El Payaso Saso infló un globo alargado de color rojo jojo. Con volteretas en las manos hizo una trompa pompa y dos patitas, también una cola lola y dos orejitas. Cuando terminó, apoyó el perrito inflado sobre la vereda y lo llamó Poncho Choncho. El Payaso y Poncho Choncho se paraban en la puerta del circo de colores lores, y bailaban para el público que disfrutaba del magnífico espectáculo del perrito bailarín larín. Payaso Saso y Poncho Choncho recorrieron el mundo bailando hasta que un chico de cejas crecidas y anchas, unidas en la frente, aburrido de los payasos, aburrido de los perros de globo, usó un alfiler para asesinar a la fiel mascota del Payaso Saso. La punta penetró por la costilla derecha del perro y todo su cuerpo se convirtió en nada. El chico se reía a carcajadas mientras una lágrima rodaba por la mejilla jilla del Payaso.
Comentaré sólo por comentar, Walter, sin ningún fin publicitario, ni de feedback ni nada de eso. Me gustó mucho chucho el relato. Las desgracias gracias hacen reir a los niños más que cualquier payasada dada. Y sí, a veces uno tiene que llorar para que los niños ñoños puedan reir.
Saludos ludos.
15 junio 2010 | 08:54
No sé porque, pero siempre hay un amargado que nos” pincha” los sueños dejándonos solos y tristes. Cochina envidia digo yo
15 junio 2010 | 09:58
Desde bien pequeña siempre me han dado mucho miedo los payasos… no sé si se trata de algún trauma infantil, pero es que no puedo con ellos.
Miauuuuuuuu
(\____/)
(=0_0=)
(«)___(«)
http://www.videosdegatos.eu/
15 junio 2010 | 12:37
Cuando dices pestañas imagino que quieres decir cejas…
Cuento bastante triste, la verdad
15 junio 2010 | 13:39
Pero que bueno, si señor!!!
http://arizonababyrocks.blogspot.com/
15 junio 2010 | 14:02
La historia se propagó por todas las ciudades por las que el circo pasaba-saba.
Ya hacía tiempo que el payaso-saso había dejado de reír.
Cada nuevo lugar que visitaba-daba, lo despedía con otro nuevo abucheo-creo.
Su sonrisa, ampliamente dibujada de rojo-jojo sobre el blanco de su cara, al final de cada espectáculo terminaba marcada-dada por lágrimas ante otro frustrado espectáculo-chulo.
Tenía que llegar el momento, su momento-lento.
Tenía la solución para el siguiente enano unicejular-mular.
El espectáculo de ayer, no tuvo-hubo un solo Poncho-choncho. Todos los niños querían reventar al retorcido perrito, al ver que al hacerlo, el relleno de su interior los salpicaba a ellos y a sus padres-madres también.
Consiguió agotar las existencias de globos-bobos en una sola sesión, además de solucionar el problema por la gotera en la fisura del tanque de las letrinas-jijijinas.
Todos reían, como nunca, El payaso-saso volvía a ser feliz con su trabajo-jojojojojo.
15 junio 2010 | 15:06
Gracias Walter, eres un genio.
15 junio 2010 | 15:09
En este relato adivino la intención que el autor nos enseña que donde alguno ha reído solo ha quedado sitio para las lágrimas de algún otro.
Clica sobre mi nombre
15 junio 2010 | 15:40
Pues si, un poco triste la historia del Payaso Saso y su perrito Poncho Choncho. 🙁
Pero cuando hinchas un globo, como casi todas las cosas bonitas son efímeras.
15 junio 2010 | 16:58
La verdad es quee s bastante triste 🙁
15 junio 2010 | 17:25
Los que están siempre con la sonrisa en la cara por los demás, para no preocuparles, no pueden permitirse el lujo de sentirse mal y buscar consuelo, porque se verán solos…
Casi nadie es consciente de que también tienen malos momentos y la mayoría es incapaz de ver la tristeza tras esa «máscara» diaria de optimismo…
Curioso que para que te tomen un poco en serio debas dramatizar un poco tu vida…
Cada cual es libre…. Yo me quedo con la sonrisa tatuada… 🙂
Tu triste relato es hermoso, Walter…
15 junio 2010 | 18:00
Porfa, dejá de matar!
15 junio 2010 | 19:57
El lenguaje del principio me gusta mucho, pero no se condice con el final del cuento. No me parece que el final sea el adecuado para un cuento infantil, a no ser que tengamos ganas de volver al estilo de Hansel y Gretel.
Creo que esta historia merecía un final feliz. Se me ocurre algo así: el payaso inventó al perro, pero como la gente no le prestaba atención, infló otro globo y nació un oso, y después un gato, y después lo que se te ocurra. Entonces el payaso tuvo su propio circo y todos fueron felices. (Pero este es mi final…)
El final me resultó precipitado
Lo de las cejas crecidas, anchas y unidas en la frente, me remitió a los chistes de gallegos (cosa que me parece de mal gusto). Creo que faltó que el niño malo se llamara Manolo. Por ahí soy demasiado literal, pero no creo que existan niños con cejas de estas características. Tal vez quisiste pintarlo como un ser demoníaco; si es así, no lo vi.
Saludos
16 junio 2010 | 00:56
Jajaja! Víctor, me divirtió mucho que hayas utilizado el recurso.
Ana, buena teoría la de la envida.
Caty, eso se llama Coulrofobia.
Chino, gracias por marcarme el error.
Gracias Arito.
Enmascarado, sos un grande. Gracias por el final feliz.
Jajaja! Antonio, suena lindo dicho así.
Xulita, todo termina (o se transforma).
Concurso, el título advertía. 😀
Estela, “máscara diaria de optimismo” es una buena frase.
Jajaja. Vale, estoy bastante controlado últimamente.
Szarlotka, lo que buscaba era el contraste entre el contenido y el estilo, por eso es lo del final triste. Por otro lado, gracias por los aportes, son muy interesantes. Además me gustó mucho tu idea de circo de animales hechos con globos.
18 junio 2010 | 06:32