Acaba de explicar el Ministro Blanco, en rueda prensa,  que se repone el Impuesto sobre el Patrimonio y que afectará «solo» a 160.000 personas.

Resulta la medida más absurda, demagógica y pleistocena de este Gobierno provisional y moribundo, no tanto porque el dubitativo Sr. Rajoy probablemente la quite, sino porque este impuesto no va dirigido a los ricos sino a un puñado de españoles que -sin trampa ni cartón- tienen en su mayoría bienes ganados con el sudor de sus mentes (alguno con el de sus frentes cuando eran más jóvenes), y que pagaron en su día con rentas que ya tributaron por el Impuesto sobre la Renta (IRPF). Pero no quiero entrar en este debate sobre la doble imposición frente las necesidades de recaudación. En este caso, hoy prima la recaudación y punto.

El problema con esta reposición del impuesto, es que la mayoría de los más ricos de este país (tremendamente ricos, algunos) no van a pagar o van a pagar sumas ínfimas. Los obscenamente ricos -muchos de los cuales nos han metido en esta crisis-  suelen tener su patrimonio a través de sociedades residentes en España o en paraísos fiscales (bien vistos por ser de la UE: Luxemburgo, Irlanda u Holanda) en las que o por las que no pagan impuestos o pactan porcentajes ridículos. Además, a esas sociedades -cuyas participaciones sí deberían computar a efectos del Impuesto sobre el Patrimonio en España- les cargan muchos más gastos de los que debieran o las apalancan con deuda, etc. para minorar su valorar. Sin contar con todos aquellos que tienen patrimonios fuera de España sin declarar y, además, son propietarios de empresas españolas que tampoco tributan aquí. Todos ellos están en los cócteles, en las revistas y mendigan por los pasillos de los ministerios medidas más duras para todos, excepto para ellos, claro.

En fin, que los fabulosamente ricos no pagarán, mientras que los esforzadamente ricos pagarán por los primeros y todos los demás. Los terriblemente ricos aparecerán en los diarios de pago y el papel «couché» como salva patrias y los otros seguirán sufriendo en el anonimato, pero esforzándose por crear empleo, riqueza y por lo tanto puestos de trabajo.

La crisis de la deuda norteamericana ha dejado graves secuelas en la economía mundial. Pero también hay que decir que todo se produce en un ambiente sospechosamente especulativo.

Para empezar, S&P (Standard and Poor’s) se permite rebajar el rating de EE.UU. de AAA a AA+. Hay que recordar que esta agencia calificaba como AA+, e incluso AAA, a los activos tóxicos que dieron lugar a la quiebra de Lehman y del sistema financiero mundial. También mantuvó la calificación de Lehman en A incluso el día en que quebraba el banco. Incluso ha reconocido en esta rebaja del rating de EE.UU. que había un error de $3 billones en sus cálculos. Ahora, además, esta siendo investigada por la SEC por un presunto tráfico de información privilegiada, al haber -se dice- anticipado a algunos bancos y hedge funds la rebaja del rating. ¡En fin, que a mi S&P mi importa un pito, como a Obama! Pero la verdad es que ha machacado al mundo de nuevo.

No solamente sube el coste de la deuda norteamericana, sino que ha generado una desconfianza total y global en el mundo. Por su culpa han caído todas las Bolsas del mundo, y la desconfianza se ha instalado de nuevo en todas las economías que estaban haciendo sus deberes para salir del atolladero, y que ahora ya no saben qué más hacer.

Y para mayor inri los políticos del mundo se ponen nerviosos debido a su ya demostrada incapacidad para sacar adelante sus economías. La Sra. Merkel quiere que vendamos nuestro oro y quiere dejar en la estacada a las economías mediterráneas criticando la compra de deuda ordenada por Trichet. El Sr. Sarkozy no puede justificar por más tiempo que su rating sea AAA, cuando el de EE.UU. es ya AA+, y se prepara para hacer ajustes. Italia y España siguen haciendo lo que pueden, etc. Y la UE espera a octubre para aprobar el plan de recate a Grecia (?).

Ante la reticiencia de los liberales del mundo (en el Gobierno o la oposición) de subir los impuestos a «sus ricos» , los ajustes serán todos en el gasto público, lo que retrasará el crecimiento económico y la vuelta a una senda de crecimiento, ahora más moderada. Pero les facilitarán a los bancos amigos monetary easing, dinero barato. Y mientras seguirán controlando la inflación.

¿Y a quién c… le interesa ya la inflación?

Asistir a una opéra en un festival tan señero como el del Castillo de Peralada es una enorme suerte, pero hacerlo para asistir a una ópera clásica de la calidad del Euridice ed Orfeo de C.W. Gluck (1714-1787) es un privilegio, si la puesta en escena corre a cargo de un artista de la talla de Carlos Padrissa, director escénico.

(Foto: Andreas Knapp)

El viernes 29 de julio pasado se produjo un fenómeno de esos que dan gusto en el arte. Es una de esas ocasiones donde se da una vuelta de tuerca al pasado y al presente, y con talento se intenta vislumbrar lo que puede seguir dando de sí la representación operística en el mundo anticipándose, marcando el camino. En un mundo donde los jóvenes ya casi no leen, donde las nuevas tecnologías imperan y cambian los modos de vivir, también inexorablemente hay que ir atreviéndose a cambiar las cosas del arte, incluida la ópera. El público del mañana son los jóvenes de hoy. Y es esta transición hacia el futuro lo que consigue esta producción de La Fura dels Baus, el Cor de Cambra del Palau de la Musica Catalana y la orquesta bandArt, todos de la mano de Carlos Padrissa.

Algunos críticos se han llevado las manos a la cabeza. ¡Qué bien, aunque respetables están obsoletos! Pero afortunadamente ya no serán críticos cuando los jóvenes de hoy asistan a las óperas del mañana. A Gluck le hubiera gustado con toda seguridad más esta representación, que cualquiera de las que se han representado hasta hoy, al modo clásico. No ha podido dejar indiferente a nadie que tenga sensibilidad.

La voz clara, fuerte, timbrada y límpida de la mezzo-soprano Anita Rachvelishvili (Orfeo), potente y expresiva, y de la soprano sensual y carnosa, Maite Alberola (Eurídice), han brillado con luz propia en una noche templada y en uno de los lugares más bellos del Alt Ampurdà. Amor aparecío volando, desde los nidos de cigüeña del parque del castillo, por encima de un público ensimismado, pensando (en su mayoría) en la marca de la chaqueta de la de al lado y en el cava amb pernil i pa de vidre amb tomàquet que vendría después. Auxiliadora Toledano cantó con seguridad el playback, dejando el mérito acrobático a la actriz suspendida. El aria Che farò senza Euridice dejó clavada a la audiencia. La orquesta bandArt bajo la dirección del sabio y apasionado arco de su Concertino, Gordan Nikolic, brilló con luz propia, entregada en cuerpo y alma a que la obra fuera viva, distinta, integrándose en cada escena. Los músicos, apostados en unas trampillas abiertas sobre el escenario en pendiente, danzaron en pantomima y se incorporaron de lleno al espectáculo, sin desatender la obra musical que interpretaron con gran precisión y empaste con la interpretación vocal. El coro, dirigido por el entrañable Jordi Casas, también se entregó a la plástica de la obra y dignificó de nuevo la obra de este clásico del XVIII.

(Foto: Andreas Knapp)

Que Orfeo fuera interpretado por una mujer no es motivo de escándalo, pues la voz es más apropiada en esta obra que fue estructurada para que cantará un ‘castrat‘. De hecho, la contralto Kathleen Ferrier se considera la mejor Orfeo del XIX (1953), a pesar de estar apagándose por un cáncer. En cualquier caso, si fue escándalo: ¡mejor! El escándalo, siempre acompañado del buen gusto, contribuye a la necesaria ruptura, al progreso del arte. El atrezzo era original y feo quizás, pero en ello estaba la gracia. Se trataba de huir del estereotipo contemporáneo de lo bello, sensual, sexual o de anuncio de desodorante. El mito transcurre dentro de una trama trágica y tenebrosa, donde la belleza esta en el discurso, en el canto y en el espiritu, no en el cuerpo ni en el objeto amado y menos en la vestimenta.

La escena en rampa, se ofrecía al público sin trampas, expuesta a los errores y defectos que solo los malintencionados y prejuiciosos pudieron adivinar, que no ver. La proyección del vídeo sobre el fondo del escenario fue precisa, moderna, adecuada y provocativa, de modo que no defraudó a los detractores de Carlos Padrissa y la Fura dels Baus, y agradó a sus fans. No se trata solo de ser original, sino además de saberlo hacer con seriedad. El genio creativo es el ámbito de Padrissa y el calvario de sus críticos, pues queriendo interpretar lo que hace no consiguen entenderle a veces. Muy criticados han sido los vídeos de capiteles y fustas románicos, y los que recreaban los horrores del nazismo, al no corresponderse -dicen los críticos- con la época del mito de Orfeo en la Grecia clásica. ¿No es acaso el arte extemporáneo y los mitos, como el de Orfeo, de una vigencia siempre chocante? El arte esta al servicio de los ideales, de la belleza, del pensamiento profundo y de la superficial alegría de vivir (joie de vivre). Pretender encorsetarlo, es una osadía que no debemos permitir. El pensamiento, como el arte, no es único.

Con esta obra, se nota que Padrissa no le debe nada a los críticos, a quienes no gusta, pues también tiene fans. A aquellos los atormenta en su propia incomprensión, en su incapacidad para seguirle.

En fin, un marco grandioso para una obra extraordinariamente representada para un público en general extravagante, aburguesado, indolente y frío, que aplaudío largo tiempo pero sin pasión. Si todos los espectadores hubiesen aplaudido desaforadamente me hubieran defraudado, pues lo rompedor solo debe sorprender a unos pocos que promuevan el cambio. Yo disfruté tanto como los miembros de bandArt, de la Fura dels Baus, del Coro de la Cámara del Palau de la Música Catalana y de Carlos Padrissa. Y también me imaginé como estaría disfrutando Gluck, siempre serio pero tremendamente expresivo.

¡Bravo!

(Foto: Andreas Knapp)

No dejan de sorprenderme los políticos que ya no saben ni utilizar el lenguaje apropiadamente. La Sra. Saenz de Santamaría se puso nerviosa al utilizar indebidamente un apodo para dinamitar al Faisán ceremoniosamente tras la esperada dimisión del Molt Honorable Don Francisco Camps.

Estoy harto del uso de artillería política para descabalar al contrincante con ella: «Yo sí, pero tu más». En lugar de estar continuamente atacándose con porquería del mismo calado, ambos partidos en lid deberían hacer lo que se espera de ellos: ser impecables y dar buen ejemplo. Al menor indicio de corrupción, deberían cesar de inmediato al interesado. Todos asumimos que el ser humano es imperfecto, y que corruptos los hay en todos los estamentos sociales, pero no se puede consentir que permanezcan impunes. ¡Fuera y se acabo!

En cuanto a los ‘Faisanes’ de la vida, cabe un poco más de inteligencia. La lucha antiterrorista requiere de una serie de técnicas, que no siempre son perfectas pero seguramente necesarias. Infiltrarse solo es posible si eres convincente, y la ‘inteligencia’ tiene a veces estos imperativos: pasar información medida y a sabiendas, etc. Hay que procurar que no te pillen y, sobre todo, que en ningún caso violes derechos humanos. ¡Eso si que no, nunca! Pero si te pillan apechugas, con el convencimiento de que la causa es buena: acabar con ETA.

En todo caso, esta claro que un chorizo no es lo mismo que un faisán. ¿O si? A mi, el chorizo me gusta a la brasa y el faisán con uvas, no este tan duro y amargo a la vez.

Pudieron llegar a hacerme creer que el problema de Europa era España o Zapatero, pero ya sé que no es así. ¡El problema es la Sra. Merkel!

Esta Sra. esta empeñada en ganar las próximas elecciones a costa de poner en peligro la Unión Europea entera. No quiere entender, quizá por incapacidad o por ignorancia, que si el Euro cae, caerá Alemania también inexorablemente. Alemania la gran promotora de la Europa de la solidaridad, la de los ciudadanos, la impulsora de la Unión Monetaria, ahora no quiere saber nada de todo este tinglado. Pretende dejar a su suerte a todos los países periféricos, embarcandose en la misma nave euroescéptica de los ingleses.

Cumbre Hispano Alemana (La Moncloa, 3 de Febrero de 2011)

De prosperar su equivocada deriva, toda la unión europea perderá y dará alas a Reino Unido (que no creía en la Unión Monetaria) y a los EE.UU., que hace el paripe de estar en quiebra. Además, dejará sin futuro a toda Europa. Y será culpa suya y de los que lo permitan.

Los ‘mercados’, a pesar de todo, seguían financiado a Grecia, Portugal e Irlanda (y España), porque pensaban que la Unión era fuerte. Al darse ahora cuenta que no, que esta Frau se lo quiere llevar todo crudo, ya no les importa la suerte de Grecia, sino la del Euro, que gracias a Ella puede desaparecer.

¡Si eso ocurre, ya no nos salva ni Rajoy!

¡Vayase Sra. Merkel, auf wiedersehen!

P.S.:
Y, mientras, Aznar sigue aferrado a los €156.000 anuales que cobra del impresentable de Murdoch como consejero de Newscorp. Lo de Camps, comparado con esto, es un delito pero con aspecto de juego de niños.

¡La imprudencia de los políticos europeos les puede llevar a su propio colapso! Las tan cacareadas promesas de solucionarlo todo a que nos tienen acostumbrados estos políticos europeos, que no siempre europeistas, les obliga más que nunca a cumplir incluso con lo imposible. Para salvar a sus bancos, alemanes y franceses se afanan en buscar una solución al problema griego, sin que los griegos les importen un pepino, y menos aun si este es español.

Si no solucionan el problema la pérdida de confianza y de credibilidad será tan grande que no se recuperará la misma hasta que haya nuevos comicios en Francia y Alemania, y demás países europeos.

Grecia esta potencialmente quebrada, pero como no existe una Ley Concursal adaptada a los países, son sus acreedores quienes en este caso han de aportar la solución. ¡Y no tienen más remedio que hacerlo! ¿Y que harán? Pues lo que siempre han hecho los bancos, cuando lo tienen claro pero no quieren dar pérdidas.

Es decir, los Landesbank alemanes y los bancos franceses tomarán un porcentaje de la deuda griega, del 25% al 30%, la refinanciarán a 30-40 años y pedirán algún «colateral» (prenda). Así, sin llamarlo «quita» le habrán hecho una quita de «muy señor mío», y aquí «paz y después gloria».

Los griegos harán huelga para aumentar la productividad, su Parlamento aprobará las medidas de ajuste el miércoles, las bolsas se verán aliviadas, las agencias de «rating» no fusilarán a nadie al amanecer, nuestra prima de riesgo (la española que tanto gusta) bajará, el Ibex y el Euro subirán, el petróleo también y Zapatero no dimitirá mientras el 15M se organiza. Soros se forrará por haber dicho a todo el mundo que es el final mientras compra algo y los bancos americanos emisores de CDS griegos respirarán y se quedarán con las suculentas primas.

Y, entretanto, Grecia seguirá en quiebra, aunque los apuntes contables de los bancos alemanes y franceses digan que no.

¡Puro formalismo contable!

Estos últimos días, como casi todos los anteriores de este año, asistimos con estupefacción al debate político en torno a Grecia y su deuda. Cuando la quiebra parece inminente, Francia y Alemania salen a la palestra y anuncian que se van a reunir. ¡Y, si, se reunen! Cualquier ser normal se preguntaría: ¿Y por qué no se reune Grecia también con alguién? Pues yo debo ser normal, pues también me hago esa pregunta.

Pues bien, creo que es fácil de entender. Francia y Alemania, sus bancos, son los mayores acreedores de la deuda griega: 53.000 y 34.000 millones de Euros, respectivamente a finales de 2010. Luego no se trata de rescatar a Grecia, sino de rescatar a Francia y Alemania, o a sus bancos, o mejor dicho a sus pensionistas, de una posible quiebra en Bolsa si cae Grecia. Estoy convencido de que los bancos franceses y alemanes le habrán colocado esa maravilla de deuda a sus pensionistas y ciudadanos, como hicieron los americanos con sus «subprimes» disfrazadas de mirlos blancos. Mientras, Sarkozy y Merkel están que se dan un «pico» (pincha aqui).

¿Quién ha fallado en todo esto? Los griegos por supuesto, pero de forma mucho más gravosa [para todos nuestros famélicos bolsillos], los bancos franceses y alemanes que no analizaron los riesgos del país helénico, en su momento, y se dejaron llevar por los ratings perversos de las agencias, y los consejos de Goldman Sachs, y por la avaricia de Crédit Agricole, Société Générale y compañía.

Los españoles, por cierto, lo hicieron mejor pues solo tenemos 1.100 millones de euros de deuda griega.

Una vez más, seremos los pobres «PIIGS»  los que seguiremos pagando las miserías políticas de los grandes: Alemania y Francia, pero no tenemos vela en ese entierro.

¡Nosotros solo somos europeos, no Europa!

En tiempos de bonanza todos alababan la potencia de nuestra economía. Crecíamos por encima de la media europea. Teníamos una tasa de empleo envidiable. Acogíamos a muchísimos emigrantes necesitados y que necesitábamos. Y, sobre todo, estábamos orgullosos de ello y vivíamos felices. Eso si, por encima de nuestras posibilidades. ¡Como casi siempre!

Construíamos y comprábamos casas a lo bestia. Hacíamos carreteras, autovias y autopistas, hasta triplicar o cuadruplicar la red viaria principal. Acogíamos a turistas procedentes de todos los países. Instalábamos AVES. Exportábamos las frutas, hortalizas y legumbres de nuestras huertas, que daba gusto verlas.

¿Y como hacíamos todo esto? Liberando suelo publico. Concediendo créditos baratos a 40 años o más. Tasando casas a precios desorbitados. Pagábamos a constructoras precios astronómicos por obras faraónicas, incluidos los «reformados» casi siempre imprescindibles pero no previstos. ¡Y a vivir que son 2 días?

¡Y Europa estaba encantada! Nuestros datos subían la media de la UE en todos los indicadores europeos, y lo español era sinónimo de europeo, y viceversa. Las primas de riesgo estaban por los suelos, el crédito iba y venia. Todos, alemanes y franceses, nos animaban a seguir así.

Pero llegó el tercer día. Lehman quebró. Se inyectaron 750 mil millones de dólares para rescatar el sistema financiero americano. Los mayores bancos europeos tuvieron que ser rescatados. Se implanto la crisis. ¡Y yo [España] con estos pelos!

Nos comimos las obras. Se fue el turismo. No necesitamos mas emigrantes. Los importadores de productos de nuestra huerta se pusieron a régimen. El superávit se convirtió en déficit. Los prestamos en ladrillos. Y los empleados en parados.

Y ya nuestras estadísticas se separaron y se aíslaron con los cerdos [PIGS]. Nuestra deuda es solo nuestra. Nuestro déficit es solo nuestro. Nuestros parados más nuestros que nunca.

A todos nuestros políticos se les vio el plumero. El liberalismo les convenía. Los partidos se corrompían y sacaron tajada. En 4 años te forrabas y en 8, más. No se necesitaban gestores, sino facilitadores. No líderes, sino entretenedores de masas.

Y ahora Europa es Alemania y Francia. ¡Y les va fenomenal! ¿Porqué?

Pues porque nuestra debilidad mejora su posición competitiva. ¿Se imaginan a Alemania o a Francia, hoy, fuera del Euro? El Deutsche Mark cotizaria al alza, hasta el punto que no podría exportar nada. Promediando nuestra pobreza, ellos aumentan su riqueza relativa. Promediando nuestra falta de competitividad, ellos aumentan la suya cada vez más.

Si, como antes, Europa estuviera unida de verdad, y promediáramos nuestras fortalezas y debilidades, hoy Europa seria una gran potencia en el entorno económico mundial y no sufriríamos tanto.

Y nuestro paro no seria tan nuestro sino de todos. Y todos nos pondríamos a ello para que el futuro de nuestros hijos fuera mejor, y nuestro presente más llevadero.

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(Fotografía: Aleksander Dragnes)