Empezaremos hablando de la mar océana, ese artilugio lingüístico –dos sustantivos seguidos que no se sabe cuál lo es y cuál adjetivo-, como si algún mar no fuese en cierta manera océano y viceversa. El hecho es que los Reyes Católicos nombraron a Cristobal Colón Almirante de la Mar Océana, o de las Indias, en las famosas Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en aquel año que ocurrió todo, 1492. Sin duda para agradecer su tránsito atlántico en busca de honores y tierras llenas de recursos. No era altruista supongo.
Sí que lo son, y mucho, quienes han conseguido que el día 5 de noviembre, una fecha que debería ser tan recordada como el 12 de octubre, se haya acordado en Nueva York un Tratado de la ONU sobre los océanos, ¡después de dos décadas de negociaciones! El acuerdo mantiene vivo, más bien hace renacer, aquel objetivo tan deseado por muchos de nosotros para los océanos: el 30×30. O lo que es lo mismo: proteger el 30% de los océanos del mundo en el año 2030. Si así se desarrolla a partir de ahora tendremos por todo el mundo marino zonas total o altamente protegidas. Paraísos donde las criaturas marinas sean ellas mismas, interaccionen en sus entropías pero que no se vean molestadas por los atracadores de los mares y océanos.
Desde aquí un recuerdo especial para Tony de Brum, sin duda lo nombraríamos Almirante Protector de la Mar Océana. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de las Islas Marshall en tres ocasiones y se empeñó con la Higt Ambition Coalition en impedir los atracos ambientales que hacían varios países a costa de las criaturas marinas. No debemos perdernos cómo impulsaba el asunto Higt Ambition Coalition for Nature and People –qué importantes son los añadidos-. No nos resistimos a copiar algo que decía hace un tiempo:
“¡Restaurar la naturaleza es posible, alcanzable y necesario! Pero requerirá un esfuerzo global de todas las naciones. Para ello deben conseguirse:
- mayores objetivos espaciales para proteger o conservar eficazmente al menos el 30 % del planeta (tierra y mar) para 2030,
- gestión eficaz de las áreas protegidas y conservadas,
- aumento de la financiación pública y privada para garantizar la gestión a largo plazo y la gobernanza local, y
- mecanismos claros de implementación para poner a la naturaleza en el camino de la recuperación para 2030.”
Si esto se lograse, parece que empieza el recorrido, se evitarán graves atracos de los esquilmadores del océano. Se establecerán santuarios de biodiversidad que atraerán seguro a nuevas especies. Pero además se evitarán los atracones de tóxicos y otras mierdas como los plásticos y microplásticos que tan penosos daños causan a las criaturas marinas, y no es que estas sean glotonas sino que con pequeñas cantidades acumulativas sufren trastornos graves o desapariciones totales.
También merece nuestro reconocimiento la gente de otras ONG como Greenpeace. Se acuerdan cuando más de 5,5 millones de personas de todo el mundo, incluidas algunas famosas, firmamos para impulsar el Tratado de los Océanos. Desde la Alianza de Alta Mar, que agrupa a más de 40 ONG se señala que el nuevo tratado es un enorme paso para proteger legalmente con «santuarios oceánicos» la vida marina y adaptar «la gobernanza» de la altamar al siglo XXI. Por si hay gente que no lo sabe digamos que actualmente las áreas marinas protegidas apenas suponen un 1 %. Pero es que además de los atracos que sufren los océanos en forma de capturas, deben hacer frente al calentamiento global y a la acidificación de sus aguas y otros impactos de la crisis climática. Todo esto lleva la firma nuestra.
No olvidamos otros almirantes protectores de la mar océana. Uno tiene una devoción especial por Julio Verne por aquello de que en sus Veinte mil leguas de viaje submarino. Uno se inquieta por la contaminación al límite en que se encuentra nuestro cercano mar Mediterráneo, como denuncia una y otra vez WWF, y no solo plásticos de los que acumula el 7 % mundial siendo que el volumen de sus aguas apenas representa el 1 %. Debemos luchar para que tenga al menos el 30 % de su espacio protegido en 2030.
Cuando hablamos de mares y océanos pensamos que siempre estaremos en deuda con Jacques Cousteau y su Calipso. Si lo dudan lean la semblanza que de él hizo la Universidad Politécnica de Valencia. Para quienes por ser jóvenes no pudieran disfrutar de sus aventuras proteccionistas seguro que encontrarán muchas ventanas en internet que hablan de él y sus películas en Youtube. Pero sobre todo no dejemos de leer lo que podría ser su mensaje póstumo. En él da cuenta de su amor por los mares y todas las criaturas marinas. Alguna letra del reciente tratado firmado en la ONU es heredera de estos personajes. Fueron capaces de influenciar la cultura universal, y eso no resulta fácil. Como lo hizo Rafael Alberti con sus poemas sobre su añorado mar. No se pierdan el poema EL mar de Mario Benedetti e intenten responder a las preguntas que el uruguayo se formula.
Ni atracos ni atracones. Por unos océanos protegidos al menos en el 30 por ciento para 2030. Después seguiremos vigilando y pidiendo la ampliación de los espacios.
Primero y antes de nada, habrá que acabar con los micro plásticos oceánicos. ¿Qué se esta haciendo o se ha hecho al respecto? Agradecería una respuesta.
07 marzo 2023 | 9:02 pm
Bajo la piel de la mar debe haber más vida que sobre la seca piel de la tierra.
Y mucha de ella jamás verán la superficie que a nosotros nos resulta imprescindible.
09 marzo 2023 | 12:32 pm