El caso de Sócrates es bastante singular, uno de los filósofos más importantes de siempre, para muchos el más grande, que sin embargo ha tenido escasa presencia en el cine, apareciendo en apenas unas pocas cintas y orientadas sobre todo a la pequeña pantalla.
«Solo sé que no sé nada» es una de las famosas frases que se asocian a Sócrates, que fue maestro de personajes de la altura de Platón o Jenofonte. Nació en Atenas en el año 399 a.C., y pese a ser considerado como uno de los pensadores más destacados de la historia no dejó nada escrito, ya que no sabía escribir. Todo lo que sabemos de él es gracias a lo que nos dejaron escrito sus discípulos.
Nos sorprende que un personaje del que Steve Jobs llegó a afirmar que «Cambiaría, si pudiera, toda mi tecnología por una tarde con Sócrates», no haya tenido apenas eco como personaje cinematográfico. Pero las muestras del Mundo Antiguo en ,la pantalla se han basado más en hechos de armas que de letras. La producción más importante sobre el genio ateniense tuvo la firma de Roberto Rossellini, en Sócrates (1971), dentro de su serie cultural para la televisión italiana.
Sócrates narra los últimos momentos de la vida del filósofo, sus discusiones en el ágora ateniense y los acontecimientos que llevaron a acusarle de «corromper a la juventud». El juicio, que hoy podemos disfrutar en textos como Apología de Sócrates de Platón, y finalmente la condena y su muerte, que asumió con tal naturalidad que hoy en día nos parece sorprendente.
La puesta en escena está basada sobre todo en planos-secuencia (tomas sin cortes), donde los protagonistas parecen hablar más para el espectador que para el resto de los personajes. Jean Sylvère interpreta a Sócrates y Anne Caprile a su esposa Jantipa, con la que vivió una tensa relación algo que no muestra la versión de Rossellini.
La película, que Rossellini rodó en un pueblo abandonado de España en 1970, formaba parte de un proyecto cultural en un momento de claro declive profesional del director. El autor de obras maestras como Roma, ciudad abierta (1945), Paisà (1946) o Alemania, año cero (1948), estaba convencido que era el momento de apostar por la televisión en detrimento del cine. Desde luego se equivocó, y no solo en su pronóstico.
En su proyecto, el director trataba de culturizar a la gente pero no tuvo éxito, en parte por la puesta en escena con actores no profesionales que carecían del tinte dramático que engancha a los espectadores. Así se acercaba más a la idea de un documental que una telefilme. Además de la cinta de Sócrates, también rodó episodios basados en las vidas de Luis XIV, Blaise Pascal o Descartes, entre otros.
Aunque escasa en número y calidad, han existido más cintas sobre Sócrates. La primera fue Proceso y muerte de Sócrates (Corrado D’Errico, 1939) donde el actor italiano Ermete Zacconi daba vida al ateniense en una película basada también en el juicio contra él.
En el telefilm francés El banquete (Marco Ferreri, 1989), nos muestra «El banquete» de Platón, basado en un texto donde el discípulo narra un diálogo durante una cena donde discuten de varios temas. Entre los asistentes se encuentra el maestro Sócrates, que es interpretado por Philippe Léotard.
Otras apariciones socráticas las tenemos en El Mundo de Sofía (Erik Gustavson, 1999), con Hans Alfredsonen o Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (Stephen Herek, 1989), una comedia protagonizada por Keanu Reeves y Alex Winter que viajan al futuro para conocer a los pensadores más importantes de la historia. Aquí aparece Tony Steedman en el papel de Sócrates.
En uno de los episodios de Monty Python’s Flying Circus (1969), se juega un divertido partido de fútbol entre filósofos alemanes y griegos durante los Juegos Olímpicos de 1972. En el equipo griego juega Sócrates con Eric Idle.