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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Objetivo Melania Trump

FOTO: GTRES

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No es ningún secreto que las primeras damas de Estados Unidos han estado siempre en el punto de mira de los medios de comunicación. Ocurrió, entre muchas otras, con Eleanor Roosevelt, Jackie Kennedy, Hillary Clinton, Michelle Obama, y ahora también con Melania Trump. Aunque, para infortunio de esta última, existe la particularidad de que su marido no es amigo de los principales medios de comunicación de todo el mundo. Y eso tiene repercusiones (también) para ella.

Cuando parecía que con Michelle, laureada por los medios por su inteligencia, su carisma y su saber estar -además de por su gusto en el vestir-, casi se había superado la superficialidad y el sexismo con las primeras damas de EE.UU., la llegada de Melania a la Casa Blanca ha evidenciado todo lo contrario. Desde el momento que Donald Trump puso un pie en la carrera presidencial, la exmodelo empezó a ser juzgada masivamente por ser la esposa de un hombre 24 años mayor que ella. Pero eso fue sólo el principio.

Tanto en la campaña electoral como en los días previos a la investidura del republicano, Melania Trump fue observada con lupa por su forma de vestir y de hablar. Su polémico discurso ante la Convención Republicana en julio del año pasado, por el que se la acusó de plagiar otro de Michelle Obama, corrió como la pólvora mientras medios y redes sociales le afeaban una supuesta incapacidad para escribir un texto propio bajo un argumento más o menos enmascarado: Melania es guapa y, por lo tanto, tonta.

La eslovena no necesitó convertirse en primera dama para que algunos medios se empeñasen en manchar su reputación. Tan sólo una semana después de aquel discurso, el diario New York Post publicó unas fotografías en las que Melania aparecía desnuda, pertenecientes a la época en que intentaba, como tantas otras, abrirse camino en el mundo de la moda. Con la variante de que los maridos de las demás no tenían la intención de convertirse en presidentes de EE.UU.

Para colmo, el pasado verano el Daily Mail sugirió que Melania Trump había sido escort -o prostituta de lujo- a principios de los noventa. Aunque la ahora primera dama estadounidense le ha ganado la batalla en los tribunales (el rotativo tendrá que indemnizarla con 2,7 millones de euros y publicar un artículo de disculpa por vulnerar su derecho al honor), la información dio la vuelta al mundo.

A punto de convertirse en primera dama, Melania tuvo que aceptar que numerosos diseñadores de prestigio se negasen a vestirla para el acto de investidura de Donald Trump como muestra de su desacuerdo con el republicano. Tom Ford, Marc Jacobs, Sophie Theallel… y una larga lista de firmas le cerraron la puerta en un humillante mes previo a la investidura.

Hasta en el mismísimo acto de investidura por el que Donald Trump se convirtió en presidente hubo polémica. Una sonrisa cariñosa de Melania para responder a la mirada de su marido sirvió también de arma arrojadiza, ya que la eslovena cambió rápidamente su rostro a un gesto serio en cuanto el republicano dejó de mirarla. Algunos la tacharon de fría, mientras que otros afirmaron con pasmosa rotundidad que la primera dama vive un infierno en su matrimonio. Todo ello obviando que la actual primera dama estadounidense se enfrentaba por primera vez a un acontecimiento histórico seguido en directo por todas las televisiones del mundo.

Así, al tiempo que unos la llamaban fría, otros se han esforzado en pintarla como una víctima de las formas de su marido en base a ciertos desplantes, como la ocasión en la que Donald Trump rechazó su mano en un aeropuerto. Hasta se creó el hashtag #FreeMelania en Twitter para ironizar con la situación.

Lo siguiente fueron las críticas por no mudarse a la Casa Blanca con su marido. Melania Trump optó por permanecer en su lujosa residencia neoyorquina al menos hasta que su hijo Barron, de 11 años, termine el año escolar. Los que no la criticaron por ello la calificaron de fiel madre de familia y esposa que vela por el hogar familiar.

Además, su ausencia en varios actos oficiales disparó todo tipo de rumores sobre una supuesta crisis en el matrimonio Trump. Hasta se llegó a afirmar que el magnate y ella duermen en camas separadas en base a declaraciones de fuentes anónimas cercanas al matrimonio que aseguran que Melania se siente «miserable».

Otra de las especulaciones más sonadas sobre Melania y su supuesto carácter difícil es el protagonismo de Ivanka Trump, la hija del presidente estadounidense y la exmujer de éste, en los actos oficiales. Numerosos medios de comunicación se han referido a una presunta mala relación de la primera dama con la hija de Donald Trump en la que la culpable sería la primera, a modo de madrastra malvada. Incluso algunos han llegado a dar por hecho que la verdadera primera dama de EE.UU. es Ivanka.

Pasados los primeros 100 días del mandato de Donald Trump, Melania continúa ocupando titulares, a pesar de que ha acudido a numerosos actos oficiales recientes y en el extranjero. El último episodio fue la visita del presidente y la primera dama estaounidenses a Israel, donde las cámaras captaron cómo en esta ocasión era ella quien le negaba la mano a su marido.

Poco antes llamó la atención mediática (y también Ivanka) por no ponerse el velo en su visita a Arabia Saudí, y también por ponérselo para ser recibida por el Papa. Fue tal el protagonismo de Melania e Ivanka que su estilismo hizo más ruido que la gran incongruencia cometida por Donald Trump, quien en el pasado había criticado a Michelle Obama por no cubrirse el pelo en su visita oficial al mismo país árabe.

Ese detalle estilístico ha despertado mucha más indignación que el abrigo de 50.000 dólares que vistió en su visita a la cumbre del G7 en Sicilia. Como si su riqueza fuese algo tan obvio que justificase el interés en otros asuntos más terrenales.

Desde un primer momento, Melania Trump ha intentado mantener un perfil bajo y jamás ha reaccionado a las polémicas. Ni siquiera cuando dio «me gusta» a un tuit que hacía referencia, con ironía, a una crisis en su matrimonio. Sin embargo, no pasa un mes sin que la primera dama esté en el candelero por algún escándalo. Aunque para ello los medios recurran a la especulación. Aunque quien realmente debe ser observado con lupa y analizado, más allá de la sátira diaria que a tantos hace reír, es Donald Trump.

3 comentarios

  1. Dice ser Joana

    Escribir que la mujer de Obama se vestìa bien es patético. ¿No has visto las horribles fotos de sus espantosos modelitos? Sì… seguro que sì. Pero se te nota mucho el plumero. Y lo de carisma, inteligencia y demás…. Tengo que dar gracias de que no escribiste sobre lo «bella» que es, jeje.

    30 mayo 2017 | 10:23

  2. Dice ser Ignotis parentibus

    50500 EUROS UNA CHAQUETA MAS HORTERA QUE EL REY DE LAS HORTERADAS. COMO PARA NO FIJASE,

    31 mayo 2017 | 10:04

  3. No entiendo como no se puso el velo para ir a Arabia Saudí pero si para ir a ver al papa.
    Esta mujer es para darle de comer a parte.

    07 junio 2017 | 18:36

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