Es expulsión y ya está. Nadie puede negarlo. Cristiano Ronaldo le dio un brazazo -porque fue mitad brazo y mitad codazo- a Mtiliga para desembarazarse del jugador del Málaga, que le estaba agarrando. Por eso se mereció la roja. Da igual que Cristiano quieren desviar el tema por otros derroteros, con frases como «la expulsión es una vergüenza. No quería lesionar a nadie. La gente que entiende de fútbol sabe mi intención de jugar y de seguir la jugada siempre».

Peor aún fueron las palabras del director general del Rel Madrid, Jorge Valdano pidiendo trato de favor para el portugués. «Los árbitros deberían entender qué jugadores hacen bien por el espectáculo y quién va en contra», insinuando que se debería proteger, especialmente, a Cristiano Ronaldo y preparando el terreno para que la sanción al portugués sea sólo de un encuentro. Los más pesimistas hablan de cuatro.

Alguien en el Madrid debería hablar con Cristiano y recomendarle que templara sus ánimos. Es, junto a Messi, el mejor jugador del mundo y va a recibir siempre los marcajes más férreos y la mayoría de las patadas. Tiene que entenderlo, pero ¿alguien se atreve a decirle que dos expulsiones en la primera vuelta -la anterior también en el Bernabéu, ante el Almería- son demasiadas ?

Por último, lamentables imágenes de Cristiano arrodillado pidiendo clemencia, «en vez de preocuparse de inmediato por un compañero al que le rompió la nariz», como recordó el presidente del Málaga y antiguo jugador del Madrid, Fernando Sanz.