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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Esclavas sexuales

Un skyline de la ciudad de Dhaka / Akhlaque Haque

Tan solo en Dautladia viven 2.000 trabajadoras sexuales. Es uno de los prostíbulos más grandes de Bangladesh y del mundo. En Kandapara un burdel dentro del barrio de Tangail residen 700. Bangladesh es uno de los pocos países musulmanes que la prostitución es legal. Por eso, en la capital, Dhaka, hay barrios enteros y amurallados donde sobreviven miles de prostitutas. Muchos de estos barrios, como Dautladia o Kandapara, son herencia de las colonias británicas, por lo que sus paredes aguardan más de 200 años de historia.

Calles repletas de condones, miseria, hombres bebidos, mujeres maltratadas, sonrisas que esconden vidas rotas. Eso es lo que se puede encontrar en Tangail o Dautladia. Las trabajadoras sexuales viven en pequeños cuartos en chabolas donde duermen, trabajan, se bañan y hasta crían a sus hijos. ¿Pero que les ha llevado a las mujeres a esta situación?

Básicamente, hay tres vías a través de las cuales pueden haberse iniciado en la profesión más antigua del mundo. La primera es que su propios padres o familiares las hayan entregado al servicio de una Madame porque tienen una deuda contraída. Así pues, dan a su hija, hermana, sobrina o nieta a cambio de dinero.

También, cabe la posibilidad que las hayan raptado. Los dalas son traficantes de trata de personas que van por los barrios paupérrimos de las ciudades y ahí captan o secuestran a las niñas, que luego entregan en los burdeles.

Normalmente, en ambos casos las menores tienen entre 12 y 14 años cuando entran en estos barrios para ejercer como trabajadoras sexuales. Están siempre a cargo de una Madame y no tienen derechos. Son esclavas sexuales. Solo trabajan, mantienen relaciones con cuatro o cinco hombres al día y el dinero que recaudan se va directamente para pagar la deuda de sus familias, que ellas no han contraído, o deudas ficticias, que ni tan siquiera existen. Muchas de ellas, ni tan siquiera, pueden salir de la habitación en la que se encuentran.

Normalmente, en cinco años ya tienen saldada su deuda, pero, muchas se acaban quedando en estos mismos burdeles. Eso se debe porque la sociedad las estigmatiza y, por ello, no tienen demasiado futuro tras las murallas de los barrios donde se ejerce la prostitución.

La tercera vía es que sean hijas de trabajadoras sexuales. En este caso, suelen asistir a la escuela donde tienen una educación básica. Las mujeres más afortunadas pueden mantener alejadas sus hijas de la prostitución. Algunas sueñan con que estudien, hagan una carrera, puedan llevar la vida que ellas no han llevado. Otras, con menos recursos, ven como sus hijas a los doce años acaban teniendo la misma vida que ellas. En estos casos, nacen putas y mueran putas.

Y es que en estos mismos barrios burdel también hay jerarquías y mucho de ellos depende con los clientes que se relacione la prostituta. Hay algunas que han conseguido tener como una especie de novio que las mantienen para que no tengan relaciones con otros hombres. Otras son amantes de políticos o empresarios del país. Ello hace que tengan más dinero que el resto de las mujeres.

Otras, en cambio, se ven obligadas a coger cualquier tipo de cliente. Muchas de ellas son maltratadas, porque son consideradas un mero objeto. Por ello, los hombres que les visitan tampoco toman demasiadas precauciones y las mujeres también acaban siendo víctimas de enfermedades de transmisión sexual.

En Dautladia y Kandapara los derechos humanos para las niñas y mujeres no existen. Ellas solo sirven para dar placer a los hombres.

4 comentarios

  1. Los «esclavos sexuales» son los que pagan, no las mujeres explotadas. Es una etiqueta ofensiva que incomprensiblemente se sigue utilizando para referirse a personas que están siendo víctimas de delitos.

    09 septiembre 2017 | 16:32

  2. Dice ser Anna Dimitrova

    Terrible lo que hacen los hombres.
    Una sexualidad exacerbada.

    Deberían castrar a todos los puteros, por salubridad.

    10 septiembre 2017 | 05:06

  3. Dice ser Joana

    La inmensa mayorìa de la poblaciòn del planeta considera que las mujeres sòlo son carne con huecos.
    Pero venga, seguid diciendo eso de que «todos somos iguales», «todas las culturas son respetables», «hay que acoger», «la educaciòn lo resuelve todo», «necesitamos inmigraciòn que nos enriquezca», «un gato que nace en un establo se convierte en caballo». Venga, seguid dicièndolo, y dentro de unos años, eso que tanto te escandaliza se harà en Barcelona o en Madrid. En fin, no sè ni para què me molesto. No hay mata, no hay patata.

    10 septiembre 2017 | 08:35

  4. Dice ser fer

    Hola comentsrista troll racista n° 3

    Cierto, no todos somos iguales.

    En España por ejemplo hay mucho putero de misa dominical y posiblemente diaria.

    Anda que no hay que ser racista asqueroso para decir tanta parida.

    10 septiembre 2017 | 13:26

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