Archivo de marzo, 2023

Asumir diez hallazgos clave en/sobre el cambio climático

Entristece hablar de estas cosas. Parece que reflexionar sobre la crisis climática es avanzar una necrológica. Pero lo será mucho más si nos desentendemos y no alentamos una transformación de vida que a todos nos beneficia. Porque, mal que nos pese, el desarrollo llamado sostenible es en realidad insostenible, el anatema llamado decrecimiento es cada vez más inexcusable. Por muchas razones, entre ellas que se confunde calidad de vida con niveles de consumo. Que nos han ocultado que consumo no es lo mismo que consumismo, inducido no por necesidad sino para servir a las grandes compañías que mueven los hilos de nuestras vidas. Por eso nos cuesta tanto asumir la situación actual, la propia y la que afecta a las poblaciones más vulnerables. Recordamos que Carlos Taibo razonaba que crecimiento no es siempre positivo si lleva muchas maldades detrás; que decrecimiento no tiene por qué ser negativo si nos acarrea bondades.

En esta entrada vamos a recoger lo expuesto por el WRI (World Ressources Institute) a propósito del informe AR6 elaborado por el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) 2023, que será el último hasta 2030. Por tanto, es como nuestra lectura social de cabecera para tratar de mitigar los problemas venideros y adaptar nuestras vidas a situaciones no deseadas, que se han ido de las manos ante la indiferencia global. Mucha culpa la han tenido las grandes energéticas –enriquecidas casi hasta el infinito posible en tiempos de crisis- que con sus lobbies han engañado a todo el mundo, desde nuestros políticos y los de Bruselas hasta a cualquier mandatario de un recóndito lugar. ¿Y si aún quedara una rendija de esperanza climática? Sería en realidad una justicia global si conseguimos mitigar los perversos efectos de la crisis climática y adaptar nuestra vida futura teniendo en cuenta que hay situaciones que ya son irreversibles. Sobre todo para los jóvenes que, como evidencia el informe, verán muy dañadas sus vidas presentes y futuras.

El informe plantea alguna esperanza pero conforma a la vez una estampa global sombría. En sus casi 8.000 páginas el AR6, así se titula el documento, detalla de forma pormenorizada bastantes de los graves efectos que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ya ha tenido en el mundo. Varios factores han provocado la pérdida de medios de subsistencia, una fragmentación en la aldea global y de comunidades, se han llevado por delante muchas viviendas en episodios ciclónicos o en inundaciones severas, además de otras calamidades. Pero los riesgos serán cada vez más peligrosos, recurrentes e irreversibles si no hay cambios en el rumbo de las emisiones atmosféricas, si seguimos emponzoñando los mares y otras malas prácticas como la deforestación global.

En resumen dice más o menos así:

  1. Debido al calentamiento antropizado perceptible en el incremento de 1,1 ºC, se han provocado cambios climáticos extremos con efectos graves en el nivel de los mares, en el retroceso de los glaciares, en la acidificación de los océanos, el deshielo del permafrost y los glaciares, y múltiples trastornos en la biodiversidad global.
  2. Los trastornos climáticos en las personas son más generalizados y severos de lo que se pensaba. Por eso cabe aventurar que los riesgos futuros se incrementarán con cada fracción de grado de calentamiento. Ya está sucediendo con virulencia en lugares concretos. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hablaba de que ya hay fijado un «atlas del sufrimiento humano y una acusación condenatoria del liderazgo climático fallido».
  3. Tras las limitadas medidas de adaptación – en gran medida a pequeña escala, reactivas e incrementables, y la mayoría se centra en los impactos inmediatos o los riesgos a corto plazo- apenas pueden generar resiliencia de manera efectiva, se necesita un mayor financiamiento para aumentar la escala y magnitud de las incipientes soluciones.
  4. Por desgracia, algunos de los impactos climáticos medidos objetivamente son tan severos ya que no se pueden adaptar, lo que genera enormes pérdidas y daños irreparables. Bastante más abultadas en lugares concretos, que suelen coincidir con los espacios que habitan personas más vulnerables y sostienen biodiversidades más frágiles. Si bien en la COP27 se establecieron acuerdos de financiación, incluso se marcó un fondo específico, todavía no se han detallado como se hace frente a esas ayudas de financiación que necesitan además concretar detalles sobre su adecuación, accesibilidad y previsibilidad de estos flujos financieros para aquellos lugares que experimentan mayores pérdidas y daños.
  5. Si las emisiones globales de GEI alcanzaran el máximo de 1,5 ºC antes de 2025 sería un desastre. Por eso habría que reducir ya drásticamente las emisiones. Aunque ha habido reducciones ciertos años y en según qué países, habría que alcanzar una reducción del 45 % en comparación con las proyecciones basadas en las políticas actualmente vigentes para llegar a 1,5 °C y 30 % para 2°C.
  6. Sin paliativos, el mundo debe alejarse rápidamente de la quema de combustibles fósiles, la causa número uno de la crisis climática. En el mismo horizonte de limitar el calentamiento a 1,5 grados C, el uso global de carbón se reduce en un 95 % para 2050, el petróleo se reduce en un 60 % aproximadamente y el gas en un 45 %. Pero cuidado, algunos bancos multilaterales de desarrollo continúan invirtiendo en nueva capacidad de carbón.
  7. “Si bien los combustibles fósiles son la fuente número uno de emisiones de GEI, se necesitan reducciones profundas de las emisiones en toda la sociedad para combatir la crisis climática. La generación de energía, los edificios, la industria y el transporte son responsables de cerca del 80 % de las emisiones globales, mientras que la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra representan el resto.
  8. Hay que eliminar el carbono ya presente en la atmósfera. Esto se puede lograr mediante soluciones naturales, como secuestrar y almacenar carbono en los árboles y el suelo, con tecnologías más incipientes que extraen dióxido de carbono directamente del aire.
  9. El financiamiento climático debe aumentar drásticamente en esta década, tanto para la mitigación como para la adaptación.
  10. El cambio climático, así como nuestros esfuerzos colectivos para adaptarnos y mitigarlo, exacerbarán la inequidad si no logramos garantizar una transición justa. Si bien los hogares con ingresos en el 10 % superior -la mayor parte en los países desarrollados- emiten más del 45 % de los GEI del mundo, mientras que las familias que ganan en el 50 % inferior representan el 15 % como máximo. De hecho, en la actualidad alrededor de 3.500 millones de personas viven en países muy vulnerables a los impactos climáticos, con puntos críticos globales concentrados en el Ártico, América Central y del Sur, los pequeños estados insulares en desarrollo, el sur de Asia y gran parte del África subsahariana.

Cuesta asumir todo esto desde nuestro mundo de confort. Pero si se mira bien algo de miedo da el futuro. Lo repetimos, aunque quienes hayan llegado hasta aquí ya lo sepan: el AR6 del IPCC deja en claro que los riesgos de la inacción sobre el clima son inmensos y el camino a seguir requiere un cambio a una escala nunca antes vista. Jamás hemos tenido más información sobre la gravedad de la emergencia climática y sus impactos en cascada, o sobre lo que se debe hacer para reducir la intensificación de los riesgos. Por eso, todavía es posible limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados C pero solo si actuamos de inmediato. Hay que animar sobre todo el sentimiento en los jóvenes de su poder transformador frente el cambio climático.

 Algo anda torcido en el Museo Leopold de Viena. Obras maestras cuelgan en un ángulo equivocado de varios grados, en una metáfora visual de cómo un pequeño aumento en la temperatura global del planeta puede tener efectos catastróficos. (EFE/ Antonio Sánchez Solís)

Ha quedado muy extenso pero aquí lo dejo para que lo relean los jóvenes y quienes ya no lo somos en el año 2025, y cinco años más tarde.

Posdata. Dicen que el día 26 de marzo se celebraba el Día Mundial del Clima.

Dos días para celebrar la primavera con poesía, agua y bosques

La primavera la sangre altera, se repite una y otra vez. Como queriendo decir que algo cambia en los organismos, no solo humanos. ¿Y si la sabiduría popular tuviese fundamento? Vamos a concederle por una vez el beneficio de la duda. Se sabe que la luz solar, que ya se empareja en su duración con la oscuridad de la noche, estimula la producción de serotonina y rebaja un poco la de melatonina. Además entran en acción preferente otra serie de hormonas que en general mejoran el estado de ánimo. Hay días con suerte como este 21 de marzo en los calendarios mundiales, sobre todo en el hemisferio Norte, en los que esa “efervescencia” humana eligió como punto de partida de algo nuevo, diferente aunque cada año se repita; aunque la primavera astronómica comenzase este año en España el 20 de marzo. Susceptible de ser poemado, y mira por donde se ligó lo de la “alteración” de la sangre a la efusión vital de la poesía. Y así este día es algo especial, que renueva hasta el pensamiento, que invita al optimismo. A gente más y a otra menos.

Todo se catapulta en este equinoccio. Recordemos como lo vemos en el hemisferio nuestro. Los pájaros cantan más fuerte, las plantas retoñan tras el invierno, otros seres vivos abandonan sus escondrijos invernales. Las yemas de muchos árboles se engordan y explotan en un concierto de colores. Ahora mismo el blanco ciruelo de mi casa es lugar de encuentro de insectos varios. Y las personas se alteran en positivo y en negativo, por culpa de las malditas alergias. Pero en realidad, el poema de la vida lo relatan las bruscas diferencias de temperatura y de presión atmosférica, y esa luz solar que cada vez incide de manera más perpendicular y durante más tiempo; esa vitamina D que tanto se engrandece con la luz solar, aunque ahora alguna investigación lo dude. Y para mayor desenfoque, unos días después llega el cambio de hora que nos altera el ritmo circadiano. Hasta el microbiota intestinal dicen que se convulsiona. ¡Quién iba a pensarlo!

Almendros en flor en la Quinta de los Molinos de Madrid. (Jorge París/Archivo)

Quizás por ese sentido de renovación se eligió esta fecha para celebrar el día del agua (22) y de los bosques (21). Estos irán cambiando de color, se vestirán con otros ropajes, pero también los renovará la vida de todo aquello que no son árboles. Habrá que decirlo a menudo: el bosque es algo más que la suma de árboles. El bosque son muchos bosques en el amplio mundo, no siempre fueron así ni alguien clamó por ellos de la misma forma. De hecho, una vez escribimos sobre la desaparición casi total de los bosques primarios y redactamos un material para Greenpeace invitando a un paseo didáctico sobre los bosques primarios. El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flores es poesía que los seres del bosque susurraron al autor para que los relatase en prosa. Por más que no tengan reloj ni cambien su horario de la misma manera todas las criaturas sí que aumentan sus actividades. La sensibilidad, especialmente con respecto al entorno pero no solo, también cambia la vida de los ecosistemas. Son ciclos para entender la vida, que año a año se repite sin ser la misma; ahora más influenciada por la errática desmesura del cambio climático.

El cambio climático se ha hecho crisis, por eso es más oportuno que nunca en estos días hablar de bosques y agua, de sus influencias en nuestros anhelos y ausencias. En muchos países del mundo, en donde sus aguas y sus bosques no son primavera poética.

El día 21 de marzo se ha programado el Día Internacional de los bosques 2023 con un lema trascendental y apasionante “Bosques y salud”. Aquí se explica por qué. En este documento la FAO insiste en que hay que fortalecer el nexo entre bosques, salud y nutrición. Pero los años anteriores los empeños y los reclamos de sus días se apoyaban en acciones/ideas fundamentales para todo el planeta: Madera sostenible para las personas y el planeta (2022), Restauración forestal: un camino a la recuperación y el bienestar (2021), Los bosques y su biodiversidad: Demasiado preciosos para perderlos (2020).

El día 22, Día Mundial de Agua pero nosotros lo hemos concentrado en el 21 con los bosques y la poesía, se inaugura en Nueva York la Conferencia de la ONU sobre el agua 2023 con una invitación a participar, incluso a enviar comentarios, quejas o sugerencias. En ella el Pnuma (Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente) presentará su informe Evaluación sobre los Progresos: los ecosistemas relacionados con el agua y los ODS. Pero es mucho más importante que todos los países acepten la Agenda de acción del agua, en la que todas entidades que lo deseen pueden anotar los compromisos y también los ODS asociados a las actuaciones. Porque el agua es universal en la configuración de una sociedad que quiera alcanzar la Cima 2030. La crisis mundial del agua puede tener efectos catastróficos según la ONU, que nos aporta una serie de datos para completar esta afirmación.

El día de hoy de los bosques y la poesía, es también el día de mañana del agua; y muchos más futuros días porque todo no se consigue en dos días. Porque en cada celebración se habla de vida y muerte, de poesía del futuro o necrológica sobre su posible defunción, o la nuestra. Por eso, en este día(s) tan glamuroso(s) vamos a empezar las transición de vida descubriendo un poema que habla de morir; los bosques y el agua son una epifanía laica de vida y muerte cada día. Es de nuestro Premio Nobel de 1977 Vicente Aleixandre. Solo morir de día:

El mundo glorifica sus alas.
Bosque inmenso, selva o león o nube;
pupila lentísima que casi no se mueve;
dolorosa lágrima donde brilla un lucero,
un dolor como un pájaro, iris fugaz en lluvia.

Tu corazón gemelo del mío,
aquel alto cantil desde el cual una figura diminuta
mueve sus brazos que yo casi no veo, pero que sí que escucho;
aquel punto invisible adonde una tos o un pecho que aún respira,
llega como la sombra de los brazos ausentes.

Tu corazón gemelo como un pájaro en tierra,
como esa bola huida que ha plegado las alas,
como dos labios solos que ayer se sonreían…

Una mágica luna del color del basalto
sale tras la montaña como un hombro desnudo.
El aire era de pluma, y a la piel se la oía
como una superficie que un solo esquife hiere.

¡Oh corazón o luna, oh tierra seca a todo,
oh esa arena sedienta que se empapa de un aire
cuando sólo las ondas amarillas son agua!

Agua o luna es lo mismo: lo impalpable a las manos,
linfa que goteando sobre la frente fría
finge pronto unos labios o una muerte escuchada.

Quiero morir de día, cuando la luna blanca,
blanca como ese velo que oculta sólo un aire,
boga sin apoyarse, sin rayos, como lámina,
como una dulce rueda que no puede quejarse,
aniñada y castísima ante un sol clamoroso.

Quiero morir de día, cuando aman los leones,
cuando las mariposas vuelan sobre los lagos,
cuando el nenúfar surte de un agua verde o fría,
soñoliento y extraño bajo la luz rosada.

Quiero morir al límite de los bosques tendidos,
de los bosques que alzan los brazos.
Cuando canta la selva en alto y el sol quema
las melenas, las pieles o un amor que destruye.

El expolio del agua, que no cesa, se legaliza por España

Desde que lo vi por primera vez me quedé impresionado. Estoy hablando, claro está, de El Expolio de El Greco. Mucha gente debió sentir algo especial al contemplarlo porque no sé si he leído que hay entre 10 y 15 copias, la mayoría de pintores cercanos a su escuela. Recuerdo que venía en unos calendarios mensuales que cuando era chico allá en el pueblo le enviaban a mi padre de la casa Titán, la más famosa de pinturas de entonces; pero de pinturas para servir a los pintores de brocha gorda que era el oficio de mi padre. Luego me enteré que la copia que se guarda en el Museo del Prado lleva la firma de su hijo, lo que en realidad ya se trata de un expolio. Está palabra me ató definitivamente a la admiración del cuadro; nunca antes la había oído y mucho menos utilizado. Hasta me fui al diccionario a buscar su significado. Y me encontré con algo sorprendente para mí invisible en las imágenes del cuadro: acción o efecto de expoliar, y esta a su vez despojar algo o a alguien con violencia o con iniquidad. Esto último no cuadraba en mi vocabulario con lo que tras una vuelta al diccionario me lo convirtió en maldad o injusticia grande. En fin, que no entendí el motivo de llamarlo así; hasta me llevé una seria reprimenda escolar por ponerlo como ejemplo de las palabras a las que se anteponía el prefijo ex. Menos mal que en la universidad pude revisar en un libro toda su mística interpretación. Allí me enteré de que venía del latín “exspolium”, un compuesto de ex- a partir del verbo  “spoliare” que significaba despojar, desnudar y arrebatar. ¡Anda qué si pillo a aquel maestro que me reprendió tanto y me llamó sabelotodo generador de ocurrencias!

La obra ‘El Expolio’ de El Greco en la Sacristía de la Catedral de Toledo. (EUROPA PRESS/ARCHIVO)

Desde entonces ha estado ligada a mi comprensión del devenir humano, como el expolio de los nazis de las obras de arte y otros expolios más cercanos, los de las iglesias rurales despojadas de todos sus tesoros. Un personaje célebre fue aquel Erik el Belga, expoliador de Roda de Isábena. La acción o efecto está presente hace cientos de años en el expolio de África, o los expolios de los conquistadores españoles, ingleses, franceses, etc., de los siglos XVI al XX; qué decir de los belgas del tal Leopoldo en el Congo. Lo he recordado mucho últimamente referido al agua, más que nada ligado a la construcción en embalses: Riaño, el Jánovas reversible y otros de Huesca me los reavivó Julio Llamazares.

Pero en el caso de la extracción desaforada de los acuíferos le viene muy bien calificarlo de iniquidad. Ya di cuenta en otra entrada del expolio de Doñana, que además cuenta con la bendición gubernamental andaluza permitiendo y legalizando todos robos de agua al acuífero de ese Patrimonio de la Humanidad. Es como si el gobierno de allí defendiese a la gente que roba algo al mundo. Varios periódicos de esta CC AA hablan directamente del expolio del agua.

Como queremos recuperar el uso de la palabra para denunciar los abusos en torno al agua hemos hecho una búsqueda por Internet. Nos hemos limitado solamente al territorio peninsular de España porque de otra forma esta entrada no tendría fin.

En solo siete días los parlamentos de Andalucía y Extremadura están tramitando sendas normas para legalizar lo que hasta ahora ha sido ilegal por no respetar las salvaguardas ambientales. Y lo hacen en Extremadura, a propósito de la ilegalizada urbanización -en febrero de 2022 el Tribunal Supremo ordenó que desaparecieran todas las construcciones– llamada la Isla de Valdecañas. Con recientes justificaciones -aprobadas por el parlamento extremeño- tan expoliadoras como “razones imperiosas de interés público de primer orden”. No tiene desperdicio la noticia que 20minutos tituló -con una delicada emotividad a favor de lo colectivo y judicialmente sancionado- Adiós a la Marbella extremeña.

No se queda atrás el Parlamento andaluz que, dominado por PP y Vox, registró por vía de urgencia una ley para legalizar tierras de cultivo de regadío que -por un despiste de conservación del acuífero envidia del mundo entero- dejó fuera de la normativa vigente de ordenación. Se potenció la expoliadora tarea acuática para “salvar 650 explotaciones que producen 100 millones de euros”, sin decir en cuánto tiempo, cuándo y de quién son esas tierras. Lo que suponemos que no desconocen los diputados y diputadas andaluces es que el expolio del agua en la cuenca del Guadalquivir se lleva a cabo por obra y gracia de fondos de inversión y grupos agroesportadores. Al menos así lo contaba hace poco más de un año agroinformación.com. En fin.

Buscando por ahí uno se entera de que el terremoto de Lorca de 2012 había sido agravado en sus efectos por la sobreexplotación del acuífero subterráneo del Guadalentín para el regadío; su nivel había bajado unos 250 metros en 50 años; lo que en ciencia se llama “la tragedia de los comunes”. No lo decimos nosotros sino que lo demuestra un estudio publicado en la revista científica Nature geoscience. Temblando está ya en Almería. Según publicaba  El Diario de Almería hace más de 10 años, el expolio del agua del subsuelo agravaría el riesgo de seísmos como el sufrido por Lorca unos meses antes. No era una opinión de una persona, sino que se basaba un estudio conjunto de la Universidad Complutense de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De la misma opinión eran científicos de la Universidad de Almería y alertaban especialmente de los riesgos expoliadores –también la entrada de agua salina- a los que era sometido el freático del Campo de Dalías.

WWF ha desarrollado desde hace bastantes años campañas informativas que alertan de los robos o expolios del agua en España, un bien preciado que va disminuyendo pues llueve menos y se extrae cada vez más del subsuelo. Expresivo el título de una demanda publicada por la organización internacional hace poco más de un mes, coincidiendo con el Día Mundial de los humedales: Stop robo del agua para salvar Daimiel, Doñana y Mar Menor. Nos faltaba comentar el expolio sufrido por las Tablas de Daimiel y el Mar Menor; que se podría considerar como el paradigma del robo de aguas. Sobre Daimiel, WWF denunciaba textualmente: El último plan para restaurar las Tablas de Daimiel ha invertido 500 000 euros del Gobierno de España y de Castilla- La Mancha, procedentes de los fondos Next Generation, en acciones como la retirada de vegetación muerta o lodos acumulados pero se ha avanzado poco en erradicar el robo del agua. Es más, en la misma entrada se denunciaba que desde hace diez años este humedal se repone un poco porque se le bombean artificialmente desde el acuífero para aparentar una cierta normalidad. Pero el acuífero ya no aguanta pues más de 50.000 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente. En ocasiones se inunda la tierra seca con agua del trasvase Tajo-Segura.

El expolio del expolio, o viceversa, lo representa sin duda el mencionado trasvase. Porque las zonas limítrofes al Tajo soportan robos de decenas de años, comenzó la explotación en 1979, ante la desidia administrativa que solamente veía el agua agroganadera y turística de la zona del Levante. Ahora que hay una intención por parte del Ministerio de Transición Ecológica de reservar parte del agua a mantener vivos los ríos, los caudales ecológicos antes innombrables, la gente de Murcia y otras zonas que se aprovechaban de un trasvase nada mesurado se sienten expoliadas del agua que aseguran les pertenece. Se puede tomar el pulso de los ecos del reexpolio en varias noticias que recoge en su ‘minuteca’ sobre el trasvase nuestro 20minutos. Tan grave es la cosa que hace unos tres años los afectados acudieron a la ONU para que elaborase un informe sobre la polémica trasvasista, según recogía La Voz del Tajo. Desconocemos si ya se ha pronunciado la ONU.

Podríamos escribir páginas y páginas sobre el expolio del agua, acerca del agua como medio político, pero siempre nos quedaríamos cortos. Simplemente decir que mientras la sociedad en general, y los políticos en particular, no se den cuenta que vivimos en un mundo de recursos finitos, en donde la vida tiene unos límites que ya estamos sobrepasando hay poco avance colectivo. En este contexto, habrá que atender a que el supuesto desarrollo no lo es tal si hipoteca tanto nuestras vidas, más aún de los que vendrán detrás.

Tengo anotada en mi cuaderno de bitácora una denuncia verbal que formuló Kofi Annan, el anterior presidente de la ONU: “Para la supervivencia, el bienestar y el desarrollo socioeconómico de toda la humanidad es un requisito fundamental tener garantizado el acceso a un suministro suficiente de agua potable. Sin embargo, continuamos actuando como si el agua dulce fuera un recurso abundante e inagotable, cuando no lo es.”

Es a partir de esta consideración cuando toma forma algo tan esencial como el principio de precaución, enterrado en el fondo de las conciencias que nos dirigen, y alguna más, desde que el mundo se hizo consumista por excelencia. Allí se engrandeció el expolio, que en algunos casos ha llegado a robar el pensamiento de mucha gente.

Por fin un freno a los atracos ambientales en la mar océana

Empezaremos hablando de la mar océana, ese artilugio lingüístico –dos sustantivos seguidos que no se sabe cuál lo es y cuál adjetivo-, como si algún mar no fuese en cierta manera océano y viceversa. El hecho es que los Reyes Católicos nombraron a Cristobal Colón Almirante de la Mar Océana, o de las Indias, en las famosas Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en aquel año que ocurrió todo, 1492. Sin duda para agradecer su tránsito atlántico en busca de honores y tierras llenas de recursos. No era altruista supongo.

Sí que lo son, y mucho, quienes han conseguido que el día 5 de noviembre, una fecha que debería ser tan recordada como el 12 de octubre, se haya acordado en Nueva York un Tratado de la ONU sobre los océanos, ¡después de dos décadas de negociaciones! El acuerdo mantiene vivo, más bien hace renacer, aquel objetivo tan deseado por muchos de nosotros para los océanos: el 30×30. O lo que es lo mismo: proteger el 30% de los océanos del mundo en el año 2030. Si así se desarrolla a partir de ahora tendremos por todo el mundo marino zonas total o altamente protegidas. Paraísos donde las criaturas marinas sean ellas mismas, interaccionen en sus entropías pero que no se vean molestadas por los atracadores de los mares y océanos.

(Fotografía facilitada por la NASA de la foto del archipiélago canario tomada por el satélite Terra, en la que las islas parecen navegar sobre el océano, dejando su estela.)

Desde aquí un recuerdo especial para Tony de Brum, sin duda lo nombraríamos Almirante Protector de la Mar Océana. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de las Islas Marshall en tres ocasiones y se empeñó con la Higt Ambition Coalition en impedir los atracos ambientales que hacían varios países a costa de las criaturas marinas.  No debemos perdernos cómo impulsaba el asunto Higt Ambition Coalition for Nature and People –qué importantes son los añadidos-. No nos resistimos a copiar algo que decía hace un tiempo:

¡Restaurar la naturaleza es posible, alcanzable y necesario! Pero requerirá un esfuerzo global de todas las naciones. Para ello deben conseguirse:

  • mayores objetivos espaciales para proteger o conservar eficazmente al menos el 30 % del planeta (tierra y mar) para 2030,
  • gestión eficaz de las áreas protegidas y conservadas,
  • aumento de la financiación pública y privada para garantizar la gestión a largo plazo y la gobernanza local, y
  • mecanismos claros de implementación para poner a la naturaleza en el camino de la recuperación para 2030.”

Si esto se lograse, parece que empieza el recorrido, se evitarán graves atracos de los esquilmadores del océano. Se establecerán santuarios de biodiversidad que atraerán seguro a nuevas especies. Pero además se evitarán los atracones de tóxicos y otras mierdas como los plásticos y microplásticos que tan penosos daños causan a las criaturas marinas, y no es que estas sean glotonas sino que con pequeñas cantidades acumulativas sufren trastornos graves o desapariciones totales.

También merece nuestro reconocimiento la gente de otras ONG como Greenpeace. Se acuerdan cuando más de 5,5 millones de personas de todo el mundo, incluidas algunas famosas, firmamos para impulsar el Tratado de los Océanos. Desde la Alianza de Alta Mar, que agrupa a más de 40 ONG se señala que el nuevo tratado es un enorme paso para proteger legalmente con «santuarios oceánicos» la vida marina y adaptar «la gobernanza» de la altamar al siglo XXI. Por si hay gente que no lo sabe digamos que actualmente las áreas marinas protegidas apenas suponen un 1 %. Pero es que además de los atracos que sufren los océanos en forma de capturas, deben hacer frente al calentamiento global y a la acidificación de sus aguas y otros impactos de la crisis climática. Todo esto lleva la firma nuestra.

No olvidamos otros almirantes protectores de la mar océana. Uno tiene una devoción especial por Julio Verne por aquello de que en sus Veinte mil leguas de viaje submarino. Uno se inquieta por la contaminación al límite en que se encuentra nuestro cercano mar Mediterráneo, como denuncia una y otra vez WWF, y no solo plásticos de los que acumula el 7 % mundial siendo que el volumen de sus aguas apenas representa el 1 %. Debemos luchar para que tenga al menos el 30 % de su espacio protegido en 2030.

Jacques-Yves Cousteau (Bettmann Archive/Getty Images)

Cuando hablamos de mares y océanos pensamos que siempre estaremos en deuda con Jacques Cousteau y su Calipso. Si lo dudan lean la semblanza que de él hizo la Universidad Politécnica de Valencia. Para quienes por ser jóvenes no pudieran disfrutar de sus aventuras proteccionistas seguro que encontrarán muchas ventanas en internet que hablan de él y sus películas en Youtube. Pero sobre todo no dejemos de leer lo que podría ser su mensaje póstumo. En él da cuenta de su amor por los mares y todas las criaturas marinas. Alguna letra del reciente tratado firmado en la ONU es heredera de estos personajes. Fueron capaces de influenciar la cultura universal, y eso no resulta fácil. Como lo hizo Rafael Alberti con sus poemas sobre su añorado mar. No se pierdan el poema EL mar de Mario Benedetti e intenten responder a las preguntas que el uruguayo se formula.

Ni atracos ni atracones. Por unos océanos protegidos al menos en el 30 por ciento para 2030. Después seguiremos vigilando y pidiendo la ampliación de los espacios.