aaah”.

Sin ánimo de comparar a Salk con Los Del Río, no es difícil imaginar que el mundo cojea de la pierna equivocada. No conozco a nadie que se haya curado de ninguna enfermedad escuchando La Macarena en bucle, y sin embargo parece que admiramos más el éxito económico individual de una idea que cualquier intento por mejorar nuestro entorno. 

………………………………………………………………………….

Nota: Blog publicado bajo licencia Creative Commons.

Diosas de la tele

Google - Google Chrome 05042014 132224

Si tecleas en Google el nombre de cualquier actriz, modelo o presentadora de televisión de excelsa belleza, lo primero que aparece en los criterios de búsqueda es la palabra novio, o marido; lo cual quiere decir que la consulta más común es saber si la dama en cuestión tiene pareja y, en tal caso, de quién se trata. No podemos evitar compararnos con “el tipo que me ha robado a la chica de mis sueños” y pensamos: ¿qué tiene él que no tenga yo aparte de un cuerpazo, una mansión los Hamptons y talento a raudales? Aun así insistimos en sacarle defectos aunque en apariencia no los tenga: “Seguro que no la hace feliz”, o “Tiene pinta de roncar como una morsa”.

O si estuviera soltera o sin pareja reconocida, fantaseamos con la posibilidad de ser un firme candidato, y nos hacemos taxistas por si algún día el azar la montara en nuestro taxi (que es la única posibilidad real de acercarnos a ella). Y si al final se monta y en el trayecto no nos hace ni puñetero caso, pensamos que es más seca y más tonta de lo que imaginábamos. Y así, al menos, el ego no se resiente.

El beso perdido

"La persistencia de la memoria", de Salvador Dalí.

«La persistencia de la memoria», de Salvador Dalí.

Procuro que en mi taxi sucedan cosas raras, porque una vida en dos dimensiones no es atractiva al tacto.

Por ejemplo, con los cambios horarios como el del pasado sábado: recuerdo aquella noche, justo en el momento en que cambió la hora, yo me encontraba en mi taxi, llevando a una usuaria de ojos grises, y fue precisamente ella quien me recordó que a las tres volverían a ser las dos. Hicimos varios chistes, ocurrencias sin importancia, y yo acabé diciendo que esta precisa hora, que este preciso instante, a efectos prácticos no existía, ni siquiera aquel trayecto en mi taxi, y por lo tanto podríamos permitirnos hacer todo cuanto nos viniera en gana durante los próximos sesenta minutos, cualquier cosa de espaldas a nuestro entorno. A ella le pareció divertido y me propuso ir hasta un mirador donde hace años solía acercarse en coche para huir de la ciudad o de sí misma.

Quedaba lejos, pero no me importó: Y allá que fuimos, y estuvimos charlando hasta que las dos volvieron a ser las tres y la llevé a su casa.

Podría decir que en aquel mirador nos besamos, y que en cierto modo llegué a sentir algo por ella, pero no sería exacto. A efectos prácticos, aquello no sucedió.

Pensaremos por ti

FOTO: Jason Bolonski

FOTO: Jason Bolonski

Observen al telespectador medio. No es casual que las tertulias políticas escondan cierta similitud con los partidos de fútbol y arrastren al hincha ideológico a tomar una posición virtualmente activa en un bando u otro. En los debates televisivos también hay dos ‘equipos’ fácilmente identificables. Los ‘jugadores’ mantienen estrategias más o menos defensivas u ofensivas, de forma que el espectador medio pueda sentirse cómodamente representado por al menos un tertuliano que hablará por ti de un modo casi telepático.

Te sentirás realmente implicado desde el sofá, exactamente igual que en un Madrid-Barça.

Los argumentos que desmonten al contrario serán celebrados como un gol por la escuadra, saciando nuestra dosis de indignación. Por el contrario, el argumento opuesto al elegido como propio, será silenciado por el filtro de los prejuicios, igual que un fanático del Real Madrid jamás reconocerá un buen regate de Messi, o viceversa con Cristiano.

La ideología se ha reconvertido en subproducto de masas, en marketing viral. La razón ya dejó de ser motivo en sí mismo: hay tantas verdades como quieras comprar. Por tanto, seguirá ganando en las encuestas quien más pasta invierta en maquillaje.

Belleza imaginaria

FOTO: Javier Enjuto

FOTO: Javier Enjuto

Anoche estuve a punto de atropellar a un mimo. En realidad no fue culpa de nadie: El mimo caminaba por la acera con un pedestal bajo el brazo y, de repente, el pedestal se le resbaló justo delante de mi taxi. Instintivamente trató de agarrarlo antes de que tocara el asfalto y yo, por suerte, fui capaz de frenar a tiempo: mi taxi se quedó clavado a escasos centímetros de su cabeza.

Al ver que no le había pasado nada, el mimo alzó los ojos hacia mí, se apoyó en el morro del taxi y lanzó un suspiro. Una vez recompuesto del susto se acercó a mi ventanilla, sonrió, y me hizo el gesto de entregarme una flor imaginaria. Yo la cogí por el tallo y seguí la marcha. Fue absurdo, pero me quedé con la flor imaginaria en la mano durante un rato, y después fingí dejarla en el posavasos del salpicadero.

Luego montó en mi taxi una mujer y se quedó mirando el posavasos.

-Bonita flor -me dijo.

No entendía nada; pero a veces, sobre todo con mujeres tan guapas como aquella, lo mejor es eso: no entender nada.

Vidas que cojean

FOTO: ammai2010

FOTO: ammai2010

Hay gente que se tira media vida entrenando duro con el único propósito de subir una montaña. Pero no suben para quedarse ahí arriba, no. Se juegan la vida en el ascenso, consiguen coronar al límite de sus fuerzas, plantan su bandera en lo más alto, ponen los brazos en jarra, y luego… bajan. Repito: Suben y luego… bajan. Murieron dos sherpas, a un compañero le tuvieron que cortar una pierna por el frío, y entre medias nuestro héroe sufrió un divorcio y además perdió la custodia de sus hijos. Pero eh: coronó un ochomil.

Ejemplos hay miles. En mi mundo del taxi, como en otros muchos, también sucede. Vivo rodeado de taxistas orgullosos de sus carreras más largas y de currar al volante de sol a sol. Se te acercan y te dicen: Ayer, después de quince horas currando, llevé a un cliente a Toledo.

Pero por muy lejos que vayan, siempre acaban volviendo a casa. A una casa cada vez más inhóspita y con menos oxígeno que en la cumbre del pico más alto.

Yo en su caso me habría quedado en Toledo,

o en la cima del Everest.

El Ser o la Nada

FOTO: Paul_Neoclasic

FOTO: Paul_Neoclasic

Di unas vueltas con mi taxi en la noche de carnaval, y me costó discernir quién iba realmente disfrazado y quién no. He visto hipsters con barbas que parecían postizas, modernos con gorras dispuestas de tal forma que duplicaban el tamaño de sus cráneos. He visto personajes sacados de dibujos animados comiéndose un kebab, ciclados cuyos triceps parecían mangueras de gasolinera (en camiseta de tirantes, a pesar del frío). Frágiles teenagers fumando canutos más gordos que mi pulgar, ciclistas rastafari sorteando coches, un tipo haciendo fotos a una grieta en la pared.

También gente disfrazada. Disfraces comprados en los chinos, disfraces caseros, disfraces de alquiler. Esta vez ganaron por mayoría los disfraces de superhéroes (que cada cual saque sus propias conclusiones).

Carnaval, del latín vulgar carne-levare, significa ‘abandonar la carne’ en una noche donde todo vale, de ahí las tradicionales máscaras. Aunque algunos se disfracen de sí mismos todo el año. Aunque algunos, de tanto disfrazarse de sí mismos, ya no sepan quiénes son, o quiénes fueron, o qué serán. Tal vez por eso lo hagan. Borran sus propias huellas para no dejar rastro.

Firma aquí

FOTO: Carlos Adampol Galindo

FOTO: Carlos Adampol Galindo

Firmamos documentos, cláusulas, estatutos, cheques, recibos, albaranes. La firma es una prolongación del cuerpo que verifica la existencia de ese cuerpo delante de un papel. La firma dice: estuve ahí, doy fe de mi existencia, y mi mano y mi mente están conformes con lo que aquí planteas. Aunque bien es cierto que es posible falsificar una firma, como también se puede falsificar un beso. Besar es firmar con tinta transparente un contrato de conformidad entre dos pares de labios. Pero cuando besas, las cláusulas que firmas (con copia y acuse de recibo) desaparecen nada más apartar los labios.

Ojalá firmar una sentencia o una hipoteca tuvieran la misma validez temporal que un beso, o el beso el valor legal de un testamento. En tal caso, besaríamos nuestra declaración de bienes y firmaríamos los labios blandos de esa chica. Besaríamos el contrato de la luz y firmaríamos a oscuras su cuello o su espalda.

Hace un tiempo también llegó la firma electrónica, que es otra forma encriptada de besar. Los labios de ahora son ranuras, y las lenguas son tarjetas con chips electrónicos. Pero no saben igual. Los chips saben a frío. Y la tinta es tóxica. Algunos besos también lo son, pero se acaban borrando. O moviendo al SPAM de la memoria.

Cómo quitarte años

FUENTE: Wikipedia

FUENTE: Wikipedia

Os contaré un secreto. Cada vez que alguien me paga el trayecto de mi taxi con tarjeta de crédito, le pido también el DNI no sólo para cotejar su nombre, sino también con la intención de cotillear de soslayo su fecha de nacimiento. A menudo me sorprende la edad del usuario en cuestión, no suelo dar una. Siempre tiendo a echarles más años de los que realmente tienen, sobre todo si son jóvenes, lo cual es frustrante para mí: implica que me hago mayor sin darme yo cuenta, que me quedé anclado en los veintitantos.

Hace unos días subió a mi taxi un padre con dos niños; el hombre se parecía mucho a mí: la misma nariz, los mismos rasgos, las mismas ojeras. Me pagó con tarjeta, y al ver su fecha de nacimiento en su DNI me quedé atónito. Tenía veintinueve años, siete menos que yo. El hombre andaba distraído con sus hijos, así que aproveché y le di el cambiazo: en lugar de devolverle su DNI le di el mío, y el hombre lo guardó en la cartera sin darse cuenta y se marchó.

Desde entonces me llamo Manuel Rodríguez. Conseguí quitarme siete años de un plumazo. Ahora sólo me falta saber para qué los quiero.